Hoy me han dicho algo muy bonito. Una compañera me ha dicho que quería agradecerme que fuera tan valiente. Yo, sorprendida, la pregunté por qué, y después de escucharla y hablarlo era, en resumen, porque como nueva no asumí ningún orden de las cosas que hubiera o pudiera haber, y partí de mi criterio, de que en principio ciertamente yo creo que la gente tiene buenas intenciones y es capaz, hasta que se vea lo contrario, si se da el caso.

Estoy emocionada porque es cierto, ¡es cierto! (aunque a mí no me lo parezca, porque me parece como «lo que hay que hacer», y esto se ve ridículo, genera comentarios sarcásticos, «bromas» en general; hablo de una vida de 50 años), requiere valentía asumir la soledad en el mundo. Porque (pienso yo) es un tema de asumir tu soledad, y tu libertad para el lujo de verte acompañada por otras personas en la vida. La lucha por partir de Sin Juzgar, Sin Agrupamientos de Identidad, o de positivo, o de No negativo u Hostil o Bélico, la Insumisión a la Guerra, digamos, es una lucha invisible casi siempre.

Como si no pudiéramos imaginar nada bueno.

Nos empeñamos como especie adoctrinada en patriarcado en los bandos que se tienen que destruir o despreciar o…, en los grupos de identidad que se oponen a otros, y nos empañamos en saberlo todo de las intenciones y capacidades de todo el mundo. Y lo cierto es que sabemos muy poco de nuestro potencial y mucho de cómo cortarnos las alas. A pesar de saber que ocurren cosas increíbles todos los días en algún lugar.

Lo hacemos aunque seamos adorables. También decir, no lo hacemos tanto si sufrimos de inadaptación social, que, mira, tiene su lado bueno. 

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