Soneto 29 de William Shakespeare
(traducción mía al español y al siglo 21)
Cuando siento el rechazo y la obcecación de mi sociedad
y en soledad me duelo de mi posición marginal
y sueño y deseo y sé entonces que el esfuerzo no sirve
y me contemplo y lamento de ser quien soy
deseando tener más fuerza para ser otra
deseando ser mejor compañía para disfrutar de amistad
deseando el talento que no tengo, la libertad que me falta
nada de lo que me ocupaba con contento logra consolarme.
Pero si con estos pensamientos casi de desprecio por mí misma
ocurre por fortuna que pienso en ti, entonces mi tristeza plomada
se alza al alba como en la emoción de un primer vuelo
dejando atrás la tierra oscura, cantando libre en el espacio que acoge
pues pensar en tu amor es conocer tal alegría
que no podría nunca cambiar mi vida por ninguna otra.
Sonnet 29 by William Shakespeare
When, in disgrace with fortune and men’s eyes,
I all alone beweep my outcast state,
And trouble deaf heaven with my bootless cries,
And look upon myself, and curse my fate,
Wishing me like to one more rich in hope,
Featur’d like him, like him with friends possess’d,
Desiring this man’s art and that man’s scope,
With what I most enjoy contented least;
Yet in these thoughts myself almost despising,
Haply I think on thee, and then my state,
Like to the lark at break of day arising
From sullen earth, sings hymns at heaven’s gate;
For thy sweet love remember’d such wealth brings
That then I scorn to change my state with kings.
Qué faltos de empatía y de imaginación «los expertos» (del Sistema patriarcal), que consideran que la gente no plasmó sus sentimientos al hacer expresión artística hasta el romanticismo, como si los seres humanos pudieran lanzarse tamaños hachazos. Este soneto de Shakespeare, las pinturas rupestres, y qué línea de conexión. Yo tengo un poema parecido a esto que dice Shakespeare. Seguro que habría podido trazar mi saga hasta la prehistoria.
Aire dulce, húmedo en la frente, así es tu amor,
levantándome un poco
del tosco suelo bárbaro.
Si no conociera la levedad
de tu mirada azabache,
me hundiría en la ciénaga al día siguiente
llorando sobre la grupa
de mi caballo alado.
Enero 2001, y otro… «Nuestro amor«