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Marzo 2016: La RAE, academia de la lengua que no existe ya, no puede hacer nada contra el cambio lingüístico, y han sacado una traducción del Quijote al español del siglo 21 porque aunque hablamos la misma lengua siglos después, ésta ha cambiado tanto como es lógico, con el paso del tiempo, con la evolución de las sociedades, que ya no hay quien se lea el Quijote en el español en que fue escrito. Salvado Cervantes, para disfrute de generaciones muy posteriores, la RAE, acorralada en su esquina de anacrónico querer imponer la lengua que conciben como correcta porque no entienden la lingüística moderna a la población hablante (¡no sólo de su país, claro, porque son hijos del imperio!), arremeten con el tema que más les crispa: el absurdo (según ellos) de nombrar a las mujeres pues (para ellos; supongo que las mujeres de la RAE no se sentirán molestas con este uso del masculino «inclusivo») nombrando al Hombre, como siempre, basta.

Omiten los datos de la realidad, claro: la exclusión de las mujeres del derecho a ser nombradas tiene relación con su exclusión de siglos, impuesta en las sociedades patriarcales, del ámbito del conocimiento, la creación, de todo lo que no sea ajustarse al papel de madre procreadora patriarcal, sirvienta, educadora patriarcal, muñeca de goma o santa; y sobre todo: que ya lo sabemos, y que ya ha empezado a cambiar. Quien entiende la importancia de tener un nombre propio, entiende la importancia de su derecho a recibir ese mínimo respeto. Ya no nombramos sólo a las damas, esposas de los hombres poderosos; ahora todas las mujeres tienen ese derecho: que si te diriges a ellas, si quieres llamar su atención, si quieres que te escuchen, si quieres pedir su apoyo, su ayuda, tienes que nombrarlas, porque la lengua española tiene (además de innumerables excepciones, como todas las lenguas humanas) un recurso gramatical conectado al género («masculino/femenino»; en español no hay sustantivos neutros): que en general el sufijo “o” indica género masculino y el sufijo “a” genéro femenino.

Y hasta que logremos construir sociedades donde esa visión tan limitada del sexo humano se supere, habrá que ir ampliando para visualizar quiénes existimos: no sólo el Hombre patriarcal, ordenando y mandando durante siglos que las mujeres deben ser dominadas por Él porque no tienen rasgos nobles ni inteligencia suficiente, además de ser más débiles físicamente, esas grandes mentiras de la Historia patriarcal sobre media humanidad. Una media humana oprimida que durante siglos ha demostrado, no obstante, tener nobleza, inteligencia, fortalezas de muchos tipos, porque eso son rasgos humanos y los puede tener cualquier persona al margen de sus genitales.

El sistema sexo-género patriarcal se basa en ideas muy primitivas y violentas sobre lo que somos las personas: los hombres no son todos como el Sistema describe, las mujeres tampoco, y también sabemos que hay más tipos de personas, que hombres y mujeres, que las personas, comparten muchos rasgos, todo el potencial, porque son de la misma especie, la humana. La maleabilidad del cerebro y la mente humanas es tan asombrosa que sencillamente cómo sea nuestra mente tendrá que ver (más que nada dada la gran importancia que le concedemos a las relaciones con otras personas) con la capacidad de aprender y, al margen de nuestros talentos individuales «innatos», lo que constituya nuestra mente viva: el desarrollo (esa oportunidad) de cómo usamos nuestra inteligencia, que viene marcado por lo que el resto espera que seamos, ese poderoso condicionante, y por eso tenemos que dejar de querer que seamos según una norma, la de género patriarcal, que nos limita el desarrollo de la inteligencia, condenándonos al barbarismo.

Es cobarde, además de todo lo expuesto, rabiar por un tema X y arremeter contra un tema Y, pongamos, el clásico «universal» del patriarcado: la estupidez, maldad, ridiculez, histeria de las mujeres, porque hay siglos de condicionamiento para que ellas siempre nos parezcan las peligrosas y violentas, las idiotas.

La RAE debería dedicarse a la elaboración, si acaso, de diccionarios etimológicos, y dejar de intentar impedir la evolución que ya se ha producido, explicándonos que es ridículo, inadecuado, erróneo lo que decimos, que hagamos lo que estamos haciendo: nombrar en femenino a las mujeres cuando están ahí y las vemos como antes no las hemos visto: como protagonistas de su vida también. La antesala, efectivamente (¿acaso da miedo?), de que tras nombrarlas a ellas lleguemos a la noción de que en literatura, por ejemplo, personas que son mujeres puedan ser vistas como creadoras de una obra que toca lo humano, la esencia humana, en lugar de ser llamadas creadoras de la confesión de su pequeña, ridícula y desagradable existencia. (Cómo si la literatura de Proust fuera menos «confesional» que la de Sylvia Plath; y no entenderán el problema que plantean porque su ideología les impide pensar con amplitud de miras.)

Vamos de camino a un mundo inclusivo de las personas, lo que implica la superación de un tipo de sociedad que ha machacado la identidad de millones de personas limitando su desarrollo y vidas a unos papeles de género, dos, que si bien tienen algo que ver con la realidad, ya queda claro que son más destructivos que útiles o buenos. El amor, la solidaridad, la inteligencia, el valor, la nobleza, la fortaleza, todos los rasgos positivos humanos tienen un potencial de desarrollo diferente y mucho más amplio. Bastará con que dejemos de invertir tanta energía y recursos en desarrollar lo peor de lo que somos capaces y que le prestemos atención a todo lo asombroso de lo que somos capaces, superando el machismo, la misoginia, la homofobia y transfobia, el racismo, el clasismo… esos conceptos que sólo han servido para construir un mundo de renuncia al uso de la inteligencia a favor del uso de la violencia, partiendo de la violencia primera que es ordenar a una persona cómo debe construir su identidad, negando así su potencial, su identidad posible.

En nuestra recuperación de la Historia desde la investigación ya estamos viendo que a pesar de todo el Sistema de violencia, las mujeres, por ejemplo, han existido no sólo como mujeres patriarcales que encajaban con lo que el Sistema esperaba de ellas, sino como personas, por lo que siempre han estado ahí, luchando, eso sí, contra un Goliat, y existiendo, es decir: no se ha podido hacer de las mujeres lo que el Sistema pretendía, a pesar de todas las violencias ejercidas. Porque somos humanas, somos personas, no ese papel que se tradicionalmente se nos ha asignado.

Si no me nombras, eres tú quien no existe. Yo existo y tengo un nombre. No habremos pasado a la historia pero siempre hemos estado aquí y ahora no vamos a renunciar a ser nombradas.

RAEMUERTA

Don Quijote frente a los molinos no representa la lucha idealista contra el Poder establecido, lo que representa, quizá, David ante Goliat por poner un ejemplo que se entienda, o innumerables imágenes feministas, por mentar una evidencia que a menudo se ignora. De lo que yo entendí, Cervantes era bastante crítico con muchas cosas, lo que consta en el prólogo de Don Quijote y lo que se desprende del hecho registrado de que leyendo basurilla sí se te puede ir la olla.

Sin embargo, y me parece sospechoso, se asocia al viejo caballero que perdió la cabeza leyendo literatura basura (para la época las novelas de caballerías) continuamente al idealismo. ¡¿Pero esto qué es?! ¡Pobre Cervantes! Distorsionado hasta la náusea por activa y por pasiva cuando no puede defender su obra. ¿O el dinero de la fama del personaje o el poder que le diera le hubiera cerrado la boca al propio autor? La verdad es que no imagino a Miguel de Cervantes haciéndole tal mezquindad al mundo o a su inteligencia.

En el camino que me abre mi sospecha, pienso que a Mary Wollstonecraft le habrían hecho lo mismo con sus “ficciones”: que pretendiendo ella denunciar con la novela llamada filosófica la adicción y las nefastas ideas que genera y sostiene siempre la literatura basura dirigida a las mujeres (en la época llamadas románticas) acabáramos tomando a su heroína como ideal de madre y esposa en el Sistema patriarcal.

El idealismo no es cuestión de gente que ha perdido la cabeza y tiene comportamientos absurdos o grotescos aunque también un corazón muy grande. Las personas idealistas pueden saber perfectamente dónde están y pueden nutrir sus ideas de razonamientos y no de historias diseñadas para que nadie luche por nada y ocupe su «ocio» con materiales que mantienen siempre las cosas «en su sitio».

La difamación y la distorsión, qué armas tan corrosivas. Después de la omisión, son las más usadas, por eficaces, contra las personas (en especial, mujeres) que piensan y expresan desde mentalidades críticas, o sea, constructivas. Lo más espeluznante es la facilidad con que las usa todo el mundo sin saber siquiera que se está siendo una tuerca más en la fundamental maquinaria patriarcal… Claro que podemos verlo como inocente, coincidencia, error, así seguiremos sin tener nada que ver, como sociedad, con ningún crimen del flujo de esta Historia. Como si de principio a siempre la única posibilidad fuera la que concibieron los Patriarcas.