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Es tal la necesidad de encontrar una posibilidad factible, que cuando una persona muestra en un acto (verbal u otro) bondad, convierto ese detalle en un todo y me comprometo a apoyar radicalmente (a nunca engañar, ni ser mezquina, en ningún sentido, aunque esto no incluye “sacrificio”, es decir, recorte a la libertad). Así se construye un mundo no real.

Con todo, dos reflexiones:

No hay una construcción perfecta (correcta, ideal).

Esta construcción mía se diferencia a las construcciones sociales que imperan (y que son acatadas anulando la capacidad de racionalidad empática, de razón compatible con sentimiento), que tampoco remiten a un mundo real, en que no contiene intenciones o actos de maldad y mezquindad.

Por desastrosos que sean los hechos que lleva asociados.

Lo que me parece indudable es que no se puede actuar mejor sin desarrollar la introspección. Y que es preciso desarrollar la inteligencia social también, para protegerse.

Aporte para el Festival Itinerante por el aborto seguro, legal y gratuito en América, llena de pueblos, 8 de marzo del 2012, de michelle renyé, pobladora de mujerpalabra.net

 

Licencia poética

 

Mi licencia poética es hablar

de lo que el Hombre ha silenciado

mientras estrangulaba a las mujeres:

la mula de carga, la sucia coneja, la mantis, la zorra,

la urraca estéril, incapaz de pensar, estridente

en el sentir, buena sólo para ser usada.

 

Todos son nombres del Hombre para ellas.

Así es la guerra totalitaria visible e invisible del horror.

 

Es la licencia poética de quien tiene menos valor

que un vientre gestando la posibilidad

de un futuro hombre;

la licencia poética de un ser

insignificante, frívolo, maldito,

cuya muerte, desangrándose en el suelo,

es siempre merecida, cuya vida es ser acosada,

violada, morada de golpes y de esfuerzo,

sepultada viva, difamada, ninguneada hasta la aberrante

enésima vuelta que es “Di ‘Sí’, ‘Me gusta’,

‘Nos lo merecemos’; confirma el brutal universo

de la razón patriarcal, pon tu huella aquí:

‘Sí, éste es mi lugar’”.

 

Lo inmoral hecho decente, conveniente, castigo justo.

Son los hechos del Hombre hacia ellas.

 

Me tomo la licencia poética de existir

negando con mi vida

que haya justicia donde no la hay,

constatando con mi vida

la existencia de otra lengua,

puro amor en la cabeza corazón,

cuyo cuerpo crece en nuestra voz

que vamos a conservar porque es

pura vida: camino de polvo arcilla,

de volcán, de agua sonora, olor a yerba,

vuelo de viento entre los campos y los árboles,

luces, cuevas, lagos, noches,

existencia,

 

y si tienes valor,

únete a nosotras las personas.

Los materiales que construyen nuestras identidades comparten el hondo impacto de lo que el sistema patriarcal define como Hombre y Mujer. La mayoría acepta que estas definiciones son hechos naturales, inevitables. Pero siempre ha habido minorías que han cuestionado, rechazado, transcendido estas definiciones, lo que no implica que hayan podido desenraizar el impacto de estos papeles. Con todo, y dado que todo es un proceso, todo papel aprendido puede modificarse en alguna medida para aspirar al ideal de no construir la identidad a costa de nadie. Aunque mi ideal es llegar a ser una persona, trascendiendo los condicionamientos del Ser Mujer en un sistema patriarcal, hay elementos del Ser Mujer que no me incapacitan para comprender y por tanto trabajar para ser la persona en proceso, la persona que convive y vive en sociedad.

Sobre la cuestión de los condicionamientos biológicos no me preocupo nada, porque un ser con la capacidad de imaginación que podemos alcanzar (creatividad) no es arrastrado por los condicionamientos biólogicos. El que yo, al ser mujer biológicamente (con matriz), tenga la capacidad de gestar un ser humano no implica necesariamente que desee hacerlo, ni siquiera que tenga la capacidad o voluntad de ser Madre (según la ideología patriarcal: único ser Mujer que asume incluso contra su propia vida la crianza y educación del ser humano que ha gestado). El cuidado de las personas pequeñitas puede hacerse de muchas maneras cuando se tiene una mente capaz de imaginar. Los condicionamientos biológicos tienen algún papel (p.e., podemos morir de frío, sin matriz no puede gestarse contando sólo con el propio cuerpo, sin esperma que fecunde un óvulo no puede gestarse, si no bebemos morimos antes), pero no tienen el papel que el sistema patriarcal ha concebido e impuesto.

La importancia de plantearse la identidad crítica(libre)mente es que además de todas las otras cosas que dependen de este concepto, la violencia, la guerra vienen producidas por este tipo de ontología (nacionalismo) del ser.

Matar, someter es de cobardes, de personas incapaces de controlar su miedo y hallar soluciones a los problemas. Lo valioso, lo difícil es tejer un mundo que acoja personas libres y solidarias. El hecho de que no podamos prescindir de la única violencia de negar la libertad a quienes no pueden o quieren dejar de ejercer violencias contra otras personas no niega lo que puede ser; sólo hace que la búsqueda de soluciones sea compleja, dado el hecho de que en la consciencia colectiva de la especie prevalece la idea irracional de que sólo podemos vivir y convivir ejerciendo violencias. Si los recursos y esfuerzos empleados en generar las innumerables violencias que construyen el mundo social que tenemos fueran puestos al servicio de las buenas ideas y sentimientos, el mundo sería indudablemente mejor, no un imposible. Pero la cobardía, el asumir semejante limitación a la cabeza-corazón humana, es sencillamente pura cobardía, pura rendición. La razón patriarcal es un anacronismo, el camino que deberíamos empezar a ver y al que deberíamos dirigir nuestros esfuerzos es el que nos ofrece la razón empática, una racionalidad construida desde la capacidad del sentimiento de bondad, generosidad, honestidad, solidaridad. La justicia y el sentimiento de libertad no son más que valentía inteligente.

Hace muchos años, quizá cuando cayó el muro de Berlín, no recuerdo bien, di un taller en una reunión de la IRG llamado “Conceptos peligrosos, la revolución olvidada“, donde le daba una buena paliza a “reto/desafío”, siguiendo la estela brillante de Rafael Sánchez Ferlosio en su libro Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado. Y estoy pensando pero no recuerdo el otro concepto al que le hice la crítica, jo. Los criticaba salvajemente porque se usan en el movimiento social y considero que se basan en unos valores de mierda que de hecho el movimiento cree combatir o desea combatir o dice combatir. Y algo es curioso, en todo ese tiempo, ese título no ha surgido por todos lados como las setas cuando llueve.

Hay una humildad que no es obediente ni indigna, sino rebelde y digna, la de saberse igual a las demás personas…

mons y dials de alemán (1-5)

Y una mierda que amar es suspender la inteligencia. Amar es justamente usar la inteligencia: te capacita para ver y apreciar lo que es invisible a los ojos de otras personas, te proporciona una sensibilidad o inteligencia extrema.

¡Cuánto odio enseña el patriarcado! ¡Con cuánto ahínco inconsciente colabora la gente para perpetuarlo!

Que “amemos” según los dogmas patriarcales no borra la existencia del amor. No nos convierte a todas las personas en seres incapaces de amar.

Sí, bien percibido: hago lo que me da la gana. Como el resto de personas que creen no estar eligiendo (y, por cierto, no hacen más que quejarse de todo, no organizándose jamás para nada; quejicas profesionales que detestan la libertad por lo que eligen, sí, pero lo que elige la mayoría, con sus pieles adversas a la empatía y su mente adversa a la resolución noviolenta de los problemas).

Lo que nos diferencia es más bien que yo sé que estoy sola y que debo mantenerme en pie sola, y que amo más la consciencia de la realidad que la compañía de la mayoría (al parecer, no se puede vivir en sociedad si no eliges el surco prevalente).

Ah, sí, los hombres nunca se disculpan, y algunas mujeres tampoco. Pero…

Yo existo y cuento y ofrezco esto: capacidad para disculparme sin sentir que es un acto humillante; no porque nos hayan despojado a las mujeres de dignidad, con sus viejas lecciones hipócritas y perversas, sino porque sé que es un acto necesario cuando se comete un error, sobre todo, si afecta a otra persona.

Así pues, no, no me interesa una amistad que no ofrezca una posibilidad de libertad así de fundamental. Como tampoco me interesa una amistad donde no se pueda hablar de un problema de comunicación. Me parece el ejemplo máximo de desamor.

Y luego está la belleza de la amistad: se puede elegir, no hay problema y eligiendo, no pasa nada.

No me refiero al mal de las personas que no son capaces de bondad. (Para solucionar ése, no creo que podamos evitar la violencia, aunque aludo a la de privar de libertad.) Me refiero al mal de personas capaces de bondad, que es el resultado de aceptar realizar ciertas operaciones (“lo que hace todo el mundo” y “todo el mundo entiende que se haga, aunque esté feo” porque se “cargan de razones”), las “operaciones de la mezquindad o defensividad”.

Son estos mecanismos, se me ocurre, lo que hace que sea tan difícil modificar la mentalidad por defecto que nos ha sido construida por “el mundo”, por la cultura, por la sociedad. No defienden nada bueno, destruyen, degradando a quien los protagoniza y haciendo daño a quien es objetivo de ellos.

Hoy me han dicho que esta idea tiene al menos 2.500 años, que soy socrática y platónica, y que otra visión pudiera ser que la gente no entiende ni, sobre todo, puede o quiere entender.

Hoy por lo menos he encontrado una saga.

El amor puede adoptar muchas formas. Lo importante es que no se base en los mecanismos de autodestrucción y manipulación con que se nos bombardea continuamente. Para poder evitar su impacto, hay que tener el entendimiento abierto a la evolución, capacidad autocrítica y empática… Y algo más: aprender a usar el humor, que siempre es un modo de solución honorable y placentero.

No es cierto que las personas sometidas a una situación de pobreza y las que tienen un coeficiente mental inferior a lo que se considera media sean más felices. Lo que pasa es que ni la pobreza ni el coeficiente intelectual despojan a las personas de su condición de persona.

La gente que dice cosas así no sabe lo brutal que aparece ante quienes decidimos usar la inteligencia para buscar la justicia y resolver problemas de formas noviolentas. Se escandalizarían si se vieran en este espejo. Pero ese escándalo no sería tan intenso como el dolor y la desesperación que provoca oír sus palabras psicópatas.

Hay algo que me genera rechazo radical y es cómo se reproduce el sistema de valores patriarcal sin que se enteren algunas mentes que consiguen reconocimiento a su trabajo de los mecanismos de reconocimiento prevalentes.

Para poner un ejemplo, hace ya muchos años escuché en la tele a Almudena Grandes y a Ana María Matute hablando sobre literatura. Y la segunda decía (la segunda, conocida por su inocencia, ¿no? Ay, qué penita tan grande me genera tanta inconsciencia!) algo que es repetido por estos grupos de personas siempre, y que una de las cosas que más rechazo me da (ojalá pudiera ejercer, en su lugar, el furor indiferencia), que es:

“La gente buena al final sale siempre”. (!!!)

Buena se refiere a con talento para escribir, en su caso.

La reacción inmediata es preguntarse entonces (considerando la historia de siglos de la humanidad), si jamás hubo sobre el planeta más que alguna mujer capaz de expresar algo con talento de algún tipo. Es sospechoso que las mujeres no aparezcan por ningún lado, ¿no? (Y si aparecen ahora, en todo caso, no es sin búsqueda empecinada ni niega la realidad de siglos). No es posible que eso haya sido así, a pesar de que se las excluyera de poder dedicarse a lo que desearan y que pudieran estudiar y demás libertades que potencian las capacidades.

Y otro dolor: a esas pocas que aparecieron que serían buenas eso era según Ellos “porque escribían como hombres”. Es decir, escribieron algo que los hombres en el poder pudieron entender y valorar. Aunque esto también cuesta creerlo, claro, por el obstáculo de la idea nada irracional de que todo autoritarismo tiene en su repertorio alguna excepción que lo valida incluso más.

Qué patético que ése sea el precio que consciente o inconscientemente parecen ir pagando las personas que reciben algún reconocimiento. ¡Pues no se habrán muerto como se han muerto (asesinadas, de hambre y frío, o por la incomunicación, que no es moco de pavo esto) millones de personas que fueron y serán anónimas y que sin embargo su vida o pensamiento brillaba y latía! 

Las castas no empatizan nada. Por eso hay que evitarlas. Te atocinan la mente. Te hacen fofa. Incapaz de empatizar, de conocer el mundo. ¿No podrá la gente combatir su clasismo aprendido, su sentir halago?)

Quiero dejar de sentir este asco, por decirlo más directamente, porque es la versión menos digerible del dolor que causa la injusticia. ¡A ver si se lo plantean de un vez: la realidad! ¡Que piensen con un poco de libertad, por favor!

Por eso y por más, feliz de estar en la masa anónima, entendiéndose eso no como no desear compartir sino justamente lo contrario: sólo se puede compartir en pie de igualdad.

El error no está en que lo que se haga sea dañino para nadie. Hay que comprender lo incomprensible. Hay que saber cuándo es necesario no intentarlo más. A esto se lo llama “dejar de insistir”. En una pintada dice: “La resignación es un suicido cotidiano”. ¿Es dejar de insistir resignarse? ¿Por qué tengo siempre la sensación de que me estoy jugando la vida?

The mistake is not that one is doing something which harms anybody. What needs to be done is to understand what it is impossible to understand. One must know when it is necessary to stop trying. This is called “to stop insisting”. A grafitti says: “Resignation is committing suicide each and every day”. Is to stop insisting resignation? Why do I always get feeling that I’m risking my life?


 

Soy feminista. Mi amor, la justicia

“Hay que visibilizar el hecho continuado e irrefutable de que usamos la lucha noviolenta a diario para defendernos de y transformar un mundo patriarcal construido desde la violencia. La lucha noviolenta ha sido permanente por parte de las mujeres, no porque exista un género trascendente que sea la Mujer que por su capacidad de generar vida evita producir la muerte. Yo no creo esto. Pero sí que perteneciendo a un grupo sometido durante siglos a todo tipo de violencia, tiene un valioso conocimiento no sólo de la violencia, sino además de cómo sobrevivirla y cómo incluso construir a pesar de ella. Hay que visibilizar, coherentemente, la violencia que usa todo el mundo a diario: la violencia verbal, conceptual, pues ésta tiene un papel fundamental en la construcción de la sociedad.” (michelle renyé, 2012)

Escrito para el proyecto en mujerpalabra.net de aportar citas de mujeres, y así rescatarlas de la violencia del ninguno histórico de siglos.

Mujeres, difundid vuestro pensamiento, vuestra creatividad, vuestras luchas, no puede ser que cuando queramos citar a gente valiosa, sólo se nos ocurran hombres.

Jane Bowles

Nació en 1917, año en que también nacieron Leonora Carrington (pintora y escritora surrealista) y Carson McCullers (próxima a Faulkner al escribir, pero muy distinta).

Considerando el estrangulamiento que sufre esta escritora a manos de quienes han “heredado” sus derechos de autora (que además la tía y su ejército de abogados persigue legalmente a todas las webs y blogas que quieren apoyar la difusión de su obra), estoy pensando en hacer un dibujo de ella, basado en una foto (este artículo lo quiero traducir también, está muy bien) que posiblemente fuera tomada hacia el final de su vida (1917-1973), y traducir menos su relato “Simple Pleasures“, “Placeres sencillos” (patatas asadas), que escribió en algún momento entre 1944 y 1951 (parece que en 1946, cuando tenía 29 años) y que publicó en 1966 en una colección de relatos y obras de teatro que tengo la suerte de tener porque mi amigo Fernando lo encontró creo que en Los Angeles y me lo regaló a su vuelta.

Me enfurece lo indecible lo que considero una visión misógina sobre su literatura, artículos de la prensa española, escritos por hombres insensibles e ignorantes: visión incapaz de entender que no todo el mundo posible ha sido imaginado por ellos. Dicen que sus historias son malas. Pues bien, señores, no todo el mundo quiere escribir “historias” tal y como ustedes las conciben. Lo que pasa es que hay literatura que te lleva en viajes a lo desconocido. Si no se puede hacer el viaje, guárdese el mínimo respeto de no echar mierda a lo que no se comprende.

(Para mí, lo que intenta captar, describir, plasmar son los procesos desconocidos inconscientes de la mente humana en su fluir del día. Es puramente exponente de aquello que se llamó en el mundo anglófono, el modernismo (distinto a lo que se entiende en español por esta palabra), captar instantes, el de Dorothy Parker (nada conocida para el público mayoritario), Katherine Mansfield, Virginia Woolf, y otra gran olvidada que a mí me asombra, Jean Rhys.)

Jane Bowles lo sabía, supongo, que no la leían e incluso que no la leerían. Tras la publicación de Two Serious Ladies / Dos damas muy serias (1943), escribió en una carta a su compañero Paul:  “I am serious but I am isolated and my experience is probably of no interest at this point to anyone.” Trad.: “[Voy en serio]?, pero estoy aislada y mi experiencia probablemente no le interese ya a nadie”.

Toda mi furia contra el mundo por esta autora. Como por Camille Claudel (ay, y no voy a dejar que me lleguen más nombres y más no nombres que nunca conoceremos), lo que le hicieron a una impresionante escultora que tuvo que sufrir la tortura que debe de ser no poder crear porque te encierran en un psiquiátrico. Sométete, experto-de-mierda, a la incomprensión radical, y ya veremos cómo lo llevas, qué haces. Canalla.

A las personas que tienen el don de explorar deberíamos amarlas y apoyarlas, porque hacen lo que casi nadie se atreve a hacer, su vida, sobre el alambre del mundo.

Frente a una persona que se niega a regir su comportamiento por el ánimo o la inteligencia de convivir (alejándose o quedándose), ¿qué se puede hacer? Es como la educación: no puedes enseñar nada a quien no quiere aprender. Es como la violencia de los que lo acaparan todo: ni con tu violencia ni con tu noviolencia podrás nada contra quien se niega a dejar de abusar. Por ello, como activista, yo intento aportar esfuerzos que ayuden a las personas a desarrollar su inteligencia-sensibilidad (cabeza-corazón), me alejo del activismo de presión (el culpabilizador o de convencer, pienso que aunque pueda cosechar algún resultado, sobre todo hace daño, porque maneja conceptos violentos), porque si la mayoría comprendiera algunas ideas fundamentales para la convivencia, eso tendría un impacto en la sociedad y en la evolución de nuestras mentes y relaciones. Ahora bien, queda sin resolverse siempre la cuestión de qué hacer frente a quien no tiene intención alguna de dejar de hacer daño.

En la vieja película de ciencia ficción “Ultimátum a la Tierra”, el representante de civilizaciones más inteligentes que las que pueblan la Tierra, que viene aquí con la misión de decirnos que es un desastre total lo que nos hacemos y lo que hacemos en lo que es nuestra casa, que procede de sociedades que han rechazado la violencia en su vida cotidiana, viaja acompañado de un robot gigante que es capaz de borrarte del mapa con un limpio rayo. Y es ése el ultimátum de civilizaciones noviolentas: si pretendemos seguir adelante por el camino de la violencia y la injusticia, nos fulminarán como cualquier terrícola fulmina una plaga, pongamos, de cucarachas: sin ningún problema moral, dado lo dañina que es la especie.

Con esto, claro, no renuncio a la noviolencia, a ninguno de mis ideales, pero es importante abordar este problema, porque aunque falte mucho para que la mayoría comprenda que se vive mejor abandonando la violencia verbal que ejercemos cotidianamente, la violencia conceptual, de actitud, el problema quedará y quizá intentar resolverlo nos ayude a dar con algo que, obviamente, nos falta.

He estado ordenado las Páginas (barra de navegación de arriba del todo), para vincular en ellas cosas que tenía. No sé si ya estará todo, pero al menos ¡hay algo!

La barra de navegación de más abajo (aquí arriba también) con las secciones en bilingüe es para que os salgan los mensajes posteados en esa categoría, o sea, facilita las búsquedas de lo que he posteado aquí. Considerando la barra de Páginas, lo que se buscaría mejor con esta otra barra de navegación son los textos de las categorías: Raro y Pensamientos. Lo demás creo que está ya vinculado en las Páginas.

Gracias por leer! 🙂

No es que me niegue a relacionarme con gente que por su labor intelectual / artística haya tenido la fortuna y el fruto de su arduo trabajo de recibir cierto o mucho reconocimiento público a su obra. Es que se me hace pesado porque es como andar por un campo minado (cuidado con esto, cuidado con lo otro), temo a sus amistades, y me entristece ver cómo por voluntad propia, como cuando vas a la ginecóloga o a la dentista, se van limitando el espacio, para poder caber.

Podríamos decir que mi arrogancia no encuentra límites; o sencillamente, que trabajo con mi vida porque es el único material que tengo a mano y no es de nadie.

Podríamos decir que soy dañina para la sociedad, y también que soy necesaria porque soy buena.

Hay otra manera de ver las cosas. No soy ingenua; soy idealista, impulsiva y espontánea. Lo sé: una fuente inagotable de imperfecciones, de error; y también: una posibilidad de hallar puertas y ventanas.

Toda opresión genera un daño pero también puede generar una fortaleza. Que no se espere nada de ti multiplica la dificultad de que explores y desarrolles tu potencial pero también proporciona una libertad de la que no disponen quienes tienen valor a ojos de otras personas, la libertad de movimiento que da el anonimato, el no importarle nada a quienes reparten estatus y monedas. No tienes que demostrar nada porque nadie espera nada de ti. No vas a “triunfar” igual que no vas a “fracasar”. Los conceptos no se aplican a tu caso. Y esto, que en principio es negativo, un modo de no existencia, para quien necesita libertad es una muy buena noticia. Una ventaja, como lo de las mujeres y el dinero.

Siempre he sabido que mi relación con el dramático hecho de ganar dinero era privilegiada por ser mujer. Para mí, como mujer, poder ganar dinero para mantenerme es un motivo de alegría y celebración, no una obligación, como lo es para un hombre, el cual, si no puede ganar dinero se ve abocado a autodestruirse, porque ha fallado al mundo “como hombre”. Los dos lo necesitamos igual, pero hay un hecho subjetivo-social en cómo se percibe el hecho. Yo, como mujer, aunque dependa del dinero igual que un hombre que también lo necesite para vivir, siempre he podido disfrutar de esta relación positiva con el hecho dramático y asqueroso de tener que ganar dinero para vivir. Y si hubiera sido hombre, habría luchado con uñas y dientes, o bien, con los puños, que es más masculino, por desligarme de la obligación, de la sensación de que mi identidad pudiera dejar de tener valor si no fuera capaz de ganar dinero, o mucho dinero. Y como hombre que hubiera luchado por esto, con todo, sé que no habría podido sentir nunca la sana y sencilla alegría que da ser independiente económicamente, cuando eres una mujer, porque lo sabemos, de alguna manera, consciente o inconscientemente: nos estaba vedado, no poder ganarnos la vida era una pieza clave de la esclavitud de las mujeres en el patriarcado. Lo sabemos tan bien, tan hondo, como sabemos, desde pequeñas, que nuestra libertad de movimiento está más amenazada que la de los hombres, por el tema añadido a los peligros y central del mundo misógino de la violación.

A pesar de lo dicho anteriormente, el dinero, como el llamado poder (que no es más que que todo el mundo te tenga miedo, degrada todo lo toca), o más precisamente, desnaturaliza todo lo que tiene valor. Por ello pienso que en la inevitable transacción que es ganarse la vida, no debe ponerse sobre la balanza aquella destreza que más amas; que debemos buscar trabajos que nos gusten, sí, dado el gran número de horas de nuestras vidas que nos van a ocupar, pero no trabajos que necesitemos hacer por nuestro propio ser, como son los de expresión artística. Es cierto que la expresión artística es alentada por la interacción social, por nuestras relaciones con la gente en el mundo, pero es distinto usar esa inspiración para explorar libremente o expresar algo que te es vital, a usarla para realizar un trabajo que te han encargado. La distinción no es puritana, es por proteger el territorio libertad a la hora de crear.

No todo el mundo se relaciona igual con su capacidad de expresión. Cierto. Por eso mismo debe respetarse a todo el mundo, evitándose juicios de valor, definiciones que contribuyan a la omisión de personas con otras opciones.

La omisión es un arma también, y lo sabemos bien las mujeres. No es cierto que el mundo de la cultura acaba sabiendo qué obra merece esto o lo otro, o qué artista. En el mundo, no sabemos de millones de personas que fueron y son valiosas para la especie y murieron o viven en el anonimato. Y no lo sabemos, no porque no podamos saberlo: es de lógica que así lo concluyamos. No lo sabemos porque consciente o inconscientemente validamos continuamente el mismo sistema que nos hace daño. Si no entendemos que el mundo construido es sólo una parte de la realidad, y actuamos y pensamos como si fuera toda la realidad, seguiremos perpetuando lo que nos hace daño y negando la existencia de otras personas que es decir de otras maneras de actuar y pensar y expresarse y sentir.

No es posible el borrón y cuenta nueva y al tiempo…

La inferioridad cognitiva, intelectual de las mujeres (transmitida en todos los ámbitos, incluida la Historia y el mundo de la Cultura sancionada), y también la moral (transmitida brutal y sutilmente por las religiones), ha sido construida empecinada, permanentemente en el planeta por un mismo sistema de organización social, el sistema patriarcal. Desde Aristóteles a Nietsche, ejemplos del mundo del pensamiento, desde la Biblia a las Inquisiciones y Cazas varias, desde la exclusión material de las mujeres de todo espacio de acceso al desarrollo de las habilidades cognitivas del cerebro humano (bibliotecas, universidades) hasta el siglo 20, desde la Historia escrita, donde las mujeres no aparecen supuestamente porque no han aportado nada valioso para la especie (lo único para lo que sirven, que no es meritorio sino una ventaja biológica, es gestar y parir, a lo que se suma la imposición de educar obedeciendo los mandatos patriarcales, y nada de esto puede ocupar un lugar en la Historia patriarcal porque no es excepcional, sino obligación), demostrar la inferioridad de las mujeres ha sido tan intenso y continuado que podemos decir que equivale a un lavado de cerebro de los colectivos culturales. Muy recientemente, en el siglo 20, un número suficiente de personas como para que se aprecie el impacto en la propia fibra de la sociedad, ha cuestionado el más duro status quo del planeta: muchas personas tienen ya las palabras para defender con argumentos y con datos procedentes del análisis de las realidades, el sistema patriarcal de sexo-género que ha fundamentado y justificado hasta la náusea la distribución de papeles de hombres y mujeres en la sociedad.

Ser mujer se define por este tener la capacidad de gestar un embrión, y no que se desee gestar, parir y asumir el tener hijos e hijas. Patriarcalmente, tener la capacidad física de gestar implica incapacidad intelectual y moral. Y este único compartimento reservado a las personas con vagina tiene como única alternativa el que se las use como muñecas hinchables.

Sin embargo, ser mujer es desde una perspectiva feminista ser persona, tener todo el potencial del cerebro y la mente humanas, y la construcción de una sociedad justa no puede ignorar este hecho, es más, debe apoyar a las mujeres para que se recuperen de los efectos de siglos de alienación de su condición humana. Si hemos sobrevivido, ha sido justamente porque disponíamos de inteligencia, esa capacidad para adaptarse y sobrevivir, incluso en las circunstancias más adversas. Los hombres también necesitan espacio para recuperarse del papel de Hombre que también se les ha impuesto, aunque el papel asignado a las mujeres y la no existencia de papel asignada al resto de personas que no podían ser encajadas en el papel de Hombre o de Mujer, han pertenecido al grupo oprimido, y este hecho no puede ignorarse, añade complejidad al proceso de recuperación, aunque también tenga contrapartidas que puedan ser beneficiosas: como la del mayor conocimiento de la gama y el alcance de la violencia patriarcal, de cómo opera ésta en la sociedad patriarcal.

Todas las personas son seres humanos, esta idea es tan tardía como del siglo 20. Es preciso asimilarla y no se puede asimilar sin un análisis (una crítica) de las sociedades patriarcales, de cómo éstas condicionan la percepción, la imaginación y  la palabra, la mente humana, y con ello, todas las relaciones.

Tenemos que seguir luchando por aprender a hablar, que es aprender a percibir y pensar.

Y al tiempo, es posible además de necesario

Es valioso que haya personas dedicadas al conocimiento de los problemas de muy diversa índole que padecemos como especie y como sociedades (patriarcales) pero las soluciones posibles también depende de que existan personas dedicadas a escapar a los modos de pensar prevalentes, pues están condicionados por la mentalidad de guerra prevalente en la especie. Es preciso que haya personas que sospechen de la mentalidad de guerra, y que intenten pensar escapando a este condicionamiento. En un mundo con el nivel de interdependencia actual de las personas y de las poblaciones, el transformarlo todo para la construcción de sociedades justas y noviolentas, es decir, con espacio para el desarrollo del potencial de la mente humana, de un desarrollo no basado en la opresión, la explotación, la represión de nadie, las soluciones no van a generarse sólo del mundo que nos ha enseñado a operar haciendo un uso tan mezquino de la inteligencia; necesariamente tendremos que llegar más allá, que trascenderlas, que liberarnos de ellas.

Si pudiéramos comprender que la diversidad no es fuente de debilidad sino justamente de fortaleza…

Dejamos atrás los mitos como medio para el conocimiento y su transmisión, y los ubicamos en el mundo de las historias, de las manifestaciones de la creatividad humana. Las religiones ocuparon aquel lugar, ordenándonos cómo vivir, y tendrían que estar pasando ya a ocupar el mismo lugar que los mitos. Siempre han perseguido el conocimiento, el conocimiento en manos de “cualquiera” porque existen alternativas mejores para construir la vida social y personal. Son un gran ejemplo de la mentalidad de guerra: no saben ser sin perseguir, sacrificar, condenar a quienes no acatan su orden. Estamos aprendiendo muchas cosas desde las ciencias y con la asistencia de la herramienta tecnológica, y lo que más claro queda es que aprendemos porque somos animales con imaginación y seres sociales, capaces, lo vemos y lo sabemos, de construir cómo percibimos el mundo, el lenguaje para narrarlo, y los modos de relacionarnos. Vemos, sabemos ya que estos constructos no son verdades inmutables, sino eventos dado en el tiempo y en el espacio, de lo que se desprende que pueden cambiar también dramáticamente. Cómo si no desaparecieron civilizaciones enteras de la noche a la mañana. Es lo mismo que lo ocurre en la naturaleza: diversidad infinita, continuamente generándose, transformándose, y muriendo. Todo es un proceso, y ser proceso no significa sólo una evolución, sino que también incluye muerte y nacimiento y también inagotables grados de todas estas cosas. Si algo ha quedado claro es que nuestro potencial arroja una diversidad parangonable a la de la naturaleza, y si conseguimos comprender la libertad en el planeta no existiría un único sistema, basado en la mentalidad de guerra, además. Con la violencia no podemos conseguir un mundo que nos permita desarrollar nuestro potencial, todas las personas, porque nos condena a un mundo donde un grupo impone todo a un resto. Hay que pensar más allá, también.

Decir que se vive contando con el ideal no significa que se viva utópicamente porque eso es imposible, no sólo porque no escapamos al uso del dinero sino también porque existen aspectos culturales que rechazamos pero que llevamos dentro como un gen, que a veces identificamos y transformamos y a veces no. Lo que significa esto, según yo lo entiendo, es que frente al dolor, la tristeza y la decepción que es la vida, quiero decir, la vida en sociedad, una tiene el recurso de intentar construirse como si viviera en un mundo mucho mejor. El ánimo procede de saber que un mundo social no puede existir sin que antes haya habido cada vez más gente siendo y viviendo cosas que aún no existen, teniendo en cuenta el ideal (por eso las redes sociales son vitales, pues nos recuerdan que hay gente en esa lucha por todo el planeta aunque allí donde vivamos parezca que estamos en soledad o en minoría). El desánimo procede de que hace falta mucha más gente capaz de inteligencia empática, de que parece claro que hay mucha gente que no entiende nada bueno y no es capaz de aprender, de evolucionar, y de que llevamos ya demasiados siglos luchando para estos pocos tan buenos, y siempre tan amenazados.

 

Viendo un documental sobre el pueblo sami (unas 100.000 personas en los países nórdicos europeos), una cultura equiparable a las culturas llamadas indias o indígenas de América, en el sentido de su relación con la naturaleza, llamada ahora “sostenible”, un sami que vive ahora en el bosque, pero con objetos que se pueden comprar, comenta, cuando le preguntan sobre la diferencia entre su estilo de vida y el antiguo sami, que la diferencia es que ahora en lugar de usar animales para trabajar la tierra y proveerse de cosas, usan máquinas, lo que requiere disponerse de dinero.

Claro, el tema de la globalización y el tema de la guerra moderna con su objetivo de aculturización es así: introduces la necesidad de dinero y ya se desarrolla el resto solo.

El movimiento social ya lo ha planteado: intentemos usar el dinero lo menos posible. Hagamos trueques de objetos y servicios, compartamos lo que tenemos, incluido el conocimiento, la información. (¡Y cómo está ocurriendo esto en Internet!) Si empezamos y somos cada vez más personas, quizá se genere un impacto en las estructuras y dinámicas sociales.

Si introducir el dinero en sociedades absolutamente ajenas a éste, y siendo éste tan absolutamente contrario a los intereses de esa cultura, ha sido tan eficaz (¿y por qúe?, ¿por qué pudiera verse como deseable reemplazar el trabajo de la tierra con un animal por la compra de una máquina?), ¿no podría ser eficaz también rectificar cómo funcionan las sociedades, para desarrollarnos como sociedades más inteligentes, capaces de tratar a las personas con solidaridad y respeto y capaces de no destruir el planeta que habitan?

Usar el dinero implica la pérdida de la autonomía respecto a la supervivencia. Dado el número de personas en el planeta y los hechos de dependencia del dinero actuales, quizá no sea posible constituirnos en pequeñas comunidades autosuficientes (lo que no implica cerradas, o que no compartan) (otra pregunta es: ¿la autosuficiencia es sólo posible en pequeñas comunidades?), pero sí se podría ir desarrollando espacios de independencia del dinero.

 

Llego a las ideas con todo el cuerpo,
por eso todo aparece contradictorio, imperfecto.
Sin embargo, me guía el ideal.

Hay días en que agarro el mundo con una mano,
y soy como un árbol que conecta
las simas y el cielo.

Y hay días
en que el mundo me engulle y me posa
en alguna cueva laberinto, para mi protección.
La cuestión es que siempre me pierdo.
La suerte es que sus túneles en sombra
siempre conducen a la tierra roja.

Por eso llego a las ideas con todo el cuerpo.
Estoy hecha de carne, sangre y hueso.

Es indudable e incuestionable: yo también quiero que me quieran, pero cuando actúo y me pronuncio y siento y pienso sin considerar por un instante si eso hará que me quieran, reaccionas con violencia: empiezas por llamarme arrogante y terminas llamando a la construcción de una hoguera en la plaza, para mostrar que si tú no me quieres, yo debo ser aniquilada.

Quizá el problema es que no tienes el valor de averiguar cómo querrías actuar, pronunciarte, sentir, pensar; que eres una esclava, un esclavo, y yo, la prueba viva de que has elegido, de que tenías más opciones.

 

Soy hija de la luz.

Camino por los territorios de las estaciones

los días broncos con sus colores vibrantes,

los atardeceres de humo,

las noches densas de agua,

camino sobre mis pies descalzos que generan luz

al contacto con la tierra roja del mundo,

con esa tierra que no siempre registra los caminos,

aunque sí, temporalmente, las huellas

(que yo en ocasiones ignoro porque hay veces

en que algo que entiendo me impone coherencia).

 

Soy hija de la vida.

Sé moverme, puedo moverme

(no sólo en sueños,

buscando tu cuerpo tibio y mío;

ese asombro de encontrarte

cuando está ocurriendo

que somos una persona)

físicamente sola

entre las cosas que respiran, las que mutan, las inertes…

por espacios geográficos y por palabras

que no consiguen retenerme y, sin duda,

no tienen la capacidad de contenerme.

Quizá esto lo explique todo.

 

Mi piel está llena de imperfecciones.

No hace falta comprenderlas todas.

No es necesario.

No es utópico.

No es ni siquiera un mal.

Es sencillo,

como decir “soy hija de la luz”,

que es decir eso nada más,

y no es decir

que no exista la sombra, o la oscuridad,

ni tampoco

hablar poéticamente

del mal.

 

El mal es la obsesión del Hombre.

Profundamente enfermo,

construye espacios acotados,

para poder jugar dominando,

disimulando su pánico a la vida,

jugar a las casitas, eligiendo

muñecas del catálogo,

para usarlas, incrustarlas

en las paredes, tirarlas

en lechos de espanto y pena.

Jugar así a Ser un Hombre:

el Dios Misógino,

el Marido Abusador,

el Soldado Violador,

el Mercader Psicópata,

aterrorizando a todas y todos,

haciendo daño siempre,

obsesionado

con decorarse con moneditas

oh Señor del Universo Patriarcal,

arrogante en su ignorancia,

aplaudido por todas las personas cobardes,

incapaz de escuchar, incapaz

de meditar, de dejar de temblar,

de dejar ser o dejar hacer,

incapaz de vivir sin aniquilar.

 

Soy hija del conocimiento.

Desde hace siglos sé quién es el Hombre,

conozco su pozo sin fondo

de violencias que impone,

palabras trampas, besos balas,

monedas medallas incontables,

enfermo de debilidad, miedo y muerte.

Todo lo que toca lo convierte en infierno

porque sólo es capaz

de concebir el infierno

y de imponerlo.

 

No tiene nada que enseñarme.

No puede impedir lo que sé.

No puede detener mi movimiento.

No sus muros, no sus fronteras,

no sus celdas, no sus fosas

que abre para todo ser vivo…

No ha podido destruir mi inteligencia.

 

(Y no sé qué tendrás tú que ver

con ese Bobo. Ni yo con su especie.

Ni nuestro amor

con las guerras permanentes

de ese dictador imbécil.)

 

Viajo como la luz, confiada en mi vuelo,

libre por el espacio,

por el conocimiento (que Él distorsiona),

por la risa (que demoniza),

por el amor (que desconoce)

porque yo

no soy hija del miedo,

sino del movimiento.

 

I am a daughter of light

I walk the territories of seasons

In wild daylight, when colors beat

In the twilight when sunsets smoke

And deep in the dense waters of night

I walk on my bare feet that flicker

As they touch the red earth of the world

The land that avoids recording certain paths at times

But always, temporarily, records the tracks

(which I ignore on occasion, when

What I understand demands consistency)

 

I am a daughter of life

I know about movement

I am able to move

(not only in dreams

seeking your warm body mine

— that thrill of finding you

when it occurs we are one)

physically alone

among the things that breathe, mutate

among the motionless

in and past geographical spaces and words

which fail to hold me back and

certainly, cannot possibly hold me in

This might explain it all

 

My skin is full of imperfections

They need not all be understood

It is not necessary

It is not utopia

It is not even a bad

It is simple, like saying

I am a daughter of light

Which is just saying that

And not

that shadows do not exist, or darkness

Nor is it a poetic way

Of speaking of

Evil

 

Evil is Man’s obsession

He, exceedingly ill

Builds restricted spaces

To play I rule

Pretending

he feels no panic In front of life

Playing toy houses, picking

Dolls from a catalog

To use them, press them into

Walls, thrust them onto

Beds of dread and grief

Playing Be a Man:

 

The Misogynist God

The Abusive Husband

The Rapist Soldier

The Psycho Merchant

Terrorizing women

Terrorizing men

Hurting, always

Obsessed

With metal decorations

Oh lord of the Patriarchal Universe

Arrogant ignorant

Cheered by all cowards

Incapable of listening incapable

Of reasoning,

Of controlling his fear

Of letting be or letting do

Incapable of living

Without assassination

 

I am a daughter of knowledge

Centuries long I know who Man is

I am profoundly familiar

with his boundless well

Of violences which he enforces

His booby words, his killer kisses

His countless medal coins

Sweating a fever of weakness, fear and death

All He touches turns into Hell

For Hell is all He can envision and execute

 

He has nothing to teach me

He cannot prevent me knowing

He cannot stop my movement

Not his walls, not his trenches

Not his prisons, not his graves

Which he builds for every living being

He has failed:

He cannot destroy my intelligence

 

(And I wonder what you

have to do with such an idiot, nor I

with his species, nor our love

with the ceaseless wars of

such an imbecile tyrant.)

 

I move on like light, trusting my flight

Shifting freely in space

In knowledge (which He distorts)

In laughter (which He demonizes)

In love (which He disregards)

Because I am not a daughter of fear

My source is motion

 

Sí, claro, no hablo en nombre de las mujeres
que están muertas y que además no conocí.
Presta atención: hablo con siglos de pura vida
en mi código genético, de las mujeres que existieron
y, exacto, que nadie nunca conocerá.
Háblame tú ahora de lo que es una revolución.

Para mujerpalabra.net

Nanogalaxia

La casa está tan callada que se oyen muy claras las palabras en mi mente.

Son muchas, tienen las palpitaciones

de lo vivido, el halo indómito

de la imaginación, tigre de la noche,

y un orden y una lógica

de camino que hubiéramos abierto,

siglo tras siglo, siglo tras siglo,

bandadas de vuelos rasos.

¿Estoy sola o es cierto que el tiempo es relativo?

Mi casa acoge silenciosa la consistencia centenaria de una nanogalaxia.

(Aunque yo –hay días en que esta certeza me aplasta– sigo sin saber bien cómo regar las plantas.)

Plancton

Ah, no. Ya lo sé:

no soy ni estoy difusa.

No soy estrella de mar,

ni yegua de sal,

ni manta raya ni pulpo,

ni siquiera pez gorrión.

Soy plancton.

Estoy de esa manera,

existiendo

de esa manera

tan difícil de ver,

tan sustancial.

La visión artística permite ver en un detalle de la realidad, una metáfora. Esto significa que a partir de un detalle se puede conocer. La visión artística es como la poesía.

Quizá debería intentar escribir esta hipótesis. El beneficio para mí misma es que tiene relación con mi relación con el dinero, que es muy difícil, y no sólo por ser anarquista, que, claro, para la gente anarquista la relación con el dinero es casi como una humillación, continua. Pero no sólo por eso.

1. Todo el mundo usa el dinero, así que las buenas ideas son eso, buenas ideas, no lecciones morales sobre que hay que hacer lo que te dicen que es lo correcto, de esas que ubican a unas y otros en posiciones inferiores. Todo queda englobado por el hecho irrefutable: el dinero es impepinable en nuestras vidas. No hay héroes en esto del actuar bien. Todos y todas estamos sujetas al dinero. Podremos actuar y elegir más o mejor, pero no debemos sentirnos superiores moralmente porque necesitamos el dinero para vivir.

‎2. ¿Cuál es la diferencia en alguien con mentalidad de pobre y alguien con mentalidad de mendiga? Os voy a contar una historia:

Cuando era joven, y empezaba mi vida, viví un tiempo en la calle. Estaba mal, no quería irme de casa de mi madre, pero no soportaba discutir, y discutíamos mucho. Yo ya trabajaba “para sacarme unas pelillas” (así llaman ahora el trabajo las personas adultas que viven con sus padres), así que trabajar para vivir no me fue difícil. Pero como no estaba bien, tenía confusión y no coordinaba bien las cosas, y entonces iba a trabajar pero vivía en la calle, y bueno, un poco un lío, un tiempo breve, pero intenso. Hasta que reaccioné controlando con mi pensamiento. Conseguí una buhardilla, sin baño, sin luz, sin agua, y con efecto nevera, pero era un lugar seguro. Y al tiempo conocí a una chica que vivía en la calle. “Rara” según la gente. Pero yo también era rara, así que a mí no me pareció rara. Como no podía soportar que viviera en la calle, igual que me pasaba con los animales, que me subía a casa siempre, mientras les buscaba casa, le pedí que viniera a mi casa, a compartir, y vino. Yo salía de mañana a la uni (pero ya empecé a llevarla a tirones) y por la tarde a trabajar a una academia del sur muy sur. Llegaba de noche a casa, sin haber comido apenas, por nervios con tanta acción, y a veces tenía que pasar la noche en el descansillo porque dentro hacía tanto frío que M. si estaba metida en la cama y había echado el cerrojo a media, no se atrevía a salir de la cama para abrirme. Yo lo comprendía, es decir, no me hacía mala sangre, aunque cuando conseguía entrar la decía cosas con furia o desesperación, claro, porque necesitaba dormir. Al cabo del tiempo, compré un fuego de camping gas, y un cuenco gigante de barro, y hacíamos comida para todas. Bien, como yo sabía que lo de la comida en esa casa no era una gran noticia, le dije a M.: si tienes hambre, baja al bar de abajo, que me fían. Al cabo de unos pocos meses, o quizá de un mes, no sé, todo puede ser, el dueño del bar me dijo que si podía pasarme la cuenta. Era una cuenta inmensa, que yo no podía pagar de golpe. Y de qué era? De tartas de merengue de limón. Esto es la mentalidad mendiga.

3. La mentalidad de pobre es dividir lo que hay para estirarlo y poder comer algo todos los días. La mentalidad mendiga es pedirse una tarta de merengue de limón, porque se vive literalmente al día.

2. Intentando volver al tema. Yo creo que mi mentalidad está mucho más próxima a la mentalidad mendiga que a la mentalidad de pobre. He tenido muchos problemas en la vida, de malas interpretaciones, cuando, por ejemplo, doy dinero. La gente no puede concebir que des dinero si te hace falta, ¿no? Pero en mentalidad mendiga todo es posible. Porque se vive el momento. Y desde ahí, al combinarse el hecho de que siempre puedes sacar pelillas (ahora ya las tengo fijas, uno de los más beneficiosos accidentes de mi vida, sin duda, pues yo tenía comprados muchos boletos para acabar con mis huesos en la calle, una mendiga de verdad, y no por falta de conocimientos o habilidades ofertables en el mercado, sino por cosas que son más difíciles de explicar), pues siempre me he sentido como sobrada, aun viviendo al día y siendo pobre. Por eso, pienso, siempre he podido compartir todo en el presente, pienso. Pienso. No como sacrificio, ni como generosidad. Como hecho mendigo.

4. Otra escena: “No le des dinero, que se lo gasta en drogas”. Si vives en la calle, ¿en qué hostias quieres que se gaste, para soportar la situación?!!! No sería mejor evitar que la gente viva en la calle?! No, claro, porque hay gente que Se Lo Busca, hay gente que Lo Merece. Ahí está la caridad para contarlo y tener Piedad, la piedra piedad de empujarles al nicho. La caridad: tu culo. tu culo tu culo tu culo! Es condena. Métetela por el culo, dicen muchas y muchos mendigos. Por algo será: están renunciando a algo regalado, no? Por algo importante será. Y la gente que no vive en la calle y tiene un walkman además, y toma zumos en su casa, y va a algún lugar cuando sale a la calle… ¿CÓMO SE ATREVE A JUZGAR? Por eso no soporto que digan: qué morro, ese mendigo estaba en la cafería súperpija tomándose un zumo de naranja natural y escuchando música en un walkman, y yo estoy aquí… Aquí qué, canalla?! Aquí qué, tu culo!!!!!

5. Así que si regalas dinero, sólo cabe una opción; la gente decente no regala dinero; de hecho, está prohibido, penado por ley. No desprecies a quien roba, es natural robar. Regalar dinero no es natural, es SOSPECHOSO. Haz donativos. Ubícalo en la palabra precisa. Vale, donativos. La caridad desgrava, recuerda; la caridad se ubica bien en el territorio de la rentabilidad; pero el regalo!!! El regalo! A la hoguera! Jamás regalar dinero. Quieres parecer una loca. De qué vas. Te crees superior. Estás en el fondo podrida de dinero y encima quieres aparentar pobreza. Es seguro que no sabes lo que es la carencia, si no, no regalarías dinero. La mentalidad mendiga es una gran incomprendida. La mentalidad rebelde: hay quien no puede valorar el valor del dinero, aunque lo necesite. Al menos, no puede darle más valor que a otras cosas. Cuánto valor le das, en realidad, al dinero? ¿De cuántas formas pierdes el dinero, o se te olvida? ¿Y cómo asegurar tener dinero? ¿No quedarte en la calle?

6. ¿Y cómo no ver la metáfora?: la necesidad genera esclavitud y odio. ¿Por qué no se ve lo mucho que dice esto del amor?

La mentalidad del reto es puro desamor. Aquello que te lleva a la acción, pasa a no ser ni considerado, pues lo único que importa es que tú te demuestres que puedes hacer algo muy difícil. Es la mentalidad de quienes más que vivir, necesitan saberse grandes, superiores a todo lo demás.

La mentalidad del reto en el amor es, en el mejor de los casos, tan ridícula como decir “la conquisté”, como si el hecho asombroso y nada controlable de que exista un amor reciprocado fuera manipulable. En el peor, es lo muy conocido, en este mundo misógino: clavarle en el cráneo la banderita que indica “esto es mío”.

(Acordándome de Ferlosio)

En un libro de texto viene el argumento de cinco películas. Cada una representa uno de los cinco tipos de amor que concibe Hollywood a la hora de plantearse hacer películas de amor.

Romeo y Julieta – primer amor
Atracción fatal – amor obsesión
My Fair Lady – amor  profe-estudiante
Oficial y caballero – amor rico-pobre
Los puentes de Madison – amor sacrificio

Un estudiante me dijo: no hay ningún amor feliz.
No te preocupes. Te voy a contar una historia de amor verdadera.

Nos faltan las historias de amor verdaderas, las que no son víctima de toda la plasta de ideologización de la vida a que nos vemos sometidas y sometidos.

Que haya vetustas mentes en televisión, en los programas de cultura, diciendo que sobre la felicidad no se puede escribir, sólo indica lo patético que es todo, no nos condena a nada.

Es que la verdaderas historias de amor, son de amor. De amor.

Entender que existe más gente, y elegir las palabras teniendo también en cuenta esa información.

Socialmente, los hechos son rotundos: la sinceridad, la honestidad, en sus mejores aplicaciones, son evitadas, atacadas, machadas. ¿Por qué entonces habría que aspirar a ser personas sinceras, honestas?

Que socialmente nos vaya mal no implica que en relaciones más personales ocurra lo mismo. De hecho, hay personas que se sienten atraídas por rasgos que la sociedad condena.

Además, para la salud de la inteligencia, ¿no es acaso mucho mejor moverse en el mundo de la sinceridad y la honestidad en lugar de en mundos donde se aceptan, toleran, alientan actitudes y tipos de relaciones basadas en lo contrario? Como poco, lo primero simplifica las cosas, y no hace perder tanto tiempo en las trampas de la confusión.

No tener principios no equivale a no tener ideales, sino justamente asegurarse de que van a tenerse ideales.

Los principios son como las mariposas clavadas en un terciopelo negro. Son vida disecada. Están muertos. Y sirven sólo si se vive en un lugar inmutable, donde no hay nada nuevo nunca, todo es previsible y conocido.

La vida es movimiento. Todo cambia y todo combina de innumerables maneras. Además: no lo sabemos todo. Por eso yo no me guío por principios, sino por ideales.

Tener principios es triste, pobre y sofoca todo vuelo. Protege tus ideales.

 

No existe razón saludable alguna para prohibir que en un edificio donde va a trabajar la gente exista una sala (con ventanas o extractor de humos) para fumar, incluidos los centros educativos. Y tampoco para que existan lugares donde la gente se relaciona donde se pueda fumar y otros donde no.

Se puede morir de colesterol, pero el gobierno no puede prohibir comer carne. El gobierno debe asegurarse de que la comida no tiene tóxicos (y no lo hace), de que reducimos la relación con los coches porque causan muertes, sufrimiento, incluso guerras, y destrucción del medio ambiente. Etc.

La Ley Antitabaco es un ejemplo de soluciones de VIOLENCIA en detrimento de soluciones de CONVIVENCIA, porque no respeta la existencia de un grupo de la población, y unas personas en la sociedad, las fumadoras, porque las persigue y expulsa del foro social. En el espacio PÚBLICO (centros de trabajo y centros para la socialización) debe procurarse la convivencia, no la exclusión.

Peligroso, qué peligroso.

Hay un túnel largo.

Hoy me libro.

¡Un día más!

Hay un árbol hueco y sufriente.

Ella no se libra nunca.

Sufre mucho porque ve.

Da a un sótano.

Y hay un perro verde que, obviamente, no era verde.

Lo torturaron.

No existe ninguna guerra justa, ni las que entendemos que son guerras, ni las que no podemos llamar guerras porque existe un tabú (como el uso de los cuerpos de las mujeres por los hombres). Las mujeres no son apéndices de los hombres, como nos impuso pensar la religión, por eso nombrar a un hombre no incluye nombrar a una mujer. En cualquier caso, si una mujer pide ser nombrada, sólo un profundo machismo puede hacer creer que se puede ignorar su petición. No se puede imponer nada, ni que se vista de rosa quien no lo desea, ni la democracia, porque imponer es guerra, no convivencia. Al tiempo, el gobierno “de la mayoría” (nunca consciente, por otro lado) es dictadura si no se comprende que también es necesario respetar las individualidades y las minorías. La violencia será el método más común para la resolución de los conflictos, pero también el peor, dado el sobrecogedor número de ejemplos reales de que disponemos desde hace siglos. Lo bueno que tenemos no procede, además, del uso de la violencia, sino justamente del uso de la inteligencia, de la empatía, de la comprensión de que no hace falta pensar o sentir lo mismo para poder convivir. Lo bueno que tenemos no procede de otros mundos tampoco, sino de la solidaridad y la pasión por la vida. Todo el mundo usa el lenguaje, que es lo que nos hace personas, lo que descubre cómo vemos las cosas, las jerarquías que establecemos. Pero no todo el mundo entiende las palabras, los conceptos que usa, no por falta de inteligencia, sino porque se renuncia a la inteligencia para sentir que se conoce el mundo, que hay un orden. El orden de los crímenes contra la naturaleza y la humanidad, compuesto por innumerables cosas pequeñas que son parte de las cosas más grandes y monstruosas.

 

Del libro: A Bedlam y de vuelta un poco (1960). Dedicatoria: A Kayo que esperó. Traducción: michelle renyé

I

Usted, Doctor Martin

 

Usted, Doctor Martin, pasea

del desayuno a la locura. Fin de agosto

acelero por el túnel antiséptico

donde las muertas móviles aún hablan

de conseguir meter los huesos por el aupa

de la cura. Y yo, reina en este hotel de verano

o abeja que ríe sobre el tallo

de la muerte. De pie, en filas rotas,

esperamos a que abran el cerrojo

del portalón y nos cuenten a la entrada de hielo

de la cena. La doctrina es hecha verbo

y avanzamos hacia las salsas con nuestras bobas

sonrisas. Mascamos en hileras, nuestros platos

arañan y chillan como la tiza

del colegio. No hay cuchillos

para cortarse la garganta. Manualidades:

mocasines toda la mañana. Al principio mis manos

siempre vacías, desenredadas para las vidas

que las hacían trabajar. Ahora aprendo a llevarlas

por atrás, cada dedo furioso exigiendo

que remiende lo que otro romperá

mañana. Sí, claro, le quiero;

inclinado sobre este cielo de plástico, dios

de nuestra galería, príncipe de todos los zorros.

Las cocorotas que se rompen son nuevas,

las que llevaba Jack. Tu tercer ojo se mueve

entre nosotras iluminando las diferentes cajitas

donde dormimos o lloramos.

Qué niñas grandes somos

aquí. Crezco hasta la luna

en la mejor celda. Sus asuntos son las personas,

se pasa por la casa de las locas, ojo

del oráculo en nuestro nido. Ya en el hall

el busca te busca. Te retuerces para salir del tirón

de los niños zorrillos que caen

como inundaciones de vida sobre la escarcha.

Y nosotras somos magia hablando-se,

ruidosas y solas. Soy reina de todos mis pecados,

olvidados. ¿Acaso continúo perdida?

Una vez fui bellísima. Ahora soy yo misma,

cuento esta hilera y esa hilera de mocasines

que esperan, en el estante callado.

¿Por qué molesta que digas “Felices vacaciones” en lugar de “Felices fiestas”?

¿Por qué si dices que no celebras fiestas, que para ti sólo es un periodo vacacional, te recriminan con un “Hombre, mujer! (sic) Tampoco hay que ponerse así!” ¿Ponerse cómo? ¿Qué daño les hace eso?, ¿si es sólo una explicación de una realidad que no se le impone a nadie? ¿Qué tiene de escandaloso el enunciado?

¿Está todo el mundo celebrando su fe en la religión con su gente querida (la gente católica, celebrando el nacimiento del Señor, etc.), o disponiendo de más tiempo para ver a la gente querida y meditar sobre el año que termina y el que empieza?

¿Por qué la gente creyente practicante dice con reproche que “yo soy practicante” cuando el hecho es que hay un porcentaje de esa comunidad que no es católica pero que no puede quitarse de la lista porque los líderes religiosos no se lo permiten? ¿Por qué proceden como la prole del fútbol, imponiendo lo suyo sin permitir ninguna otra opción? ¿Por qué no pueden convivir con gente diferente?

La mayoría de la gente no quiere entender nada, y hay una relación entre eso y con ese miedo (desatado) continuo que tiene la gente y su violencia consecuente, porque saben que no tienen razón, saben que con razones no se consigue el mundo imperante (no los más pequeños y bonitos), no tienen ni quieren razones, sólo, en su afán desmedido, vivir una vida esclava (mala), con todo el mundo a su alrededor con las alas cortadas, quejándose de lo mismo.

“Lo que disfrutan no es comparable en belleza e intensidad a lo que no pueden disfrutar, pero como no saben lo que se pierden, ahí siguen, viviendo pobremente.” (Notas para el artículo sobre los hobos.)