NACIONALISMOS DESDE LA INTELIGENCIA FEMINISTA Y LA LINGÜÍSTICA MODERNA, LA SOCIOLINGÜÍSTICA, PSICOLINGÜÍSTICA…: OFENDID@S Y JUSTIFICAD@S SIEMPRE PARA AGREDIR
El problema de muchas personas en las comunidades que hablan español castellano, español extremeño, español leonés, español aragonés (no el aragonés, que corre riesgo de extinción y es otra lengua), español manchego, español andaluz…, es decir, español, respecto a la existencia de comunidades que hablan otra lengua, materna o no (y además español, a menudo, como 2/3 de la población humana, que es bilingüe o trilingüe), es que no pueden respetar que en España hay diferentes culturas, y las culturas con lengua sólo de ellas merecen el mismo respeto que las culturas que comparten la lengua española. La lengua además ofrece un modo de comprender el mundo, y por eso a las diferencias que puedan ya existir entre las varias identidades culturales colectivas, sumar la que genera la lengua es un factor vital, que no se puede ignorar y que hay que respetar como diferencial.
Como feminista, he visto que lo puedo comprender mejor que la gente que se niega a desarrollar inteligencia feminista, o machista radical, o misógina, porque comprendo bien el problema del androcentrismo y de cómo obstaculiza que lleguemos a pensar el mundo como personas. El androcentrismo (verlo todo no desde la idea de Persona, sino de Hombre, porque llevamos siglos viéndolo desde ahí, es clave en la construcción de la sociedad, cultura, ideología patriarcal) impide a personas perfectamente capaces de comprender la crítica feminista, que es crítica de un movimiento social fundamental para la evolución noviolenta a sociedades humanas más civilizadas. “¿Qué más quieren?”, se preguntan las y los machistas reivindicativos de serlo y no reconocerlo, pero no es una pregunta, sino una forma de hacer daño: una amenza de “Estamos ofendid@s y dispuest@s a agredir” en realidad (con la bendición de una ideología determinada que se cree centro del universo). No porque sean malas personas, porque quieran hacer daño (aunque vomitan odio en ocasiones), sino porque no entienden, y no quieren entender que permita convivir y evolucionar. Lo que importa es un orden que ya deberíamos haber dejado atrás, un orden lleno de mentira y violencia, que no tolera la diversidad y la disocia de la convivencia, algo demencial para mentes más evolucionadas.
Tradicionalmente pasa así con este tipo de problemas: quienes argumentan su caso (pueblo que quiere votar, feministas) son demonios y quienes no comprenden o respetan a otras personas (nacionalistas del españolismo, que no se sabe bien qué es, pero que lleva décadas negando la Constitución, que no es sagrada por cierto y tiene incoherencias galácticas, donde se habla de lenguas co-oficiales y riqueza plurilingüe, cultural, en España), los que deben prevalecer. Por suerte ahora quizá no te quemen en la plaza, pero como podemos constatar a diario la violencia conceptual, de las actitudes, verbal sigue prefiriendo la guerra e impidiendo u obstaculizando con todos sus gritos y su odio que desarrollemos formas noviolentas de resolución de los problemas y conflictos.
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