ARTE, LOCURA, SOCIEDAD Y VIOLENCIA. Yo tengo una interpretación muy distinta a aquella con la que nos han machacado (y machacaron a personas artistas) en el siglo 19 y 20, que tiene más que ver con que la ideología patriarcal convierte en violencia todo lo que toca. Lo que llevó a la depresión y a desequilibrios a personas ejerciendo una actividad artística, para cuando de verdad ese fuera el caso, fue seguramente la incomprensión, la brutalidad en la negativa a comunicarse de la sociedad, siquiera a dejar en paz a quien ve diferente (ver diferente algo lógico y natural pues lo sospechoso es que todo el mundo vea igual, en ideología patriarcal, una ideología tan hostil a la naturaleza humana).
Tener un talento no significa tener una enfermedad mental. Tener criterio propio, visión propia tampoco. Pero que tus congéneres no comprendan lo que dices, que lo interpreten todo malintencionadamente, deformantemente, porque no pueden soportar un criterio diferente, les da miedo y pavor, y lo machacan (hay, en mi opinión, una conexión robusta entre miedo y uso de la violencia; no son “los valientes” quienes usan la violencia, sino los que no controlan su miedo para buscar buenas soluciones, de la misma manera que no son más inteligentes quienes “solucionan los problemas” recurriendo a la violencia, tan destructiva); que en lugar de convivir pacíficamente contigo, que al fin y al cabo no le haces ninguna violencia a nadie (que tu existencia cuestione las mentiras que acatan por ideología explicará su violencia hacia ti, pero no la tuya, que no existe pues sencillamente expresas), te quieran aislar como peligro y atar bien atada o atado, cuando no directamente linchar (esas acusaciones que sufrieron por ejemplo Camille Claudel y Vincent Van Gogh), justifica la paráfrasis que hice yo con el dicho (tras años de observación y vida en mi sociedad): “Dime de qué me ACUSAS y te diré lo que me estás haciendo”.
Respecto a formas de ver y criterios independientes, la historia patriarcal está llena de inquisidores del poder, y de inquisidores e inquisidoras en la masa que acata. (Yo lo sé con mi propia pequeña y anónima vida: ¡cuántas veces he visto a “buena gente” contribuir a crear una realidad de distorsión y violencia con mi vida! Sólo que yo he nacido en una democracia que por mal que vaya es donde las mujeres y en general las mayorías han podido tener más espacio para la construcción de su identidad que antes, porque no se nos lincha físicamente, o apresa, encarcela, tortura y ejecuta aunque se nos hagan otras cosas.) Estos líderes violentos, apoyados por la masa ciega (que ahora no obstante tiene más crimen, lo de ser ciega, porque hay oportunidad de información y formación) cierran filas, bloqueando, intentando exterminar cualquier atisbo que apunte a que otro mundo humano es posible, y muy diferente.
¿Cuántos siglos más harán falta para que la mayoría deje de tener miedo y rechace la ley del más violento, del que tiene menos escrúpulos? No tanto como en el pasado, en el sentido de los logros del activismo social (entre ellos, del feminista, que se refleja en la noción de derechos humanos y en todo el desarrollo de lo civil o ciudadano frente a lo militar y esclavista) ha ofrecido modos de actuar a nuestra sociedad que no son ya como antes, que hablan de convivencia y derechos, pero seguimos justificando la violencia en todo (proceso inconsciente), a todos los niveles, en lugar de ir trabajando en reducir esos escenarios de resolución, para hallar formas noviolentas que realmente RESUELVAN cosas.
Seguimos ignorando y aún “acusando” a gente que aporta cosas buenas o menos malas. Seguimos validando la existencia y la actuación de gente que perpetúa los modos de relación de la violencia. (Incluyo la violencia que cualquier ejerce cotidianamente: la conceptual –cómo te consideran– que es terrorífica, la verbal, lo que dicen de la gente a la que quieren quitar de en medio o que no sienten de su grupo de acatamiento, y la mentira porque ésta, abrumadoramente utilizada para todo en el día a día por tanta y tanta gente, esa mentira para manipular y explotar, aprovecharse o abusar, para sencillamente “robar cariño”, como yo lo llamo, porque es una forma de desamor, de no querer o no respetar a quien se la cuentas o haces, la mentira es otra forma de la violencia, y rara vez la usamos para cosas buenas).
La enfermedad mental no es sólo resultado de “fallos internos permanentes y de nacimiento” del cerebro humano. Como bien sabemos hoy, podemos tener desequilibrios diversos a causa del sufrimiento, de la adversidad, de la incomunicación, de la necesidad física de lugar seguro al que ir, comer, protegerse del frío o el calor, tener un trabajo para poderte sustentar materialmente… Quién no ha tomado hoy, además de sustancias estimulantes y tranquilizantes (azúcar y sal, café y té, infusiones, tabaco, alcohol) como han hecho las personas a lo largo de la historia de la humanidad (siendo unas aceptadas y otras hipócritamente rechazadas), drogas químicas legales como tranquilizantes, ansiolíticos y antidepresivos, y se considera, no obstante, una persona “normal”, es decir, sin “enfermedad mental”.
La supuesta enfermedad mental no es un estado que te toca o no como nacer en una determinada geografía (pongamos, la franja de Gaza o la comunidad de Madrid), permanente, inalterable. Lo que llamamos “enfermedad mental” incluye en muchos casos (y no soy entendida, pero sí he vivido en mi cuerpo en este mundo y aprendido de las vidas de otras personas también porque soy una buscadora de soluciones incansable) estados transitorios donde la persona no puede lidiar con la vida, y que ahora con una droga química legal se curan, otros, se controlan, cuando unas décadas antes costaban el suicidio, o una vida de sufrimiento atroz interior, y de generar sufrimiento en otras personas como resultado de esto. (Todo esto simplificando la cuestión porque esto es una reflexión ¡que se me ha complicado bastante ya! 😀 )
Mi apuesta es que ni Van Gogh ni Claudel habrían tenido ningún problema mental (y dudo mucho que ella lo tuviera a pesar de un ingreso en psiquiátrico de 30 años, como no fuera como resultado directo de lo que la hicieran allí) si él hubiera podido tener un mecenas para montar un lugar que fuera como una universidad popular de artistas, “universidad” en un sentido distinto a lo que tenemos, claro. Un apoyo con que enfrentar el hecho de la incomprensión, y una protección de las “acusaciones” asesinas. Y si Claudel destruyó su obra no fue por locura, sino porque se la llevaban a un psiquiátrico, y claramente lo sabía porque ya había sufrido y enfrentado la difamación y la incomprensión, esas distorsiones tan efectivas para destruir todo lo que tendría un valor impresionante para la construcción de un mundo humano noviolento (al menos tan noviolento como la civilización alienígena de la película de 1951 –no la versión de ahora!- “Ultimatum a la tierra”, orig. “The Day the Earth Stood Still”). Y habría tenido el valor indescriptible, más siendo mujer, de no perder la cabeza y rechazar toda presión de plano. Destruyó su obra probablemente por algo más que un ataque de desesperación o furor: porque conocía su valor, al menos lo sabría en ocasiones, y no iba a dejarnos algo tan valioso, a una sociedad tan brutal. Es mucho arrojo, y mucho amor a las cosas buenas, en mi opinión, una acción directa noviolenta (ADNV) en estado puro, y nada relacionado con ejercer la violencia contra la gente, como se la trató. (Yo lo imagino bien, ¡será que estoy loca! 😀 )
Y esta escultura, el vals, con todo su peligro y entrega al placer y al amor, es enana, la coges con una mano, qué habría sido en grande!