No tener principios no equivale a no tener ideales, sino justamente asegurarse de que van a tenerse ideales.
Los principios son como las mariposas clavadas en un terciopelo negro. Son vida disecada. Están muertos. Y sirven sólo si se vive en un lugar inmutable, donde no hay nada nuevo nunca, todo es previsible y conocido.
La vida es movimiento. Todo cambia y todo combina de innumerables maneras. Además: no lo sabemos todo. Por eso yo no me guío por principios, sino por ideales.
Tener principios es triste, pobre y sofoca todo vuelo. Protege tus ideales.
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