Cuando un hombre heterosexual y blanco habla del precio a su activismo social, en general se le admira (y me parece lógico) y SE LE CREE, al menos frente a cuando una mujer habla del precio a su activismo social, pues en el caso de ella se piensa que es una loca (peligrosa, además, a pesar de que quien ejerce la violencia física desde hace siglos en el planeta es el Hombre porque así lo manda el patriarcado). A ella no se la concibe como activista, porque las mujeres son contenedores y criadas en el patriarcado, desde hace siglos, en los sistemas conceptuales. Coherentemente con esto, el precio a su activismo del hombre es llamado «represión», pero como la represión a las ellas que protestan viene de la propia sociedad (además de que pueda venir de otras fuentes), está amparada por el silencio invisibilizador de la sociedad en su conjunto, no es represión. Todo es tan violento que da náuseas.

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