Category: la civilización monstruosa


LINGÜÍSTICA. He escrito a Nueva Zelanda, a un lingüista del libro Language Myths, escrito por lingüistas (que yo sepa el único porque hay mucha persona no lingüista que opina fuerte y sin ciencia), para preguntar si podría ser que si no hay editorial que lo traduzca, se lo tradujera yo, al español para poder ofrecer esos textos tan importantes a la población hispanohablante, que sigue incluso entre gente llamada culta, con los mitos que la Real Academia de la Palabra Muerta (RAE, y su triste diccionario, DRAE) ha mantenido siempre sobre el lenguaje, con su clasismo y racismo y misoginia y homofobia clásica, y… Pero que yo no tengo agente ni contactos editoriales y que la tradu podría ser de Cultura Libre. Ha respondido de inmediato, halagado supongo, pero con el dinero en la pupila, diciendo que les parecería genial difundir por España y América Latina, pero que contactara a una editorial, que lo de Cultura Libre iba a perjudicar las ventas de la obra en inglés. QUÉ TRISTE QUE NO SE ENTIENDA LO DE CULTURA LIBRE. En fin, ha sido mi tercer intento (el mejor, eso sí) y con esto paso a otra. A seguir tirando piedras sobre nuestros propios tejados.
Le respondí que gracias, claro, por su labor, pues es valiosa. Pena que cueste tanto ver el valor en lo que hacen personas que no están en esos mundos reconocidos.

Limpiar la mirada no es la mina, eso sí, pero llegar a escribirlo ha sido complejo porque no todas las violencias son físicas ni visibles y muchas están bien socializadas.

EL MALTRATADOR

Su violencia la mide su cobardía,
inmensa, su pesadilla de infancia, sus sospechas
de ser muy pequeño, insignificante.
Destruye para dominar y ser
y se derrumba y llora y esconde
no por contemplar el sufrimiento de Ella
a sus manos sino por miedo
a lo que pueda pasarle a él.
Midas de la distorsión afortunado
encubierto por el mundo:
si ella gime o grita está nerviosa, que es decir
«desequilibrada», porque, lo sabemos, las mujeres son
semilla del mal, siempre desatando guerras.
Y en las noticias, un vecino o una vecina
declararán que él era un buen tipo, un hombre normal,
confirmando su defensa del orden prevalente
sacrificando la sensibilidad e inteligencia de la especie,
siguiendo el mandato de siglos: que no se podrá
haberla nunca escuchado a Ella,
conocerla, mirarla, siquiera verla.

(Octubre 2015, para el libro El Hombre, la civilización monstruosa)