TE DESCONOCEN. Decían Blanca Andreu al final de un poema («Di que querías ser caballo griego«), «Te desconoces, te desconoces». También está el «te desconocen» aunque importe menos en tu casa propia, aunque mucho en las plazas públicas (la difamación, y la omisión, esas dos armas histéricas del patriarcado para machacar a las mujeres que no pueden obedecer ciegamente).
Voy a decirlo con libertad, sin pretender herir a nadie, por más que tengo comprobado empíricamente que tiene siempre un precio (y si alguna persona adorable tiene dudas por favor, basta con preguntarme, incluso por email, sin problemas y sin drama; mi «violencia» es decir los razonamientos que se me ocurren porque no comprendo muchas cosas y quiero comprenderlas para poder asimilarlas y/o transformarlas y/o esquivarlas, es decir, por mucho que me presenten como fiera soy básicamente inofensiva radical). Allá voy:
Si a mí me da pudor -y no puedo ni imaginarlo; y tb me da tristeza, sí- eso de sentir que conozco a las personas que quiero, a mucha gente no le da nada imaginar que te conocen bien, y al parecer las personas como yo somos fáciles de conocer. (A mí me lo han dicho tanto que lo que ahora que soy vieja no sé es cómo tuve tantísima inseguridad -y daba las gracias, a lo japonesa- o paciencia.) Y ahí se produce el gran lío de la incomunicación y las expectativas y sus guerras sin fin (en la especie, hablo aquí en general). Si yo me desconozco a mi misma porque convencional no soy, ni tradicional, sino soy una persona en continua evolución, poco apegada a cosas que se valoran mucho en el mundo humano que tenemos, como (por resumir) «hacer sufrir, la fama, el poder y el dinero», creo que aunque alguien pudiera conocerme algo mejor que yo a mí misma, no sería suficiente para operar en esos contextos de lo que se le pide a la gente: te conozco, sé que te puedo pedir esto, por ejemplo, un clásico (ya que soy la admin de Mujer Palabra), que me mire toda la obra de alguien, que seleccione lo que quiera publicar y que le aporte una crítica. (Y yo, que ¡sólo me atrevo a sentir gratitud si alguien me lee! Y cuando he informado de que me daría curiosidad saber cómo puede alguien percibir algún poema o relato que yo haya escrito, y que no me haría daño como escritora, que hablaran libremente, porque yo tengo mi criterio, aunque aprenda y porque aprendo, y todo lo uso para aprender, como si viviera en zona de guerra perpetua, cuando eso ha ocurrido, que ha sido poco, pienso, aunque no sé, quizá ha sido a menudo, creo recordar que sólo una persona me ha contestado, Eni, una persona generosa en extremo. Y con esto, por favor, que nadie se sienta mal, porque no pretendo eso; además, ese sentirse mal inhibe que se puedan decir cosas buenas a gente, porque importa más no molestar a la mayoría, y eso no es justo, pienso.)
Ferlosio decía en un pecio también algo que quizá tenía que ver con esto que digo, pero aplicado a otro tema (y el sector lésbico que no sean malitas 🙂 <3 ): «En otro tiempo yo creía que ‘entender’ quería decir bastante más de lo que a mí me pasaba cuando en verdad estaba entendiendo igual que los demás» (…) p. 104 de «Vendrán más años malos y nos harán más ciegos» (sé que el título no es alegre, pero es un libro que a mí me ha consolado a lo largo de la vida, porque está lleno de reflexiones honestas, imaginativas, inteligentes pienso yo, que conociéndome mal, fijaos qué mal, la mayor parte de mi vida, ¡hasta los treinta y tantos!, pensé que era muy torpe respecto a inteligencia; y todo nació en el colé, supongo, por ser muy imaginativa y además niña, un peligro, que ya veis, cuando me castigaban mirando a la pared, yo no entendía la humillación y el daño porque estaba muy ocupada descifrando las historias del muro).
Bueno, será que creo que me va a nacer un relato estoy demasiado sensible, que es algo que me pasa a veces o quizá todo el rato, tampoco lo sé.
( 🙂 ) <3