Una trampa cuando escribimos sobre injusticias que nos afectan es que si tomamos los caminos patriarcales -y los tomaremos, pienso, si no estamos muy alerta- distorsionaremos la realidad que queríamos describir y nos alejaremos del objetivo que teníamos, la intención, el proyecto. El objetivo siendo, supongo, transformar la situación de injusticia. (El objetivo patriarcal sería primero la violencia: hacer daño, destruir.)
Los caminos patriarcales en los que pienso serían dos: escribir como revancha, el fin es destruir (hacer daño al objetivo); y escribir como burla, el fin es humillar al objetivo (hacer daño igualmente). El primer estilo recuerda el Ofendido y Agraviado, el Cargado de Razón, la Víctima tiene derecho a decir cualquier cosa, sobre todo que ponga a su objetivo «en su lugar». Los razonamientos son fallidos si se analizan. Se mezcla todo, se lía todo, desde el púlpito acusatorio. Yo por eso tengo tanta dificultad a la hora de escribir sobre los temas que más me importan. Sé que puedo acabar siendo arrastrada por ese odio, o por la versión más mezquina y fea de la rabia. El segundo es un gran clásico del patriarcado para «reducir» a las mujeres y a los hombres que según los patriarcas prefieren ser mujeres. Lo llamaron ironía pero no lo es, es la versión grotesca de la ironía, una burda forma de violencia verbal. El objetivo es usar la emulación de la risa para anular la identidad de la persona, dejarla en su personaje, cosificarla así. La falsa ironía patriarcal es un hablar desde la superioridad del yo, no desde el púlpito. A mí siempre se me ha dado mal porque algo en mí me ha llevado siempre a no querer entenderlas y finalmente en general no entiendo muchas ironías, algunas de las buenas! (Las que usan el razonamiento con un sentido del humor).

El otro día escribí un poema, «Hijo de puta» (contra el uso del insulto) y en la primera versión tenía un final revanchista (Torturador asesino, descansa ya. Descansa en paz). Conseguí cambiarlo a un final del objetivo real (Torturador asesino, descansa ya, déjanos vivir en paz), y creo que eso hace mejor el poema, aunque quizá no más popular. 

Expresar la rabia sin caer en las trampas patriarcales es toda una labor. Primero, descargas, eres hija del patriarcado, y lo haces como puedes, pero luego tienes que procesar, y evolucionar, pienso yo. Saber dónde parar, qué tachar, qué separar y qué conectar, para no irte por ahí.

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