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Pensamiento - Estética, salud y placer

Volver al índice de Sociedad, economía, filosofía y política La barbie se quiere rapar

Volver a la Autora Ana Isabel Espinosa

No tengo ni la más mínima idea de los correos que me llegan cada día, pero hay muchos, muchísimos, y algunos, por no decir todos, que no tienen desperdicio...hoy les hablaré de dos de ellos.

A buena mañana ya me ven pegada a la pantalla de mi ordenador descifrando lo que mis amigos me mandan desde cualquier rincón del planeta y hoy tocaban dos mensajes de denuncia...Uno de ellos, basado en una llamada telefónica de dos aspirantes a cubrir una vacante de dependiente en un supermercado. Si escuchasen —como lo hice yo— la cambiante recepción del empleador al oír una voz femenina o masculina, la vergonzosa diferencia entre el sueldo que se le ofreció a uno y a otro y cómo en la mujer no se le valoró la preparación o la experiencia, no ya porque tuviese cargas familiares, sino porque en el futuro las tendría... se les inflamaría la sangre igual que lo hizo la mía.

En el segundo de los mensajes, se me hablaba de cómo se trata a las políticas, siendo del signo que sea, con una crítica machacona, haciendo referencia no ya a su acción política o de gestión, que sería lo normal, sino por su aspecto, sus parejas, menospreciándolas y rebajándolas, solo por el hecho de ser mujeres.

Y todo ello me ha llevado a pensar que los tiempos corren pero no vuelan, que muchas veces creemos que ya está todo conseguido, porque llevamos un coche y tenemos los niños cuando nos da la gana, pero si nos quedamos un ratito quietas y pensamos en quién los baña, en quién les da de comer o en quién los cuida, veremos que en el 70% de los casos lo hace la mujer y cuando ella trabaja fuera del hogar y trae un respetable sueldo, que le permita contratar ayuda para las faenas del hogar, es otra mujer la que la suple, nunca un hombre, ni siquiera su pareja.

Y es que por mucha emancipación femenina que nos llevemos a la cara y por mucho pregonar que el machismo se va a acabar, las que siguen cayendo somos nosotras y cuando una mujer se toma la justicia por su mano, siempre es primera pagina de periódico, mientras que la violencia de género unos dicen que no existe, sí créanselo, que escriben en determinados periódicos y hasta es posible leerlos, y otros dicen estar hartos de ella.

Las compresas siguen siendo abultadas e incómodas porque las usamos las mujeres, porque si hubieran tenido que usarlas los hombres, estoy segura de que ya se les habría retirado el periodo y nos habríamos extinguido, eso sin contar que alguno pudiera soportar el pinchazo de la epidural, porque el parir ni de coña está hecho para ellos.

Me parece muy bien y respeto la igualdad de los hombres en iguales condiciones con la mujer, pero ya estoy harta de la estampa de Lorenzo Goñi de dos mujeres zafias peleando, que plasmó en la edición ilustrada del Quijote, ya estoy más que cansada de que la Nebrera se meta con Magdalena Álvarez por su acento andaluz, o por lo que sea y no tenga narices de meterse con Zapatero, estoy frita de que a la Chacón le achaquen de todo, por ser mujer y ministra, porque no son barbies, y lo más seguro es que no quieran serlo... Son sencillamente profesionales, como Solbes o Rajoy y nunca he visto ningún comentario sobre lo feas que son las gafas de Rajoy o lo antiguas que son las las chaquetas de Solbes.

Lo peor, amigos míos, es que esto se traduce en sus mujeres, en sus hijas, en sus hermanas, en toda aquella mujer que se parte los lomos para sacar un trabajo y seguir su vida, para dar a la sociedad lo que no le han dado a ella, por estudiar, por formarse, para luego ver que un tío de pelo en pecho le pasa por delante, por eso por tener pelo en el pecho y en el culo, siendo cien veces, por ni decir mil, menos preparado, más obtuso y lerdo, tanto y en tan grado extremo, que no me extraña que las niñas del futuro cojan a la Barbie y la rapen, la vistan de guerrillera y digan que si de ellas depende, va a parir santa klaus.

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Publicado en mujerpalabra.net en noviembre 2010