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No sé si tú analizarías, si vivieras ahora, lo que analizaste cuando lo analizaste, tan bien visto todo (salvo en el no ver a las mujeres como personas, como trabajadoras, pero quién las había visto más que un grupo bien pequeño de personas), porque todo era la industria, no? Pero pienso que no, que, encerrado en la biblioteca, con la suerte de poder dedicarte a pensar y a analizar y a escribir por tu inteligencia y también por tu colchón económico, no habrías podido llamar a los elementos como aún siguen llamándolos porque tú así los llamaste (como quien corta el cordero en tres para asarlo y no sabe por qué y resulta que antes se hacía porque no cabía en el horno), ahora que el feminismo ha calado algo más, que la guerra ha incorporado Todo masivamente, que existe internet y la mayoría de los trabajos son paro y servicios, y «los obreros», bueno, tienen tele, coche, casa desde hace ya varias décadas, y sus hijos e hijas tienen acceso a internet y móviles asombrosos, y las fábricas tienen a cuatro gatos, literalmente, vestidos de blanco, porque todo está automatizado… Bueno, y la mayoría de los obreros y las obreras que viven en países lejanos a donde van los objetos que producen, en el sur del planeta, no sé si así les llamarías, obrer@s, a mí se me parece más a esclavitud…
Bueno, también siento no haberte leído, es pesado para mi cabeza autodidacta y necesitaría profe, pero eso, lo que pudiste influir está en el aire de la cultura que respiramos,* ha ayudado a formar el pensamiento moderno, pienso, algo quizá más fiel a lo que pretendías que lo que se hizo interpretándote en las políticas de los partidos políticos.
Disculpa mi ignorancia. Me mueven estas grandes sospechas y me hubiera gustado preguntarte, eso sí, si personalmente fueras un hombre capaz de no temer el cambiar de idea sobre algo, al aprender más cosas.
*Fíjate, tenemos en la sangre esto: «¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!» Una bellísima idea.
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