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SEGUIMOS SIN ESTAR. Ayer, para celebrar el día del Arte, echaron un documental de Picasso. Salía París mucho, lógicamente, pero NADA de las artistas e intelectuales. Diréis, ¿De qué te quejas, si ya hay muchos materiales sobre ellas? Bueno, primero: no es lo mismo una bio escrita con inteligencia feminista que sin ella. El patriarcado puede dedicarnos textos, pero sin una investigación con visión se puede estar haciendo esto mismo: dedicarnos textos, en aislamiento, nunca integrados al contar los tiempos, el contexto. Esto que pasa en este docu de Picasso, donde sólo se menciona a Dora Maar como artista y activista antifascista (GRACIAS PERO…), pero para explicar un tema principal sobre Picasso tratado (Oh, sí, gracias, pero…). Días antes había visto algo de Picasso en una tele y las mujeres sólo salían porque hablaba de él, de que tenía amantes y se acostaba mucho y eso. El progreso era que no lo presentaban como de machote. Pero… Qué migajas nos tocan! LA CUESTIÓN: cómo se va a integrar a las mujeres en las narrativas que conviertan la Historia patriarcal en Historia de la humanidad si aún no se comprende que es vital desarrollar inteligencia feminista, replantearse cómo se mira e interpreta, E INTERESARSE EN APRENDER HISTORIA DE VERDAD, de las mujeres también, PUES HEMOS MOVIDO EL MUNDO. Y lo sé, no tanto por feminista como por persona en este mundo patriarcal, porque gracias sí a mi desarrollo de mirada y conocimiento, feminista sí, pero desde la necesidad vital de las entrañas, lo que significa desde mi ser animal social también, saber que importa mucho aprender de otras personas, que la vida no para, que todo es complejo, inmenso, sino porque en mi propia vida, privilegiada de vivir en el aquí y ahora que me ha tocado, he visto como la sociedad y yo misma me borro. Un temazo que os propongo exploréis desde vuestra realidad. Y una manera de borrarnos es ésta: ver un documental de Picasso y no echar de menos a las mujeres como personas. Resulta que el periodo de entreguerras en París, en esa época trágica, el arte estaba a tope, produciendo, resistiendo, viviendo y con ello combatiendo la violencia y la muerte, y muy importante: la extrema derecha, que cociéndose despacito, llegó a lo que llegó. Porque la gente es muy inconsciente de cómo perpetuamos el patriarcado y sus mundos de violencias. Y el arte estaba por tanto unido a una lucha política (en el sentido amplio, no constreñida a la noción de política de la política de partidos; ese «ser de izquierdas» o «estar a favor de los derechos humanos PARA TODO EL MUNDO» a lo que tiende la gente más igualitaria en el sentido de derechos, de respeto a gente aunque no sea como tú, de dejar vivir) por un mundo sin violencia y con justicia, aunque luchando en la situación extrema de las guerras y sus consecuencias brutales, tanto por tortura, palizas, encarcelamiento, asesinato, como por lavado de cerebro, esclavizar con terror. Y había tantas mujeres escribiendo, editando revistas, haciendo artes, luchando contra todo aquel horror, que DAN GANAS DE LLORAR ANTE NUESTRA OBCECACIÓN DE NO VERLO. ¿Es que no tenemos solución? ¿Es que sólo vamos a construir y defender la sociedad y la cultura patriarcal? ¿Tanto nos da? Que hasta en los programas de concurso de cultura los presentadores y sin duda alguna las invitadas no NOMBRAN A LAS MUJERES porque NOS BASTA NOMBRAR AL LÍDER DE LA ESPECIE. (Yo recientemente envié una felicitación al valiente presentador de La Cazadora porque él lo intenta siempre que puede. Igual que no oculta su acento gallego. Un valiente. Sí, en esta sociedad de la democracia hace falta valor para MIRAR, ENTENDER Y NOMBRAR.) Así que hale, tranquilidad, nos importa una mierda. Llevamos en España desde la década de los 1990s al fin empezando a publicar a mujeres y a personas cuya identidad en el sentido más amplio cuestiona los mandamientos patriarcales, y aún NO ENTENDEMOS de qué va convertir la History en Humanstory, la historia patriarcal en historia de la humanidad. Y eso se paga a diario. A quienes resistís ante esta mierda, todos mis respetos y mi amor y gratitud. Y a quienes no, no pasa nada, es normal, pero, hostias, despertad ya. Dejad de no sospechar de las tradiciones que nos aplastan, de los más violentos, y empezad a confiar en personas NORMALES DE VERDAD! HUMANAS!

Marzo 2016: La RAE, academia de la lengua que no existe ya, no puede hacer nada contra el cambio lingüístico, y han sacado una traducción del Quijote al español del siglo 21 porque aunque hablamos la misma lengua siglos después, ésta ha cambiado tanto como es lógico, con el paso del tiempo, con la evolución de las sociedades, que ya no hay quien se lea el Quijote en el español en que fue escrito. Salvado Cervantes, para disfrute de generaciones muy posteriores, la RAE, acorralada en su esquina de anacrónico querer imponer la lengua que conciben como correcta porque no entienden la lingüística moderna a la población hablante (¡no sólo de su país, claro, porque son hijos del imperio!), arremeten con el tema que más les crispa: el absurdo (según ellos) de nombrar a las mujeres pues (para ellos; supongo que las mujeres de la RAE no se sentirán molestas con este uso del masculino «inclusivo») nombrando al Hombre, como siempre, basta.

Omiten los datos de la realidad, claro: la exclusión de las mujeres del derecho a ser nombradas tiene relación con su exclusión de siglos, impuesta en las sociedades patriarcales, del ámbito del conocimiento, la creación, de todo lo que no sea ajustarse al papel de madre procreadora patriarcal, sirvienta, educadora patriarcal, muñeca de goma o santa; y sobre todo: que ya lo sabemos, y que ya ha empezado a cambiar. Quien entiende la importancia de tener un nombre propio, entiende la importancia de su derecho a recibir ese mínimo respeto. Ya no nombramos sólo a las damas, esposas de los hombres poderosos; ahora todas las mujeres tienen ese derecho: que si te diriges a ellas, si quieres llamar su atención, si quieres que te escuchen, si quieres pedir su apoyo, su ayuda, tienes que nombrarlas, porque la lengua española tiene (además de innumerables excepciones, como todas las lenguas humanas) un recurso gramatical conectado al género («masculino/femenino»; en español no hay sustantivos neutros): que en general el sufijo “o” indica género masculino y el sufijo “a” genéro femenino.

Y hasta que logremos construir sociedades donde esa visión tan limitada del sexo humano se supere, habrá que ir ampliando para visualizar quiénes existimos: no sólo el Hombre patriarcal, ordenando y mandando durante siglos que las mujeres deben ser dominadas por Él porque no tienen rasgos nobles ni inteligencia suficiente, además de ser más débiles físicamente, esas grandes mentiras de la Historia patriarcal sobre media humanidad. Una media humana oprimida que durante siglos ha demostrado, no obstante, tener nobleza, inteligencia, fortalezas de muchos tipos, porque eso son rasgos humanos y los puede tener cualquier persona al margen de sus genitales.

El sistema sexo-género patriarcal se basa en ideas muy primitivas y violentas sobre lo que somos las personas: los hombres no son todos como el Sistema describe, las mujeres tampoco, y también sabemos que hay más tipos de personas, que hombres y mujeres, que las personas, comparten muchos rasgos, todo el potencial, porque son de la misma especie, la humana. La maleabilidad del cerebro y la mente humanas es tan asombrosa que sencillamente cómo sea nuestra mente tendrá que ver (más que nada dada la gran importancia que le concedemos a las relaciones con otras personas) con la capacidad de aprender y, al margen de nuestros talentos individuales «innatos», lo que constituya nuestra mente viva: el desarrollo (esa oportunidad) de cómo usamos nuestra inteligencia, que viene marcado por lo que el resto espera que seamos, ese poderoso condicionante, y por eso tenemos que dejar de querer que seamos según una norma, la de género patriarcal, que nos limita el desarrollo de la inteligencia, condenándonos al barbarismo.

Es cobarde, además de todo lo expuesto, rabiar por un tema X y arremeter contra un tema Y, pongamos, el clásico «universal» del patriarcado: la estupidez, maldad, ridiculez, histeria de las mujeres, porque hay siglos de condicionamiento para que ellas siempre nos parezcan las peligrosas y violentas, las idiotas.

La RAE debería dedicarse a la elaboración, si acaso, de diccionarios etimológicos, y dejar de intentar impedir la evolución que ya se ha producido, explicándonos que es ridículo, inadecuado, erróneo lo que decimos, que hagamos lo que estamos haciendo: nombrar en femenino a las mujeres cuando están ahí y las vemos como antes no las hemos visto: como protagonistas de su vida también. La antesala, efectivamente (¿acaso da miedo?), de que tras nombrarlas a ellas lleguemos a la noción de que en literatura, por ejemplo, personas que son mujeres puedan ser vistas como creadoras de una obra que toca lo humano, la esencia humana, en lugar de ser llamadas creadoras de la confesión de su pequeña, ridícula y desagradable existencia. (Cómo si la literatura de Proust fuera menos «confesional» que la de Sylvia Plath; y no entenderán el problema que plantean porque su ideología les impide pensar con amplitud de miras.)

Vamos de camino a un mundo inclusivo de las personas, lo que implica la superación de un tipo de sociedad que ha machacado la identidad de millones de personas limitando su desarrollo y vidas a unos papeles de género, dos, que si bien tienen algo que ver con la realidad, ya queda claro que son más destructivos que útiles o buenos. El amor, la solidaridad, la inteligencia, el valor, la nobleza, la fortaleza, todos los rasgos positivos humanos tienen un potencial de desarrollo diferente y mucho más amplio. Bastará con que dejemos de invertir tanta energía y recursos en desarrollar lo peor de lo que somos capaces y que le prestemos atención a todo lo asombroso de lo que somos capaces, superando el machismo, la misoginia, la homofobia y transfobia, el racismo, el clasismo… esos conceptos que sólo han servido para construir un mundo de renuncia al uso de la inteligencia a favor del uso de la violencia, partiendo de la violencia primera que es ordenar a una persona cómo debe construir su identidad, negando así su potencial, su identidad posible.

En nuestra recuperación de la Historia desde la investigación ya estamos viendo que a pesar de todo el Sistema de violencia, las mujeres, por ejemplo, han existido no sólo como mujeres patriarcales que encajaban con lo que el Sistema esperaba de ellas, sino como personas, por lo que siempre han estado ahí, luchando, eso sí, contra un Goliat, y existiendo, es decir: no se ha podido hacer de las mujeres lo que el Sistema pretendía, a pesar de todas las violencias ejercidas. Porque somos humanas, somos personas, no ese papel que se tradicionalmente se nos ha asignado.

Si no me nombras, eres tú quien no existe. Yo existo y tengo un nombre. No habremos pasado a la historia pero siempre hemos estado aquí y ahora no vamos a renunciar a ser nombradas.

RAEMUERTA

Que los hombres no estén en la lucha contra la prostitución (patriarcal) y el porno (patriarcal) y la violación (atrocidades de guerra patriarcal contra las mujeres, y nada de cosa biológica de necesidad) NO NOS HACE PENSAR a las personas feministas que sea porque ES PROBLEMA DE LAS MUJERES, SU LUCHA (y el colmo de la malformación pensante: que hay que respetar a las chicas y que hagan su lucha). La lucha no habría que hacerla sin agentes que operan, con sus «necesidades» o ganas de hacer daño, dominar o humillar. Sin esa OBEDIENCIA CIEGA al sistema.

Y LUCHAR, ES ALGO QUE PUEDE HACER TODO EL MUNDO EN SU DÍA A DÍA. NO HACE FALTA UNIRSE A NINGÚN MOVIMIENTO. SÓLO HACE FALTA TENER CORAJE Y USAR LA INTELIGENCIA.

A mí me parece que lo mínimo que puede hacer una persona con su inteligencia es desarrollarla. No me refiero a la ese desarrollo habitual, en el marco de la ideología patriarcal, sino a un desarrollo que parte de controlar el miedo y ejercer la solidaridad y sororidad, es decir, el amor (esa palabra tan ridícula en el patriarcado), desarrollo que dándose en ese marco inevitable del Sistema, es capaz de imaginación, pensamiento crítico, racionalidad empática; hace crecer la capacidad de compensar todas las brutalidades que somos capaces de pensar y todas las cosas buenas que somos capaces de no llegar a pensar, sin siquiera ver o saber que las pensamos y no pensamos, todo a causa de la educación patriarcal que conforma (aun hoy, cuando más personas parecen querer generar un cambio a sociedades menos violentas e injustas) nuestras culturas patriarcales brutales. La misoginia y el machismo inconsciente son profundos, y la incomprensión al tema del derecho humano de las mujeres a decidir si desean gestar, parir y ser madres, ilustrativa. Quien debe respetar es quien le pide respeto a sus víctimas u objetivos.

De un comentario anterior por un «debate» de esos que inician los y las misóginos inconscientes con la estrella del «respeto».

«¡¿QUE RESPETE?! Que digan que decirle a alguien que le impone la gestación, parto y maternidad a las mujeres que es asesino y torturador es No Respetar es VOMITIVO, por radicalmente y demencialmente INJUSTO. Es literal porque así ocurre: mueren mujeres todos los días por esta imposición, y no morirían si fuera legal o si el aborto fuera libre, y además, se fuerza a la gestación y todo lo que conlleva a mujeres, todos los días, y eso es TORTURA. Da asco moral que te digan que Respetes, que es un tema personal. TAN PERSONAL COMO QUE LO CONVIERTEN EN UN CRIMEN Y EN UNA TORTURA PORQUE NO PERMITEN QUE SEA UNA DECISIÓN PERSONAL?!
Qué injusta y violenta es la IGNORANCIA. LA FALTA DE EMPATÍA DE LA IDEOLOGÍA PATRIARCAL CON LAS MUJERES»