Category: Pensamientos


Todos los organismos vivos modifican su naturaleza, y sin duda sus acciones, dependiendo de su interacción con el ambiente. Para el caso de la especie humana, yo entiendo que lo cultural, no lo potencial cultural, lo encarnado por la minoría, sino lo cultural predominante, conservado en el tiempo por los usos y la tradición, impacta, a su vez, cómo concebimos las cosas (como un gen), y la ideología patriarcal está profundamente enquistada en nuestras mentes, de ahí la necesidad de la inteligencia feminista. Pues bien, hay un aspecto extremo en esta ideología, y es la crueldad radical hacia las mujeres, lo que nos cuesta empatizar con ellas y siquiera nombrar los horrores que han padecido a lo largo de la historia y padecen (ya que mujeres con las opciones que mi sociedad ofrece y yo me busco son una minoría en el planeta), para ponerles remedio desde la raíz, y no paños calientes. Cuando el Hombre analiza su opresión, es análisis que lleva al progreso, cuando las mujeres lo intentan, es victimismo. Cuando el Hombre exige derechos, es un héroe. Cuando las mujeres lo han intentado, se las ha guillotinado, en todos los sentidos, y cuando hemos logrado algo como grupo –el que yo esté aquí escribiendo– el Sistema nos ha invisibilizado como actoras, es todo producto del dios Hombre.

Hay un horror extremo invisible en cómo el Sistema patriarcal ha explotado a las mujeres, sometiéndolas al tiempo física, ideológica y materialmente: la profundidad de este horror se mide en cómo se conciben y nos concebimos las mujeres, la dureza con la que las propias mujeres han juzgado a las otras en esta función de gestar, parir y criar, sabiendo lo que sabían, sabiendo de lo que ha sido y es el horror de que tu cuerpo sea utilizado como desfogue del macho, y del que se espero subsiguientemente el sometimiento absoluto a la maternidad patriarcal, al tiempo que se mantenga la violación o sexo patriarcal, pues el patriarcado identifica el placer masculino con el abuso del cuerpo femenino. Y a esto hay que sumar el mayor invisible: la humillación que es para una mente humana verse reducida a un contenedor para gestar, parir y educar para el único Ser Humano, el Hombre, como un objeto, como un ser de segunda clase.

Lo sé porque mi mente me lo hace a mí. Y la gente que me rodea lo hace continuamente, hacia mí, hacia gente con más claridad que quienes secundan la mentalidad prevalente. Porque lo escucho en todas las mujeres conscientes, feministas, y sin duda en el resto. Porque sé que ha ocurrido a lo largo de la historia, basta leer esos vestigios de que las mujeres existieron. Pondré ejemplos un día que tenga tiempo. Esto es sólo un apunte, porque no quiero olvidar el tema. Daría para un pequeño libro, muy útil para muchas, por lo que nos ahorraría, y por lo que podríamos avanzar, pienso.

Cómo puede tanta gente tener la costumbre de no contestar una pregunta. Contestas a la que formulan, y dejan la tuya al borde del fin del mundo, o peor, mucho peor, como si nunca se hubiera formulado.

No hay ninguna inocencia en no contestar las preguntas, pienso. Qué inocencia puede haber en ello.

Estoy leyendo la autobiografía de Charlotte Perkins Gilman, la biografía de Claire Tomalin sobre Mary Wollstonecraft (hoy 1 de septiembre, leo pasmada el capítulo 3, documentado, sí, pero mediado por la ideología patriarcal) y el estudio de David Harrison sobre qué perdemos cuando perdemos una lengua en el planeta, titulado When Languages Die. The Extinction of the World’s Languages and the Eorsion of Human Knowledge, libro que debería traducirse, pienso, y del que iré traduciendo cachos para Mujer Palabra.

Visualizar la impresionante lucha de las dos mujeres por poder vivir como seres humanos y no como mujeres objeto patriarcales (el poder de crimen de humillación que tiene eso, además, y cómo se siente al leerlas e imaginarlas), que es lo que ha hecho la sociedad y sus poderosos con la especie, es algo que llena de tristeza y rabia, o sea, que puede conducir a la depresión, algo parecido a lo deben sentir las personas que hablan una lengua abocada a la extinción, porque usarla les excluye de la sociedad.

Pues bien: esta combinación de información e ideas, al entrar en mi imaginación, me llevaron el otro día a hacer un ejercicio difícil pero muy interesante, sobre el que pienso ahora a ratos, para ver si puedo escribirlo para compartirlo.

Se trata de sustituir la idea “extinción de lenguas” por “uso de lenguaje sexista”. Esas ideas, al menos, si no esas palabras concretas. Esto me lleva, claro, a la idea de que desde la inteligencia feminista se tiene que producir un análisis (buscaré si hay, que los habrá, espero!) que describa los daños para la especie de que se haya excluido del lenguaje en calidad de seres humanos a lo que el Sistema considera “las mujeres”.

No es la primera vez que leyendo me surge un ejercicio similar. Me pasó mucho leyendo a las feministas no blancas, pues casi sentía que había cosas más próximas a mis análisis que lo que leía en algunos análisis de feministas blancas. (Y de nuevo, “blanca” y “no blanca” es nomenclatura del sistema que nos gobierna, no mía.)

Esta tarde he tenido la desgracia de despertar ante una entrevista televisiva a la escritora Espiro Freire –a quien no he leído, por cierto, porque en otras ocasiones de mi vida la escuché hablar en la televisión, cosas que me asombraron porque me parecieron falsas y pedantes. Y es que no debemos escuchar hablar a la gente que produce obras desde la creatividad, porque nos puede pasar eso. Por otro lado, me pregunto si habiendo escuchado a alguien que te parece mentir y decir cosas sin razón de ningún tipo, merece la pena, como en este caso, leerla. Quizá sí. No sé.

He escuchado con pasmo la cantidad de cosas en mi opinión faltas de inteligencia, vital o racional, sobre el amor. Una de ellas era ésta:

Le pregunta la entrevistadora (¿decidiría ella que esta mujer era una autoridad sobre el amor? ¿En base a qué?) que qué pensaba de la frase “Es el amor de mi vida”. Tras una risita artificialmente prolongada, que parecía descartar la posibilidad de que una persona pudiera enamorarse felizmente de otra, dicho más ordinariamente, emitida con la suficiencia de la persona que se considera experta o más inteligente ante las tonterías que dice de la mayoría, empezó a hilar lo que desde la lógica de la razón o de la emoción no puede hilarse.

Primero dijo que cuántas veces se decía esa frase a lo largo de una vida (la de ella, sólo habiendo llegado a los 37 años: que no podía hablar más que hasta ahí), qué risa tan repelente había que prolongar, como de hombre de negocios gordo antes de la opípara comida de negocios. Esa frase quería decir, por tanto (yo no lo entendí instantáneamente, por el sueño y el susto), que no había un amor en la vida sino muchos, algo perfectamente comunicable sin la risita, y comprensible para muchísima gente. A continuación, comentó que Qué sería la vida si no empezáramos con ese pensamiento nuestras relaciones (se refería a relaciones heterosexuales y homosexuales de amor en el sentido de sexo y algo más), si no pensáramos al empezar que esa relación iba a curar nuestras heridas y…  Bueno, tuve la suerte de que cambiaron el canal, posiblemente porque sobre el café mi cabecita a medio despertar empezaba a humear!

Ah, para esto sirve un blog! Para poder escribir pequeñas cosas, comentarios a la cantidad de brutalidades que bombardean el mundo a diario.

En fin, sigo dormida, o he empezado regulero este domingo, por el shock.

Por suerte y por diversidad de experiencias vividas y de alguna manera conocidas con mayor profundidad de lo que la sociedad con su lenguaje común (de pensamiento único, grotesco y distorsionante sobre el amor), hace 13 años (y lo digo como si contara una historia basada en la irrealidad, ciertamente) me topé con una persona de la que me enamoré, y con la que, por suerte (ser correspondida) y por conocimiento nuestro (tener claras las pocas y fundamentales prioridades de nuestras vidas individuales), mantengo una preciosa relación, de esas que está prohibido mantener, de esas que son inexistentes para el pensamiento único del amor, de esas que no puedes hablar porque nadie te cree y además te presupondrán intenciones que no tienes. Pues disculpad que personalice, pero es que la perversidad del pensamiento único sobre el amor (en la voz más supuestamente culta de una autoridad de la cultura) me es tan compleja de analizar que prefiero intentarlo a partir de un caso, el que mejor conozco, como hacía Mary Wollstonecraft, por cierto, mibonita. (Sobre la que espero hacer un trabajo para publicar en la web.)

Ni esta persona ni yo pensamos al conocernos que habíamos conocido al amor de nuestra vida. Ninguna pensamos o sentimos que eso significaba que habíamos encontrado una persona que nos ayudaría a superar dolores pasados, etc. Todo el camión de cosas que el pensamiento patriarcal sobre el amor le ha echado encima a un tipo de relación que podría sernos y nos es a algunas personas afortunadas fuente de dulzura, curiosidad, pasión, consuelo, alegría…

Cómo se puede pensar, al enamorarse, pongamos, dos personas, es decir, al sentir algo especialmente intenso por alguien, que esa persona hará o que su existencia a nuestra vera supondrá toda una lista de cosas que nada tienen que ver con el sentimiento que ha surgido entre ellas. ¿Qué tiene que ver el pasado (entendido como ¡¡fuente de temas a resolver!!) con el presente de una atracción intensa hacia una persona?

Creo que voy a volver a desayunar, a ver si puedo empezar de nuevo el día, con más fortuna. A veces pienso que debería escribir sobre el amor, como otra mibonita, de nuestros días, Kori, pero desde mi pequeña perspectiva, porque quizá no fuera tan pequeña, sino común a la de personas más rebeldes o empleadoras de su inteligencia rebelde, o al menos, ¡al menos!, un pequeño modelo no apestoso de relación… Pero todos estos temas importantes, tan completamente asediados a cada instante por tantos lados, estos temas que intentamos desde la inteligencia feminista rescatar para poderlos vivir sin toda esa porquería, de dominación, machaque, manipulación, agresión, distorsión, convicción, tradición, todos estos temas objeto de las violencias patriarcales de siglos, requieren, para trabajos más largos, un estómago más fuerte, y cierto método de trabajo, y yo por ahora no los tengo. ¡A ver si más gente lo consigue! ¡A escribir! ¡A sacar de nuestras mentes, de nuestras conversaciones, las concepciones de violencia que nos imponemos en este Sistema patriarcal que tanto daño le hace a la inteligencia humana!

El amor es una emoción buena, positiva. Cómo lo realizamos, con quién(es), viene dictado por la cultura para la mayoría de los casos, y hay que liberarse, porque ese modelo de amor es terrorífico, sólo nos hace esclavxs.

¡A desayunar!

Cuando escucho a personas (sin inteligencia feminista) en una lucha social despreciar a “la gente” porque no se apuntan a su lucha concreta (como si el movimiento social lo crearan y nutrieran sólo esas personas que saben cuál es la lucha “más importante”) llamar a la gente “idiotas” o “egoístas” por esto, me da vergüenza ajena: no es ya que se cae en la misma reducción instrumentalista de las personas que persigue el Sistema (patriarcal, o capitalista, o clasista, etc.), es que esas personas, en esas luchas sociales, suelen contar con el apoyo de las personas feministas y no habiendo entendido nunca el valor que tiene y la necesidad que tienen de adoptar la inteligencia feminista para conseguir cambios sociales e individuales duraderos y producto de procesos noviolentos, como los que han logrado las luchas feministas.

Yo creo que deberíamos hacer una camiseta, una pegatina, un cartel que pudiera llevar una persona a una lucha social, pongamos, la anticapitalista, que ignora y por tanto invisibiliza e impide que se amplíe o profundice las nociones de lucha social del tipo: “Soy feminista y en esta lucha también estoy. ¿Y tú te apuntas también a apoyar las luchas feministas? ¿Empezamos ya aquí, a incorporarlo?”

 

 

A la vista de lo que se descubre respecto a fútbol y cerebro humano (riesgo de crisis cardiaca o de actitudes violentas), tendría que ser un Asunto de Salud Pública no fomentar la excitación en torno a los partidos de fútbol (a través de la impunidad en la polución acústica en las vías públicas, incluidas las pantallas gigantes en la calle, a través de convertir un deporte, desarrollado en un mundo machista, misógino y homofóbico, en el cuerpo del neonacionalismo español o regional).

Ya que no entienden otros argumentos, claro.

No, no todas las generaciones han pensado que estaban cambiando el mundo, bobo.

Nadie con conocimientos de los hechos de anteriores épocas y con capacidad de conocer el mundo, pongamos por ejemplo, alguien con capacidad crítica feminista, no sólo no se atrevería de decir esa “idea rompedora”: se moriría de vergüenza ante la ignorancia añadida que además empuja a decirlo en una entrevista. Dice tanto de su falta de nervio inteligente.

(Cómo jode que haya mujeres que no se creen el dogma de fe patriarcal: que no sirven para pensar, ¿no? A seguir excluyéndolas de toda concepción de lucha, hombrecillo, que la omisión siempre ha sido lo que merecen esos seres inferiores, menores, incapaces de aportar pensamiento, mucho menos valioso, a la especie, sólo buenas para parir y ser violadas.)

Para lecciones de pensamiento crítico, atiéndase al movimiento feminista. Lúcido pensamiento crítico que cambia el mundo sin ejercer la violencia.

El Sistema Patriarcal a juicio por crímenes contra la humanidad, empezando por el crimen de imponer la ignorancia como racionalidad y conocimiento.

Don Quijote frente a los molinos no representa la lucha idealista contra el Poder establecido, lo que representa, quizá, David ante Goliat por poner un ejemplo que se entienda, o innumerables imágenes feministas, por mentar una evidencia que a menudo se ignora. De lo que yo entendí, Cervantes era bastante crítico con muchas cosas, lo que consta en el prólogo de Don Quijote y lo que se desprende del hecho registrado de que leyendo basurilla sí se te puede ir la olla.

Sin embargo, y me parece sospechoso, se asocia al viejo caballero que perdió la cabeza leyendo literatura basura (para la época las novelas de caballerías) continuamente al idealismo. ¡¿Pero esto qué es?! ¡Pobre Cervantes! Distorsionado hasta la náusea por activa y por pasiva cuando no puede defender su obra. ¿O el dinero de la fama del personaje o el poder que le diera le hubiera cerrado la boca al propio autor? La verdad es que no imagino a Miguel de Cervantes haciéndole tal mezquindad al mundo o a su inteligencia.

En el camino que me abre mi sospecha, pienso que a Mary Wollstonecraft le habrían hecho lo mismo con sus “ficciones”: que pretendiendo ella denunciar con la novela llamada filosófica la adicción y las nefastas ideas que genera y sostiene siempre la literatura basura dirigida a las mujeres (en la época llamadas románticas) acabáramos tomando a su heroína como ideal de madre y esposa en el Sistema patriarcal.

El idealismo no es cuestión de gente que ha perdido la cabeza y tiene comportamientos absurdos o grotescos aunque también un corazón muy grande. Las personas idealistas pueden saber perfectamente dónde están y pueden nutrir sus ideas de razonamientos y no de historias diseñadas para que nadie luche por nada y ocupe su “ocio” con materiales que mantienen siempre las cosas “en su sitio”.

La difamación y la distorsión, qué armas tan corrosivas. Después de la omisión, son las más usadas, por eficaces, contra las personas (en especial, mujeres) que piensan y expresan desde mentalidades críticas, o sea, constructivas. Lo más espeluznante es la facilidad con que las usa todo el mundo sin saber siquiera que se está siendo una tuerca más en la fundamental maquinaria patriarcal… Claro que podemos verlo como inocente, coincidencia, error, así seguiremos sin tener nada que ver, como sociedad, con ningún crimen del flujo de esta Historia. Como si de principio a siempre la única posibilidad fuera la que concibieron los Patriarcas.

 

Justicia

La justicia es un sentimiento generado por la aplicación de la racionalidad empática en la organización social. Mucha gente ha podido imaginarla, pero hasta el momento mucha más, muchísima más, no la comprende o siente, la desconoce.

Si te gusta jugar al fútbol, y es tu pasión, o te genera mucho interés hacerlo, y tienes un talento para ello, o vas desarrollándolo, o las dos cosas más bien, la interpretación equiparación ordinaria es que te gustaría ser, pongamos, Messi, tanto por la fama y el dinero (quizá se incluya también el estatus), y también por la maestría, el talento desplegado en la actividad, ese “ser el mejor” en “lo tuyo”.

A mí esto, en un sentido idealista (de ideas sólo), me parece comprensible, pero por cómo operan las sociedades, y por esto sé que esa interpretación no es la única que explica las relaciones de las personas con las actividades que aman hacer, o necesitan hacer, o a las que quieren dedicarse. Sin embargo, si yo expresara en alto que existen otras aspiraciones o deseos de relación entre una actividad y la persona, es probable que la mayoría sonriera incrédulamente. Como cuando ven a una mujer que no ha sentido la necesidad ni el deseo de ser madre tratar a una niña o a un niño con amabilidad e interés, o sentirse conmovida por su inocencia y espontaneidad, por su inteligencia, digamos, la mira “la sociedad” y piensa: “seguro que le da pena no haber tenido sus propios hijos”. El autoritarismo de las opiniones que sustentan el sistema es así: no se concibe ninguna otra posibilidad o explicación.

Sin embargo, yo puedo imaginar con cierta facilidad, por ejemplo, que hayan existido personas con talentos e intereses o pasiones, que aun deseando comunicar, no han buscado ni “ser el mejor”, ni “reconocimiento por su producción”, ni han aspirado a amasar “poder y dinero”,  y estas ausencias no han implicado “falta de ambición”, “cobardía”, “inseguridad”, sino sencillamente no sentir ninguna atracción a esos caminos en los que se quiere exponer la obra, porque se tiene interés o atracción por otros caminos. Si hay algo cobarde, falto de ambición, es creer que la mente humana sólo da para un par de ambiciones “universales”.

El ninguneo me molesta, tanto individualmente como por compromiso social. Y cuando se habla del ser humano como si éste sólo pudiera ser de una manera, siento una furia tremenda bullir para arriba y salir por mis dedos o mi boca, según el contexto. Por eso me enfado cuando leo opiniones como que las escritoras deben no ser cobardes y aspirar a ganarse la vida con su obra. Bullo de indignación porque me parece un marco asfixiante, que estrangula a unas y ningunea a otras. Se siente: sí hay algo incómodo en ganarse la vida con la expresión artística, pero hay que tener valor y aceptarlo, y no usar a gente que eso no lo quiere hacer para justificarse como artista.

¿Por qué parece costarle tanto a la gente ser capaz de construir su identidad sin que sea a costa de otras personas?

Aquí algunos hechos que deben sumarse a otros hechos:

Existen personas que aunque son biológicamente hembras (periodo-útero) no sienten la necesidad de gestar y parir, de gestar, dar a luz y criar bebés. Existen. Es así de fácil. Y nadie debe forzar a un ser humano a hacer algo tan salvaje contra su cuerpo, su ser, pues gestar y parir cuando no se desea es literalmente una de las más brutales torturas.

Existen artistas que aunque buscan la comunicación, es sólo en el sentido de que sus obras no queden en un rincón oscuro, les conecten con otras personas, y esto no se puede equiparar a desear fama, poder o dinero. Se puede crear por muchas razones, y de muchas maneras. Concebir el arte como la pista de competición donde existe un canon (el concepto mérito, maestría, aplicado al estrecho y definido territorio de la regla de valor) y donde el premio se lo lleva quien, según ese canon, “supera” al resto es una visión infantil en el sentido de limitada al mundo propio de valores, no explica el conjunto, no le sirve a todo el mundo.

El hecho es que millones de mujeres y de personas en general han pasado por el planeta teniendo mucho que aportar y no habiéndolo podido hacer por su contexto o habiéndolo podido hacer sólo desde el aislamiento, o sea, sin que esa obra pudiera llegar a otras personas. La mentalidad por defecto (que llevamos dentro por educación, esa fuente de mezquindad y crueldad justificada) dirá: “Eso lo dices porque te identificas con esas personas”. Pues claro! Porque entiendo que existe otra realidad! Es evidente. ¿O he entendido mal tu  comentario?, ¿no debo entender lo que pone, sino tu intención de desacreditar a la gente así?, ¿de borrarla del mapa?, ¿para justificar tu orden?

 

Una persona intenta reflexionar y le da voz a ese proceso, y lo que la gente entiende le devuelve una amenaza.

Sócrates reflexiona sobre la virtud, si puede enseñarse o no, y plantea la cuestión: si existe una persona virtuosa, pongamos Pericles, sus hijos serían virtuosos por aprendizaje ¿o no?

Respuesta de la gente que no comprende: ¿Qué estás diciendo: que Pericles es un mal padre?, ¿que se ha negado a enseñar a sus hijos sus virtudes? Ándate con cuidado… Estás denigrando a un personaje de la patria.

Lo primero que se lleva quien intenta cambiar algo es una hostia, sin importar lo que dice, si lo que dice se relaciona con la virtud o no. Si vas a un lugar y dices: aquí traigo este regalo, que puede hacer nuestra vida algo mejor, la gente entiende que estás diciendo que lo que hay ahí es una mierda.

¿Cómo se puede desarrollar la virtud? ¿Se puede aprender o enseñar, transmitir o desarrollar?

La innovación, la creatividad, la investigación, el razonamiento empático son vistos como amenaza en las sociedades prevalentes (la sociedad “normal”). ¿Por qué y en qué medida se puede cambiar esto? Sólo permiten que haya más de lo mismo, no que haya diferente. Y la sociedad defendiendo a sus “emprendedores” no se dan cuenta de la contradicción flagrante en la que incurren. ¿Dónde está la contradicción deformante de ese pensamiento? En una falacia “de la ambigüedad”, se usa el mismo término o expresión con dos sentidos diferentes al mismo tiempo. Va cambiando de sentido según lo que interese decir: en un sentido se asocia a una conducta virtuosa y en otro a una conducta contraria a la virtud.

Alaban a “los emprendedores” (queriendo decir, “empresarios que harán más de lo mismo”) y desprecian el 15M, que está lleno de personas con iniciativa! (que quieren hacer otra cosa, no lo mismo).

Capacidad introspectiva, conocimiento de los mecanismos sociales. Ingredientes fundamentales para resolver el problema.

Es tal la necesidad de encontrar una posibilidad factible, que cuando una persona muestra en un acto (verbal u otro) bondad, convierto ese detalle en un todo y me comprometo a apoyar radicalmente (a nunca engañar, ni ser mezquina, en ningún sentido, aunque esto no incluye “sacrificio”, es decir, recorte a la libertad). Así se construye un mundo no real.

Con todo, dos reflexiones:

No hay una construcción perfecta (correcta, ideal).

Esta construcción mía se diferencia a las construcciones sociales que imperan (y que son acatadas anulando la capacidad de racionalidad empática, de razón compatible con sentimiento), que tampoco remiten a un mundo real, en que no contiene intenciones o actos de maldad y mezquindad.

Por desastrosos que sean los hechos que lleva asociados.

Lo que me parece indudable es que no se puede actuar mejor sin desarrollar la introspección. Y que es preciso desarrollar la inteligencia social también, para protegerse.

Los materiales que construyen nuestras identidades comparten el hondo impacto de lo que el sistema patriarcal define como Hombre y Mujer. La mayoría acepta que estas definiciones son hechos naturales, inevitables. Pero siempre ha habido minorías que han cuestionado, rechazado, transcendido estas definiciones, lo que no implica que hayan podido desenraizar el impacto de estos papeles. Con todo, y dado que todo es un proceso, todo papel aprendido puede modificarse en alguna medida para aspirar al ideal de no construir la identidad a costa de nadie. Aunque mi ideal es llegar a ser una persona, trascendiendo los condicionamientos del Ser Mujer en un sistema patriarcal, hay elementos del Ser Mujer que no me incapacitan para comprender y por tanto trabajar para ser la persona en proceso, la persona que convive y vive en sociedad.

Sobre la cuestión de los condicionamientos biológicos no me preocupo nada, porque un ser con la capacidad de imaginación que podemos alcanzar (creatividad) no es arrastrado por los condicionamientos biólogicos. El que yo, al ser mujer biológicamente (con matriz), tenga la capacidad de gestar un ser humano no implica necesariamente que desee hacerlo, ni siquiera que tenga la capacidad o voluntad de ser Madre (según la ideología patriarcal: único ser Mujer que asume incluso contra su propia vida la crianza y educación del ser humano que ha gestado). El cuidado de las personas pequeñitas puede hacerse de muchas maneras cuando se tiene una mente capaz de imaginar. Los condicionamientos biológicos tienen algún papel (p.e., podemos morir de frío, sin matriz no puede gestarse contando sólo con el propio cuerpo, sin esperma que fecunde un óvulo no puede gestarse, si no bebemos morimos antes), pero no tienen el papel que el sistema patriarcal ha concebido e impuesto.

La importancia de plantearse la identidad crítica(libre)mente es que además de todas las otras cosas que dependen de este concepto, la violencia, la guerra vienen producidas por este tipo de ontología (nacionalismo) del ser.

Matar, someter es de cobardes, de personas incapaces de controlar su miedo y hallar soluciones a los problemas. Lo valioso, lo difícil es tejer un mundo que acoja personas libres y solidarias. El hecho de que no podamos prescindir de la única violencia de negar la libertad a quienes no pueden o quieren dejar de ejercer violencias contra otras personas no niega lo que puede ser; sólo hace que la búsqueda de soluciones sea compleja, dado el hecho de que en la consciencia colectiva de la especie prevalece la idea irracional de que sólo podemos vivir y convivir ejerciendo violencias. Si los recursos y esfuerzos empleados en generar las innumerables violencias que construyen el mundo social que tenemos fueran puestos al servicio de las buenas ideas y sentimientos, el mundo sería indudablemente mejor, no un imposible. Pero la cobardía, el asumir semejante limitación a la cabeza-corazón humana, es sencillamente pura cobardía, pura rendición. La razón patriarcal es un anacronismo, el camino que deberíamos empezar a ver y al que deberíamos dirigir nuestros esfuerzos es el que nos ofrece la razón empática, una racionalidad construida desde la capacidad del sentimiento de bondad, generosidad, honestidad, solidaridad. La justicia y el sentimiento de libertad no son más que valentía inteligente.

Hace muchos años, quizá cuando cayó el muro de Berlín, no recuerdo bien, di un taller en una reunión de la IRG llamado “Conceptos peligrosos, la revolución olvidada“, donde le daba una buena paliza a “reto/desafío”, siguiendo la estela brillante de Rafael Sánchez Ferlosio en su libro Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado. Y estoy pensando pero no recuerdo el otro concepto al que le hice la crítica, jo. Los criticaba salvajemente porque se usan en el movimiento social y considero que se basan en unos valores de mierda que de hecho el movimiento cree combatir o desea combatir o dice combatir. Y algo es curioso, en todo ese tiempo, ese título no ha surgido por todos lados como las setas cuando llueve.

Hay una humildad que no es obediente ni indigna, sino rebelde y digna, la de saberse igual a las demás personas…

Y una mierda que amar es suspender la inteligencia. Amar es justamente usar la inteligencia: te capacita para ver y apreciar lo que es invisible a los ojos de otras personas, te proporciona una sensibilidad o inteligencia extrema.

¡Cuánto odio enseña el patriarcado! ¡Con cuánto ahínco inconsciente colabora la gente para perpetuarlo!

Que “amemos” según los dogmas patriarcales no borra la existencia del amor. No nos convierte a todas las personas en seres incapaces de amar.

Sí, bien percibido: hago lo que me da la gana. Como el resto de personas que creen no estar eligiendo (y, por cierto, no hacen más que quejarse de todo, no organizándose jamás para nada; quejicas profesionales que detestan la libertad por lo que eligen, sí, pero lo que elige la mayoría, con sus pieles adversas a la empatía y su mente adversa a la resolución noviolenta de los problemas).

Lo que nos diferencia es más bien que yo sé que estoy sola y que debo mantenerme en pie sola, y que amo más la consciencia de la realidad que la compañía de la mayoría (al parecer, no se puede vivir en sociedad si no eliges el surco prevalente).

Ah, sí, los hombres nunca se disculpan, y algunas mujeres tampoco. Pero…

Yo existo y cuento y ofrezco esto: capacidad para disculparme sin sentir que es un acto humillante; no porque nos hayan despojado a las mujeres de dignidad, con sus viejas lecciones hipócritas y perversas, sino porque sé que es un acto necesario cuando se comete un error, sobre todo, si afecta a otra persona.

Así pues, no, no me interesa una amistad que no ofrezca una posibilidad de libertad así de fundamental. Como tampoco me interesa una amistad donde no se pueda hablar de un problema de comunicación. Me parece el ejemplo máximo de desamor.

Y luego está la belleza de la amistad: se puede elegir, no hay problema y eligiendo, no pasa nada.

No me refiero al mal de las personas que no son capaces de bondad. (Para solucionar ése, no creo que podamos evitar la violencia, aunque aludo a la de privar de libertad.) Me refiero al mal de personas capaces de bondad, que es el resultado de aceptar realizar ciertas operaciones (“lo que hace todo el mundo” y “todo el mundo entiende que se haga, aunque esté feo” porque se “cargan de razones”), las “operaciones de la mezquindad o defensividad”.

Son estos mecanismos, se me ocurre, lo que hace que sea tan difícil modificar la mentalidad por defecto que nos ha sido construida por “el mundo”, por la cultura, por la sociedad. No defienden nada bueno, destruyen, degradando a quien los protagoniza y haciendo daño a quien es objetivo de ellos.

Hoy me han dicho que esta idea tiene al menos 2.500 años, que soy socrática y platónica, y que otra visión pudiera ser que la gente no entiende ni, sobre todo, puede o quiere entender.

Hoy por lo menos he encontrado una saga.

El amor puede adoptar muchas formas. Lo importante es que no se base en los mecanismos de autodestrucción y manipulación con que se nos bombardea continuamente. Para poder evitar su impacto, hay que tener el entendimiento abierto a la evolución, capacidad autocrítica y empática… Y algo más: aprender a usar el humor, que siempre es un modo de solución honorable y placentero.

No es cierto que las personas sometidas a una situación de pobreza y las que tienen un coeficiente mental inferior a lo que se considera media sean más felices. Lo que pasa es que ni la pobreza ni el coeficiente intelectual despojan a las personas de su condición de persona.

La gente que dice cosas así no sabe lo brutal que aparece ante quienes decidimos usar la inteligencia para buscar la justicia y resolver problemas de formas noviolentas. Se escandalizarían si se vieran en este espejo. Pero ese escándalo no sería tan intenso como el dolor y la desesperación que provoca oír sus palabras psicópatas.

Hay algo que me genera rechazo radical y es cómo se reproduce el sistema de valores patriarcal sin que se enteren algunas mentes que consiguen reconocimiento a su trabajo de los mecanismos de reconocimiento prevalentes.

Para poner un ejemplo, hace ya muchos años escuché en la tele a Almudena Grandes y a Ana María Matute hablando sobre literatura. Y la segunda decía (la segunda, conocida por su inocencia, ¿no? Ay, qué penita tan grande me genera tanta inconsciencia!) algo que es repetido por estos grupos de personas siempre, y que una de las cosas que más rechazo me da (ojalá pudiera ejercer, en su lugar, el furor indiferencia), que es:

“La gente buena al final sale siempre”. (!!!)

Buena se refiere a con talento para escribir, en su caso.

La reacción inmediata es preguntarse entonces (considerando la historia de siglos de la humanidad), si jamás hubo sobre el planeta más que alguna mujer capaz de expresar algo con talento de algún tipo. Es sospechoso que las mujeres no aparezcan por ningún lado, ¿no? (Y si aparecen ahora, en todo caso, no es sin búsqueda empecinada ni niega la realidad de siglos). No es posible que eso haya sido así, a pesar de que se las excluyera de poder dedicarse a lo que desearan y que pudieran estudiar y demás libertades que potencian las capacidades.

Y otro dolor: a esas pocas que aparecieron que serían buenas eso era según Ellos “porque escribían como hombres”. Es decir, escribieron algo que los hombres en el poder pudieron entender y valorar. Aunque esto también cuesta creerlo, claro, por el obstáculo de la idea nada irracional de que todo autoritarismo tiene en su repertorio alguna excepción que lo valida incluso más.

Qué patético que ése sea el precio que consciente o inconscientemente parecen ir pagando las personas que reciben algún reconocimiento. ¡Pues no se habrán muerto como se han muerto (asesinadas, de hambre y frío, o por la incomunicación, que no es moco de pavo esto) millones de personas que fueron y serán anónimas y que sin embargo su vida o pensamiento brillaba y latía! 

Las castas no empatizan nada. Por eso hay que evitarlas. Te atocinan la mente. Te hacen fofa. Incapaz de empatizar, de conocer el mundo. ¿No podrá la gente combatir su clasismo aprendido, su sentir halago?)

Quiero dejar de sentir este asco, por decirlo más directamente, porque es la versión menos digerible del dolor que causa la injusticia. ¡A ver si se lo plantean de un vez: la realidad! ¡Que piensen con un poco de libertad, por favor!

Por eso y por más, feliz de estar en la masa anónima, entendiéndose eso no como no desear compartir sino justamente lo contrario: sólo se puede compartir en pie de igualdad.

El error no está en que lo que se haga sea dañino para nadie. Hay que comprender lo incomprensible. Hay que saber cuándo es necesario no intentarlo más. A esto se lo llama “dejar de insistir”. En una pintada dice: “La resignación es un suicido cotidiano”. ¿Es dejar de insistir resignarse? ¿Por qué tengo siempre la sensación de que me estoy jugando la vida?

The mistake is not that one is doing something which harms anybody. What needs to be done is to understand what it is impossible to understand. One must know when it is necessary to stop trying. This is called “to stop insisting”. A grafitti says: “Resignation is committing suicide each and every day”. Is to stop insisting resignation? Why do I always get feeling that I’m risking my life?

Soy feminista. Mi amor, la justicia

“Hay que visibilizar el hecho continuado e irrefutable de que usamos la lucha noviolenta a diario para defendernos de y transformar un mundo patriarcal construido desde la violencia. La lucha noviolenta ha sido permanente por parte de las mujeres, no porque exista un género trascendente que sea la Mujer que por su capacidad de generar vida evita producir la muerte. Yo no creo esto. Pero sí que perteneciendo a un grupo sometido durante siglos a todo tipo de violencia, tiene un valioso conocimiento no sólo de la violencia, sino además de cómo sobrevivirla y cómo incluso construir a pesar de ella. Hay que visibilizar, coherentemente, la violencia que usa todo el mundo a diario: la violencia verbal, conceptual, pues ésta tiene un papel fundamental en la construcción de la sociedad.” (michelle renyé, 2012)

Escrito para el proyecto en mujerpalabra.net de aportar citas de mujeres, y así rescatarlas de la violencia del ninguno histórico de siglos.

Mujeres, difundid vuestro pensamiento, vuestra creatividad, vuestras luchas, no puede ser que cuando queramos citar a gente valiosa, sólo se nos ocurran hombres.

Jane Bowles

Nació en 1917, año en que también nacieron Leonora Carrington (pintora y escritora surrealista) y Carson McCullers (próxima a Faulkner al escribir, pero muy distinta).

Considerando el estrangulamiento que sufre esta escritora a manos de quienes han “heredado” sus derechos de autora (que además la tía y su ejército de abogados persigue legalmente a todas las webs y blogas que quieren apoyar la difusión de su obra), estoy pensando en hacer un dibujo de ella, basado en una foto (este artículo lo quiero traducir también, está muy bien) que posiblemente fuera tomada hacia el final de su vida (1917-1973), y traducir menos su relato “Simple Pleasures“, “Placeres sencillos” (patatas asadas), que escribió en algún momento entre 1944 y 1951 (parece que en 1946, cuando tenía 29 años) y que publicó en 1966 en una colección de relatos y obras de teatro que tengo la suerte de tener porque mi amigo Fernando lo encontró creo que en Los Angeles y me lo regaló a su vuelta.

Me enfurece lo indecible lo que considero una visión misógina sobre su literatura, artículos de la prensa española, escritos por hombres insensibles e ignorantes: visión incapaz de entender que no todo el mundo posible ha sido imaginado por ellos. Dicen que sus historias son malas. Pues bien, señores, no todo el mundo quiere escribir “historias” tal y como ustedes las conciben. Lo que pasa es que hay literatura que te lleva en viajes a lo desconocido. Si no se puede hacer el viaje, guárdese el mínimo respeto de no echar mierda a lo que no se comprende.

(Para mí, lo que intenta captar, describir, plasmar son los procesos desconocidos inconscientes de la mente humana en su fluir del día. Es puramente exponente de aquello que se llamó en el mundo anglófono, el modernismo (distinto a lo que se entiende en español por esta palabra), captar instantes, el de Dorothy Parker (nada conocida para el público mayoritario), Katherine Mansfield, Virginia Woolf, y otra gran olvidada que a mí me asombra, Jean Rhys.)

Jane Bowles lo sabía, supongo, que no la leían e incluso que no la leerían. Tras la publicación de Two Serious Ladies / Dos damas muy serias (1943), escribió en una carta a su compañero Paul:  “I am serious but I am isolated and my experience is probably of no interest at this point to anyone.” Trad.: “[Voy en serio]?, pero estoy aislada y mi experiencia probablemente no le interese ya a nadie”.

Toda mi furia contra el mundo por esta autora. Como por Camille Claudel (ay, y no voy a dejar que me lleguen más nombres y más no nombres que nunca conoceremos), lo que le hicieron a una impresionante escultora que tuvo que sufrir la tortura que debe de ser no poder crear porque te encierran en un psiquiátrico. Sométete, experto-de-mierda, a la incomprensión radical, y ya veremos cómo lo llevas, qué haces. Canalla.

A las personas que tienen el don de explorar deberíamos amarlas y apoyarlas, porque hacen lo que casi nadie se atreve a hacer, su vida, sobre el alambre del mundo.

Frente a una persona que se niega a regir su comportamiento por el ánimo o la inteligencia de convivir (alejándose o quedándose), ¿qué se puede hacer? Es como la educación: no puedes enseñar nada a quien no quiere aprender. Es como la violencia de los que lo acaparan todo: ni con tu violencia ni con tu noviolencia podrás nada contra quien se niega a dejar de abusar. Por ello, como activista, yo intento aportar esfuerzos que ayuden a las personas a desarrollar su inteligencia-sensibilidad (cabeza-corazón), me alejo del activismo de presión (el culpabilizador o de convencer, pienso que aunque pueda cosechar algún resultado, sobre todo hace daño, porque maneja conceptos violentos), porque si la mayoría comprendiera algunas ideas fundamentales para la convivencia, eso tendría un impacto en la sociedad y en la evolución de nuestras mentes y relaciones. Ahora bien, queda sin resolverse siempre la cuestión de qué hacer frente a quien no tiene intención alguna de dejar de hacer daño.

En la vieja película de ciencia ficción “Ultimátum a la Tierra”, el representante de civilizaciones más inteligentes que las que pueblan la Tierra, que viene aquí con la misión de decirnos que es un desastre total lo que nos hacemos y lo que hacemos en lo que es nuestra casa, que procede de sociedades que han rechazado la violencia en su vida cotidiana, viaja acompañado de un robot gigante que es capaz de borrarte del mapa con un limpio rayo. Y es ése el ultimátum de civilizaciones noviolentas: si pretendemos seguir adelante por el camino de la violencia y la injusticia, nos fulminarán como cualquier terrícola fulmina una plaga, pongamos, de cucarachas: sin ningún problema moral, dado lo dañina que es la especie.

Con esto, claro, no renuncio a la noviolencia, a ninguno de mis ideales, pero es importante abordar este problema, porque aunque falte mucho para que la mayoría comprenda que se vive mejor abandonando la violencia verbal que ejercemos cotidianamente, la violencia conceptual, de actitud, el problema quedará y quizá intentar resolverlo nos ayude a dar con algo que, obviamente, nos falta.

No es que me niegue a relacionarme con gente que por su labor intelectual / artística haya tenido la fortuna y el fruto de su arduo trabajo de recibir cierto o mucho reconocimiento público a su obra. Es que se me hace pesado porque es como andar por un campo minado (cuidado con esto, cuidado con lo otro), temo a sus amistades, y me entristece ver cómo por voluntad propia, como cuando vas a la ginecóloga o a la dentista, se van limitando el espacio, para poder caber.

Podríamos decir que mi arrogancia no encuentra límites; o sencillamente, que trabajo con mi vida porque es el único material que tengo a mano y no es de nadie.

Podríamos decir que soy dañina para la sociedad, y también que soy necesaria porque soy buena.

Hay otra manera de ver las cosas. No soy ingenua; soy idealista, impulsiva y espontánea. Lo sé: una fuente inagotable de imperfecciones, de error; y también: una posibilidad de hallar puertas y ventanas.

Toda opresión genera un daño pero también puede generar una fortaleza. Que no se espere nada de ti multiplica la dificultad de que explores y desarrolles tu potencial pero también proporciona una libertad de la que no disponen quienes tienen valor a ojos de otras personas, la libertad de movimiento que da el anonimato, el no importarle nada a quienes reparten estatus y monedas. No tienes que demostrar nada porque nadie espera nada de ti. No vas a “triunfar” igual que no vas a “fracasar”. Los conceptos no se aplican a tu caso. Y esto, que en principio es negativo, un modo de no existencia, para quien necesita libertad es una muy buena noticia. Una ventaja, como lo de las mujeres y el dinero.

Siempre he sabido que mi relación con el dramático hecho de ganar dinero era privilegiada por ser mujer. Para mí, como mujer, poder ganar dinero para mantenerme es un motivo de alegría y celebración, no una obligación, como lo es para un hombre, el cual, si no puede ganar dinero se ve abocado a autodestruirse, porque ha fallado al mundo “como hombre”. Los dos lo necesitamos igual, pero hay un hecho subjetivo-social en cómo se percibe el hecho. Yo, como mujer, aunque dependa del dinero igual que un hombre que también lo necesite para vivir, siempre he podido disfrutar de esta relación positiva con el hecho dramático y asqueroso de tener que ganar dinero para vivir. Y si hubiera sido hombre, habría luchado con uñas y dientes, o bien, con los puños, que es más masculino, por desligarme de la obligación, de la sensación de que mi identidad pudiera dejar de tener valor si no fuera capaz de ganar dinero, o mucho dinero. Y como hombre que hubiera luchado por esto, con todo, sé que no habría podido sentir nunca la sana y sencilla alegría que da ser independiente económicamente, cuando eres una mujer, porque lo sabemos, de alguna manera, consciente o inconscientemente: nos estaba vedado, no poder ganarnos la vida era una pieza clave de la esclavitud de las mujeres en el patriarcado. Lo sabemos tan bien, tan hondo, como sabemos, desde pequeñas, que nuestra libertad de movimiento está más amenazada que la de los hombres, por el tema añadido a los peligros y central del mundo misógino de la violación.

A pesar de lo dicho anteriormente, el dinero, como el llamado poder (que no es más que que todo el mundo te tenga miedo, degrada todo lo toca), o más precisamente, desnaturaliza todo lo que tiene valor. Por ello pienso que en la inevitable transacción que es ganarse la vida, no debe ponerse sobre la balanza aquella destreza que más amas; que debemos buscar trabajos que nos gusten, sí, dado el gran número de horas de nuestras vidas que nos van a ocupar, pero no trabajos que necesitemos hacer por nuestro propio ser, como son los de expresión artística. Es cierto que la expresión artística es alentada por la interacción social, por nuestras relaciones con la gente en el mundo, pero es distinto usar esa inspiración para explorar libremente o expresar algo que te es vital, a usarla para realizar un trabajo que te han encargado. La distinción no es puritana, es por proteger el territorio libertad a la hora de crear.

No todo el mundo se relaciona igual con su capacidad de expresión. Cierto. Por eso mismo debe respetarse a todo el mundo, evitándose juicios de valor, definiciones que contribuyan a la omisión de personas con otras opciones.

La omisión es un arma también, y lo sabemos bien las mujeres. No es cierto que el mundo de la cultura acaba sabiendo qué obra merece esto o lo otro, o qué artista. En el mundo, no sabemos de millones de personas que fueron y son valiosas para la especie y murieron o viven en el anonimato. Y no lo sabemos, no porque no podamos saberlo: es de lógica que así lo concluyamos. No lo sabemos porque consciente o inconscientemente validamos continuamente el mismo sistema que nos hace daño. Si no entendemos que el mundo construido es sólo una parte de la realidad, y actuamos y pensamos como si fuera toda la realidad, seguiremos perpetuando lo que nos hace daño y negando la existencia de otras personas que es decir de otras maneras de actuar y pensar y expresarse y sentir.

No es posible el borrón y cuenta nueva y al tiempo…

La inferioridad cognitiva, intelectual de las mujeres (transmitida en todos los ámbitos, incluida la Historia y el mundo de la Cultura sancionada), y también la moral (transmitida brutal y sutilmente por las religiones), ha sido construida empecinada, permanentemente en el planeta por un mismo sistema de organización social, el sistema patriarcal. Desde Aristóteles a Nietsche, ejemplos del mundo del pensamiento, desde la Biblia a las Inquisiciones y Cazas varias, desde la exclusión material de las mujeres de todo espacio de acceso al desarrollo de las habilidades cognitivas del cerebro humano (bibliotecas, universidades) hasta el siglo 20, desde la Historia escrita, donde las mujeres no aparecen supuestamente porque no han aportado nada valioso para la especie (lo único para lo que sirven, que no es meritorio sino una ventaja biológica, es gestar y parir, a lo que se suma la imposición de educar obedeciendo los mandatos patriarcales, y nada de esto puede ocupar un lugar en la Historia patriarcal porque no es excepcional, sino obligación), demostrar la inferioridad de las mujeres ha sido tan intenso y continuado que podemos decir que equivale a un lavado de cerebro de los colectivos culturales. Muy recientemente, en el siglo 20, un número suficiente de personas como para que se aprecie el impacto en la propia fibra de la sociedad, ha cuestionado el más duro status quo del planeta: muchas personas tienen ya las palabras para defender con argumentos y con datos procedentes del análisis de las realidades, el sistema patriarcal de sexo-género que ha fundamentado y justificado hasta la náusea la distribución de papeles de hombres y mujeres en la sociedad.

Ser mujer se define por este tener la capacidad de gestar un embrión, y no que se desee gestar, parir y asumir el tener hijos e hijas. Patriarcalmente, tener la capacidad física de gestar implica incapacidad intelectual y moral. Y este único compartimento reservado a las personas con vagina tiene como única alternativa el que se las use como muñecas hinchables.

Sin embargo, ser mujer es desde una perspectiva feminista ser persona, tener todo el potencial del cerebro y la mente humanas, y la construcción de una sociedad justa no puede ignorar este hecho, es más, debe apoyar a las mujeres para que se recuperen de los efectos de siglos de alienación de su condición humana. Si hemos sobrevivido, ha sido justamente porque disponíamos de inteligencia, esa capacidad para adaptarse y sobrevivir, incluso en las circunstancias más adversas. Los hombres también necesitan espacio para recuperarse del papel de Hombre que también se les ha impuesto, aunque el papel asignado a las mujeres y la no existencia de papel asignada al resto de personas que no podían ser encajadas en el papel de Hombre o de Mujer, han pertenecido al grupo oprimido, y este hecho no puede ignorarse, añade complejidad al proceso de recuperación, aunque también tenga contrapartidas que puedan ser beneficiosas: como la del mayor conocimiento de la gama y el alcance de la violencia patriarcal, de cómo opera ésta en la sociedad patriarcal.

Todas las personas son seres humanos, esta idea es tan tardía como del siglo 20. Es preciso asimilarla y no se puede asimilar sin un análisis (una crítica) de las sociedades patriarcales, de cómo éstas condicionan la percepción, la imaginación y  la palabra, la mente humana, y con ello, todas las relaciones.

Tenemos que seguir luchando por aprender a hablar, que es aprender a percibir y pensar.

Y al tiempo, es posible además de necesario

Es valioso que haya personas dedicadas al conocimiento de los problemas de muy diversa índole que padecemos como especie y como sociedades (patriarcales) pero las soluciones posibles también depende de que existan personas dedicadas a escapar a los modos de pensar prevalentes, pues están condicionados por la mentalidad de guerra prevalente en la especie. Es preciso que haya personas que sospechen de la mentalidad de guerra, y que intenten pensar escapando a este condicionamiento. En un mundo con el nivel de interdependencia actual de las personas y de las poblaciones, el transformarlo todo para la construcción de sociedades justas y noviolentas, es decir, con espacio para el desarrollo del potencial de la mente humana, de un desarrollo no basado en la opresión, la explotación, la represión de nadie, las soluciones no van a generarse sólo del mundo que nos ha enseñado a operar haciendo un uso tan mezquino de la inteligencia; necesariamente tendremos que llegar más allá, que trascenderlas, que liberarnos de ellas.

Si pudiéramos comprender que la diversidad no es fuente de debilidad sino justamente de fortaleza…

Dejamos atrás los mitos como medio para el conocimiento y su transmisión, y los ubicamos en el mundo de las historias, de las manifestaciones de la creatividad humana. Las religiones ocuparon aquel lugar, ordenándonos cómo vivir, y tendrían que estar pasando ya a ocupar el mismo lugar que los mitos. Siempre han perseguido el conocimiento, el conocimiento en manos de “cualquiera” porque existen alternativas mejores para construir la vida social y personal. Son un gran ejemplo de la mentalidad de guerra: no saben ser sin perseguir, sacrificar, condenar a quienes no acatan su orden. Estamos aprendiendo muchas cosas desde las ciencias y con la asistencia de la herramienta tecnológica, y lo que más claro queda es que aprendemos porque somos animales con imaginación y seres sociales, capaces, lo vemos y lo sabemos, de construir cómo percibimos el mundo, el lenguaje para narrarlo, y los modos de relacionarnos. Vemos, sabemos ya que estos constructos no son verdades inmutables, sino eventos dado en el tiempo y en el espacio, de lo que se desprende que pueden cambiar también dramáticamente. Cómo si no desaparecieron civilizaciones enteras de la noche a la mañana. Es lo mismo que lo ocurre en la naturaleza: diversidad infinita, continuamente generándose, transformándose, y muriendo. Todo es un proceso, y ser proceso no significa sólo una evolución, sino que también incluye muerte y nacimiento y también inagotables grados de todas estas cosas. Si algo ha quedado claro es que nuestro potencial arroja una diversidad parangonable a la de la naturaleza, y si conseguimos comprender la libertad en el planeta no existiría un único sistema, basado en la mentalidad de guerra, además. Con la violencia no podemos conseguir un mundo que nos permita desarrollar nuestro potencial, todas las personas, porque nos condena a un mundo donde un grupo impone todo a un resto. Hay que pensar más allá, también.

Decir que se vive contando con el ideal no significa que se viva utópicamente porque eso es imposible, no sólo porque no escapamos al uso del dinero sino también porque existen aspectos culturales que rechazamos pero que llevamos dentro como un gen, que a veces identificamos y transformamos y a veces no. Lo que significa esto, según yo lo entiendo, es que frente al dolor, la tristeza y la decepción que es la vida, quiero decir, la vida en sociedad, una tiene el recurso de intentar construirse como si viviera en un mundo mucho mejor. El ánimo procede de saber que un mundo social no puede existir sin que antes haya habido cada vez más gente siendo y viviendo cosas que aún no existen, teniendo en cuenta el ideal (por eso las redes sociales son vitales, pues nos recuerdan que hay gente en esa lucha por todo el planeta aunque allí donde vivamos parezca que estamos en soledad o en minoría). El desánimo procede de que hace falta mucha más gente capaz de inteligencia empática, de que parece claro que hay mucha gente que no entiende nada bueno y no es capaz de aprender, de evolucionar, y de que llevamos ya demasiados siglos luchando para estos pocos tan buenos, y siempre tan amenazados.

 

Viendo un documental sobre el pueblo sami (unas 100.000 personas en los países nórdicos europeos), una cultura equiparable a las culturas llamadas indias o indígenas de América, en el sentido de su relación con la naturaleza, llamada ahora “sostenible”, un sami que vive ahora en el bosque, pero con objetos que se pueden comprar, comenta, cuando le preguntan sobre la diferencia entre su estilo de vida y el antiguo sami, que la diferencia es que ahora en lugar de usar animales para trabajar la tierra y proveerse de cosas, usan máquinas, lo que requiere disponerse de dinero.

Claro, el tema de la globalización y el tema de la guerra moderna con su objetivo de aculturización es así: introduces la necesidad de dinero y ya se desarrolla el resto solo.

El movimiento social ya lo ha planteado: intentemos usar el dinero lo menos posible. Hagamos trueques de objetos y servicios, compartamos lo que tenemos, incluido el conocimiento, la información. (¡Y cómo está ocurriendo esto en Internet!) Si empezamos y somos cada vez más personas, quizá se genere un impacto en las estructuras y dinámicas sociales.

Si introducir el dinero en sociedades absolutamente ajenas a éste, y siendo éste tan absolutamente contrario a los intereses de esa cultura, ha sido tan eficaz (¿y por qúe?, ¿por qué pudiera verse como deseable reemplazar el trabajo de la tierra con un animal por la compra de una máquina?), ¿no podría ser eficaz también rectificar cómo funcionan las sociedades, para desarrollarnos como sociedades más inteligentes, capaces de tratar a las personas con solidaridad y respeto y capaces de no destruir el planeta que habitan?

Usar el dinero implica la pérdida de la autonomía respecto a la supervivencia. Dado el número de personas en el planeta y los hechos de dependencia del dinero actuales, quizá no sea posible constituirnos en pequeñas comunidades autosuficientes (lo que no implica cerradas, o que no compartan) (otra pregunta es: ¿la autosuficiencia es sólo posible en pequeñas comunidades?), pero sí se podría ir desarrollando espacios de independencia del dinero.

 

La visión artística permite ver en un detalle de la realidad, una metáfora. Esto significa que a partir de un detalle se puede conocer. La visión artística es como la poesía.

Quizá debería intentar escribir esta hipótesis. El beneficio para mí misma es que tiene relación con mi relación con el dinero, que es muy difícil, y no sólo por ser anarquista, que, claro, para la gente anarquista la relación con el dinero es casi como una humillación, continua. Pero no sólo por eso.

1. Todo el mundo usa el dinero, así que las buenas ideas son eso, buenas ideas, no lecciones morales sobre que hay que hacer lo que te dicen que es lo correcto, de esas que ubican a unas y otros en posiciones inferiores. Todo queda englobado por el hecho irrefutable: el dinero es impepinable en nuestras vidas. No hay héroes en esto del actuar bien. Todos y todas estamos sujetas al dinero. Podremos actuar y elegir más o mejor, pero no debemos sentirnos superiores moralmente porque necesitamos el dinero para vivir.

‎2. ¿Cuál es la diferencia en alguien con mentalidad de pobre y alguien con mentalidad de mendiga? Os voy a contar una historia:

Cuando era joven, y empezaba mi vida, viví un tiempo en la calle. Estaba mal, no quería irme de casa de mi madre, pero no soportaba discutir, y discutíamos mucho. Yo ya trabajaba “para sacarme unas pelillas” (así llaman ahora el trabajo las personas adultas que viven con sus padres), así que trabajar para vivir no me fue difícil. Pero como no estaba bien, tenía confusión y no coordinaba bien las cosas, y entonces iba a trabajar pero vivía en la calle, y bueno, un poco un lío, un tiempo breve, pero intenso. Hasta que reaccioné controlando con mi pensamiento. Conseguí una buhardilla, sin baño, sin luz, sin agua, y con efecto nevera, pero era un lugar seguro. Y al tiempo conocí a una chica que vivía en la calle. “Rara” según la gente. Pero yo también era rara, así que a mí no me pareció rara. Como no podía soportar que viviera en la calle, igual que me pasaba con los animales, que me subía a casa siempre, mientras les buscaba casa, le pedí que viniera a mi casa, a compartir, y vino. Yo salía de mañana a la uni (pero ya empecé a llevarla a tirones) y por la tarde a trabajar a una academia del sur muy sur. Llegaba de noche a casa, sin haber comido apenas, por nervios con tanta acción, y a veces tenía que pasar la noche en el descansillo porque dentro hacía tanto frío que M. si estaba metida en la cama y había echado el cerrojo a media, no se atrevía a salir de la cama para abrirme. Yo lo comprendía, es decir, no me hacía mala sangre, aunque cuando conseguía entrar la decía cosas con furia o desesperación, claro, porque necesitaba dormir. Al cabo del tiempo, compré un fuego de camping gas, y un cuenco gigante de barro, y hacíamos comida para todas. Bien, como yo sabía que lo de la comida en esa casa no era una gran noticia, le dije a M.: si tienes hambre, baja al bar de abajo, que me fían. Al cabo de unos pocos meses, o quizá de un mes, no sé, todo puede ser, el dueño del bar me dijo que si podía pasarme la cuenta. Era una cuenta inmensa, que yo no podía pagar de golpe. Y de qué era? De tartas de merengue de limón. Esto es la mentalidad mendiga.

3. La mentalidad de pobre es dividir lo que hay para estirarlo y poder comer algo todos los días. La mentalidad mendiga es pedirse una tarta de merengue de limón, porque se vive literalmente al día.

2. Intentando volver al tema. Yo creo que mi mentalidad está mucho más próxima a la mentalidad mendiga que a la mentalidad de pobre. He tenido muchos problemas en la vida, de malas interpretaciones, cuando, por ejemplo, doy dinero. La gente no puede concebir que des dinero si te hace falta, ¿no? Pero en mentalidad mendiga todo es posible. Porque se vive el momento. Y desde ahí, al combinarse el hecho de que siempre puedes sacar pelillas (ahora ya las tengo fijas, uno de los más beneficiosos accidentes de mi vida, sin duda, pues yo tenía comprados muchos boletos para acabar con mis huesos en la calle, una mendiga de verdad, y no por falta de conocimientos o habilidades ofertables en el mercado, sino por cosas que son más difíciles de explicar), pues siempre me he sentido como sobrada, aun viviendo al día y siendo pobre. Por eso, pienso, siempre he podido compartir todo en el presente, pienso. Pienso. No como sacrificio, ni como generosidad. Como hecho mendigo.

4. Otra escena: “No le des dinero, que se lo gasta en drogas”. Si vives en la calle, ¿en qué hostias quieres que se gaste, para soportar la situación?!!! No sería mejor evitar que la gente viva en la calle?! No, claro, porque hay gente que Se Lo Busca, hay gente que Lo Merece. Ahí está la caridad para contarlo y tener Piedad, la piedra piedad de empujarles al nicho. La caridad: tu culo. tu culo tu culo tu culo! Es condena. Métetela por el culo, dicen muchas y muchos mendigos. Por algo será: están renunciando a algo regalado, no? Por algo importante será. Y la gente que no vive en la calle y tiene un walkman además, y toma zumos en su casa, y va a algún lugar cuando sale a la calle… ¿CÓMO SE ATREVE A JUZGAR? Por eso no soporto que digan: qué morro, ese mendigo estaba en la cafería súperpija tomándose un zumo de naranja natural y escuchando música en un walkman, y yo estoy aquí… Aquí qué, canalla?! Aquí qué, tu culo!!!!!

5. Así que si regalas dinero, sólo cabe una opción; la gente decente no regala dinero; de hecho, está prohibido, penado por ley. No desprecies a quien roba, es natural robar. Regalar dinero no es natural, es SOSPECHOSO. Haz donativos. Ubícalo en la palabra precisa. Vale, donativos. La caridad desgrava, recuerda; la caridad se ubica bien en el territorio de la rentabilidad; pero el regalo!!! El regalo! A la hoguera! Jamás regalar dinero. Quieres parecer una loca. De qué vas. Te crees superior. Estás en el fondo podrida de dinero y encima quieres aparentar pobreza. Es seguro que no sabes lo que es la carencia, si no, no regalarías dinero. La mentalidad mendiga es una gran incomprendida. La mentalidad rebelde: hay quien no puede valorar el valor del dinero, aunque lo necesite. Al menos, no puede darle más valor que a otras cosas. Cuánto valor le das, en realidad, al dinero? ¿De cuántas formas pierdes el dinero, o se te olvida? ¿Y cómo asegurar tener dinero? ¿No quedarte en la calle?

6. ¿Y cómo no ver la metáfora?: la necesidad genera esclavitud y odio. ¿Por qué no se ve lo mucho que dice esto del amor?

La mentalidad del reto es puro desamor. Aquello que te lleva a la acción, pasa a no ser ni considerado, pues lo único que importa es que tú te demuestres que puedes hacer algo muy difícil. Es la mentalidad de quienes más que vivir, necesitan saberse grandes, superiores a todo lo demás.

La mentalidad del reto en el amor es, en el mejor de los casos, tan ridícula como decir “la conquisté”, como si el hecho asombroso y nada controlable de que exista un amor reciprocado fuera manipulable. En el peor, es lo muy conocido, en este mundo misógino: clavarle en el cráneo la banderita que indica “esto es mío”.

(Acordándome de Ferlosio)

En un libro de texto viene el argumento de cinco películas. Cada una representa uno de los cinco tipos de amor que concibe Hollywood a la hora de plantearse hacer películas de amor.

Romeo y Julieta – primer amor
Atracción fatal – amor obsesión
My Fair Lady – amor  profe-estudiante
Oficial y caballero – amor rico-pobre
Los puentes de Madison – amor sacrificio

Un estudiante me dijo: no hay ningún amor feliz.
No te preocupes. Te voy a contar una historia de amor verdadera.

Nos faltan las historias de amor verdaderas, las que no son víctima de toda la plasta de ideologización de la vida a que nos vemos sometidas y sometidos.

Que haya vetustas mentes en televisión, en los programas de cultura, diciendo que sobre la felicidad no se puede escribir, sólo indica lo patético que es todo, no nos condena a nada.

Es que la verdaderas historias de amor, son de amor. De amor.

Entender que existe más gente, y elegir las palabras teniendo también en cuenta esa información.

Socialmente, los hechos son rotundos: la sinceridad, la honestidad, en sus mejores aplicaciones, son evitadas, atacadas, machadas. ¿Por qué entonces habría que aspirar a ser personas sinceras, honestas?

Que socialmente nos vaya mal no implica que en relaciones más personales ocurra lo mismo. De hecho, hay personas que se sienten atraídas por rasgos que la sociedad condena.

Además, para la salud de la inteligencia, ¿no es acaso mucho mejor moverse en el mundo de la sinceridad y la honestidad en lugar de en mundos donde se aceptan, toleran, alientan actitudes y tipos de relaciones basadas en lo contrario? Como poco, lo primero simplifica las cosas, y no hace perder tanto tiempo en las trampas de la confusión.

No tener principios no equivale a no tener ideales, sino justamente asegurarse de que van a tenerse ideales.

Los principios son como las mariposas clavadas en un terciopelo negro. Son vida disecada. Están muertos. Y sirven sólo si se vive en un lugar inmutable, donde no hay nada nuevo nunca, todo es previsible y conocido.

La vida es movimiento. Todo cambia y todo combina de innumerables maneras. Además: no lo sabemos todo. Por eso yo no me guío por principios, sino por ideales.

Tener principios es triste, pobre y sofoca todo vuelo. Protege tus ideales.

 

No existe razón saludable alguna para prohibir que en un edificio donde va a trabajar la gente exista una sala (con ventanas o extractor de humos) para fumar, incluidos los centros educativos. Y tampoco para que existan lugares donde la gente se relaciona donde se pueda fumar y otros donde no.

Se puede morir de colesterol, pero el gobierno no puede prohibir comer carne. El gobierno debe asegurarse de que la comida no tiene tóxicos (y no lo hace), de que reducimos la relación con los coches porque causan muertes, sufrimiento, incluso guerras, y destrucción del medio ambiente. Etc.

La Ley Antitabaco es un ejemplo de soluciones de VIOLENCIA en detrimento de soluciones de CONVIVENCIA, porque no respeta la existencia de un grupo de la población, y unas personas en la sociedad, las fumadoras, porque las persigue y expulsa del foro social. En el espacio PÚBLICO (centros de trabajo y centros para la socialización) debe procurarse la convivencia, no la exclusión.

No existe ninguna guerra justa, ni las que entendemos que son guerras, ni las que no podemos llamar guerras porque existe un tabú (como el uso de los cuerpos de las mujeres por los hombres). Las mujeres no son apéndices de los hombres, como nos impuso pensar la religión, por eso nombrar a un hombre no incluye nombrar a una mujer. En cualquier caso, si una mujer pide ser nombrada, sólo un profundo machismo puede hacer creer que se puede ignorar su petición. No se puede imponer nada, ni que se vista de rosa quien no lo desea, ni la democracia, porque imponer es guerra, no convivencia. Al tiempo, el gobierno “de la mayoría” (nunca consciente, por otro lado) es dictadura si no se comprende que también es necesario respetar las individualidades y las minorías. La violencia será el método más común para la resolución de los conflictos, pero también el peor, dado el sobrecogedor número de ejemplos reales de que disponemos desde hace siglos. Lo bueno que tenemos no procede, además, del uso de la violencia, sino justamente del uso de la inteligencia, de la empatía, de la comprensión de que no hace falta pensar o sentir lo mismo para poder convivir. Lo bueno que tenemos no procede de otros mundos tampoco, sino de la solidaridad y la pasión por la vida. Todo el mundo usa el lenguaje, que es lo que nos hace personas, lo que descubre cómo vemos las cosas, las jerarquías que establecemos. Pero no todo el mundo entiende las palabras, los conceptos que usa, no por falta de inteligencia, sino porque se renuncia a la inteligencia para sentir que se conoce el mundo, que hay un orden. El orden de los crímenes contra la naturaleza y la humanidad, compuesto por innumerables cosas pequeñas que son parte de las cosas más grandes y monstruosas.

 

¿Por qué molesta que digas “Felices vacaciones” en lugar de “Felices fiestas”?

¿Por qué si dices que no celebras fiestas, que para ti sólo es un periodo vacacional, te recriminan con un “Hombre, mujer! (sic) Tampoco hay que ponerse así!” ¿Ponerse cómo? ¿Qué daño les hace eso?, ¿si es sólo una explicación de una realidad que no se le impone a nadie? ¿Qué tiene de escandaloso el enunciado?

¿Está todo el mundo celebrando su fe en la religión con su gente querida (la gente católica, celebrando el nacimiento del Señor, etc.), o disponiendo de más tiempo para ver a la gente querida y meditar sobre el año que termina y el que empieza?

¿Por qué la gente creyente practicante dice con reproche que “yo soy practicante” cuando el hecho es que hay un porcentaje de esa comunidad que no es católica pero que no puede quitarse de la lista porque los líderes religiosos no se lo permiten? ¿Por qué proceden como la prole del fútbol, imponiendo lo suyo sin permitir ninguna otra opción? ¿Por qué no pueden convivir con gente diferente?

La mayoría de la gente no quiere entender nada, y hay una relación entre eso y con ese miedo (desatado) continuo que tiene la gente y su violencia consecuente, porque saben que no tienen razón, saben que con razones no se consigue el mundo imperante (no los más pequeños y bonitos), no tienen ni quieren razones, sólo, en su afán desmedido, vivir una vida esclava (mala), con todo el mundo a su alrededor con las alas cortadas, quejándose de lo mismo.

“Lo que disfrutan no es comparable en belleza e intensidad a lo que no pueden disfrutar, pero como no saben lo que se pierden, ahí siguen, viviendo pobremente.” (Notas para el artículo sobre los hobos.)

En el movimiento pacifista se renuncia a menudo a usar el nombre “pacifismo” para que así quede incluida la gente que pide la paz (y que es ajena al pacifismo, pues no es lo mismo pedir la paz, que la pueden pedir hasta las personas que defienden la pena de muerte, que ser pacifista). Bien. Sin embargo, apenas existe una visibilización de la gente pacifista que no es pacifista por razones religiosas o espirituales o de principios.

Un poco de respeto al pacifismo político, por favor. No todo es cuestión de principios: hay defensas que se basan en que sencillamente se comprende que algo es mejor opción de convivencia, de construcción social, de resolución de problemas, y de eso va a el pacifismo político, que también existe en el movimiento pacifista y en el movimiento por la paz.

El grupo de los hombres, en el contexto de un mundo patriarcal misógino y machista (sobre todo, aunque tiene más brutalidades que transformar), enfrentan un grave problema respecto a la consecución de su placer sexual, que deberían tener el valor de enfrentar, pues el placer puede existir allí donde no se hace daño a nadie. Los hombres deberían rebelarse ante el bombardeo de educación misógina, por sólidamente establecido que esté, en las instituciones de la violación (¿por qué se la relaciona con el sexo?;  ¿porque les da orgasmo violar?), de la pornografía (claramente misógina las más de las veces, al menos el porno que inunda el planeta), y de la prostitución (vinculada en su inmensa mayoría a la institucionalización de la violación de personas menores y adultas).

Es preciso que se cuestione, que se separe (y también en la manera de nombrar las cosas), la conexión que se hace con el tema sexual cuando se viola, y cuando se usa a la mujer como un contenedor. Las relaciones sexuales compartidas no guardan ningún parecido con estos supuestos usos “sexuales”.

No se puede comprender cómo el Hombre ha aceptado que se asocie su consecución del placer con la cosificación radical de las mujeres, que las más de las veces, no son sólo ignoradas en el acto, sino que son ignoradas con radical crueldad.

La violación no tiene que ver con las relaciones sexuales. Es un acto de tortura.

El uso del porno que inunda el planeta no ayuda a la construcción de una capacidad para la sexualidad compartida, pues además de centrarse en lo visual (que debería jugar un papel insignificante  en las relaciones sexuales, ya que éstas se relacionan con otros sentidos, principalmente), se centra en la reducción de las mujeres a contenedores con orificios que hay llenar.

El uso de la prostitución no ayuda tampoco a que se supere esta cruel deformación de cómo se consigue el placer, pues la mayor parte de la prostitución que se da en el mundo tiene relación con la violación, y en los casos en que supuestamente las mujeres trabajando en prostitución no están ahí porque son de estratos sociales condenados a la pobreza, y lo han elegido, el sexo, las relaciones sexuales que se establecen siguen sin hacer nada por que se supere y que se separe el orgasmo masculino del abuso y la cosificación de la mujer, sino que más bien continúan consolidando la situación.

Hay que tratar la cuestión de las relaciones sexuales haciéndose la autocrítica y reeducándose, para sacarse el montón de mierda que impide disfrutar de las relaciones sexuales.

Yo pienso que la cuestión de que existan grupos de hombres que tienen problemas de erección tiene relación con el primer paso de rechazo a este horror de situación que impera en el mundo, rechazo intuitivo, afectivo, psicológico, o sea, inteligente-sensible, a esa equiparación de Ser Hombre = Usar Mujeres / Torturar Mujeres (así, cosificadas, sí). Deben continuar avanzando para recuperar su sexualidad, y ser capaces de una sexualidad compartida.

Debemos denunciar la violación, la cosificación en las relaciones sexuales, y buscar relaciones sexuales realmente vinculadas al placer, que no requieran que se humille, o haga daño, o destruya, a quien se usa para conseguir ese placer. El placer no debería ir unido a la tortura. Y ahora lo está, en la educación que reciben los Hombres.

Me asombra a menudo la incompetencia de la gente. No digo el hacer algo mal porque no tienes tiempo, por ejemplo. Digo hacer las cosas mal, sencillamente, porque sí, digamos. Y se me ha ocurrido una explicación, pues desde mi punto de vista de siempre era incomprensible: qué podía sacar la gente de hacer las cosas mal, más que tensiones evitables, broncas evitables…?

Ya sé por qué lo hacen, esas mentes privilegiadas que pueden permitírselo: cuando haces las cosas bien, parece que lo que haces es fácil, que puede hacerlo cualquiera, y por eso sólo se te reconocerá como tal si te sale perfecto. Al más mínimo fallo, fracarás, pero si consigues que el ejercicio te salga bien de principio a final, te dirán: muy bien, excelente.

Si al hacer lo que fuera se nota que te estás esforzando, es penoso, quizá no genere admiración, y sin duda, el proceso será más largo, y penoso, pero se te reconocerá como mínimo el mérito de habértelo currado.

Quién quiere hacer algo bien, si al hacerlo bien parece que cualquier puede hacerlo. Sigamos otra tanda de siglos reivindicando hacer las cosas mal, porque lo que importa, y esto es irónico (lo que digo), no es lo que se hace, o por qué, sino el mérito, el mérito sufrido, qué más… Las religiones siempre nos lo han dicho: así es como se gana el cielo, no haciendo las cosas bien, con disfrute y eficiencia, cuánta arrogancia.

Suframos, seamos incompetentes, mantengamos la tradición que nos ha traído hasta aquí, hasta la guerra, el odio, la incompetencia como dios!