Mudarse es cambiar de piel
ley de vida, el momento preciso
en que abandonas una historia de tu ser
para empezar de nuevo otra.
Como la marca en proceso
de otro anillo del árbol
dándote dirección y rumbo de crecida
mientras todo se consume y tus cenizas
quedan libres al fin para volar con el viento.
Como la resonancia de una piedra que cae
en el agua de un nuevo emplazamiento,
dándote cuerpo, fuerza y ganas.
Mudarse en respirar, es continuar
creciendo para alcanzar la luna.
« De la importancia de ver lo bueno de lo que somos capaces (también!) Concurso televisivo: Saber y ganar, 4 agosto 2013 »