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A mis cíberamistades de la red social, con cariño

En el sistema social donde vivo, patriarcal, he sido socializada desde niña para aprender a autodestruirme, por ser niña, sin duda, pero también por el tipo de persona que podía ser. En esto ha participado todo tipo de evento, ambiente, azar, y persona, algunas sin mala intención, otras con muy mala intención y muchas con todo tipo de grados y colores de intención. Por fortuna, aunque es esforzado, me ha tocado un tipo de personalidad, de potencial, que cuestiona los sistemas de violencia, y eso “atrae el desastre” en un mundo humano construido con tanta violencia. Con el tiempo, si sobrevives a eso, ocurre algo importante: desarrollas criterio. Metafóricamente es como decir que aprendes a estar de pie sola sin hacer lo que te ordenan, o lo que se espera de ti. “Criterio” no es un conjunto de buenas ideas que te guían – mientras sean buenas ideas y no principios (las ideas son sólo eso, los principios tienen la siniestra aspiración a ser fijos e inflexibles!)… Criterio es una capacidad de contemplar y discernir desde tu naturaleza. Como una pintora, una científica, una pensadora. Cuando tienes criterio y te falta conocimiento, información, puedes hacer algo al respecto sin recurrir automáticamente a lo que quieren que aprendas: puedes conseguirlo (mirar el mundo) y procesarlo (intentar comprenderlo). Tener criterio no significa que no tengas prejuicios. Por desgracia, la cultura cala hondo, aunque tu criterio te haya confirmado que debes cuestionarla para transformarla en lo posible (básicamente la injusticia y violencia que la ha conformado). Tener criterio tampoco equivale, en mi experiencia, a pensar que ya has encontrado una casa donde descansar; más bien es un camino que te tiene siempre viajando.

Es bueno alejarse de la autodestrucción, y aunque la hayas practicando con éxito, es posible construirse considerando la racionalidad empática, eso que tanto amenaza al sistema. Es una lucha y una fuente de vida y alegría, y de vida inteligente, que importa. ¿Para qué íbamos a tener tanta imaginación si no es para aprender a resolver los problemas de maneras que no generen injusticia y violencia? Argumentar puede generar destrucción en el patriarcado, violencia, claro, pero más bien para la persona que argumenta, que pasa a ser por esto mismo, por usar la palabra (que puede ser refutada, qué mayor respeto se puede querer tener), considerada objetivo militar, porque el sistema es eficaz y se defiende para perpetuarse a través de todas nuestras identidades educadas en esta cultura, defiende un mundo de imposición, amenaza, odio, desconfianza, miedo sin control, robo, terror, abuso, tortura, muerte, destrucción. La violencia siempre se justifica, en cualquier grado y situación, si es para proteger el sistema. Al margen de nuestras personalidades y potenciales, tendríamos que reconocer sin más el hecho de que llevamos la semilla de la perpetuación del sistema. La autocrítica, y la crítica, nos son vitales para sobrevivir y vivir. Y si además piensas que tenemos esta vida y no otras después de la muerte, te es importante experimentar, practicar, disfrutar de lo que es vivir según tú lo ves, según tu criterio! A través de la búsqueda de la palabra más libre, la que nos permita imaginar mejores formas de vida, se construye vida también (perpetuando el poder patriarcal se sobrevive y malvive, pienso yo), realidad, en tu mente-corazón, y en tu sociedad, porque la palabra es causada por la existencia, y porque a través de la palabra creamos la comprensión del mundo y las relaciones. La palabra tiene que buscar su criterio propio, y observar el mundo, escuchar, pronunciarse, dialogar, aprender estando siempre alerta. Te va la vida en ello, la buena vida cotidiana.

Un relato bastante impresionante que trata cómo se presenta como violento el ser que en realidad no lo es sino que recibe la violencia del sistema. Yo lo llamo, El lobo, y es de Rafael Sánchez Ferlosio. <3

Por mi parte, escribí La loba. <3

Asplenium_holophlebium

Gracias a Begoña por la inspiración para escribir esto

 

FALACIAS PATRIARCALES: INSULTAR ALIVIA. No luches (con tu inteligencia, desde la noviolencia, consecuentemente), perpetúa el sistema, acátalo. Uno de los modos en que el sistema de violencia se perpetúa haciendo que todo el participe es a través de la violencia en el lenguaje. No es sólo insultar, es que los insultos a su vez se generan de injusticias conceptuales, y un clásico es «hijo de puta», que perpetúa como siempre el mandato de distorsión y traslada la violencia a quien no tiene nada que ver, en este caso, siendo además invisibilizada radicalmente (al punto que si recuerdas el significado literal mereces las más de las veces que te escupan en un ojo). Por qué si hablamos de un torturador asesino va a desahogar más llamarle «hijo de puta»? Y por qué va a desahogar insultar en lugar de describir sus crímenes? Buscamos justicia o mejor desahogo? Lo que «desahoga» es perpetuar la «solución» de violencia. Te ampara en el sistema, te acoge, te protege.

De pequeña quería ser chico. «Los niños son más nobles y valientes, saben ser buenos amigos. Las niñas son tontas, traidoras, cotillas…» Y eso que mi madre nos sacaba adelante porque topó con hombres bastante incapaces de todo. Ni en el instituto, que era uno experimental, que se pobló de gente con ganas a la muerte del dictador, ni en la universidad, con todas sus personas interesantes haciendo cosas interesantes, ni en los grupos de lucha social que empecé a visitar pude NUNCA descubrir el feminismo. Qué extraño, pienso ahora. Curiosamente, la gente de mi pasado que voy encontrando por la vida sigue sin haberlo encontrado, y no lo echa en falta. Esto me produce estupor y tristeza.

Volviendo a mi caso, tuve que salir al extranjero, la vieja historia de la nación-estado llamada España, para ver que las mujeres escribían y publicaban, que habían sido parte de aquella sociedad, políticamente, que actuaban autónomamente, sin siquiera la bendición de ningún hombre de la izquierda política, o «independiente». Llegué a Londres en 1989 y cuando me lo topé, el feminismo, reaccioné con los prejuicios que perpetúan todos los días, que validan todos los días el sacrosanto sistema (el Sistema patriarcal). «Pero ¿eso de mujeres solas…?» (¿pensando solas?) Solo que yo siempre he sido muy abierta de verdad de mente. Siempre he conservado un espacio de inocencia. Y por eso tengo la capacidad que tengo para aprender.

Desde 1989 no he parado de educarme, de aprender a pensar, a procesar, a relacionarme, a sensibilizarme… Y aunque soy una evolucionada feminista, aunque mi curiosidad feminista y mi inteligencia feminista tienen un desarrollo bueno o alto, sigo encontrando cosas en mí profundamente marcadas por el Sistema patriarcal y sus dogmas impuestos a sangre y fuego siglo tras siglo, y con nuestra total colaboración.

Cynthia Enloe habla de «curiosidad feminista» en un libro publicado en 2004 (The Curious Feminist) que yo compré en 2012. Yo empecé a usar «inteligencia feminista» al entrar en las redes sociales, en algún momento entre 2010 y 2012. Son dos conceptos a los que nos ha costado toda una vida de trabajo revolucionario llegar, gracias a que no nos ha vencido el miedo que a tanta gente vence: que se nos asocie al grupo más denostado de la sociedad, el de las personas capaces de curiosidad feminista y que desarrollan inteligencia feminista. Personas que deberían ser un modelo, una fuente de inspiración, para tanta gente «tolerante-piel-de-elefante», que cree que se puede pensar (bien!) sin desarrollar inteligencia feminista.

Rozo ya el borde de la amargura, no puedes ni apuntar nada, ya lo saben todo desde siempre, no nos ignoran, piensan, es que nada de lo que podamos hacer tiene ningún valor, para nada: casi que siento ganas de escupir, por el empecinamiento tan destructivo y cruel que enfrentamos. Por esa profunda ignorancia, adicción a la ignorancia, a tapar siempre la violencia, justificarla.

No quieren ni que rechistes, por eso nos hacen todo lo que pueden, de lo más superficial y trivial a la aniquilación pasando por la tortura. Ningunean una labor vital para la especie, obliteran su rastro, odian y desprecian a sus exponentes, como si en ello les fuera la vida, la vida de siervos del Sistema. Pero son buenas personas que se esfuerzan, no como nosotras, «las feministas».

Y si acaso tu crítica le abre un mundo a alguna de esas personas (que, difícilmente, pero ocurre, yo lo he visto), lo último que harían sería reconocer su fuentes (decir «gracias» por ejemplo), el mínimo respeto.

Qué pesadez tan grande, qué pesadez. Y esto es lo menos menos visiblemente violento de todo.

Quizá David fue Anónima, como siempre.

Un documental contó

que existieron civilizaciones

en el Pacífico Sur que llevaron

a pequeñas islas perdidas,

donde el huracán había depositado semillas,

gallinas, conejos y ratas,

porque querían construir vida buena

comunitariamente.

 

Con el paso del tiempo

las esculturas que empezaron a crear

para vincularse a los dioses

alcanzaron un tamaño que aún hoy

necesitamos descifrar.

Y mientras tanto, las ratas

sin depredadores

prolificaban y se alimentaban

de los frutos caídos.

 

Por su parte, la especie humana

talaba desde su creciente fiebre

al punto de olvidar que las palmeras

nacen y crecen, y que para eso

es necesario el tiempo.

 

Así, la isla quedó pelada y alguien dijo:

no hay madera para construir canoas.

Fue el inicio de la segunda fase del terror.

 

Cada escultura ubicada

en los límites que son las playas

era un barrote que les cercaba

en la Isla del Hambre:

la piedra no flota en el mar, tampoco da frutos,

aunque sus anillos marquen el paso del tiempo.

Y tuvieron que buscar cuevas

y vivir en la oscuridad, cegando sus entradas

con rocas y piedras pequeñas

porque habían descubierto el miedo

a sus congéneres.

 

La Isla de Pascua está desierta,

sus seres humanos se mataron a golpes

y algo más: se comieron por hambre.

El viento no puede ayudar,

no puede trasladar nada a tanta distancia;

el huracán, sí, tiene esa capacidad.

Podría llevar allí semillas de cocoteros

y a alguna geca que en soledad

pondría un huevo,

lo que sería como encontrar agua en Marte,

el inicio de una nueva oportunidad.

 

(Todo es siempre tan peligroso e incierto.)

 

(Revisado el 16 sept.)

La guerra es un tipo de conocimiento

por eso lloramos al nacer.

 

El grupo manda y la guerra gobierna mientras tanto,

y las personas que comprenden cosas que se oponen

son, en todos los casos, parias.

 

La duda está siempre en el aire, para quien pueda verla:

matar para comer no equivale a tener que hacer la vida

en un campo de batalla.

 

Con todo,

las conclusiones claras y esbozar caminos posibles

no permiten que el agua corra por los cauces:

la imaginación frente a los dioses

es un dulce que devoras u olvidas.

 

(Revisado el 16 septiembre, 8 octubre, y no sirve)

Si bien hay mucho a lo que atender del feminismo de la igualdad y del feminismo de la diferencia, como feminista quisiera exponer por qué no me considero una feminista de la igualdad o de la diferencia.

Está el plano teórico y el de la vida práctica. Al no ser yo una estudiosa del feminismo, abriendo este tema sí me alegraría recibir alguna aportación al respecto. En lo que respecto al plano de la vida práctica…

La cuestión de la igualdad de derechos y la cuestión de identificar del ser mujer con el mundo simbólico de la madre (con su capacidad de gestar) no me parecen aproximaciones pensantes transformadoras de un mundo regido radicalmente por el sistema sexo-género patriarcal, un sistema, por su parte, que ignora la naturaleza humana y en general del mundo animal, y haciéndonos creer que está basado en hechos biológicos.

Los derechos se establecen desde una ideología, y al estar tratándose en el marco del sistema patriarcal, los derechos humanos se conciben desde el patriarcado. Da igual que las ideas que han ido más allá nos digan que todas las personas de la especie deben no ser objeto de comportamientos abusivos; en el marco del feminismo de la igualdad se acepta que lograr unas cosas implica dejar otras cosas, se aceptan, como en política (y por eso la política no parece un lugar bueno para el activismo social, al menos coherente), el mundo de prioridades que se establece en función de lo que la ideología patriarcal pueden asimilar, y curiosamente, a esta ideología se le da muy mal entender que las mujeres son seres humanos y que deben ser ellas las que decidan si quieren o no ser madres, o cuando, cómo y con quién.

El feminismo de la diferencia desea construir un mundo simbólico para «las mujeres» puesto que ellas han sido, como en el lenguaje y por tanto en la cultura patriarcal, omitidas como personas con una mente humana, y no tienen nada, como personas, sólo como mujeres, y como mujeres son, patriarcalmente, inferiores a los hombres, que sí pueden ser personas, además de personas-hombre. Esto ciertamente lo echamos de menos. Yo misma el otro día, al escribir un poema (y por poner un ejemplo) «me inventé» a Sírsifa, condenada a subir eternamente una piedra. Sin embargo, desde mi punto de vista, cualquier idea que dé a la constitución biológica una explicación sobre lo que somos las personas, nuestros grupos, es peligrosa y tiene necesariamente que ser injusta con alguien, pues en la naturaleza hay todo tipo de posibilidades de constitución biológica, y en una especie con imaginación, sobre todo y además, la constitución biológica no es tan determinante para la vida humana como la mente humana: la imaginación, la cabeza-corazón, pues en la mente nacen los pensamientos y los sentimientos, el lenguaje, las relaciones. Así, si biológicamente sólo las personas con útero pueden gestar a otra persona en su cuerpo, humanamente (desde la inteligencia humana), desear gestar, por no decir todo hecho que pudiera vincularse a la gestación, es algo que puede sentir cualquier mente humana. Así, si hay personas con un deseo de cuidar a pequeñas personas, lo que esto pueda tener que ver con la biología es ciertamente insignificante frente a querer hacerlo, desear hacerlo como persona que utiliza su mente humana.

«La imaginación al poder» (como «la libertad sexual», por cierto) es una idea que no se ha podido asimilar aún. Como personas con una mente humana (puede verse en el día a día), la biología juega un papel no fundamental en el tipo de vida que desarrollamos. Lo que desarrolla un papel fundamental es la ideología patriarcal y su sistema sexo-género. Si bien esta cultura determina profundamente no sólo nuestras relaciones sociales, nuestras sociedades, sino también nuestras relaciones íntimas y la constitución de nuestras personalidades o formas de ser, estar y actuar, tendríamos que saber con claridad, que esto que determina no es la biología, sino la cultura (p.e. ¿qué hay de biológico en querer cierta marca de ropa, en mirarse al espejo, escribir poemas, en darle la mitad de bocadillo a otra persona que no volverás a ver cuando pasas hambre?, ¿qué hay de la biología del sistema sexo-género en estos deseos?), y que como especie tenemos mucho más potencial, el potencial de trascender esos papeles patriarcales para desarrollarnos como civilizaciones inteligentes, con personas libres del mundo de identidades que nos han convertido en una especie tan violenta, tan confiada aún en que la solución a los problemas pasa por la violencia, en lugar de por el mejor uso de este tesoro que es la inteligencia humana, capaz de empatizar con sufrimientos ajenos y de colaborar para el bien común de cada grupo que decida constituirse como tal.

Cuanto más ahondamos en lo que es el Sistema patriarcal, más claro se ve cómo éste ha usado la biología, el miedo a la muerte, y el miedo a la carencia para desarrollarnos como sociedades violentas. El genio del sistema no ha sido aplicar la tortura y el asesinato únicamente: ha sabido convertir en violencia todo lo que toca, el lenguaje, el silencio, los sentimientos, las estructuras…

Por eso, desde aquí entiendo el eslógan que usamos en esta época, «La revolución será feminista o no será«. No podemos acceder al cambio profundo de las sociedades que creamos en nuestra interacción (sería bueno que la mayoría entendiese que el sistema de violencias patriarcal no se sustenta sólo por la ejerción de la violencia física, sino también por los silencios de las mayorías, o por sus acciones directas violentas masivas, por ejemplo) sin aprender a ver desde otro punto de vista lo que somos. Y viéndolo, si se tiene el valor de verse, hará falta más, hará falta más: autotransformación. No hay revolución social sin la transformación de la mente individual.

Se empieza a saber ahora que formaciones tan perfectas en tantos sentidos como la forma V del vuelo de las aves, por ejemplo, no responden a un plan global de la especie, ni a que sigan a un líder (mentalidad patriarcal). Responden a unas pocas pautas que sigue cada ser individualmente (el gráfico que adjunto, de la red, es un pequeño ejemplo, pienso, de lo que hacen, pero para la especie humana!). Sin embargo, crean un conjunto eficaz, armónico y bello! (esto último ¿lo notamos sólo nosotrxs?). Como especie humana podemos combinarlo todo, porque tenemos imaginación, pero tiene que acelerarse el proceso de comprensión más inteligente de cómo sobrevivir y vivir en el planeta, y éste no puede ignorar la necesidad de convivir.

Luna oscura

Quizá no sea un problema

y lo que lo explique todo

sea que nací en primavera y por eso,

siempre estoy volviendo

a empezar…

 

Cada edad es nueva

y pasa y se colma y pesa

y luego es vieja y se pone

compleja y ligera,

hasta que se la lleva el aire,

se condensa y cae,

no como Sísifa, como lluvia,

que hace crecer

la tierra, el mar y el fuego.

 

Un proceso antiguo

y los cuerpos,

siempre otros.

 

La vida en primavera inicia la espiral.

 

No obstante, tengo varias preguntas.

 

(Revisado 1 sept 2015: fue a partir de este «Sírsifa» que decidí conscientemente cambiales el nombre)

Cuando escucho a personas (sin inteligencia feminista) en una lucha social despreciar a “la gente” porque no se apuntan a su lucha concreta (como si el movimiento social lo crearan y nutrieran sólo esas personas que saben cuál es la lucha “más importante”) llamar a la gente “idiotas” o “egoístas” por esto, me da vergüenza ajena: no es ya que se cae en la misma reducción instrumentalista de las personas que persigue el Sistema (patriarcal, o capitalista, o clasista, etc.), es que esas personas, en esas luchas sociales, suelen contar con el apoyo de las personas feministas y no habiendo entendido nunca el valor que tiene y la necesidad que tienen de adoptar la inteligencia feminista para conseguir cambios sociales e individuales duraderos y producto de procesos noviolentos, como los que han logrado las luchas feministas.

Yo creo que deberíamos hacer una camiseta, una pegatina, un cartel que pudiera llevar una persona a una lucha social, pongamos, la anticapitalista, que ignora y por tanto invisibiliza e impide que se amplíe o profundice las nociones de lucha social del tipo: “Soy feminista y en esta lucha también estoy. ¿Y tú te apuntas también a apoyar las luchas feministas? ¿Empezamos ya aquí, a incorporarlo?”

 

 

Sueño extraño

El horror me ha saltado encima

y me tiene los ojos tan abiertos

que van a estallar

tengo que sacudírmelo de encima

La cuestión es

que me siento impotente

vencida por verlo todo al mismo tiempo

y sentir que no entiendo nada, que no puedo

nada: tengo que guardar la calma,

respirar hondo, concentrarme,

no perder mi estela, seguir:

hay que proteger

a la gente que ama la vida

Quieras que no, eso me incluye