Cada vez me siento más alienada de los Hombres de la Cultura. Saben cosas, a veces dicen algo interesante, pero tantas veces dicen cosas que son brutales si se sabe, como sabemos quienes venimos del grupo que nunca es escuchado y siempre tiene que escuchar, que no son universales como creen, cómo las presentan. Así, les ves moverse en un mundo suyo que creen universal y que como tal ya no existe, pero siguen colgados de él porque durante siglos ha sido presentado como «universal», y ellos no han tenido ninguna necesidad de darse cuenta de cómo ha cambiado, cómo ha cambiado la gente, por ejemplo, de que las mujeres existen, mujeres que desconocen, es decir, no sólo como putitas, chachas o magníficos personajes femeninos en los que se esconden ellos o esconden la visión acartonada de la mujer, de la mujer que desean creer que existe, que desean seguir imponiendo, la que conviene a quienes valoran más conseguir lo que desean que que las personas sean libres de tener voz y ser tratadas como personas, no como marionetas.

Les veo como atrapados en una burbuja marrón, pesada, que se va alejando como un globo, gordinflón y torpe, alejando hacia su propia destrucción en la atmósfera.

A pesar de su agresión continuada, no hay que desanimarse: existe en la cultura, estarás construyendo cultura, defendiendo la cultura.

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