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Acoso laboral

Me enfrento a una migraña depredadora
provocada por la mezquindad fratricida
que tantas voces y vidas humanas nos han arrebatado.
Crímenes anónimos, masivos, cobardes,
amparados en la conveniencia de ser nada,
vivir con penosas aspiraciones.

Si mi paisaje era un pueblo de orografías,
todo se ha ido concentrando y de montaña ahora
soy volcán bullendo con la consciencia de lo que son
y de sus crímenes abominables nunca nombrados.
Se escucha un rumor en ascenso y ahora
un torrente de lava.

Camino descalza. Poemas políticos, de michelle renyé

Volcán Pacaya, Guatemala, 2020. Foto de Nanci Pineda

Este tema es continuación de ¿Qué son las lenguas? – capítulo 2 (1) – Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

La sección «Vocabulario estándar» de este capítulo, de la 43 a la 49 está muy bien [saco citas en capítulo 2 (3)], y eso hace más dolorosa la falta de uso de una inteligencia feminista, que podría haber proporciona varios ejemplos a lo largo de este capítulo: ¿cómo es posible que el análisis y la acción noviolenta lenguaje feministas no hayan aportado nada relevante para este análisis? Es imposible. En este capítulo hay varios momentos en que sería relevante poner ejemplos del análisis feminista del lenguaje y de cómo este movimiento social ha transformado el lenguaje.

El análisis feminista del lenguaje no existe en nuestra mentalidad de por defecto y esto no se debe a la escasa relevancia del feminismo, precisamente. Basta analizar cómo se ha beneficiado el lenguaje estándar de la inclusión de las mujeres en los últimos 30 o 20 años (empezaron a dejar de reírse e insultar abiertamente ya en el siglo 21, aunque también entonces se produjo la patética reacción de que «hombre» era neutro, cuando nunca lo había sido; el ridículo hecho en palabras de «Me revienta/pone de los nervios -en lenguaje de «mujeres»- y Es ridículo el uso de -en lenguaje de «hombres»- las arrobas»! (ridículo a dos bandas: 1. la propuesta de nombrar a las mujeres no nos dice que haya que usar arrobas, 2. Por qué pone eso «de los nervios»?)

Basta ver con qué facilidad asimilamos palabras tan raras como DVD o ipod y cómo aunque se haya extendido el uso de, por ejemplo, femeninos que no son ridiculizantes como antes (p.e., en profesiones: ahora «presidenta» no es la esposa del presidente, alguien que sin haber tenido más mérito que el de enamorar al varón en cuestión se arroga estatus), consistentemente hacemos como que no ha pasado nada, cuando no directamente nos burlamos.

Más, la creatividad lingüística humana, tan abierta a préstamos e invenciones expresivas, ¿por qué sufre tal ceguera frente a los usos del lenguaje que pretenden incluir y conceptualizar mejor a personas de diferentes grupos cuya existencia ha sido borrada del lenguaje, o cuya existencia no ha tenido acceso al lenguaje? ¿Por qué se ven y asumen palabras que el mercado quiere que usemos y consistentemente se practica el no ver ni entender con palabras sensibles a la justicia social? ¿Cómo se va a analizar la estupidez y el no-carácter científico de instituciones (es lo único que son: paquidermos de la pompa) como la RAE sin incluir los hechos lingüísticos de la transformación hacia la justicia social, hacia el derecho a ser nombrada la existencia de quienes no tenían ni ese derecho? ¿Por qué en Lingüística no se va a tener en cuenta la realidad de transformación conceptual y nominal que nos conduce a un mundo mejor, menos violento e injusto? Y no digo en monográficos del tema, digo en el explicarse de cualquier otro tema de lingüística.

La gente de Lingüística tiene que incorporar los usos transformadores de la realidad hacia la justicia, porque además han hecho mella en el lenguaje. Hay que hacer un esfuerzo. No vale con dejar fuera el análisis feminista del lenguaje, pues el modo por defecto dista de incluir algo tan valioso e interesante y que desde luego ser neutro o científico: se convierte en una acción a favor de la perpetuación de la no existencia humana de las hembras humanas y en especial de ellas como pensadoras. De Saussure explicó bien lo de que el uso de la lengua es lo que importa, pero hay también que explicar el potencial transformador de las lenguas respecto a la propia realidad social, ese pre-uso que luego se vuelve uso común generándose una realidad social muy distinta (no sólo vamos a tener en cuenta las realidades del mercado, repito),  o que no y por qué, la dificultad que entraña construir un lenguaje que refleje que las personas son personas más allá del hecho del racismo, la misoginia, el nacionalismo, el clasismo…

El resto del capítulo (hasta la p. 59) también está muy bien (incluye “hablar bien y hablar mal”) y también se beneficiaría mucho si incorporara la inteligencia feminista.

(He seguido leyendo el libro, que a mí me parece maravilloso, y por ahora la crítica que hago aquí sólo me ha surgido con mucha claridad -quizá no haya dado con las palabras aún- en el capítulo 2.)

Siguiente post, citas: ¿Qué son las lenguas? – capítulo 2 (3)

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Relaciones

No a quienes creen que el silencio es profundo y elocuente

y te abandonan ante ese abismo.

No a quienes no te ven porque sólo se ven

y no pueden entender lo que les dices.

No al juego de las marionetas de hilos en las que te guían por tu bien.

Fuera la tortura emocional, la destrucción psicológica de los cimientos,

en nombre de que no existe la felicidad.

No a los gritos, al estrangulamiento, no a las amenazas,

al sufrimiento que se niega la empatía del consuelo,

el uso de la inteligencia, el placer de los sentidos,

o las musarañas escuchando las ramas el día en el viento.

No a las personas que exponen su cariño

acusándote de todas las cosas que no son tus crímenes

sino sus hechos y a veces, tus errores.

No a las relaciones que se llaman pacíficas y son

lapidar con labios como lascas los problemas

(esa mano dura convicción, incapaz, que enmascara

el miedo al riesgo de vivir, al criterio).

No a las relaciones que fijan su visión de ti en el punto de precisión alfiler

que atraviesa el cuerpo de un ser con alas.

No a la necesidad desatada

que se pone gorda porque te conmueve y siempre

desde esa boca otra te escupe y te devora.

No a la culpa culpita pena que son nuestras cadenas.

 

Fuera esos pozos de la mentira y la muerte de seres humanos.

Amar no es una fosa donde nada se respeta.

 

(revisar)

Don Quijote frente a los molinos no representa la lucha idealista contra el Poder establecido, lo que representa, quizá, David ante Goliat por poner un ejemplo que se entienda, o innumerables imágenes feministas, por mentar una evidencia que a menudo se ignora. De lo que yo entendí, Cervantes era bastante crítico con muchas cosas, lo que consta en el prólogo de Don Quijote y lo que se desprende del hecho registrado de que leyendo basurilla sí se te puede ir la olla.

Sin embargo, y me parece sospechoso, se asocia al viejo caballero que perdió la cabeza leyendo literatura basura (para la época las novelas de caballerías) continuamente al idealismo. ¡¿Pero esto qué es?! ¡Pobre Cervantes! Distorsionado hasta la náusea por activa y por pasiva cuando no puede defender su obra. ¿O el dinero de la fama del personaje o el poder que le diera le hubiera cerrado la boca al propio autor? La verdad es que no imagino a Miguel de Cervantes haciéndole tal mezquindad al mundo o a su inteligencia.

En el camino que me abre mi sospecha, pienso que a Mary Wollstonecraft le habrían hecho lo mismo con sus “ficciones”: que pretendiendo ella denunciar con la novela llamada filosófica la adicción y las nefastas ideas que genera y sostiene siempre la literatura basura dirigida a las mujeres (en la época llamadas románticas) acabáramos tomando a su heroína como ideal de madre y esposa en el Sistema patriarcal.

El idealismo no es cuestión de gente que ha perdido la cabeza y tiene comportamientos absurdos o grotescos aunque también un corazón muy grande. Las personas idealistas pueden saber perfectamente dónde están y pueden nutrir sus ideas de razonamientos y no de historias diseñadas para que nadie luche por nada y ocupe su «ocio» con materiales que mantienen siempre las cosas «en su sitio».

La difamación y la distorsión, qué armas tan corrosivas. Después de la omisión, son las más usadas, por eficaces, contra las personas (en especial, mujeres) que piensan y expresan desde mentalidades críticas, o sea, constructivas. Lo más espeluznante es la facilidad con que las usa todo el mundo sin saber siquiera que se está siendo una tuerca más en la fundamental maquinaria patriarcal… Claro que podemos verlo como inocente, coincidencia, error, así seguiremos sin tener nada que ver, como sociedad, con ningún crimen del flujo de esta Historia. Como si de principio a siempre la única posibilidad fuera la que concibieron los Patriarcas.

 

Si te gusta jugar al fútbol, y es tu pasión, o te genera mucho interés hacerlo, y tienes un talento para ello, o vas desarrollándolo, o las dos cosas más bien, la interpretación equiparación ordinaria es que te gustaría ser, pongamos, Messi, tanto por la fama y el dinero (quizá se incluya también el estatus), y también por la maestría, el talento desplegado en la actividad, ese “ser el mejor” en “lo tuyo”.

A mí esto, en un sentido idealista (de ideas sólo), me parece comprensible, pero por cómo operan las sociedades, y por esto sé que esa interpretación no es la única que explica las relaciones de las personas con las actividades que aman hacer, o necesitan hacer, o a las que quieren dedicarse. Sin embargo, si yo expresara en alto que existen otras aspiraciones o deseos de relación entre una actividad y la persona, es probable que la mayoría sonriera incrédulamente. Como cuando ven a una mujer que no ha sentido la necesidad ni el deseo de ser madre tratar a una niña o a un niño con amabilidad e interés, o sentirse conmovida por su inocencia y espontaneidad, por su inteligencia, digamos, la mira “la sociedad” y piensa: “seguro que le da pena no haber tenido sus propios hijos”. El autoritarismo de las opiniones que sustentan el sistema es así: no se concibe ninguna otra posibilidad o explicación.

Sin embargo, yo puedo imaginar con cierta facilidad, por ejemplo, que hayan existido personas con talentos e intereses o pasiones, que aun deseando comunicar, no han buscado ni “ser el mejor”, ni “reconocimiento por su producción”, ni han aspirado a amasar “poder y dinero”,  y estas ausencias no han implicado “falta de ambición”, “cobardía”, “inseguridad”, sino sencillamente no sentir ninguna atracción a esos caminos en los que se quiere exponer la obra, porque se tiene interés o atracción por otros caminos. Si hay algo cobarde, falto de ambición, es creer que la mente humana sólo da para un par de ambiciones “universales”.

El ninguneo me molesta, tanto individualmente como por compromiso social. Y cuando se habla del ser humano como si éste sólo pudiera ser de una manera, siento una furia tremenda bullir para arriba y salir por mis dedos o mi boca, según el contexto. Por eso me enfado cuando leo opiniones como que las escritoras deben no ser cobardes y aspirar a ganarse la vida con su obra. Bullo de indignación porque me parece un marco asfixiante, que estrangula a unas y ningunea a otras. Se siente: sí hay algo incómodo en ganarse la vida con la expresión artística, pero hay que tener valor y aceptarlo, y no usar a gente que eso no lo quiere hacer para justificarse como artista.

¿Por qué parece costarle tanto a la gente ser capaz de construir su identidad sin que sea a costa de otras personas?

Aquí algunos hechos que deben sumarse a otros hechos:

Existen personas que aunque son biológicamente hembras (periodo-útero) no sienten la necesidad de gestar y parir, de gestar, dar a luz y criar bebés. Existen. Es así de fácil. Y nadie debe forzar a un ser humano a hacer algo tan salvaje contra su cuerpo, su ser, pues gestar y parir cuando no se desea es literalmente una de las más brutales torturas.

Existen artistas que aunque buscan la comunicación, es sólo en el sentido de que sus obras no queden en un rincón oscuro, les conecten con otras personas, y esto no se puede equiparar a desear fama, poder o dinero. Se puede crear por muchas razones, y de muchas maneras. Concebir el arte como la pista de competición donde existe un canon (el concepto mérito, maestría, aplicado al estrecho y definido territorio de la regla de valor) y donde el premio se lo lleva quien, según ese canon, «supera» al resto es una visión infantil en el sentido de limitada al mundo propio de valores, no explica el conjunto, no le sirve a todo el mundo.

El hecho es que millones de mujeres y de personas en general han pasado por el planeta teniendo mucho que aportar y no habiéndolo podido hacer por su contexto o habiéndolo podido hacer sólo desde el aislamiento, o sea, sin que esa obra pudiera llegar a otras personas. La mentalidad por defecto (que llevamos dentro por educación, esa fuente de mezquindad y crueldad justificada) dirá: «Eso lo dices porque te identificas con esas personas». Pues claro! Porque entiendo que existe otra realidad! Es evidente. ¿O he entendido mal tu  comentario?, ¿no debo entender lo que pone, sino tu intención de desacreditar a la gente así?, ¿de borrarla del mapa?, ¿para justificar tu orden?

 

Una persona intenta reflexionar y le da voz a ese proceso, y lo que la gente entiende le devuelve una amenaza.

Sócrates reflexiona sobre la virtud, si puede enseñarse o no, y plantea la cuestión: si existe una persona virtuosa, pongamos Pericles, sus hijos serían virtuosos por aprendizaje ¿o no?

Respuesta de la gente que no comprende: ¿Qué estás diciendo: que Pericles es un mal padre?, ¿que se ha negado a enseñar a sus hijos sus virtudes? Ándate con cuidado… Estás denigrando a un personaje de la patria.

Lo primero que se lleva quien intenta cambiar algo es una hostia, sin importar lo que dice, si lo que dice se relaciona con la virtud o no. Si vas a un lugar y dices: aquí traigo este regalo, que puede hacer nuestra vida algo mejor, la gente entiende que estás diciendo que lo que hay ahí es una mierda.

¿Cómo se puede desarrollar la virtud? ¿Se puede aprender o enseñar, transmitir o desarrollar?

La innovación, la creatividad, la investigación, el razonamiento empático son vistos como amenaza en las sociedades prevalentes (la sociedad «normal»). ¿Por qué y en qué medida se puede cambiar esto? Sólo permiten que haya más de lo mismo, no que haya diferente. Y la sociedad defendiendo a sus «emprendedores» no se dan cuenta de la contradicción flagrante en la que incurren. ¿Dónde está la contradicción deformante de ese pensamiento? En una falacia «de la ambigüedad», se usa el mismo término o expresión con dos sentidos diferentes al mismo tiempo. Va cambiando de sentido según lo que interese decir: en un sentido se asocia a una conducta virtuosa y en otro a una conducta contraria a la virtud.

Alaban a «los emprendedores» (queriendo decir, «empresarios que harán más de lo mismo») y desprecian el 15M, que está lleno de personas con iniciativa! (que quieren hacer otra cosa, no lo mismo).

Capacidad introspectiva, conocimiento de los mecanismos sociales. Ingredientes fundamentales para resolver el problema.