27 dic 2015. ¿ANTIFEMINISMO en vez de MACHISMO? En el feminismo una gran lucha siempre es los nombres. A lo largo de las décadas hemos ido modificando la nomenclatura de cosas para conseguir llegar, al menos reducir algo el rechazo total (por ejemplo, decir «sexismo» en lugar de «machismo», aunque ahora gracias al progreso del impacto feminista, ya podemos volver al nombre que lo llama mejor, «machismo»). Y siempre lo hacemos, eso de graduar nombres, con reticencia porque anda que no llevamos retraso de siglos, pero bueno. Perdiendo a una nueva relación por un entorno antifeminista, me he dado cuenta de que la gente se pone de los nervios cuando dices «es que el entorno es muy machista», te dicen que les insultas, y da igual que respondas: «todo el mundo somos machista por siglos de patriarcado, pero el tema es si nos damos cuenta y queremos evolucionar a mejor». Un rasgo clásico del antifeminismo es cómo intervienen los hombres para «salvar» a la mujer no feminista que acaba de establecer contacto con una mujer feminista. Como en linchamiento. Todos a una. Es un clásico del machismo. Y cómo la propia mujer no siente ningún reparo en tratarte como si la estuvieras agrediendo, humillando, maltratando, algo que sin embargo sabe bien lo que es (y que tú no se lo estás haciendo) porque lo acepta bien de otras personas, especialmente, de los hombres.
El caso, a lo que voy, es que se me ocurre que tendría que haber dicho más bien «es que el entorno es antifeminista» porque quizá eso lo tomaran con menos agravio. (Y así haré para la próxima, aunque cada vez estoy menos por la labor de empezar relaciones.) Porque la gente antifeminista cree que hacen bien siéndolo, que las feministas son excesivas y ellas y ellos, personas antifeministas, saben mejor calibrar las situaciones. Y quizá con eso no se pongan al linchamiento moral, a confirmar, usándote, abusándote, que su visión del mundo es justa y buena y mereces la desprecio, cuando no violencia del tipo que sea.

15 enero. IDEAS Y SUS NOMBRES. Yo creo que llegué a la idea clave de dejar de sólo usar «machismo» y hablar de (tuve que acuñarlo, pues) «inteligencia feminista», de desarrollar inteligencia feminista, después de leer a Cynthia Enloe explicando «curiosidad feminista», idea vital a la que llegó y pudo nombrar acuñándola también. No entrarán no ya en el diccionario de los mandones, sino en el uso general de la población fácilmente, pero quizá ocurra un día, el proceso, la evolución, pero algo más acelerada, que ya nos vale.

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