Aprender inglés ampliando mundos. Estoy trabajando en una publicación, Sisters. Workshops for Lifelong Learners of English, que publicaré como tarde a inicios de abril por los copyrights que tengo que conseguir (y si posible o no, implica abandonar a algunas autoras, a Audre Lorde por ejemplo, ayyyyy cómo duele, y buscar otras en el dominio público, o que practiquen la sororidad, como Tiffany Midge y Joy Harjo, pues soy una escritora anónima para el mundo de editoriales y cultura sancionada). La base es partir de aprender poemas con sus audios, claro, para practicar la música del idioma, de la poesía, y pronunciar y entonar bien, pero de ahí se sigue un recorrido que es como viajar, explorando y descubriendo además de usando la lengua de todas las maneras posibles. Sigo la metodología que he creado tras décadas de exploración e investigación en el aula, y que tan buenos resultados dio en tantos sentidos, prácticos y revolucionarios, aunque al fin libre del todo, escribiendo y proponiendo como si la gente tuviera más interés que aprobar un examen o sacar un título. Y como soy de hacer lo que propongo, y para acompañar a quienes compren el libro (quizá nadie, lo sé, pero da igual, yo hago lo que quiero y puedo hacer), acompaño a la gente compartiendo mi trabajo. Esta cíberpostal es mi trabajo creativo con ese poema de Emily Dickinson. Tras leer y leer y aprendérmelo y hacer que salga en mis sueños, finalmente he logrado hacer lo que mejor refleja mi relación personal con el poema. No quita que haya otras, pero tampoco que quizá la mía se aproxime a la intención de la escritora. En cualquier caso, es tan buena escritora que supo usar lo no poder hablar abiertamente de las cosas para multiplicar el eco de los poemas, y sin duda, aquí habla de un tema de ecología que al fin comprendemos, pero también de cosas íntimas.
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