Ah, sí, los hombres nunca se disculpan, y algunas mujeres tampoco. Pero…

Yo existo y cuento y ofrezco esto: capacidad para disculparme sin sentir que es un acto humillante; no porque nos hayan despojado a las mujeres de dignidad, con sus viejas lecciones hipócritas y perversas, sino porque sé que es un acto necesario cuando se comete un error, sobre todo, si afecta a otra persona.

Así pues, no, no me interesa una amistad que no ofrezca una posibilidad de libertad así de fundamental. Como tampoco me interesa una amistad donde no se pueda hablar de un problema de comunicación. Me parece el ejemplo máximo de desamor.

Y luego está la belleza de la amistad: se puede elegir, no hay problema y eligiendo, no pasa nada.

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