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Pensamiento - Sobre sexualidad, afectos y cultura

Volver a Sobre sexualidad, afectos y cultura - Pensamiento en Mujer Palabra Sobre la educación sexual de las niñas en las escuelas y sobre el himen y la virginidad

Volver al índice de Francisca Martín-Cano Arnau Francisca Martín-Cano Abreu

Resumen: La psicóloga Giberti me pidió alguna justificación histórica sobre la ausencia de virginidad a las niñas para aportarla como evidencia a la nueva educación sexual que se les pretendía dar en Argentina. Yo le envié algunas reflexiones, no sólo de la no exigencia de virginidad en niñas en culturas maternales arcaicas y primitivas, sino que la religión misma había sido ensalzadora de la satisfacción sexual femenina y las estimulaban hacia el libertinaje.

Sobre la educación sexual de las niñas en las escuelas y sobre el himen y la virginidad

Hace unos meses la ilustre argentina Eva Giberti (sexóloga, psicóloga, luchadora por los derechos de las mujeres, presentadora de TV, escritora, profesora y conferenciante de la Escuela de padres, etc, etc,... ) me comentaba que, a raíz de publicar en los años 60, un artículo titulado: "la virginidad es un estado del alma" en una revista de mujeres, sufrió censura.

Una autoridad de entonces, había mandado secuestrar ese número debido a que daba argumentos sobre el derecho a la sexualidad de las jóvenes (a que perdieran su himen / su virginidad).

Y justo a primeros de marzo del 2005, 40 años después de que ella sufriera censura, se volvía de nuevo a plantear el tema de la educación sexual de las niñas en las escuelas argentinas.

Con ocasión de ello me pidió alguna justificación histórica sobre el himen, para aportarla en una conferencia que iba a dar con ocasión de un premio asociado con el día de la Mujer.
A lo que yo le envié algunas reflexiones sobre la ausencia de virginidad / de himen de las jóvenes en las culturas maternales de la Prehistoria y de culturas primitivas, y de las jóvenes antes del matrimonio de las culturas a principios de la transición al patriarcado, tomando datos sobre el tema de aquí y allá de mi libro inédito: Sexualidad femenina en diversas culturas. De «ninfómanas» a «decentes», que hace poco dividí en dos, el segundo titulado: Mujeres en busca de la igualdad. Sexualidad en el tercer milenio, en cuyo Capítulo III trato de la nueva educación sexual que las madres progresistas están dando a sus hijas.
Dado que ahora en España se está planteando el tema de la educación sexual de las niñas en las escuelas, publico de nuevo el articulito que le envié a la señora Giberti.

Preparación sexual de niñas para las ceremonias de Pubertad en las culturas primitivas maternales

Para preparar a las jóvenes, las sabias las instruían para que desempeñasen su papel de adulta: a bailar moviendo las caderas con movimientos voluptuosos -para entrenar los músculos del abdomen y evitar dolores menstruales-, en los misterios sexuales, en masajes íntimos (masturbación) y les enseñaban a entrar a solas en su interior: desvirgarse / desflorarse / romper el himen para no sufrir con la penetración, para lo cual usaban consoladores o esculturillas hermafroditas (costumbre que habrían heredado desde la Prehistoria). Como dice Ochoa y Vázquez (1992, 272): "Algunas figurillas de Venus neolíticas pudieran ser consoladores o instrumentos usados en los ritos de pubertad para desflorar a las muchachas, como sucede en algunos pueblos primitivos actuales."

Sexualidad de niñas en culturas en transición al patriarcado

En muchas culturas a principios de la revolución patriarcal, en la época de transición del matriarcado al patriarcado, no se exigía la virginidad a la novia antes de la celebración de la boda, lo que pone en evidencia la pervivencia de costumbres de permisividad sexual propia de culturas de tipo matriarcal, y totalmente diferentes a las que se impusieron en etapas más avanzadas del patriarcado.

En ciertas regiones en transición al patriarcado, existía la danza del «himeneo» en la que participaban los jóvenes con alegría y algaraza y terminaba en desenfreno sexual y promiscuo, en la cual las jóvenes vírgenes perdían el «himen».

En otras, como en la cultura romana a principios de época histórica, existía la costumbre de la noche de bodas de que la recién casada se sentaba encima del mutunus tutunus (falo a modo de consolador) para desflorarse / desvirgarse / romperse el «himen», dadas las propiedades maléficas de la virginidad, por lo que no era el esposo el que se lo rompía.
Y no es hasta que la sociedad patriarcal estuvo ya establecida, cuando se denominó «himeneo» a la celebración de la boda, tras exigírsele a la novia que llegara virgen, y entonces sí que era su esposo el que le rompía el «himen» en el «himeneo».

Y en otras, existía un rito de pubertad de las adolescentes (a cuya práctica habían de someterse por ley), en el que las niñas eran obligadas a ser desfloradas por adultos (en pricipio de forma “voluntaria”: ya que la cultura de su momento les imponía que el esposo no debía desflorar a la joven, ni nadie de su tribu, así que lo eran por extranjeros y a cambio de una moneda. Por este rito de iniciación, inventado por intereses machistas, la chica perdía la libertad y el derecho buscar su placer sexual. (Ley inventada, cuando los códigos que intentaban imponer el sistema patriarcal, no se atrevían a condenar las costumbres heredadas de la religión matriarcal anterior, sensual y vitalista. Y para compaginar la total libertad sexual femenina de antaño, a la vez que se quería imponer la total represión sexual de la mujer casada, impusieron un rito religioso, como un acontecimiento formalizado y reflejo de una conciencia pública de ideología sexista, por el que las solteras habían de ser iniciadas de forma brutal, sin buscar su placer y a cambio de una moneda (Amplío en: Cierra los ojos, ábrete de piernas y piensa en la Diosa o en Gran Bretaña Vínculo externo.)

Sobre el concepto de Virginidad de Diosas de religiones arcaicas

Los mitos de principios de tiempos históricos, atribuían a muchas Diosas: Ishtar, Astarté, Anat, Ana / Eanna, Afrodita, Venus, Militta / Belit…, numerosos enredos amorosos y a algunas, le gustaban tanto los jóvenes, que no se privaban de raptar a los más apuestos, como hacía la Diosa Aurora.

Aunque a pesar de que las «ninfómanas» Diosas tenían una intensa vida sexual, seguían conservando su castidad. Eran Diosas Castas y Lascivas, Vírgenes y Rameras. Con sus conductas, ensalzadoras de la satisfacción sexual humanas y transmisoras de gran energía sexual a sus fieles, servían de modelos para las mujeres y las estimulaban hacia el libertinaje.

Y por ello no extraña, que los cultos de las Sacerdotisas a su servicio, fuesen actos sexuales para aplacarlas y para conseguir sus mercedes. Para ello practicaban en sus Templos ritos orgiásticos y licenciosas y la prostitución sagrada. Y a pesar de los numerosos actos sexuales, no quedaban afectadas en su castidad: seguían siendo consideradas Hieródulas “Puras" "Castas" "Vírgenes" (Parthenoi Hierai).

Sobre la ausencia de virginidad en las Sacerdotisas de religiones arcaicas matriarcales

En principio los rituales sagrados de las más arcaicas religiones Mistéricas de todos los continentes (celebrados exclusivamente por mujeres hasta bien entrada la época histórica, y en honor de Diosas), cuando aún estaba vigente la religión matriarcal agrícola, sensual y vitalista, se caracterizaban por ser exaltadores de la voluptuosidad y la impudicia femenina, tanto en relaciones lésbicas como heterosexuales o con animales.

Y con esos ritos sexuales conminaban a la Diosa para que lloviera, o para que enviara los fenómenos que hacían madurar la cosecha. O les demandaban su protección en la sequía y en la enfermedad, o que les enviara el embarazo. O les exigían otros logros.

Lo que patentiza que, antes de que las religiones patriarcales extendieran por la mayor parte de las culturas de occidente, la represión de la sexualidad femenina y quitara a las Sacerdotisas el derecho a ejercer rituales sagrados, contrariamente, las religiones matriarcales, potenciaban la sexualidad femenina, más que la masculina, sobre todo la de sus Sacerdotisas, las más arcaicas participantes en rituales religiosos.

Y esos rituales sexuales femeninos, muestran también que, antes de que las Sacerdotisas fuesen castigadas con la muerte, si rompían su voto de castidad, era precisamente y contrariamente su satisfacción sexual, el fundamento de los rituales de Fertilidad.

Sobre el concepto de concebir a hijos de forma virginal

La mujer (se creía) concebía a sus hijos sin el concurso del varón de manera virginal; creían ser madres vírgenes.

Ser «madre virgen», en la visión arcaica y de pueblos primitivos, no implica que la mujer «fuera virgen» en el sentido de que «no conociese varón», como tradujo de forma interesada la visión cristiana.

Sino que implica la idea de el varón (se creía) no la fecundaba al introducirle el pene, independientemente de que realizase numerosos actos carnales.

Por lo que (creían) sólo la madre tenía el poder de transmitir la vida, era la única fuente de toda vida, que expresaba la creencia arcaica de que la mujer sola creaba al nuevo ser.

Sobre educar a las niñas en la sexualidad desde la infancia

La nueva educación sexual sin represiones que se pretende impartir a la niñas desde que son bebés, tampoco es un invento actual. Hemos expuesto en nuestro trabajo (inédito) las costumbres de culturas primitivas con estructuras opuestas a las patriarcales, en las que las madres ayudaban a sus hijas a convertirse en mujeres libres, independientes y felices, desde que Margared Mead informaba de pueblos de Oceanía: "Allí descubrirá que los padres, lejos de prohibir la masturbación, se la enseñan a los niños para calmarlos, como si les dieran un chupete." (Soutif, Dray y Dibie, 1999: 34).

Y no sólo las madres promovían la sexualidad a solas de sus niñas, sino que les alentaban a la bisexualidad con niñas y niños de su misma edad.

Como dice (Márquez Villar, 2004): "A pesar de que la bisexualidad constituye aún en nuestros días una práctica casi “inconfesable" y se ponga en duda la legitimidad de esta orientación doble, en realidad, las y los bisexuales pueden ampararse en que la bisexualidad es la disposición específica genética.

La monosexualidad no es biológica, sino cultural.

El ser humano es instintivamente bisexual y lo lógico es que sienta atracción sexual por alguien del sexo opuesto en una situación determinada, y por alguien del propio género en otra.

El monosexualimo se impone debido a: ... las presiones que sufren los individuos para que se identifiquen con la etiqueta positiva de heterosexual, que excluiría radicalmente cualquier deseo hacia personas del mismo sexo, o (en su defecto) con la etiqueta opuesta, cargada de connotaciones negativas: la de homosexual, también excluyente. (Arroyo, 2004).

La bisexualidad fue erradicada del modelo cultural occidental durante los últimos 5.000 años, en el que el dominio patriarcal se empeñó en gestionar el placer femenino. (Fue precisamente la prohibición de la bisexualidad a las féminas, en la Edad del Bronce, uno de los factores que contribuyeron a su rápida subordinación. En principio fueron las relaciones bisexuales entre nuestras ancestras, durante los anteriores 35.000 años de la Prehistoria, la causa de su preeminencia en la sociedad, que siguieron practicando hasta principios de época histórica en sus orgías sagradas secretas).

Madres del siglo XXI educan a sus hijas de forma liberal

Por ello, dado que la bisexualidad es la disposición específica genética, mientras que la conducta monosexual es aprendida, en el siglo XXI las madres progresistas y que han estudiado sexualidad de las psicólogas científicas y avanzadas, empiezan actuar con sus hijas de forma liberal, y no se inmiscuyen en sus derechos a que sigan su autodeterminación sexual; permiten que se relacionen con personas de todas las orientaciones del deseo sexual y afectivo; que accedan a toda la información pertinente.

Esperan que la libertad sexual de las jóvenes, les permita acercarse al amor y al sexo con todas las posibilidades de la bisexualidad y la promiscuidad. Sus prácticas les corregirán las inexperiencias, les prevendrán de las represiones sexuales propias del monosexualismo, o de los celos propios de la monogamia, y los chicos evitarán que se puedan convertir en violadores.

Estas madres progresivas saben que las chicas, si experimentan en su juventud relaciones bisexuales abiertas, evitarán reproducir de mayores indefinidamente los mismos esquemas culturales impuestos; evitarán sufrir la manipulación psicofísica que han padecido sus madres para canalizar el deseo sexual hacia la heterosexualidad y «con la obligación de procrear» (idea aún generalizada en nuestro planeta, a pesar de que somos más de seis mil millones de habitantes); no perderán las relaciones con amistades femeninas cuando se casen y no formarán en exclusiva parte del grupo del esposo...

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Publicado en mujerpalabra.net en enero del 2011