CULTURA PATRIARCAL, «MUJER» Y NEUROCIENCIA
Con lo que ya sabemos empíricamente sobre la maleabilidad del cerebro y la mente humanas sorprende que cada vez que se divulgan datos sobre este tema y te aborda el género las interpretaciones se obsesionen con demostrar que el orden patriarcal de género, es decir, cómo somos personas hombre y personas mujer, esa forma tan asociada a funciones en la sociedad que se excluyen según tu órgano sexual reconocido, es biológico. Desde siempre hemos dispuesto de información alrededor (aunque hubiera tanto que ocultar para salvar la vida) e información en la historia (aunque hubiera tanto omitido, borrado y distorsionado) que habla de la realidad identitaria humana, DIVERSA, como todo en la naturaleza, precisamente.
Las formas de ser mujer, hombre, persona son inagotables, física, psicológica, sentimentalmente, socialmente, culturalmente, respecto a inteligencias varias, como persona y como colectivo, la identidad humana es inagotable. Sabemos ya que no es cierto que tener pene o espermatozoides implique que no desees tener descendencia, y cuidarla hasta que sepan valerse. Sabemos ya que no es cierto que tener vagina u óvulos no implique ser incapaz de razonar o crear. Así que la pregunta es, ¿por qué seguimos perpetuando el orden de género patriarcal? ¿Acaso nos gusta machacar a la gente, despreciarla, subestimarla, destruirla? Con tantos siglos de valores patriarcales, es decir, de sistema de violencias que nacen de la violencia primera conceptual que es considerar que un grupo humano es superior y el resto debe servirle, a costa de su identidad, libertad y vida. ¿acaso no sabemos ya sencillamente convivir respetando, concebir que quizá la vida y las relaciones puedan ser menos injustas y violentas, más humanas?
Una mujer que razona mejor que un varón no es sospechosa, ni mala, ni le está humillando, y a diferencia del Hombre (el hombre según el patriarcado), no es necesario seguirla ciegamente. Una mujer que razona es una persona que razona, y razonar empáticamente no es cosa menor, inferior, o “de chicas”, sino la clave para la supervivencia y el rescate del potencial humano más positivo, el que nos tendría viviendo en sociedades donde la curiosidad, el apoyo mutuo, el espíritu creativo y crítico, la independencia, el respeto, la colaboración, la escucha llenarían nuestras vidas justamente de eso, de vida.
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