Para Roberto Echevarría que me alienta a escribirlo (tercer borrador)

Para el activismo político, lo que hacemos en el movimiento social, y desde un punto de vista con inteligencia feminista, es decir, entendiendo que el padre de todos los sistemas es el Sistema patriarcal, la inocencia es una herramienta revolucionaria: tenemos que limpiar la mirada y aprender a confiar, aunque sólo sea para evitar desarrollos de violencia, que es a lo que lleva la desconfianza.

Decir esto no es no saber nada del mundo, precisamente. Es saber de cómo cambia todo cuando desde la autocrítica y el pensamiento en diálogo intentamos abordar la vida de maneras libres del aprendizaje continuo y extremo de la violencia patriarcal.

Podríamos analizar por ejemplo cómo concibe y lo que hace el Sistema (patriarcal) con la inocencia. ¿Por qué iba a hacer eso con la inocencia, que es limpia y vulnerable? Es como lo que hace con los ideales anarquistas: lo de lo más esperanzador y positivo, nos dicen que eso es la más terrible violencia. Y sin embargo, está claro que lo mejor que hemos hecho hasta ahora en la especie (¿o no?) tiene muy directamente que ver con los ideales anarquistas de libertad y solidaridad, y no justamente con las realidades de la violencia patriarcal, «inevitables» y lucrativas para los más violentos: opresión, explotación y represión.

En el patriarcado (el padre de todos los sistemas de violencia según los datos y no sólo según la mirada de una mujer de la masa anónima), todo lo que podría conducirnos a un mundo sin violencias es distorsionado y conducido al extremo de la demonización, tan eficazmente enseñado por los líderes religiosos en el planeta siglo tras siglo. Y lo sé también porque en mi ADN se recoge la información de lo que le pasó a las mujeres que fueron libres, y solidarias.

¿Cuáles son las realidades patriarcales respecto a la inocencia? Destrucción de la inocencia, con saña además; o burla, escarnio, desprecio. Violación de bebés, de niñas y niños, su secuestro para redes de prostitución. Abusar “del débil” entre los hombres, burlarse de ellos, feminizarlos, que es la máxima humillación para el Hombre. La inocencia la usan contra “la mujer” para dejar claro que ésta no dispone de la misma mente humana: inteligente. La inocencia, cuando no la usan para crear horror, la usan en la Guerra Patriarcal contra la Humanidad para humillar, denigrar, desvalorizar a quien la muestre o proteja.

En la política de partidos queda muy claro: la Estrategia de la política patriarcal es la demencialidad de un juego político con las reglas irracionales de la violencia patriarcal. Todo lo bueno es implanteable. Todo uso de la inteligencia para resolver los conflictos con la máxima justicia posible y a través de la noviolencia (de procesos que no generen ni multipliquen la violencia) “No es político”, queda descartado porque es antitético a lo que “se puede y se debe hacer, mal que nos pese”.

Sin inocencia, ¿cómo podemos empezar a relacionarnos de manera revolucionaria (¿o aún hay quien cree que seguir con este Sistema patriarcal nos «protege»? ¿Contará algún día lo que ha vivido más de media humanidad desde el neolítico?), para generar un mundo inteligente, que es decir, capaz de respeto y felicidad a pesar de que tengamos enfermedades y envejezcamos, a pesar de que no siempre coincidamos en los afectos e incluso tengamos que esquivarnos para no hacernos daño o no dolernos?

Sin inocencia, ¿cómo vamos a poder pensar en comandita, sin miedo al error, con afán, con confianza de que podemos construir soluciones (inclusivas o respetuosas con los derechos humanos) en lugar de seguir perpetuando la guerra y la guerra más invisibilizada del dinero? ¿Por qué no íbamos a poder, por ejemplo, poner un límite a las riquezas multimillonarias, e impedir las trampas de las corporaciones? ¿Por qué no íbamos a decidir radicalmente no volver a darle credibilidad, ningún tipo de poder, a las personas enloquecidas que hablan de los «derechos» del «no nato» para imponerle a una persona con derechos humanos la gestación y todo lo que a eso sigue?

¿Que no se puede? Pregúnteselo a las mujeres, y en especial a las feministas. Y no están solas. Pero algo está claro, para todo el mundo: la revolución será feminista o no será, tendremos que entenderlo con inocencia algún día, si es que vamos a salvar la vida y la calidad de vida y el planeta con toda su vida.

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