Una persona intenta reflexionar y le da voz a ese proceso, y lo que la gente entiende le devuelve una amenaza.

Sócrates reflexiona sobre la virtud, si puede enseñarse o no, y plantea la cuestión: si existe una persona virtuosa, pongamos Pericles, sus hijos serían virtuosos por aprendizaje ¿o no?

Respuesta de la gente que no comprende: ¿Qué estás diciendo: que Pericles es un mal padre?, ¿que se ha negado a enseñar a sus hijos sus virtudes? Ándate con cuidado… Estás denigrando a un personaje de la patria.

Lo primero que se lleva quien intenta cambiar algo es una hostia, sin importar lo que dice, si lo que dice se relaciona con la virtud o no. Si vas a un lugar y dices: aquí traigo este regalo, que puede hacer nuestra vida algo mejor, la gente entiende que estás diciendo que lo que hay ahí es una mierda.

¿Cómo se puede desarrollar la virtud? ¿Se puede aprender o enseñar, transmitir o desarrollar?

La innovación, la creatividad, la investigación, el razonamiento empático son vistos como amenaza en las sociedades prevalentes (la sociedad «normal»). ¿Por qué y en qué medida se puede cambiar esto? Sólo permiten que haya más de lo mismo, no que haya diferente. Y la sociedad defendiendo a sus «emprendedores» no se dan cuenta de la contradicción flagrante en la que incurren. ¿Dónde está la contradicción deformante de ese pensamiento? En una falacia «de la ambigüedad», se usa el mismo término o expresión con dos sentidos diferentes al mismo tiempo. Va cambiando de sentido según lo que interese decir: en un sentido se asocia a una conducta virtuosa y en otro a una conducta contraria a la virtud.

Alaban a «los emprendedores» (queriendo decir, «empresarios que harán más de lo mismo») y desprecian el 15M, que está lleno de personas con iniciativa! (que quieren hacer otra cosa, no lo mismo).

Capacidad introspectiva, conocimiento de los mecanismos sociales. Ingredientes fundamentales para resolver el problema.