Y hablando de personas vivas, quería dedicarle este poema a Patricia Toledo
En América, una líder indígena
con una sonrisa de tierra bajo el sol
cálida y tranquila
y una fuerza que sólo puede tenerse
cuando amas
es asesinada en su cama
porque el Hombre no va a tolerar
que luchemos por protegernos,
por proteger la vida en el planeta.
En Europa, en pantallas, ese voraz depredador,
seguido y encubierto por un regimiento de buena gente
con ansias de migajas o fortunas instantáneas
o siquiera ganas de linchar, aúna esfuerzos
y acorralan y empujan al túnel del pozo
a una artista del soul.
No es violencia, era una drogadicta.
Sus muertes nos multiplican,
nos hacen más fuertes, nos ayudan
a no distraernos, ni perdernos.
No somos temibles, pero es comprensible
que nos tengan miedo porque no hay fuerza a su alcance
que pueda eliminarnos, ni con siglos de violencia.
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