El problema con las personas es cuántas se guían por la mezquindad. ¿Qué grandes cosas les reporta? No lo sé. No consigo averiguarlo. Si alguien tiene pistas… Pero sí sé la miseria del precio desorbitado que tiene para la especie, ya que nos cuesta el desarrollo de todo lo bueno de lo que somos capaz.

Pongamos la amistad. Las familias más patriarcales la detestan, en general. No toleran que pueda haber otro tipo de relación de amor. No es que no haya tiempo, es que les da miedo, y eso siempre lleva a la violencia. Lo que a mí me da miedo, de ese tipo que más que llevar a la violencia, pone triste como si ponerse triste fuera caer en una sima insondable, es el Gran Consenso que hay alrededor de cómo las familias (si hablamos de grupos que se empeñan en demostrarlo inconsciente y conscientemente todos los días) no toleran la amistad. Como decía María Zambrano, lo más admirado es lo más despreciado. ¿Para qué la amistad? ¿Para acompañarse y crecer, acompañarse y conocerse y quererse? No. Para esto está la familia, a pesar de la evidencia de que las familias rara vez ayudan en estas cosas tan importantes, y que lo más valioso que sí pueden y deben aportar es cuidarse materialmente, y dejarse un poco en paz. La amistad no sirve para nada, como el arte, como el ser persona, pero digamos que es importante decir que la amistad es muy «bonita» (es la palabra señal) porque no da vergüenza mentir, de hecho, mentir es, al parecer, muy necesario, en lo trivial y en lo importante, sin duda. Digamos que es una adicción de las sociedades violentas, el ingrediente que permite la perpetuación del Sistema. La amistad, si acaso, para cuando se tienen problemas, para ‘desahogarse’. Qué versiones tan atroces genera la ideología patriarcal sobre lo que es desahogarse. Y cómo se validan miles de veces a diario, por todos lados.

He soñado que un inspector me llamaba para decirme, sin hostilidad, como si fuera algo que debe hacer porque lo pone en su agenda, que soy pirrótica. Creo que quiere ayudarme a comprender algo sobre la mezquindad de todas esas personas adorables que tratamos a diario, sean de la Familia o no. Con todo, yo soy más de no atribuirlo a la mezquindad, sino al no comprender las cosas buenas, debido a la brutal educación del Sistema, que se alimenta de esta ignorancia radical, que tan a cargo tienen las familias. Pero… (nunca he sido arrogante, aunque curiosamente me lo atribuyan siempre con bastante violencia, no como cuando se dice de los más violentos, siempre a sus espaldas, con miedo a que les oigan) aquí el hecho: me he puesto a buscar, estoy buscando qué querrá decir.

Arrogante o no, tengo descartada la explicación que heredé de siglos: que el problema soy yo, que no amo, que no comprendo, que impongo o no tolero, que no soy suficiente. Quizá y sobre todo, que no sé estar.

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Pirrotina

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