A pesar del peso rompehuesos de la historia
y sus silencios de la aniquilación,
de los esfuerzos y trabajos de la masa
obediente ciega siempre,
bienintencionada, implacable,
a pesar del rumbo del timón de acero,
sediento de sexo y sangre, destrucción,
brutal y cobarde,
a pesar de las expectativas universales,
consigo a veces alterar el orden, respirar,
abrir un espacio al valor de mi inteligencia.
(Para el libro, El Hombre, la civilización monstruosa, michelle renyé, abril 2015)