A veces te quieren mal.
No quieren que existas.
No pueden tolerar que respires:
les irrita oír tu voz, tu risa,
les agreden tus movimientos,
tus palabras. Desearían
que la población te sacara de un lugar
por los pelos, te arrastrara
a la plaza, poner de una vez por todas
fin a tu vida
que da miedo y les empuja
a la violencia.

Después, la náusea:
hablar con condescendencia de ti,
mostrar su infinita generosidad y decencia.

La maldad humana es insosteniblemente
estúpida.


Por la gente que no pudo, no ha podido y no puede decirlo.

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