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Por una visión feminista de la desobediencia

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La desobediencia civil (DC) es una de las prácticas más interesantes que deberíamos aprovechar en nuestro trabajo político futuro y a la que deberíamos aplicar todo nuestro ingenio para acrecentar su marco de acción.

Para Mujeres de Negro contra la Guerra la DC es una herramienta que se enmarca de forma ineludible dentro del compromiso de la noviolencia; herramienta, porque debe emplearse en beneficio de un fin, teniendo especial cuidado en que no acabe por convertirse en un fin en sí misma y quede vacía de contenido; y noviolenta, no sólo por el carácter pacifista que entraña, sino también porque su orientación ha de encaminarse hacia la transformación social, evitando quedarse en un hecho aislado. La práctica de la DC requiere una coherencia ética entre los fines y los medios para que se produzca un necesario cambio social de mentalidades y de actitudes. La DC aparece como un acto contra las leyes injustas de los Estados, como sucede en Serbia e Israel. Pero también ha sido un instrumento para enfrentarse, más allá de las leyes gubernamentales, a las normas sociales impuestas por otros actores armados, como ocurre en Colombia.

Aquí se nos plantea la disyuntiva de si seguimos pensando en una DC supeditada a la norma, como una acción de respuesta o si queremos ampliar su significado y enfrentarnos a actitudes y comportamientos “socialmente aceptados como válidos”. En este caso, es fundamental dotarla de un carácter propositivo y posibilitar que nazca directamente de la voluntad popular ante las injusticias. Desde una perspectiva feminista, el gran atractivo de la DC es su universalidad, pues cualquier persona puede participar de ella y practicarla. Pero esta universalidad aún está lejos de alcanzarse, debido a que mantenemos una idea de la DC constreñida a unas pocas figuras –generalmente varones– en torno a las cuales se proyecta el apoyo social. Y precisamente, esta percepción es la que deberíamos cambiar, porque la DC no se entiende si no es una acción colectiva determinante y explícita, que conlleva no sólo el cambio del entorno sino el de nosotras mismas. Sólo nos hace falta poner en marcha los mecanismos de la imaginación colectiva para desarrollar el gran potencial subversivo que nos brinda.

Almudena Izquierdo, de Mujeres de Negro contra la Guerra, 2 de diciembre de 2009
Publicado en DIAGONAL número 114

 

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