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Pensamiento - Contra la violencia misógina y machista

Volver al índice de  Contra la violencia misógina y machista Ni locas, ni tontas, ni brujas

Volver a la Autora Ana Isabel Espinosa

Ha muerto una chica de apenas veinte años .La segaron entre puñaladas a las puertas de una discoteca de Gandía... "el cocoloco". Otra mujer salvó la vida, gracias a que la hija del agresor, que la perseguía escopeta en mano, interpuso su cuerpo frente a la barbarie, para evitar una desgracia, cayendo ella y provocando el suicidio de su padre,  que la creyó muerta.

Ninguna de las que corrían eran españolas, lo cual es aún peor porque esta lacra, que parece no tener fin, se aposenta en nuestra tierra contaminando incluso a la mujeres que vienen buscando mejor fortuna que en su país de origen, consiguiendo tan solo para ellas plaza de honor en el anatómico y dolor y mas dolor para todo el genero humano, del que todos formamos parte.

Los agresores no quieren que las mujeres los dejen, es por eso por lo que las matan, al menos eso creen,  o eso se desprende de esos dos casos,  y tristemente, de tantos otros, que al huir la mujer o interponer una denuncia en la que afirmaba su deseo de independencia de aquel que la maltrataba, se originó la desgracia.

El mal bicho que mató a la chica de veinte años, rumana, para más señas, y madre de un crío de tres años, que se verá condenado a echar de menos a su madre entre los muros de la asistencia social, no podía permitir que su chica lo dejara y a tanto llegaba su obsesión que no dudó en perseguir al chico que la acompañaba, loco de celos, después de haberla matado, propinándole mas de cinco puñaladas en la espalda, mientras el otro huía, desesperado.

El agresor de Ciudad Real, con mas de sesenta años, no podía dejar escapar a la mujer colombiana con la que vivía y cuando ésta le dijo que se iba unos días, pensó que lo que tantas veces había temido, que lo dejara para siempre, se cumplía definitivamente, y, ni por un instante, dudó en dejarse aconsejar por el negro cañón de una escopeta.
Son débiles, tanto, que son incapaces de dar la libertad con la que todos los seres humanos hemos nacido, son tan patéticos que si mínimamente lo merecieran, que no es el caso, deberíamos tenerles incluso pena.

Se acabaron los tiempos que tan bien conoce Manuel Fernández Álvarez en que las mujeres estábamos condenadas socialmente solo por el hecho de nacer mujer,  en un momento histórico en que la determinación del sexo te impedía pensar, comportarte o elegir libremente tu camino. Afortunadamente, atrás quedaron limites y cortedades, lo que pasó no puede echarse en el olvido, pero sí servirnos para aprender de los errores de los que poblaron este mundo antes que nosotros.

Y mucho se ha hecho, no hay duda de que los momentos en los que una mujer era despreciada,  por conductas que al hombre no solo se le permitían,  sino que encima se le aplaudían, ya han acabado .Ha habido cambios, tantos y de tal calibre,  que a veces me parece hasta absurdo hablar de los derechos de la mujer, porque deberían estar ya mas que asumidos, respetados y desarrollados en plenitud, y especialmente porque los trogloditas , que los negaban,  obviaban o despreciaban,  hace mucho que dejaron de hollar la tierra. Pero mira por donde existe ahora, en estos tiempos de libertad y oportunidades, una nueva raza de ignorantes presimios, limitadores y asesinos de voluntades, raspadores de ideas, abortadores de caminos sin fronteras, que matan cuando no pueden atar y asesinan cuando no puede frenar las ideas.

Es a ellos a los que todos nosotros como sociedad tendríamos que exterminar como concepto, haciéndoles pagar las culpas como individuos separados, e igual que a los racistas o a los homófobos, desalojarlos de nuestra memoria y de nuestras vidas, suprimiéndoles su futuro entre nosotros,  al igual que hicimos con todas aquellas enfermedades que nos mataban y para las que hallamos una eficaz vacuna, al igual que hicimos con aquellos conceptos y limitaciones que nos quebraban el alma.

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Publicado en mujerpalabra.net en el verano del 2010