Al leer «angry» en p. 3 de Living Dolls de Nathasha Walter, salió como un volcán de agua: en mi ADN, todo el esfuerzo brutal y generoso de tantas mujeres* con todo en contra, luchando contra Goliat, y siendo llamadas David, es decir, borradas, eliminadas, aniquiladas, ni sus cenizas. Salió la indescriptible pena, la insuperable impotencia, la furiosidad feminista de mi saga.
Y es significativo, estoy aquí y elijo.
Volviendo a mí en el ahora, se me vinculó (en ese instante y porque pude empezar a verbalizarlo ante una persona excepcional, que escucha y es inteligente ♥ , además de mi amor ♥) la consciencia de lo de escribir desde la inteligencia feminista para la sociedad con las notas furiosas y razonadas a mi madre, siempre inútiles, algo desequilibrante, desesperante, tristísimo y cruel. (Qué pronto empecé a razonar y cuántos años he tardado en saberlo. La gente no ayudó, siempre focalizada en otros rasgos míos… No como en internet, donde al fin la gente lee las ideas, y no se deja distraer por otras cosas! 😀 Y qué bueno es hacerse vieja.)
Quizá sí sería capaz de escribir ensayo feminista, y es sólo que lo tenía estrangulado por esto.
Volviendo al mundo, me viene Mary (Wollstonecraft) en Mary y creo que es fácil imaginarla. Lo conmovedor: esa lucha de quien no puede creer las cosas, por demenciales y se esfuerza por explicar que las mujeres también tienen inteligencia, que el problema es qué se espera de ellas, a qué se las fuerza, en qué se las educa. Ella, que hubiera sido (aunque lo fue) una filósofa.
*mi amor también para el resto de personas que hizo como ellas, o que se negó como pudo al autoritario sistema de misoginia y odio general a la vida buena.
Furiosidad feminista, para mantenernos lúcid@s y viv@s. Nótese, se ruega, la crueldad patriarcal.
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