Cuando me veo obligada a pronunciarme sobre la cuestión de las creencias espirituales, yo, la verdad, veo que mi falta de interés, sentimiento e intuición sobre el tema parece asociarme a una posición agnóstica. Realmente, no me interesa la cuestión, para mí el mundo espiritual es una no realidad, y es tal la no vinculación mía personal al tema que ni siquiera tengo interés en negar que exista un mundo espiritual; siempre y cuando no se imponga al resto a través de una religión o dogmas presentados como libertades.
Sobre la cuestión del sexo y el género me ocurre algo parecido. La diferencia está en que al vivir en un mundo patriarcal me veo obligada constantemente a luchar por espacio para vivir, pensar, sentir, intuir, relacionarme, pues el sistema de organización social que es el patriarcado no tolera que el mundo pueda operar desde lo que pienso, imagino, sospecho, intuyo, razono que es posible: un mundo donde las cuestiones biológicas sexuales no determine más que lo que pueda determinar tener manos, por ejemplo: algo directamente afectado por el tema, no toda la realidad de la persona y del mundo humano.
Yo no sé si soy una mujer en un sentido ontológico, sí sé que lo soy en un sentido social y a consecuencia de lo que la cultura impacta a las personas individualmente, que es mucho más que la biología. Sé que rechazo cosas que soy como Mujer en el patriarcado (pongamos, maneras femeninas patriarcales de hablar; que al tiempo conviven con maneras femeninas feministas y con atisbos quiero pensar de maneras humanas, de ser de la especie humana, simplemente). Sé que mi identidad y vida me demuestran que el tema del sexo y el género según se concibe en el patriarcado es relativo, y que ha fracasado como idea útil para organizar la vida humana, por toda la violencia que ha impuesto en las personas, y todas las limitaciones que ha impuesto respecto al desarrollo de su potencial, por no añadir ahora en su capacidad para la convivencia.
¿Y por qué lo sé? ¿Por qué, si ni siquiera sé si soy mujer, sé que el ser mujer según el patriarcado es una violencia contra la persona? Por el lenguaje, que es una muestra del potencial de nuestras mentes, nuestra capacidad mental para pensar, imaginar, intuir y relacionarnos con lo que está fuera de ellas. El lenguaje es un espejo de la maleabilidad de la mente humana. Es tan directamente nuestro individualmente y nuestro socialmente que en él pueden convivir todo tipo de realidades, las reconocidas como tales y las perseguidas o reprimidas. Y cuando hablo de lenguaje no hablo sólo de las palabras concretas sino de la capacidad de vivir o conocer y comunicar. El hecho de que en el lenguaje prevalezca el mundo patriarcal, con su reducción brutal de todo a dos cosas que se oponen y donde una de ellas debe prevalecer, lo que me llamo los binomios contendientes patriarcales, no elimina todos los otros mundos que el lenguaje nos ofrece, y de hecho a lo largo de la historia de la humanidad, si bien el patriarcado ha sido impuesto mayoritariamente en el planeta, por su extrema violencia o su sistema radical de violencias ejercidas, no ha podido eliminar la naturaleza humana, que tiene que ver con una visión mucho más diversa, compleja, libre de la cuestión de la identidad.
Para mí, una especie capaz de lo que es capaz el lenguaje y la comunicación humana no puede establecer un mundo de identidad tan primitivo y brutal como el que ha establecido el sistema patriarcal.
Si como feminista me paso el día hablando de hombres y mujeres, que es en realidad decir, hablando de el Hombre (con mayúscula) y lo que el Hombre ha definido que es el resto; si como feminista me paso el día reivindicando el derecho de ellas a ser nombradas, es a mi pesar, y porque no hay manera de empezar de cero, pues la vida es siempre un proceso, en lo que nos gusta, nos es indiferente, nos duele o destruye, en lo que nos hace bien, nos da felicidad, amor, consuelo, alegría y en todo lo demás hasta el extremo de desear la muerte. Es fácil comprobar que no existe el masculino genérico, que hasta el siglo veinte todo lo que nos ha llegado escrito estaba en masculino porque hablaba del Hombre y era escrito por el Hombre, y que en el siglo veinte se ha iniciado una r.evolución sin parangón, donde muchísimas personas con todo tipo de ideas han expresado realidades que nada tenían que ver con la supuesta realidad del sistema sexo-género patriarcal, que es la piedra fundacional de su cruel tipo de sociedad.
Cuando el ánimo decae, pues la historia de la identidad en el patriarcado es una pesadilla totalitaria, lo que yo pienso es que igual que el frío o el miedo extremo te impide pensar con libertad al sentirlos, o así ocurre también con la lucha por sobrevivir ante un problema mayúsculo de la naturaleza, como un tornado, por más que la ideología patriarcal haya constituido mi identidad, mi identidad es mucho más y está en mi mano ser, o luchar por ser más bien, siendo, porque andando se hace el camino.
“Si no me nombras, no existes” es una pequeña piedra de apoyo para avanzar cruzando el río. Y al tiempo, que yo defina mi identidad no implica que te excluya. Lo que está y aparece en el horizonte es mucho más, más complejo y profundo: es que consiga ver y saber yo y que le sea evidente a quien se tope conmigo que mi identidad es única y por tanto merece el mínimo respeto de la convivencia y el respeto del amor y el aprecio para quien sienta una sintonía.
La guerra de las escuelas es patriarcal. El amor al conocimiento no tiene relación con la guerra, sino con la vida. Cuando estuve en Londres, entre 1989 y 1992, en un 8 de marzo vi como una metáfora que no había visto antes: cómo cada grupo, o red, o persona hacía lo suyo, y cómo en esta celebración y conmemoración de la lucha feminista, siendo cada cual lo suyo, en ese universo de diversidad, se había generado algo: un movimiento. Tiene que ocurrir que se comprenda que todo el trabajo de investigación y pensamiento, así como toda creación y activismo, todo lo que cuestiona la ideología patriarcal forma un conjunto de vida que puede transformar lo que en el pasado prevalecía.
No hay que hacerlo todo, hay que hacer lo tuyo, y cuanta más gente haga lo suyo desde una mentalidad que aspira a superar las violencias e injusticias, desde ese afán de desarrollo de la inteligencia, que incluye la racionalidad empática (frente a la Razón patriarcal), se formará el todo que traerá esa evolución mejor.