Del libro de texto para 2º de Bachillerato, Mujeres, varones y filosofía. Historia de la filosofía, por Amalia González Suárez (Octaedro, 2009).
Sociedad griega en el periodo arcaico (s. VIII-VI a.C.). Rige la moral aristocrática (valor, heroicidad, exceso). La sociedad: aristocrática (varones poseedores, convocan guerras y reclutan), agrícola (sociedad) y guerrera. Las mujeres en la casa, en el gineceo, administran recursos (economía), cuidan y atienden, honran a antepasados. El varón aristócrata emparentado con héroes o dioses; sus virtudes giran en torno conseguir objetivos, y para conseguirlos se puede matar, robar, engañar. El modelo es varón astutO, hábil; mujer, fiel y obediente. Ver La Iliada y La Odisea de Homero (s. VIII).
Hesíodo (s. VIII-VII a.C.): la mujer está fuera de lo humano y causa de los males de la humanidad (Pandora). Introduce como bueno el trabajo y la moderación, que se añaden a combatir y prevalecer. Y las mujeres, que están fuera, son holgazanas. Los hombres holgazanes se parecen a las mujeres.
Explicaciones del origen y el mundo, míticas. Divinidades y héroes = causas de lo que había.
En el siglo VI a.C. florece el comercio (aparece un nuevo estrato social: comerciantes, artesanos) y las ciudadesa (Asia menor). Polis (comunidad griega), territorio agrícola y urbano independiente (algunas son colonias de la metrópoli).
Filosofía presocrática. Origen de la filosofía occidental: Grecia del siglo VII-VI a.C.
Los filósofos (varones) buscan explicaciones del origen fuera de lo divino, centrándose en la naturaleza (son fisiólogos; physis, naturaleza, y logos, estudio). Meditan sobre realidad e ilusión. Para explicar el origen y funcionamiento de la physis hablan del arjé.
Los MONISTAS lo explican todo recurriendo a un solo arjé:
- Tales de Mileto: el arjé es el agua, y en la naturaleza todo está vivo.
- Anaximandro: el arjé es el ápeiron, no constatable empíricamente. Su movimiento continuo y eterno genera los cuatro elementos fundamentales del universo: el agua, la tierra, el aire y el fuego.
- Anaxímenes: su arjé es el aire.
- Heráclito: su arjé es el logos (razón, discurso, lenguaje) que se identifica con el fuego. La razón cósmica (oculta) regula todo lo que vemos: «Todo fluye» y «La guerra lo gobierna todo». Niega la moral aristocrática del periodo arcaico y plantea que la virtud está en el control de la razón (particular + cósmica = conocimiento).
- Parménides: su arjé es el ser, que es inmutable y eterno. Los movimientos y cambios son un engaño; no se puede pasar del ser al no ser.
Los DUALISTAS o pitagóricos (vivían en comunidad filosófica-científica con normas rígidas):
Creen que todo está representado por un número y organizan el mundo concibiendo pares de opuestos (!) a partir de limitado e ilimitado: impar-par, uno-múltiple, derecha-izquierda, recto-curvo, reposo-movimiento, luz-oscuridad, pero… ¿por qué masculino-femenino? No son pares opuestos!! El universo es armónico y tiene música (que no oímos, por la costumbre). Teoría = ver con el alma: el conocimiento nos viene de los sentidos pero también de la razón/alma.
Los PLURALISTAS o atomistas nos sacan del estancamiento a que lleva lo que dice Parménides. Proponen dos tipos de arjé: unos que no cambian y otros que son agentes de las combinaciones que percibimos.
- Empédocles de Agrigento (Magna Grecia) propone que el arjé son cuatro elementos inmutables y eternos, tierra, aire, agua, fuego, que se mezclan (sin alterarse) por dos fuerzas contrapuestas amor (unión) y odio (separación). Origen animales.
- Anaxágoras de Clazomene (Jonia) se traslada a Atenas y entra en el círculo de Pericles. El sol = piedra incandescente (no dios; proceso de impiedad). El arjé = semillas inalterables activadas a mezclarse y combinarse por noûs (fuerza). Digestión.
- Demócrito: El arjé no cambia y se compone de ser (átomos) y no ser (vacío). El mundo cambia por el movimiento que afecta al arjé, que sigue siendo inmutable y eterno. Edad Media y Renacimiento.
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TEXTOS
«Hombre» significaba y significa «varón». El patriarcado se basa en la idea demencial de que primero había hombres, cuando ya sabemos que no es posible. En el mundo animal existen hembras solas que puede procrear, no machos solos.
Fragmento de Los trabajos y los días de Hesíodo:
[Zeus] urdió lamentables inquietudes para los hombres y escondió el fuego. Mas he aquí que el buen hijo de Japeto (Prometeo) lo robó al providente Zeus para el bien de los hombres (…). Y lleno de cólera díjole Zeus:
-(…) Te alegras de que me has robado el fuego y has conseguido engañar mi inteligencia (…). Yo a cambio del fuego les daré un mal con el que todos se alegren de corazón acariciando su propia desgracia.
(…) Ordenó al muy ilustre Hefesto mezclar cuanto antes tierra con agua, infundirle voz y vida humana y hacer una linda y encantadora figura de doncella semejante en rostro a las diosas inmortales. Luego, encargó a Atenea que le enseñara sus labores, a tejer la tela de finos encajes. A la dorada Afrodita le mandó rodear su cabeza de gracia, irresistible sensualidad y halagos cautivadores; y a Hermes le encargó dotarle de una mente cínica y un carácter voluble.
Dio estas órdenes (…) y el mensajero Agrifonte configuró en su pecho mentiras, palabras seductoras y un carácter voluble (…). Le infundió habla el heraldo de los dioses y puso a esta mujer el nombre de Pandora porque todos los que poseen las mansiones olímpicas le concedieron un regalo, perdición para los hombres que se alimentan de pan.
Luego de que despachó su espinoso e irresistible engaño, el Padre despachó hacia Epimeteo al ilustre Agrifonte con el regalo de los dioses, rápido mensajero. Y no se cuidó Epimeteo de que le he había advertido Prometeo no aceptar jamás un regalo de manos de Zeus olímpico, sino devolverlo acto seguido para que nunca sobreviniera una desgracia a los mortales. Luego cayó en la cuenta de que lo aceptó, cuando ya era desgraciado.
En efecto, antes vivían sobre la tierra las tribus de hombres libres de males y exentas de la dura fatiga y las penosas enfermedades que acarrean la muertea los hombres (…). Pero aquella mujer, al quitar con sus manos la enorme tapa de una jarra los dejó diseminarse y procuró a los hombres lamentables inquietudes. Sólo permaneció allí dentro la Esperanza, aprisionada entre infrangibles muros bajo los bordes de la jarra.