Ya lo dijo Lakoff. Y es que no hay manera: en cuanto hay una diferencia de opinión, se establece, en el mejor de los casos: mejor dejarlo. Ni curiosidad, ni ganas, ni nada. Mejor dejarlo. Hay un rechazo radical al diálogo, que es decir, a la exploración, a la posibilidad de colaboración, de construir algo más allá de lo que cada cual saque individualmente (aprender a explicar mejor las propias ideas, p.e., o abandonar una idea que resulta no ser muy buena).
Defender, atacar…
El lenguaje lo dice todo de nuestro sistema conceptual.
Pero eso no es decir lo limita todo. Porque tenemos una mente compleja, con un potencial increíble, que no queda contenido sólo en el lenguaje. Ya nos lo dice la intuición, la inspiración (arte, sueños), esas vivencias de que hemos procesado mucho más y sin lenguaje.
Así que habría que luchar por comunicarse, realmente. Las redes sociales ofrecen espacio para eso, oportunidad, de difundir pequeñas experiencias distintas que plantean preguntas.
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