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Pensamiento - Contra la violencia misógina y machista

Ir al índice Contra la violencia misógina y machista Llamadme zorra

Ir a índice de Ana Isabel Espinosa Ana Isabel Espinosa

En Granada se está juzgando a un Juez por prevaricación por cambiar el turno de visitas de un niño para asistir a una procesión, mientras la duquesa más católica se casa por tercera vez, ante los ojos de sus hijos mejor premiados en una herencia que saltó a las páginas de la prensa rosa y se comentó en corrillos y saraos. Otros jueces, los de la audiencia provincial de Murcia, han sentenciado que llamar "zorra" a la esposa no constituye menosprecio o insulto si quien utiliza ese término lo hace "para describir a un animal que debe actuar con especial precaución", sacando de la posibilidad de un año de cárcel a un angelito que no solo le decía estas lindezas a la mujer que fue el gran amor de su vida, sino que le regalaba algunas otras, grabadas y presentadas a juicio y consideradas probadas, por llamadas telefónicas hechas al hijo común, en las que llegó a decir que vería a la denunciante "en el cementerio en una caja de pino". En Borneo, las orangutanas, muertas de hambre, entran en los sembrados y roban frutas para las crías que llevan pegadas a su piel peluda y roja. Los de dos patas las persiguen, las acorralan y las llaman zorras, mientras las apedrean y apalean, viéndolas morir, entre espasmos de dolor y la agonía de no poder proteger a su cría. Pero la civilización se impone, ¿qué nos creíamos?, ¿que íbamos a respetar a quien la frena?, pues no, y para su desgracia, las orangutanas no son más que eso, alimañas venenosas para una sociedad que no las necesita y que si quiere, se las pasa por el forro, insultándolas o encerrándolas, no defendiendo sus derechos, menospreciándolas y castigándolas, sin motivo alguno, porque no tienen jueces que se pongan las pilas y digan "no, hombre, no, usted no tiene derecho a hacer lo que quiera con su hijo", "ni yo le ayudo", "porque yo sirvo a la justicia" y "no insulte, ni amenace, porque se le va a caer el pelo", "porque nadie más que usted, que fue el marido y aún es el padre de ese hijo al que llama para acojonar a su madre, sabe que la debe respetar, no ya como la que fue, sino como la que es", o sea, persona u orangutana, que para lo que nos vale lo mismo estamos en Borneo y bordeamos la tranquilidad con cauces de aguas turbias, porque las penas, en las sentencias de condena por la violencia de género, dan vergüenza, siendo aún más irrisorias que por las de atropellar, que más vale matar a un enemigo pasándole el coche por encima y después decir que ibas borracho a más no poder, que pegarle un tiro a bocajarro, como hizo el anciano que no perdonaba deudas pasadas hace no tanto. Porque nadie bebe, nadie dice y nadie hace y las orangutanas ven sus bosques arder y a sus crías echando llamas por sus pieles abrasadas, para vender aceite de palma en China y que después lo compremos nosotros, que nos hundimos porque ya no podemos, muchas veces, ni respirar.

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Publicado en mujerpalabra.net en diciembre 2011