TRABAJANDO ESCRIBIENDO Y… Como según el lenguaje androcéntrico el masculino es neutro, el corrector de mi ordenador me dice que «Camino descalza», el título del poemario que me gustaría juntar, es erróneo, que debo decir «Camino descalzo».
Gracias RAE, el odio a las mujeres siempre paga bien, verdad? A ver si os incrementan las subvenciones y podemos eliminar, aprovechando la «inteligencia» artificial automatizada, todo rastro del jodío femenino, tan irritante.
A ver si la gente despierta de una vez: el lenguaje es espejo de lo que somos y construye la cultura que nos aplasta.
ANÁLISIS ES DIFERENTE A TESTIMONIO. Es problemático, no ayuda ni al movimiento social, ni a la población que desee entender y ayudar a construir soluciones, que cada vez que las mujeres que padecen guerras o violencias hablan de ello se ubique en que se trata de sentidos o conmovedores testimonios. Son análisis basado en experiencias. Verlo como testimonios es condenarlo a que no sea escuchado como análisis, como material fundamental para la búsqueda de soluciones. Así llevamos siglos, la ideología patriarcal sigue desvalorizando y distorsionando las fuentes de lo que puede ayudarnos a salir de tanta irracionalidad y violencia.
the men are domestic tyrants, considering them as fathers, brothers, or husbands; but there is a kind of interregnum between the reign of the fathers and the husbands, which is the only period of freedom and pleasure that the women enjoy. (Letter 19, A Short Residence in Sweden, Norway & Denmark, 1796)
los hombres son tiranos del hogar, como padres, hermanos o maridos; pero existe una especie de interregnum entre el reinado de los padres y los maridos, que es el único periodo de libertad y placer que disfrutan las mujeres.(Carta 19, Una breve estancia en Suecia, Noruega y Dinamarca, 1796) trad. mía
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En esta época todo le era obligatorio a muchísimas mujeres. Una cosa muy obligatoria era ser de un hombre y darle descendencia. Nada menos. Una tortura si no era lo k tú harías.
Liberarnos de eso algunas mujeres no ha sido concesión del Hombre. Lo hemos hecho sin crear ejércitos ni guerras, sin matarlos. Entonces ?cómo lo hemos hecho? Luchar es visto hoy igual como cosa de Hombres y algo que se hace con violencia, o con armas?
Kiza se vea ridículo considerar esto que hicieron millones de mujeres a lo largo del tiempo una lucha. Verlo como una defensa, protección, k eso es solo cosas de Hombres, los grandes defensores y protectores, según la tarada mirada patriarcal.
Kiza no se vea mérito, pk no se vea el horror de k te obliguen a casarte, la familia o la sociedad, a k usen tu cuerpo, a gestar, parir, criar, a no poder hacer más k lo k te mandan desde el desprecio y la inferiorización…. Todo es el condicionamiento misógino de la ideología patriarcal.
El Hombre no hace la guerra para proteger a nadie. La cultura de violencia prevalencia patriarcal no va de proteger, ni de cuidar, sino de forzar y destruir para prevalecer, el Hombre. Y su primera guerra es contra las personas gestadoras, puedan o no gestar, y x extensión contra toda persona k no sea ese modelo k es el Hombre, rey de la dominación.
EXAMINAR EL PRIVILEGIO. El Hombre (las personas que son vistas varón por la sociedad) de las culturas patriarcales creen que atienden a las mujeres cuando él le pide atención a ellas.
Esto es un hecho observable en todos los ámbitos, pero que no se ve (lo evidente no se ve, como siempre) por la tara ideológica patriarcal. Es sólo un síntoma más del complejísimo problema del milenario sistema sexo-género patriarcal.
Si los hombres desarrollaran inteligencia feminista la cosa iría mejor para todo el mundo, y nuestra superación de este tipo de sociedad, irracional y violenta. Pero el mandato es optar siempre por la tradicional sospecha de que las mujeres no saben ni pueden pensar bien, por ser mujeres (excesivamente emocionales), incapacidad (inferioridad intelectual) o maldad (malos sentimientos). La sospecha es inconsciente y continua, observando se aprecia. Es mu pesao. Dijo Ferlosio una vez, «paciencia, la de las feministas». Alguien con mirada clara para ver lo evidente.
La ceguera patriarcal, ese no poder ver lo que está ahí, es también responsable de que incluso hoy, claro que sí, hoy también, no se ve que las mujeres generan ideas, acciones, que transforman la sociedad, aunque no se las identifique como su causa o generación. Es un poco como esto de los medios de masa en manos de la derecha que hoy suenan igual que en el franquismo, masivamente bombardeando mentiras y malas ideas, y que da igual porque no pueden parar el cambio social, como los berrinches de la RAE que tampoco pueden. En España ya pasó en los sesenta y setenta del siglo 20, al final de la dictadura de derechas.
Y es que por más adoctrinamiento sexo-género, las personas somos también humanas, las mujeres también, y ciertamente nos pueden matar, y obstaculizar mucho con todas las violencia que como grupo padecemos en una infinita variedades de grados, pero eso no cambia el hecho de que somos humanas.
Como ocurre siempre en los sistemas de opresión, el grupo oprimido sabe más del opresor que al revés. De violencias y obstáculos las mujeres sabemos mucho, sea conscientemente o no, mucho más que el grupo con el privilegio de ser ubicado como superior y dirigente, como vital para el progreso humano.
Un poquito de por favor, y valentía para la autocrítica. Un poquito más de escucha y atención.
Poema en español y traducido por mí al inglés con revisión de mi sister Veronica Kelly (Irlanda) para las acciones «Alerta» de Café Feminista Fuengirola-Mijas.
Saber nombrar las cosas importa mucho para el análisis, pero para eso tenemos que comprenderlas (ese arduo proceso) con cierta profundidad –no sólo es cuestión de diferencias por puntos de vista de los que se parta.
En la ideología patriarcal es más importante usar las ideas como armas para «destruir al oponente» que conocer el mundo a través de la puesta en común de ideas y desarrollar conocimiento en procesos colectivos conscientes.
Podemos decirlo de muchas formas.
En el vídeo de abajo sobre Petra Kelly, Alicia Puleo lo dice de una forma. Al explicar el ecofeminismo nos cuenta (y su opinión está ciertamente informada) que el ecofeminismo se encuentra más asociado a una corriente feminista llamada «feminismo de la diferencia», que es esencialista, es decir, que cree en una diferencia identitaria fundamental entre dos géneros, y nos dice que en cierta forma esta corriente enfrenta dos géneros –como lo hace el esencialismo patriarcal (añado yo), aunque en un sentido diferente, y en un sentido contrario según matizaciones, cuando se plantea con el mismo esquema de superioridad de un género sobre otro en un sistema de dos. Y nos cuenta que la corriente feminista prevalente hoy es aquella que se centra en combatir la discriminación machista y misógina o del Hombre hacia la mujer, y que el ecofeminismo ampliaría eso para incluir la lucha contra la discriminación de otros animales y la explotación del planeta. Dice que por tanto en algún sentido el feminismo (la corriente prevalente) se ha especializado en el tema igualdad entre hombres y mujeres.
Yo creo que esta visión está condicionada por la comprensión del feminismo occidental, de su importancia en la lucha por la igualdad entre sexos, y que tenemos que nombrar o comprender el feminismo de una forma más amplia y eficaz porque explica muchas cosas más y su impacto es mucho más amplio y profundo: el feminismo cuestiona la ideología patriarcal, esa cultura humana de sistemas de violencia (por sexo, sexualidad, piel, estatus social, económico…), y por eso sin desarrollar inteligencia feminista no se puede abordar la evolución a la superación de este tipo de cultura. La construcción de una cultura abarca todo lo humano, y condiciona cómo pensamos, hablamos y nos relacionamos, qué valores prevalecen en comunidad, las prioridades.
Consideremos las luchas de las personas feministas por el lenguaje.
La idea de un lenguaje que nombre la realidad –y no un lenguaje empleado dogmáticamente para invisibilizar la realidad que no se quiere aceptar culturalmente en una sociedad dada (invisibilizar que no destruir, porque siempre hemos existido y aportado las personas denostadas por la cultura prevalente)– en la práctica y teoría de diferentes personas feministas nos ha aportado culturalmente más que la sola cuestión de nombrar a las mujeres. Nos ha descubierto la falta de inocencia en la cultura, en el mirar desde la cultura; cómo vemos lo que creemos, lo que la cultura/sociedad dice que hay que creer, en lugar de comprender (ver, entender que existe) la realidad existente; y cómo viendo así hacemos daño intencionada y no intencionamente, inconsciente y conscientemente, porque juzgamos injustamente, agredimos verbal y conceptualmente, y omitimos o invisibilizamos, que es, ya lo sabemos bien, una forma de matar, obstaculizar y hacer sufrir.
Estoy hablando sólo del mundo del lenguaje humano, que parece un tema solo y que es en realidad un tema transversal a todo nuestro mundo porque constituye nuestra herramienta cotidiana para transformarnos y transformarlo, justamente por eso, porque en él se refleja todo lo que concebimos, sentimos, creemos, soñamos como colectivo –aunque eso no haya podido eliminar nuestra capacidad para el lenguaje individual o no prevalente socialmente, como esta forma de nombrar empática propuesta por el feminismo porque sabemos del daño que hacen las palabras a quienes excluyen o difaman, lo pretendamos o no; cómo las palabras más usadas son culturalmente reguladoras de la inclusión y exclusión, del reparto de funciones en una comunidad, la construcción de la identidad de los papeles admitidos por una sociedad determinada.
2017 Homenaje a Hypatia
Así, el que haya corrientes feministas prevalentes (en el sentido de mayoritarias) en determinado lugar que se centren a la lucha por «la igualdad ¿con el Hombre?» (así lo mal-interpreta mucha gente), o dicho mejor: que se centren en la lucha por la igualdad de derecho de todas las personas a una construcción de su identidad propia y a poder elegir su papel en su comunidad en función de sus decisiones y no de sus características físicas o genitales en el contexto de una sociedad patriarcal (que parte de la deshumanización fundamental que es una definición limitada y distorsionante de lo que es ser persona, asignando dos papeles, «Hombre» y «mujer» a todas las personas, papeles asociados a funciones en la sociedad), no es decir que el cuestionamiento del patriarcado que realiza el movimiento social feminista sólo implique el tema «Hombre-mujer» (ya se ve en mi reformulación, pienso) pues cuestionar la base dogmática fundamental de la cultura patriarcal no es para que las mujeres estén mejor, sino para evolucionar a sociedades menos violentas e injustas, donde se respete la identidad de las personas y se apoye una evolución individual y colectiva hacia realidades más humanas, más fieles y respetuosas con el potencial y la diversidad humana, pues la cultura patriarcal es autodestructiva –y si tras siglos de patriarcado aún no nos hemos autodestruido eso ha sido sencillamente porque la realidad humana no ha podido ser transformada por la ideología patriarcal en el sentido buscado, y ha seguido existiendo y cuestionado el sistema todos estos siglos; por eso hoy tenemos cosas buenas que en realidad no nos vienen del patriarcado sino de lo que esta cultura ha, digamos, robado a mucha gente anónima, y también y sobre todo, de lo que esta cultura ha recibido como impacto de la existencia de esas otras realidades a lo largo de los siglos, que enfretándose al sistema o sencillamente siendo han tenido un impacto como una hoja seca o una piedra que cae al río, en ondas expansivas.
Con todo esto intento explicar que yo no creo que el feminismo sea el feminismo de clase media blanco y de izquierdas, ni tampoco que el feminismo se haya centrado en la lucha contra la discriminación de sexo no trabajando la conexión con otras discriminaciones o sistemas de violencia. Todo va íntimamente ligado porque es complejo, como la vida. Cada persona, grupo, red, como cada sociedad y comunidad, claramente elige temas de trabajo y prioridades, pero como movimiento, el feminismo es una de las razones fundamentales por las que comprendemos la discriminación y asociamos su superación a un cambio de valores y modos de ser y de relacionarnos. De hecho, como movimiento social, en todas partes del planeta, no sólo en España o Europa occidental donde estamos (pero nuestras poblaciones son heterogéneas, aquí vive mucha gente variada en situaciones materiales muy distintas, y que es feminista también), lo que nos hace ingresar en este movimiento, digamos, es un afán de lucha por rescatar nuestra humanidad que va a asociada a un rechazo visceral y racional empático por el uso de la violencia como forma de resolver problemas y conflictos, o como forma de relación en la especie y con la naturaleza, siquiera porque es el planeta donde vivimos, siquiera porque en él encontramos nuestro alimento para poder vivir y no morir.
Así, si bien es cierto que aún no hay palabras, teorías, ideas comprendidas más ampliamente sobre la conexión inevitable de feminismo, noviolencia y ecologismo, según vemos y nombramos las cosas, puede comprenderse legítimamente que todo se contiene en el feminismo como movimiento social que cuestiona la ideología y la sociedad y cultura patriarcal, por ser una cultura basada en sistemas de violencia que parten del sistema primario de reducción de la identidad humana a dos papeles con funciones específicas que se excluyen y que se nombran falsamente como «complementarias».
Volviendo al lenguaje, en mi viaje personal para humanizarme a través de cómo nombro y por tanto de cómo pienso y por tanto de cómo me relaciono, no sólo he aprendido a mirarme a mí misma desde un enfoque diferente (siempre en peligro hasta que llegas a décadas de práctica en resistencia y lucha!, por la presión indescriptible de que sigamos en ceguera), uno que me permita pensar que soy inteligente, fuerte, valiente, creativa, genia, capaz de ofrecer ideas valiosas a la sociedad, capaz de tanto, con mi pequeña vida de minoría en mi sociedad que cuestiona la tradición. Ocurre que al hacerlo, al hacer este viaje, me he humanizado, he rescatado mi racionalidad y empatía como persona, y con racionalidad y empatía no puedes ejercer injusticia y violencia fácilmente, no puedes obedecer el mandato de violencia e injusticia de los sistemas impuestos en la cultura patriarcal, al menos no tan fácilmente o defendiéndolos contra toda razón o sin sentirte autocrítica y con un conflicto ético y vital. Los reproduces por ser un animal cultural, pero por ser humana en evolución, los criticas e intentas superar.
El feminismo como movimiento social que lleva siglos en escena aunque sin siquiera un nombre, es muy joven respecto a la fase actual en que está (la de encontrar nombres y pegarnos), sólo tiene algún siglo, y quizá por eso todavía hay tantas tortas, tantas luchas que nos podríamos ahorrar, y que en realidad nacen de que por más que sepamos que la violencia es negativa y evitable a menudo, la cultura patriarcal nos constituye ideológicamente, y muchas veces usamos la lucha por cuestionar algo para justamente perpetuar algo: el poder de ubicarnos en posiciones que discriminan, no respetan y desprecian a otras personas, por ejemplo. Porque no es fácil concebir algo que socialmente no existe, aunque a nivel individual te conste que sea real, humano. No es fácil nombrarlo. Y sin embargo, tenemos la palabra para pensar, comunicarlo y comunicarnos, entendiendo que todo será como siempre una evolución hacia la comprensión y hasta llegar a un poder nombrar de forma más fiel a la realidad, con mejor conocimiento.
El otro día un periodista español entrevistaba a un científico español en Estados Unidos, creo, y decían algo terrible y terrorífico, como si eso lo dijera el Conocimiento que cimienta nuestras sociedades. Preguntaba el periodista sobre, p.e., hombres embarazados, al tratar el tema de los límites éticos de la ciencia (en el patriarcado), y respondía el científico (cuya inteligencia feminista no parecía muy desarrollada) que la naturaleza era práctica, con una sonrisa de sobresuficiencia patriarcal estremecedora, con un significado muy preciso: era práctica y no iba a permitir cosas raras! Estremecedora porque al no tener inteligencia feminista este científico no se daba cuenta de la brutalidad y la falsedad de lo que decía: «práctica» desde la ideología patriarcal no es «práctica» desde la naturaleza, que en realidad no puede tener nada que ver con la idea humana «práctica» ya que la naturaleza sencillamente es vida. La naturaleza, señor científico, EXPLORA TODA POSIBILIDAD y se caracteriza por su DIVERSIDAD, por eso hay incontables formas de vida, y dentro de éstas, incontables formas o identidades o modos o relaciones. Lo sabemos muy bien las personas cuya identidad no se conforma o explica con el sistema identitario milenario de las sociedades patriarcales, y no hablo sólo de personas con cuerpos o sexualidades diferentes a los del mandato patriarcal, sino también a gente con vidas movidas por valores no prevalentes, por ejemplo. Por eso, porque la naturaleza es VIDA, la sociedad humana genera CULTURA, para acotar, entender, organizarse y poder ubicarse en el mundo de la vida, y por eso las culturas son diversas y van cambiando, evolucionando.
La cultura la creamos, y nos rige el pensamiento y la vida en un casi total porcentaje, en comparación con cómo nos condiciona lo biológico. En el mundo humano, tener ciertos órganos no implica desear o no desear lo que la cultura establece como asociado a esos órganos: hay varones con una maravillosa mente humana que no usan más que para perpetuar la violencia; hay mujeres con útero gestor que no desean gestar vida como única y primordial función identitaria de su vida; hay personas que se enamoran de personas y no entienden por qué si el resultado no es una relación monoparental heterosexual ese hecho es anormal y censurable. No hay nada menos práctico que la violencia para resolver conflictos, por todo el horror, sufrimiento y destrucción a tantos niveles que genera, y sin embargo, la cultura patriarcal nos enseña que en ideas, actitudes, sentimientos, palabras, y otras acciones, debemos ejercer violencia a diario para mantener el sistema social, los valores y los modos de la cultura patriarcal.
Es fácilmente comprensible que si en lugar de ver a otras personas como amenazas constantes a nuestra existencia nos viéramos como una comunidad, capaces de mutuo apoyo, la vida sería más grata, interesante y positiva para todo el mundo y el planeta no estaría amenazado. Y esto no tiene nada que ver con la idea expresada por el científico mencionado arribo de lo que es «práctico» para la naturaleza. Para la naturaleza humana en la sociedad patriarcal lo práctico ha sido la guerra, porque operan unos determinados valores o ideas, pero no es nuestra única opción. Ampliar el marco identitario humano para reflejar la realidad identitaria humana no se puede ver como algo «práctico» o «no práctico», ni como algo anormal, sino justamente como algo que, si se respetara la realidad de diversidad de la vida, nos permite construir una cultura más evolucionada, capaz de superar los sistemas de violencia que nos tienen sumidas a las personas en una especie de Edad Oscura. Esperemos nuevamente, que ya hayamos entrado en la era en que conseguiremos superar la tara ideológica de esta cultura represiva, explotadora, destructiva.
[E]staba harta de los hombres que medían su capacidad sexual por el grado de subordinación intelectual de la mujer.
Angela Davis, Autobiografía (ed. Capitán Swing), parte 4, “Llamas”, p. 210
Aquí está identificada una cuestión fundamental en el patriarcado: se enseña a los varones que el sexo tiene que ver con un órgano excitado y que para que esto ocurra tiene que haber una mujer sometida, dominada, aterrorizada, porque qué mayor terror que determinen que eres inferior intelectualmente, qué mayor violencia puede haber que la que te impone ser esclava o dependiente. Estamos aquí ante la violación base: si somos inferiores intelectualmente, no tenemos posibilidad alguna de nada, porque quien así lo cree justifica así que MANDA. Si el análisis feminista no hubiera llegado a ser difundido como desde que somos movimiento social y político (siglo 20, al parecer), este hecho brutal ideológico patriarcal seguiría invisibilizado, a pesar de su realidad masiva.
Intentando exponer algún proceso de invisibilización.
Habría que ser más conscientes de cómo la cultura decide o influye en la construcción de la identidad individual (para grados, según fortaleza de la personalidad, supongo).
La inteligencia feminista (como la capacidad creativa, tan audaz / indómito / libre por naturaleza) te permite ver cosas evidentes que la cultura te ha enseñado a no ver. La cultura, eso que genera la tendencia mayoritaria en la sociedad, condicionada por las decisiones, para el caso de la sociedad patriarcal, de los patriarcas, de los capaces de ejercer una gama asombrosa de violencias para imponer su orden, es como el aire que respiramos: no lo notamos, pero está ahí con un papel fundamental para nuestras vidas.
La cultura patriarcal, tan primitiva aunque sea milenaria, necesita validar sus mandatos ideológicos frente a una realidad que no tolera: la de la impresionante diversidad de la vida humana, porque enseguida queda expuesta como incoherente, injusta y violenta (desde la lógica o la racionalidad empática es fácil verlo, por eso las niñas pequeñas y los niños dicen cosas tan evidentes como que el rey está desnudo), lo que explica su inagotable violencia, la de ese sistema de gestionar la vida tan negativo para la vida y que por desgracia, con tantos siglos de desarrollo, nos sale fácil, validarlo, ejecutarlo, justamente porque creemos en la cultura y no queremos mirar y ver la realidad. (¡¿Biológica la identidad «Hombre-mujer» que define el patriarcado?! Que él piense y ella sienta, que esté bien que él use la violencia física y que está mal que lo haga ella, tan viciosa y mala por naturaleza? ¿No será más bien que la mente humana, al margen de los genitales, puede generar ideas, palabras, sentimientos, acciones y así seas hombre o mujer puedes ser capaz de razonar o cuidar, y en muchos grados diferentes las diferentes personas? ¿No será más bien que ser fuerte no es sólo poder ejercer violencia física de imposición sobre alguien, sino muchas más cosas y mucho más positivas o inteligentes?)
Así, me pregunto qué hace que no nos agotemos culturalmente de ver historias de la guerra desde el punto de vista del Hombre patriarcal (no de la persona hombre/varón, digamos). Se ve que la sociedad lo considere algo relevante para la cultura. En contraste, cuando hablamos de la experiencia de cómo el papel que nos asigna la cultura por razón de sexo o género, algo relevante porque informa sobre la experiencia de constricción de la identidad humana por mandato cultural, la sociedad se centra en descalificar y descartar el valor de esas palabras (salvo que las pronuncie el Hombre, el modelo ideal de ser humano según la cultura patriarcal, ese tipo de identidad que podrían ser las personas hombre/varón y que es líder reconocido por la mayoría).
La respuesta es evidente (de cosas que se pueden ver si se mira con la mirada clara): en qué terreno estamos, ¿en el de validar la realidad que promociona la cultura, por ejemplo, para el caso primero, la de héroe o contrahéroe según la ideología patriarcal? (aunque en vida a cada cual, «héroe» o «contrahéroe» le irá muy distinto; pero a lo largo del tiempo, ambos tenderán a recibir respeto y ser valorados pues en conjunto validan la ideología de reducir la realidad a un binomio donde una de las partes debe prevalecer, y a veces se renueva pero para perpetuar el mismo sistema, como lo hace el Hijo Rebelde cuando desbanca al Padre, para convertirse él en Patriarca), ¿o en tener que defender la cultura de lo que pueda cuestionarla? (lo que implica arrasar con cualquier realidad que pueda no ajustarse a esa camisa de fuerza identitaria que impone la cultura patriarcal).
(Sí veo la pregunta de si toda cultura iría en contra de la naturaleza humana, y pienso que no, que se pueden construir culturas respetuosas con la vida, con la diversidad de la vida, aunque esto requiere, imagino, mentes mucho más evolucionadas que las que se valoran y respetan y celebran en nuestras sociedades. Sobre la pregunta de si todos los patriarcados serían tan violentos como el que nos ocupa, o bien, si podría darse una sociedad patriarcal que no fuera violenta e injusta a este nivel que conocemos, imagino que sí, pues si de entrada se determina en la superioridad de un tipo de persona sobre el resto en función de sus genitales y sexualidad, sin tener en cuenta, sin aprender a ver, a las personas por sus cualidades, necesariamente se genera violencia e injusticia evitables desde la racionalidad empática.)
¿Qué hace que cuando se denuncia el efecto de los papeles de género patriarcales, críticamente, o sea, denuncia que se haga desde ser persona que no los acepta por la realidad de su identidad, que no queda recogida en esos modelos, se «acuse» a esas personas y desprecie? ¿Cómo es posible que si una mujer denuncia la violencia de género (la violencia del Hombre hacia las personas inferiores que son las no Hombre), a pesar de que todo el mundo puedo ver sus efectos, los hechos de la violencia de género, se quiera inducir e imponer que no se escuche ni nombre eso que se ha dicho (por más evidente/real que sea) y se imponga un odio del grupo prevalente a esa voz? ¿No se está así validando culturalmente que exista esa violencia? ¿Cómo vamos a combatir la violencia del Hombre a las mujeres en el patriarcado si cuando ellas explican y denuncian y luchan contra esa violencia se las «acusa», se sacan a colación otros temas, ubicándolos así en más importantes que el de la propia violencia? No es cierto que todo el mundo esté en contra de la violencia. Yo diría que más bien la mayoría, por efecto de la cultura, está a favor de la perpetuación de la violencia ideológica patriarcal, a pesar de que mayores márgenes para la construcción de la identidad, conseguidos con la lucha artística, social, del pensamiento, nos permiten ver con más claridad que este mundo cultural no es deseable, por su brutalidad, compleja pero nada evolucionada en un sentido de la racionalidad empática.
Leyendo los diarios de Sylvia Plath, sus reflexiones sobre identidad a los 19 años: «Estoy en conflicto conmigo misma, me disgusta ser mujer porque soy consciente de que inevitablemente no puedo ser hombre. Dicho de otro modo, tengo que poner todas mis energías al servicio de mi pareja: mi único acto libre consiste en escoger o rechazar a esa pareja.»
IGUALDAD. Cuando se habla de igualdad, a menudo se distorsiona lo que se quiere decir, lo que yo al menos entiendo: No es igualar lo que pueden hacer los hombres, no es siquiera (que esto es imperativo pero a menudo un arreglo de transición a sociedades noviolentas) pedir igualdad de derechos. Es tener la misma LIBERTAD para desarrollar el potencial humano que media humanidad, las «mujeres» según la ideología patriarcal, lleva siglos teniendo prohibido hacer en las sociedades patriarcales.
(Pensando en el tema de violencia sobre el que quiero escribir, tras empezar The Creation of Patriarchy, de Gerda Lerner, un libro muy interesante! – y ante el cual creo que se puede ver que ya hay evolución porque ahora se pueden matizar algunas cosas, p.e., «Women’s History is indispensable and essential to the emancipation of women» [and for the improvement of human societies, this is, the whole of the species], «We now know that man is not the measure of that which is human, but men and women are» [human beings are]. Bueno, básicamente lo de «mujer» y «hombre» aunque se acepte que hay personas que encajan en el modelo de identidad de género patriarcal.)
Una observación libre del estado de los hechos humanos respecto a cómo ha cambiado la relación de las personas consideradas “Hombre” en el patriarcado con los afectos y la violencia, y de las personas consideradas “mujeres” en el patriarcado con lo que al fin entendemos como derechos humanos, arroja necesariamente información que desmiente creencias que la ideología patriarcal ha mantenido a través de todo tipo de medios durante siglos:
Que el “Hombre” es superior a las “mujeres” en fortaleza física, capacidad creativa, inteligencia abstracta, entre otros, y que la supervivencia cotidiana de la especie depende de Él porque es Él quien cuida al grupo humano.
Lo que la evolución de las sociedades patriarcales ha demostrado allí donde la noción de derechos humanos ha empezado a llevarse a la práctica (“derechos humanos” en el sentido de que todas las personas son iguales en relación a derechos, es decir, que no se puede otorgar un valor superior a nadie si ese valor implica la opresión, explotación y represión de alguien, y que es mejor por tanto desarrollarse desde nociones de solidaridad y colaboración) es que las personas tienen mentes humanas cuya maleabilidad es asombrosa y les permite desarrollar todo tipo de habilidades, se esperen o no de ellas (aunque claramente se apoya mejor el desarrollo de las habilidades cuando éstas te son alentadas y reconocidas por el grupo, lo que ha llevado a la mayoría a creer que existe un cerebro masculino y otro femenino que justifica el mundo del sistema sexo-género patriarcal, o un mundo donde las mujeres no pueden no ser madres y los hombres no pueden no ser noviolentos).
Así, hoy en día existen mujeres que no desean ser madres, que no sienten la llamada biológica que se presentaba como inevitable; existen varones que sí sienten que su vida sería muy insatisfactoria si no pudieran encargarse de la crianza y educación de personas pequeñas; y existen personas cuya existencia niega el sistema sexo-género patriarcal que también desean tener relación con y la responsabilidad de criar y educar a personas pequeñas. Es más, incluso las mujeres que desean ser madres sienten, allá donde su sociedad ha empezado a superar la brutal ideología patriarcal, que gestar, parir personas y cuidarlas, criarlas y educarlas no debería implicar necesariamente, o si no se desea, que toda la mente y la vida de esa mujer se ocupe exclusivamente en esas tareas.
Análogamente, hoy en día existen hombres que se horrorizan como cualquier persona ante la idea de tener que usar la violencia con otra persona, en especial para abusar de ella, y aunque esto se ubique en el contexto de la guerra, que es el escenario “legal”, aprobatorio del uso de todo tipo de violencia. Y existen “mujeres” que disfrutan con los deportes de contacto violento. Sí, aquí no hay simetría y esta falta habla más del rechazo general en el mundo animal a usar o verse envueltx en violencia que de un destino a usarla si tienes pene o a no usarla si no lo tienes. En el mundo animal en general, si un animal puede evitar el enfrentamiento lo intenta, lo prefiere. Es decir, sólo una sociedad que invierta mucho esfuerzo y recursos en educar en la necesidad de violencia puede generar personas que hablen de la conveniencia y necesidad del uso de la violencia, ya que lo “natural” es quererse evitar la implicación en un hecho de violencia física. Al menos en este sentido estamos evolucionando. Considérese cómo se justificaba el uso de la violencia, y se recomendaba, para el caso de pegar a personas pequeñas (no sólo sus progenitores, cualquier persona mayor, p.e., infancia en los años 50 en España), para el caso de maridos “educando” a sus “esposas” (que “merecían” una paliza de vez de en cuando), con animales de la calle, a quienes se torturaba brutalmente, y con fiestas que celebran la violencia física con otros animales. Cómo han cambiado las cosas en menos de un siglo. Es más general la consciencia de que la violencia no es deseable para nadie. Es más fácil que nunca antes imaginar que si nuestras sociedades no estuvieran obsesionadas con la justificación de la violencia, lo habitual sería que la inmensa mayoría de las personas pasaran la totalidad de sus vidas sin usar la violencia física, y sólo para casos de autodefensa física directa. Ya en la película de los años 50 (cuyo mensaje se distorsionó recientemente en una nueva versión), “Ultimátum a la Tierra” (The Day the Earth Stood Still) se presentó la posible existencia de civilizaciones que habían reducido el uso de la violencia a estrictos mínimos necesarios: neutralizar el comportamiento violento de quienes lo tuvieran; civilizaciones que nos enviaban un ultimátum por nuestra desatada violencia, que ha tenido sumida a la inmensa mayoría de la especies en una vida de sufrimiento evitable y cuya violencia desatada ahora incluso amenaza la destrucción del planeta que nos acoge.
Si se tiene reticencia a considerar la veracidad de esta idea que expreso, piénsese que en el patriarcado a las mujeres se las ha prohibido usar la violencia física y han sobrevivido muchos siglos sin hacerlo. Ciertamente, han desarrollado otros tipos de violencia (la verbal, la ideológica), pero el hecho es que han tenido que enfrentar mucha violencia física sobre todo por otros medios, y que estos otros medios las han salvado y ayudado a sobrevivir claramente, pues de lo contrario, con toda la violencia que han enfrentado a manos del Hombre patriarcal, estarían en peligro de extinción. Lo que nos plantea también dudas sobre cómo hemos concebido el valor y la fortaleza, además, o la propia inteligencia.
Marzo 2016: La RAE, academia de la lengua que no existe ya, no puede hacer nada contra el cambio lingüístico, y han sacado una traducción del Quijote al español del siglo 21 porque aunque hablamos la misma lengua siglos después, ésta ha cambiado tanto como es lógico, con el paso del tiempo, con la evolución de las sociedades, que ya no hay quien se lea el Quijote en el español en que fue escrito. Salvado Cervantes, para disfrute de generaciones muy posteriores, la RAE, acorralada en su esquina de anacrónico querer imponer la lengua que conciben como correcta porque no entienden la lingüística moderna a la población hablante (¡no sólo de su país, claro, porque son hijos del imperio!), arremeten con el tema que más les crispa: el absurdo (según ellos) de nombrar a las mujeres pues (para ellos; supongo que las mujeres de la RAE no se sentirán molestas con este uso del masculino «inclusivo») nombrando al Hombre, como siempre, basta.
Omiten los datos de la realidad, claro: la exclusión de las mujeres del derecho a ser nombradas tiene relación con su exclusión de siglos, impuesta en las sociedades patriarcales, del ámbito del conocimiento, la creación, de todo lo que no sea ajustarse al papel de madre procreadora patriarcal, sirvienta, educadora patriarcal, muñeca de goma o santa; y sobre todo: que ya lo sabemos, y que ya ha empezado a cambiar. Quien entiende la importancia de tener un nombre propio, entiende la importancia de su derecho a recibir ese mínimo respeto. Ya no nombramos sólo a las damas, esposas de los hombres poderosos; ahora todas las mujeres tienen ese derecho: que si te diriges a ellas, si quieres llamar su atención, si quieres que te escuchen, si quieres pedir su apoyo, su ayuda, tienes que nombrarlas, porque la lengua española tiene (además de innumerables excepciones, como todas las lenguas humanas) un recurso gramatical conectado al género («masculino/femenino»; en español no hay sustantivos neutros): que en general el sufijo “o” indica género masculino y el sufijo “a” genéro femenino.
Y hasta que logremos construir sociedades donde esa visión tan limitada del sexo humano se supere, habrá que ir ampliando para visualizar quiénes existimos: no sólo el Hombre patriarcal, ordenando y mandando durante siglos que las mujeres deben ser dominadas por Él porque no tienen rasgos nobles ni inteligencia suficiente, además de ser más débiles físicamente, esas grandes mentiras de la Historia patriarcal sobre media humanidad. Una media humana oprimida que durante siglos ha demostrado, no obstante, tener nobleza, inteligencia, fortalezas de muchos tipos, porque eso son rasgos humanos y los puede tener cualquier persona al margen de sus genitales.
El sistema sexo-género patriarcal se basa en ideas muy primitivas y violentas sobre lo que somos las personas: los hombres no son todos como el Sistema describe, las mujeres tampoco, y también sabemos que hay más tipos de personas, que hombres y mujeres, que las personas, comparten muchos rasgos, todo el potencial, porque son de la misma especie, la humana. La maleabilidad del cerebro y la mente humanas es tan asombrosa que sencillamente cómo sea nuestra mente tendrá que ver (más que nada dada la gran importancia que le concedemos a las relaciones con otras personas) con la capacidad de aprender y, al margen de nuestros talentos individuales «innatos», lo que constituya nuestra mente viva: el desarrollo (esa oportunidad) de cómo usamos nuestra inteligencia, que viene marcado por lo que el resto espera que seamos, ese poderoso condicionante, y por eso tenemos que dejar de querer que seamos según una norma, la de género patriarcal, que nos limita el desarrollo de la inteligencia, condenándonos al barbarismo.
Es cobarde, además de todo lo expuesto, rabiar por un tema X y arremeter contra un tema Y, pongamos, el clásico «universal» del patriarcado: la estupidez, maldad, ridiculez, histeria de las mujeres, porque hay siglos de condicionamiento para que ellas siempre nos parezcan las peligrosas y violentas, las idiotas.
La RAE debería dedicarse a la elaboración, si acaso, de diccionarios etimológicos, y dejar de intentar impedir la evolución que ya se ha producido, explicándonos que es ridículo, inadecuado, erróneo lo que decimos, que hagamos lo que estamos haciendo: nombrar en femenino a las mujeres cuando están ahí y las vemos como antes no las hemos visto: como protagonistas de su vida también. La antesala, efectivamente (¿acaso da miedo?), de que tras nombrarlas a ellas lleguemos a la noción de que en literatura, por ejemplo, personas que son mujeres puedan ser vistas como creadoras de una obra que toca lo humano, la esencia humana, en lugar de ser llamadas creadoras de la confesión de su pequeña, ridícula y desagradable existencia. (Cómo si la literatura de Proust fuera menos «confesional» que la de Sylvia Plath; y no entenderán el problema que plantean porque su ideología les impide pensar con amplitud de miras.)
Vamos de camino a un mundo inclusivo de las personas, lo que implica la superación de un tipo de sociedad que ha machacado la identidad de millones de personas limitando su desarrollo y vidas a unos papeles de género, dos, que si bien tienen algo que ver con la realidad, ya queda claro que son más destructivos que útiles o buenos. El amor, la solidaridad, la inteligencia, el valor, la nobleza, la fortaleza, todos los rasgos positivos humanos tienen un potencial de desarrollo diferente y mucho más amplio. Bastará con que dejemos de invertir tanta energía y recursos en desarrollar lo peor de lo que somos capaces y que le prestemos atención a todo lo asombroso de lo que somos capaces, superando el machismo, la misoginia, la homofobia y transfobia, el racismo, el clasismo… esos conceptos que sólo han servido para construir un mundo de renuncia al uso de la inteligencia a favor del uso de la violencia, partiendo de la violencia primera que es ordenar a una persona cómo debe construir su identidad, negando así su potencial, su identidad posible.
En nuestra recuperación de la Historia desde la investigación ya estamos viendo que a pesar de todo el Sistema de violencia, las mujeres, por ejemplo, han existido no sólo como mujeres patriarcales que encajaban con lo que el Sistema esperaba de ellas, sino como personas, por lo que siempre han estado ahí, luchando, eso sí, contra un Goliat, y existiendo, es decir: no se ha podido hacer de las mujeres lo que el Sistema pretendía, a pesar de todas las violencias ejercidas. Porque somos humanas, somos personas, no ese papel que se tradicionalmente se nos ha asignado.
Si no me nombras, eres tú quien no existe. Yo existo y tengo un nombre. No habremos pasado a la historia pero siempre hemos estado aquí y ahora no vamos a renunciar a ser nombradas.
Por suerte, el siglo veinte nos descubrió la inmensa variedad de identidades, cuerpos y vidas sexuales en el mundo animal, incluido el humano. Ahora habría que ir recabando información sobre si socialmente esos animales construyen sistemas sexo-género en función de la reproducción y con qué participación o participaciones se lleva a cabo esa reproducción y la gestación, además del cuidado de las nuevas vidas.
Al margen de esto, en el mundo humano ya se ha visto y se sigue viendo que lo humano no sólo puede organizarse desde lo que es de hecho un brutal sistema sexo-género patriarcal, que destruye el potencial humano a través de una idea basada en los órganos reproductores que obliga a todo el mundo a asumir identidades que pueden sernos muy ajenas, al margen además incluso de que nuestra identidad, sexo y sexualidad coincida con la que aprueba el sistema. Sin embargo, hay muy poca consciencia general sobre la no inevitabilidad de un sistema así, pues durante siglos se ha justificado con mitos e ideas dogmáticas inspiradas en unos hechos que existen pero no de la manera en que los fuerza el patriarcado.
Por eso es tan necesario sacar el tema y que la gente piense, porque si no, todos los avances hacia ideas menos violentas e injustas que la del sistema sexo-género patriarcal estarán perpetuamente amenazados y reprimidos, como posiblemente haya sucedido siempre en todos los lugares donde el sistema patriarcal se ha impuesto durante siglos.
PATRIARCADO Y CAPITALISMO: «democracias occidentales» y China. Yo no sé de política de gobiernos y economía y eso, por lo que quería compartir una idea que se me ha ocurrido, para saber qué pensáis. China (ese gran misterio para mí: ¿trabajadores y trabajadoras son iguales en derechos? Entonces, ¿por qué la sociedad es tan patriarcal?) me parece tan patriarcal como mi sociedad en la época de Franco, y no me ha sorprendido que pueda abrazar el capitalismo porque es un sistema hijo del patriarcal, que sale muy fácil en los patriarcados porque está todo basado en ejercer la violencia y jamás la racionalidad empática. Lo único que creo que ha empezado a cambiar las sociedades ha sido esta explosión alrededor de la noción de identidad no patriarcal, que nos ha traído por ejemplo, la de derechos humanos, sin igual en la historia anterior que nos han transmitido.
RAE INCAPAZ. Cuando la Real Academia de la Palabra Muerta intenta pretender superioridad intelectual y de conocimientos al descartar socarronamente la crítica a sus sesgos clasistas, machistas, misóginos, homofóbicos, transfóbicos, racistas, gitanofóbicos, especistas (llamémoslos “ningunistas” cuando la violencia se ejerce por omisión; esa omisión que a tantos grupos humanos les ha costado no aparecer en ningún lugar de valor de la Obra Humana), con un triste “Nosotros sólo recogemos las palabras que usan las personas, no determinamos las definiciones” queda expuesto su profundo lío mental y su afán de distorsionar y manipular.
Hay mucho que decir a este respecto. Anotaré brevemente: 1. en la selección de los términos que la RAE hace hay condicionamiento ideológico del tipo en que no se ha asimilado la noción de derechos humanos; 2. en las definiciones hay ese mismo condicionamiento ideológico, al que se suma una ideología política tradicionalista, es decir, patriarcal violenta, el mundo visto desde ahí; 3. ilustración con ejemplos.
Podemos alarmarnos por mis palabras y no prestar atención, pero lo cierto es que basta con hacer estudios de casos: por ejemplo, ¿Qué términos han decidido incorporar de los españoles hablados en América? (esos que tradicionalmente ha despreciado y considera deben someterse a sus opiniones sobre cómo se debe hablar y escribir). Aquí hay uno (descatalogado), “De mujeres y diccionarios” (descargable): http://www.mujerpalabra.net/pensamiento/lenguaje/eulalialledocunill/sobrediccionarios.htm. Si se atiende, se verá la aplicación del método científico al estudio de un DRAE donde se empezaba a querer “incluir” los españoles americanos (quizá por la pérdida de credibilidad de la institución en España) y cómo el DRAE incorpora maneras de evaluar físicamente a las mujeres en América, y no incorpora ¿qué? ¿Es tan importante no incluir palabras que tienen un uso mayor y más importante para la cultura en cuestión que cómo evaluar físicamente a las mujeres? Para una ideología tradicional, validar el orden patriarcal que establece que las mujeres vienen de una costilla de Adán, es decir, están en débito con el Hombre y deben desarrollar sus vidas sirviéndole, es una cuestión vital. Hay que “ponerlas en su sitio” continuamente (nótese la incapacidad de la RAE para comprender que dentro del feminismo hay lingüistas ofreciendo conocimiento y método). Pero no para personas realizando un estudio científico del lenguaje y recogiendo las palabras que se emplean y cómo se emplean (aquí los llaman Diccionarios del Uso del Español; son los descriptivistas, los hijos de la lingüística moderna, muy superiores al diccionario de la RAE respecto al conocimiento de la lengua). ¿Por qué la RAE no presta atención a lo que la mayor libertad del momento histórico humano, desde el siglo 20 y en algunos lugares, de maneras y en grados diferentes, está generando: que resulta que los genitales no condicionan necesariamente una identidad, porque el cerebro y la mente humana es increíblemente maleable e igual que puede aprender a ser Hombre o mujeres puede aprender a ser Persona? ¿Todo lo positivo y cuestionador del orden patriarcal que ha generado el pensamiento/las relaciones/el lenguaje en el último siglo? No hay ninguna inocencia y desde luego ninguna ciencia (su aplicación del método científico de estudio de la lengua está minada justamente de eso, de ideología, por su creencia religiosa en el prescriptivismo, ya tarada de raíz; y más tarado es que dada la evolución del conocimiento sigan insistiendo en que deben ocupar un papel estrella en cuestiones de estudio de la lengua!) en los criterios de selección de las palabras que llevan a cabo, ni en las definiciones que realizan. Incluso si añadimos cómo las personas usan las palabras para ejercer violencia se puede presentar la definición así, describiendo el uso; pero el diccionario de la RAE no pretende eso, sino prescribir, y de ahí que tengamos que perder tiempo denunciando sus imposiciones ideológicas a través de sus aspiraciones con el lenguaje.
La RAE debe bajarse de su pedestal y especializarse en estudios y diccionarios etimológicos, por ejemplo, para dejar en paz de una vez el avance del estudio científico de la lengua y que proliferen buenos diccionarios, diccionarios que nos sirvan para buscar palabras, saber cómo se escriben y cómo se usan, pues el uso, esa especie de Frankenstein ahora que se ven forzados a disimular, no nos sirve para eso.
Finalmente, anotar también algo sobre la cobardía o la falta de honestidad intelectual de las personas del mundo de la cultura, incapaces de renunciar a participar en la farsa que es la RAE y su diccionario. ¿Por qué razón darles bola? Sólo son razones negativas para el conocimiento. Se comprende de las personas con ambición de promocionar su estatus para ganar fama y dinero, pero no de las personas que en principio aman la lengua, y su estudio y conocimiento.
Acabo de ver «No me llames fotógrafo de guerra» (2014), un documental que recomiendaría ver con la mente-corazón. Y lo recomendaría a pesar de que la existencia de las mujeres en el mundo de la lucha y el valor, no están bien reflejados, si quiera porque es masiva la representación de hombres.
Con todo, hay cosas importantes que trascienden el condicimiento cultural de ver el mundo del Hombre sólo, reconocer el valor en ese mundo sólo. Cosas compartidas y comunes porque son humanas, a pesar de la distorsión de la concepción patriarcal de todo. Entre otras cosas, porque al menos parte de cada fotoperiodista que aparece ha alcanzado a ver más allá del impulso inicial, debido a la terrible experiencia de la guerra y al conflicto que genera ganarse la vida, ganar una estima retratando el sufrimiento ajeno, como explican.
Afortunadamente, aparece alguna mujer fotoperiodista haciendo su análisis, y aparece alguna mujer en alguna foto, no como víctima y cuidadora «natural» sino como persona.
Del valor, que es algo que se representa continuamente asociado a lo masculino patriarcal (siempre asociado a la acción violenta. Y cómo me dolía el otro día cuando viendo un trozo de una peli de gánsters, el chófer de un gángster da por culo a una chica rusa metida en prostitución forzada ante el psicópata que se lo pide y luego queda como un buen tipo porque le da dinero a la chica, después de la palmadita en el lomo por ser una buena hembra, y le dice: «Sigue viva». Me cansa lo indecible el bombardeo de imágenes/mensajes de hombres violentos que resulta que son buenos en el fondo. Y cómo el cine estadounidense insiste siempre en esto, en lo necesaria que es la violencia para todo y en cómo dependemos de esos Héroes de la violencia), cualquier persona que se haya visto obligada por la violencia a controlar su miedo, sabe bien lo que es, eso: controlar el miedo, conseguir estar, olvidando el terror, el miedo, sobreponerse a esto. Y esto lo pueden hacer las personas, no el Hombre sólo. Y en esto las mujeres no están representadas culturalmente, y cuando lo están, no se las identifica como valientes, como realizando un acto que requiere valor, controlar el miedo. Porque temáticamente en el patriarcado el valor se da en el campo de la violencia, sólo. Sin embargo, el miedo se controla desde lugares distintos, y uno de éstos es la empatía, la solidaridad, el amor, emociones-ideas que podría sentir y siente cualquier persona, no «las mujeres», sólo. Y para que el Hombre no se reduzca a ser «mujer», para asegurarnos de que su valor siempre estará asociado a la violencia, siempre necesaria, el gran dogma: las mujeres cuando hacen algo de valor para la especie, como es «natural», «biológico», no tiene mérito. Cualquier acto de valentía, por ejemplo, en una mujer, que nazca de la empatía, la solidaridad, el amor, el afán de justicia, de cese del sufrimiento, no será visto, no existirá, no será nombrado ni representado.
El valor desde la capacidad de machacar, prevalecer, ejercer violencia no es valor, es guerra. El valor es algo valioso que ejercemos cotidianamente para justamente combatir con pura vida inteligente y solidaria un mundo de violencia e injusticia, y lo vemos a diario en todo tipo de actos incluidos los verbales.
FALTA DE INOCENCIA EN LA CULTURA PATRIARCAL. Leo en el libro de Deborah Cameron sobre feminismo y lingüística que Virginia Woolf y luego Simone de Beauvoir se asombraron sobre la cantidad ingente de estudios que encontraron (de los patriarcas de la cultura, supongo, porque sólo nos ha llegado lo que ellos hicieron, además de que se lo pusieron muy difícil a otras personas) abordando la cuestión de las diferencias de uso de la lengua entre mujeres y hombres. ¿Por qué tanto interés? Para, lo nombraran o no, demostrar en última instancia que la inteligencia de las mujeres era inferior, como se ha venido haciendo hasta el siglo 20 tan exclusivamente. Es asombroso el control que ejerce la sociedad y sus patriarcas sobre qué se difunde y qué no para que el Orden patriarcal se perpetúe. No hace falta siquiera tener la intención de hacerlo, aunque sí hace falta ser capaz de no ver, y de no sentir empatía hacia el resto de realidades.
Así, pongamos, lo que sabe “la gente” así como el mundo de la Cultura Establecida es que cuando los filósofos e historiadores hablaban del Hombre eso nos vale a todas las personas (pues como dice la religión patriarcal, es él quien está hecho a imagen y semejanza de Él, dios, y con eso basta: nos representa también a los seres inferiores de la misma especie y esto es un honor, así que chitón). Y lo que no llega nunca a nuestras consciencias o conocimiento es lo que explican esos mismos filósofos e historiadores sobre las mujeres, a pesar del volumen de textos; y tampoco cuánto trabajo han desplegado para demostrar siempre la inferioridad intelectual de las mujeres (y, al fin añadimos, de toda persona que no se conforme a los dos únicos tipos humanos concebibles en la cultura patriarcal, definidos hasta la náusea).
Cuánta violencia puede ejercerse con la omisión y la ocultación es algo que no todo el mundo comprende. Y sí tendemos a al menos sospechar, quienes que vamos desarrollando inteligencia feminista. A pesar de ello, a menudo seguimos sin poder nombrar con claridad las violencias recibidas. ¿Por qué molestarse en la ocultación y la omisión si se tiene todo el poder?
Si hoy en día sacáramos a la luz todo lo que han dicho sobre la capacidad intelectual de las mujeres, esos Hombres de la cultura, de la política, de la religión, sencillamente avanzaríamos más hacia la comprensión de realidades, lo que nos ayudaría a evolucionar en sentidos más transformadores de raíz. Pero no interesa. Porque cuestiona nuestra identidad, la que cree conocer la mayoría sobre sí y sobre todo sobre el resto de las personas. Va a resultar que nuestro primitivismo violento como especie gira en torno a querer que todo sea simple por pánico a la complejidad de la vida y sus relaciones…
Otra idea útil, pienso, es que cuando hablamos, necesariamente lo hacemos desde niveles y enfoques distintos según contexto. Así, por ejemplo, cuando desde la inteligencia feminista se hace una crítica al Sistema, se maneja el par del sistema sexo-género patriarcal “hombre-mujer” (que no es persona con pene y persona con vagina sino “El Hombre” y “las mujeres” patriarcales, por cierto), pero eso no quiere decir que sólo se conciba ese mundo. Pudiera ser que sí, como quienes identifican que el problema es que se ha omitido y combatido una cultura de mujeres, de personas mujeres que no serían como el “mujer” que define el patriarcado. Pero pudiera ser también que sí se esté concibiendo un mundo de personas, donde los genitales no determinarían nada respecto a inteligencia-sensibilidad por sí mismos. Y no es lo mismo manejar el par de conceptos criticados a manejarlo para explicar el mundo. No todo lo mismo es lo mismo. A mí me sigue asombrando como la gente insiste todos los días a todas horas en la idea de que tener pene o vagina determina cómo desarrollamos nuestra mente-corazón, y me asombra porque no hago más que ver ejemplos que como poco cuestionan esa idea.
¿Por qué no recoger también información sobre lo que las personas comparten? Porque yo he conocido a hombres sin mucha inteligencia abstracta o matemática y a mujeres con mucha inteligencia abstracta o matemática, a mujeres que conducen increíble y a hombres que conducen fatal (de hecho las aseguradoras en algunos lugares, por los datos que arrojan las cifras, le ofrecen seguros más baratos a las mujeres), a mujeres incapaces de introspección o de expresar con palabras sus sentimientos y a hombres que se les da muy bien (de hecho, nos han llegado sus obras de literatura, por ejemplo), a mujeres fortísimas físicamente, no sólo por poder parir y echarse al camino para traer agua o labrar la tierra o por poder soportar una violación múltiple y levantarse y cargarse con las personas vulnerables a su alrededor para trasladarse de zona, fortísimas también a la hora de mover peso, y a hombres que no tienen nada de fuerza física, ni de la de sostener su cuerpo, ni de la de empujar y levantar; o a hombres sin mucho interés en la vida de los orgasmos o del placer físico y a mujeres que lo disfrutan y necesitan cotidianamente porque si no no pueden dormir o bien porque si no viven mal, es decir, sufren.
Lo evidente, si miras, sencillamente, es que no es el tener determinado genital lo que determina lo que una persona puede llegar a ser o es. La práctica, sin duda, marca, así como lo que se espera de ti. Pero si la mente humana tiene un rasgo es la maleabilidad, su capacidad para adaptarse, evolucionar, aprender (y si ahora lo presenta empíricamente al fin la ciencia, siempre lo hemos sabido si no nos tenían el cerebro lavado con dogmas). Allí donde hay más libertad para construir la identidad, enseguida surgen ejemplos que desmienten el Orden Tradicional que han impuesto las sociedad patriarcales y sus ideólogos. Basta mirarte al espejo. E incluso a pesar del Orden Patriarcal, siempre ha habido personas cuya identidad no podía explicarse, reducirse a lo que se suponía que eran. Todos los días veo lo que tengo de mujer por mi cultura, lo que habiéndolo tenido, a fuerza de consciencia y trabajo, he conseguido superar, lo que dejo estar o bien porque no me molesta o bien porque no es prioritario, lo que soy gracias a que me he cuestionado y he cuestionado el orden del sexo-género…
Las simplificaciones del Poder siempre me han parecido sospechosas, en el sentido de que en realidad les falta inocencia, ya que tienen intención, y muy mala, pienso. La diversidad de la vida sólo es desbordante para quien la quiere dominar. Para quien no, es una fuente de asombro y alegría, ya que todx ser vivx tiene su lugar.
REFLEXIÓN SOBRE MI PERSONA EN LO TOCANTE A PERSONALIDAD (?)
La invisibilidad, el no importar o el no reconocimiento, tiene su lado bueno, la libertad del anonimato, pero también su lado malo, la autodestrucción, la duda, la inseguridad continua, continuo cuestionamiento y empezar. Si hubiera sido chico, habría podido ser invisible cuando importa, por ejemplo, al entrar en un bar, al viajar por los caminos, y contar cuando importa, por ejemplo, cuando analizas algo, porque indudablemente, aunque el pensamiento crítico es rechazado en los hombres a favor de la cruel tradición, eso en una mujer es sencillamente peligroso, excesivo, negativo y si llegas a pensadora crítica es más tarde, porque todo está diseñado para decirte que tu inteligencia no vale, no es bastante, no tiene nada que aportar (como no sea en las tareas encomendadas como cuerpo femenino que sirve). El lado malo para mí habría sido la responsabilidad pública (oficial), el tener siempre que cumplir (como las mujeres, que tienen esa obligación también, pero ellas sin reconocimiento; y aquí jugaría un papel negativo el reconocimiento para mí si hubiera sido hombre). Como hombre o como mujer, habría sido muy responsable, igualmente, pienso, por eso la parte del reconocimiento en este caso, me habría agobiado. Lo digo porque sé que siendo hombre puedes también evadirte de toda responsabilidad; es otro de los modelos que hay. Las mujeres lo tienen mucho más difícil. Por otro lado, creo que si hubiera sido hombre hubiera sido peor persona, porque tengo un lado violento que siendo mujer he tenido que reprimir, y por tanto aprender a solucionar las cuestiones por otras vías (aquí el filón de conocimiento de las mujeres, para aportar a la política, no de todas, que otras se han especializado en la violencia verbal y psicológica, pero sí de las más críticas con la violencia y autocríticas consigo mismas), y siendo hombre me lo habrían aplaudido, alentado, me habrían dicho que era sexy, todas esas barbaridades demenciales. Pero siendo mujer me odio por odiarme. Creo que a eso la mujer patriarcal está programada. Y si no es odiarse, es maltratarse, ningunearse, reflejar lo que recibe como persona, pues sólo puede ser un cuerpo que trabaja y es usado.
Si hubieras sido el otro género que concibe el patriarcado, ¿habrías sido la misma persona?
De P Karina, saco una cita: «Porque el cuento del amor romántico nos vulnerabiliza, por supuesto, pero el decir que el «amor», así de simple, es el responsable de la violencia contra las mujeres en las relaciones de pareja. es desesponsabilizar a quien violenta. La violencia es responsabilidad de quien la ejerce y punto. El amor no es el peligro, el peligro es quien dice amar y lo usa como una excusa para manipular, controlar, ejercer su odio.»
AMAR vs Mandato Patriarcal. Siguiendo el tema posteado abajo de P Karina. Si el amor existe, lo sabemos quienes amamos habiendo superado la mierda ideológica patriarcal e incluso con ella aún dentro. Así que a marear, al Vaticano… Habrá que aprender a decir, «Esto no es amor, es violencia», «Esto fue amor pero ahora no lo es», y/o «No he encontrado amor correspondido» (lo que además no significa nada de lo que nos han educado a pensar que significa!!) pero no seguir contribuyendo a difundir el mandato de violencia patriarcal contra todo lo bueno, esas distorsiones contra todo lo bueno que nos podría suceder y que de hecho, de diferentes maneras siempre, nos sucede a lo largo de la vida.
CONTRADICCIONES APARENTES! Y a continuación he dado a Me Gusta a una página que se llama «Al carajo con el amor»
El problema de ser mujer en el Sistema (patriarcal) es parecido al problema de ser de cualquier grupo oprimido en el Sistema (patriarcal). Quizá la invisibilidad y la cosificación de ser mujer sea extrema, pienso, quizá, porque son sometidas a todo tipo de violencias, muchas aún no visibles para la mayoría, justamente por lo poco que importan, por el poco valor que tienen las mujeres como personas. Es una violencia extrema, estremecedora, lo poco que importan, como animales vivos independientes, propios, con todo su potencial humano. Pero el caso es que las mujeres son personas, lo fueron, lo han sido, lo son, y lo serán. Negarlo siempre radicalmente no ha servido de nada.
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Pepa <3
APG: Pero es tan triste tener que estar luchando siempre…
Yo: Sí, pero al tiempo te llena de amor y de inteligencia. Pero cierto, es jodido! Al tiempo, vivir es luchar. Yo lo pienso mirando las y los gatos salvajes de la aldea. Muchas veces vienen sólo para descansar un poco, porque saben que si estamos las grandotas otros animales no las atacarán. Pienso esto cuando me pongo triste. Que en realidad es una suerte poder tener ratos para hacer tus cosas libremente! Cierto que como ves que eso podría ser el mundo, un mundo de libertad, amor y justicia, te desespera lo poco que es, a la poca gente que le toca tenerlo, pero…
Quería deciros que cuando escribía la última frase fue porque un peligro que hay que vigilar en las muchas conclusiones que pienso podrían ser patriarcales, o sea, erróneas, a las que se llega desde esa maravilla que es la aproximación científica (frente a religiosa) a la realidad, al conocimiento, que dice que algo que se repite mucho se vuelve genético. Dices, claro, los caballos perdieron los dedos porque no los usaban, pongamos, pero qué cosas se ven afectadas por eso, porque yo lo que veo es que las mujeres no han perdido la inteligencia a pesar del extremo bombardeo, y que a pesar del patriarcado de siglos, extremadamente violento, sigue habiendo mucha gente que no lo ve así.
No?
Pepa: Claro amora. Siempre nos kedara Madrid! Usease la generación espontánea. Pompitas d love
Violencia de género. El problema de los crímenes contra las mujeres en el patriarcado es que no son importantes, no se perciben como tales. Siglos de violaciones «maritales» cuando la mujer quería hacer algo más que servir y no se sabe que eso, dejarla preñada, ha sido un arma común en el sistema para la encarcelación de mujeres en casas y su esclavitud. Lo mismo la violación fuera de dejarla preñada, y los asesinatos. No se percibe como un tema de derechos humanos. Basta ver cómo sí se percibe así lo mismo pero hecho «por terroristas»: asesinato o tortura. El Sistema patriarcal está muy profundamente enfermo y sigue educándonos.
Mujeres y violencia. Las mujeres en el patriarcado han sido excluidas del uso de la violencia, que se ha especializado en el macho, u Hombre. Por eso en el imaginario da mucho miedo una mujer con un hacha y quedan invisibles las innumerables violencias del Hombre contra las mujeres, niños, niñas, y otros hombres. Y como ha demostrado el patriarcado la violencia es cultural: las Mujeres han tenido que resolver sus problemas sin usar la violencia física, y los Hombres se han especializado (hasta el s. 20 al menos, en masa) en «resolver» sus problemas usando la violencia física y la intimidación de uso de violencia física, además de todas las otras violencias de un Sistema que basa todo, política, economía, organización social, etc., en el uso de la violencia y la perpetuación de la injusticia.
Porque yo no le doy la importancia que se le da en el feminismo de la diferencia (así como en el patriarcado, aunque en un sentido muy distinto, claro), a la identidad biológica, a los genitales. Pienso que los genitales pueden condicionar así de mucho, sin duda, pero no a todo el mundo, ni siquiera a la mayoría. Cuando hablo de Hombres y Mujeres es siempre desde lo que el patriarcado ha determinado durante siglos que somos las personas (puede ser una realidad nuestra total o no, y hay miles de grados), según tengamos (y sólo hay estas dos opciones posibles en la mente patriarcal) vagina o pene.
Comparto críticas con el feminismo de la diferencia, pero no este tema clave para ellas. El tema de la maternidad es duro, pienso. Y me pregunto si en el feminismo de la diferencia hoy en día se sigue manteniendo esa idea de Ser Mujer implica querer Ser Madre. O quizá es que he entendido mal, que eso puede ser, porque he compartido con feministas de la diferencia lo que comparto, y no otras cosas, y desconozco esas otras cosas en su experiencia.
No creo que mi cuerpo no me haya pedido ser madre porque yo no sepa escucharlo dado el lavado de cerebro al que he sido sometida en la sociedad patriarcal. El patriarcado de hecho, de manera impositiva (lo que lo diferencia del feminismo de la diferencia que lo ve natural y no se lo impone a las mujeres), nos empuja a que sea nuestra máxima aspiración: condena este hecho de que una mujer no quiera ser madre o no lo vea como lo que justifica su existencia y es su destino, y nos ha quemado y torturado por ello, violado, impuesto la gestación, el parto y la maternidad contra nuestra voluntad, la voluntad de «mujeres» que no quisieron ser madres, por importante que sea la experiencia (pero sólo para quien la desee vivir; para el resto, puede ser muchas cosas en grados muy distintos). Y la imposición de la gestación es uno de los infiernos creados por el ser humano: de hecho, el Hombre patriarcal cuando lo imagina, el infierno, por ejemplo en películas de ciencia ficción, le plantea a la especia humana (aunque ni se atreve a hacérselo a los hombres de la peli y se lo hace a las mujeres, lo que no le quita horror incluso aunque estamos «acostumbradas/os» a imaginarlas gestando) la pesadilla de que se pueda estar gestando un ser vivo en el cuerpo propio sin desearlo!
Volviendo a lo de querer ser madre. Podría ser, que no supiera escuchar mi cuerpo de mujer, no digo que no, pero también podría no ser. Podría ser que sencillamente, igual que otras personas tienen imaginación, inteligencia, y no la usan, no necesitan usarla, tengamos vagina y periodo y no sintamos la necesidad de usarlas para la reproducción. Es como lo de la homosexualidad y otras sexualidades: por duro que sea el patriarcado con esto, siempre han existido y más gente sería simplemente sexual si no hubiera la presión a la heterosexualidad que hay. Dicho esto, no niego que ser madre sea una experiencia vital y máxima, aunque sólo para quien desee tenerla y pueda. Pero no creo que ese deseo venga determinado por tener los órganos adecuados (concibo que gente estéril o sin los órganos para ello podría desear poder gestar y parir, y ser -eso sí le sería posible- cuidadora de bebés), y no creo que sea exactamente la misma experiencia para todas las personas, con o sin capacidad de gestación.
Comparto con el feminismo de la diferencia parte del análisis Hombre y Mujer (la función determina el desarrollo de la mente-corazón, de la inteligencia-sensibilidad), pero desde que yo entiendo que la cultura es más poderosa que la biología, y hemos vivido en patriarcados durante siglos, sistemas sociales obsesionados con la atribución de roles en función de la genitalidad. Así entiendo «las mujeres somos» y «los hombres son», y no desde la creencia de que efectivamente exista una mente humana femenina o masculina como existe un frutal que da cerezas y otro que da manzanas. Quizá «las mujeres» (según el patriarcado) seamos mujeres (fuera de lo patriarcal); qué, en función de qué, eso ya no lo sé.
La mente humana para mí es más como la naturaleza, la vida, que puede alimentarse de muchas cosas y transformar y crear y evolucionar en uno o muchos sentidos, similares y diferentes, variados, y en muchos grados. Por eso cada persona es única, aunque todas compartamos rasgos de la especie.
No sé bien qué es eso de Ser Hombre y Ser Mujer, fuera de la imposición de identidad patriarcal, y la identidad de género patriarcal me espeluzna, por sus violencias. Pero apoyo a quien quiera explorarlo y pensarlo, ¡mientras no sea para imponerlo!
Para mí la mente humana es increíblemente maleable, y puede desarrollar muchos talentos, destrezas y potenciales, según cómo se nutra. Y lo sé por mi vida, desde mi vida, y desde lo que veo y entiendo. Por suerte, en neurociencia también hay ideas en este sentido que yo entiendo (aunque también hay lo que yo llamaría malas interpretaciones a los datos, lo que se llama neurosexismo, para justificar el orden patriarcal hablándonos de la existencia de un cerebro femenino y otro masculino; si existen, es por los usos, me explico yo, y los usos podrían evolucionar, en mi opinión).
Para mí la mente humana puede ser cualquier cosa, aunque cada una concreta pueda tender a tener ciertos talentos o combinación de talentos y potencialidades. Y ha sido cruel lo que los seres humanos más violentos han impuesto en la especie, esa limitación brutal a las inteligencias, entendiendo inteligencia como mente, cabeza-corazón, porque allí nacen los sueños, los sentimientos y los pensamientos. Yo soy mujer por cultura, pero soy persona por capacidad mental. El sistema no me explica. Soy mucho más. Y así le pasa a más y más gente, a medida que vamos abandonando el miedo y pudiendo mirar alrededor y a todo. [Gracias a Cultura feminista por este subrayadito!]
Cuando hablo de la realidad social, hablo de Mujeres y Hombres, pero estas categorías no me dicen nada personalmente, aunque yo tengo cosas de Mujer aprendidas tan hondas (como la manera de hablar siempre disculpándote, sobre todo al hacer análisis; por eso prefiero escribir). El mundo que yo puedo ver, no obstante, es éste: todo tipo de seres humanos pueden existir (así es la naturaleza, de hecho; si la viéramos sin los ojos educados patriarcalmente). Puedo imaginar que el género en un futuro sería algo de un estadio primitivo de la evolución humana. Y con esto no quiero decir que no hubiera personas teniendo bebés y queriendo a bebés, o haciendo sexo, oliendo a sexo, y todo lo animal humana que exista.
¡Pero quizá me equivoque, claro! No es muy importante. Lo importante es que evolucionemos en nuestro enfoque de la identidad «imposición, imposición!», y dejemos en paz a la gente, para que sea lo más propia que desee. Todas las guerras patriarcales parten de la gran violencia de la identidad, y lo hemos aprendido muy hondamente.
Una problemática importante que existe a la hora de compartir análisis crítico sobre los sistemas de dominación es que no podemos encontrar un espacio de lenguaje compartible (yo lo busco sin descanso, a pesar del riesgo a decir algo mal –pero en eso no tengo problemas con rectificar, lo que me importa es conocer–, a pesar de lo que considero malas interpretaciones o interpretaciones que no ayudan al intento) porque todo está minado por la mirada que impone el sistema de dominación que se combate: la guerra de los binomios cuyas partes se enfrentan para Imponerse o ser Esclavizada. El diálogo y el aprendizaje se hace muy difícil y por eso más que hablar acabamos leyendo cuando podemos, o escribiendo si hay suerte (en especial ahora que alguien te puede leer y hablarte aunque no seas nadie en el mundo de la cultura, digamos). Sin embargo, como la saga de gente idealista del planeta, capaz de imaginar y luchar por ver la parte de la realidad que no vemos, no puedo renunciar a la idea de que es posible, siendo diferentes, y habiendo sufrido diferentes grados de dominación y diferentes sistemas de dominación, llegar a un lenguaje (no digo Inmutable y Verdadero, como las biblias, sino Mutable y relativo a las realidades que se dan por tanto) que nos permita comprender con profundidad la violencia para superarla como sistema que organiza las sociedades. [Dice bell hooks: «Reading…on race and racism…by men in this society, I discovered repeated insistence that racism will never end. The bleak future prophesied in these words stands in sharp contrast to the more hopeful vision offered in progressive feminist writing on the issue of race and racism. This writing is fundamentally optimistic even as it is corageously and fiercely critical precisely because it emerges from concrete struggles on the part of diverse groups of women to work together for a common cause, forging a politics of solidarity» Traduzco rápido: «[leyendo mucho de lo escrito sobre racismo, por hombres] descubro su machacona insistencia en que el racismo no terminará jamás. Este brutal futuro profetizado en estos escritos contrasta radicalmente con la visión más lúcida/esperanzada de los análisis feministas progresistas sobre el tema del racismo; análisis fundamentalmente optimistas porque aún siendo feroz y valientemente críticos, surgen de luchas concretas de diversos agrupamientos de mujeres que están generando juntas algo común, forjando la Política de la Solidaridad», lo que también me recuerda al análisis feminista antimilitarista de Stasha Zajovich, de Mujeres de Negro Belgrado, durante la guerra de los Balcanes de los 90, cuando hablaba de que su Política internacional era tener una Casa Abierta, algo, lo multiculural, por ejemplo, que recibía la acusación enfebrecida en el contexto de la guerra abierta de «antipatriótico» y su terrorista consecuencia: merecedor de violación y muerte.]
FURIOSIDAD FEMINISTA. Desde la palabra que me acuñé para nombrar algo que lleva siglos ocurriendo, «furiosidad feminista», busco leer sobre la rabia, la furia, pues sospecho que no es toda como la de Rambo y Maquiavelo, que hay rabia y furia como la que siento y realizo y veo en otras personas, que no se ha manifestado según el mandato patriarcal, y me encuentro con bell hooks, por ejemplo, diciendo cosas fundamentales para el desarrollo de nuestras inteligencias sobre racismo en el mundo, y que podrían servir de inspiración (a mí, al menos más que muchas cosas feministas que leo) para mejorar los análisis de género también (la falacia biologicista patriarcal de que existen El Hombre y las mujeres, con sus rasgos dictados por el patriarca, y listo). La furia que bell hooks llama «militante» y yo «furiosidad» está llena de búsqueda de justicia y sabiduría de que somos capaces de más que de esta mierda de mundo humano que prevalece a través de los conceptos (mirar el mundo) y estructuras impuestos desde el Sistema (patriarcal). Dice: «We need to talk seriously about ending racism if we want to see an end to rage. White supremacy is frightening. It promotes mental illness and various dysfunctional behaviors on the part of whites and non-whites. It is the real and present danger — not black rage», Traduzco rápido: «Tenemos que hablar en serio sobre cómo acabar con el racismo si queremos terminar con la furia. La supremacía/dominación blanca da terror: provoca enfermedad mental y diferentes comportamientos disfuncionales tanto entre personas blancas como entre personas no blancas. Es éste el verdadero peligro, la furia blanca, no la furia negra», porque claro, como en temas de género patriarcal, se percibe como fuente de miedo que «las personas negras» o «las mujeres» estén furiosas, cuando la realidad es que son objeto de violencias innumerables, conceptuales y físicas, por ejemplo, y que de hecho no ejecutan esas violencias hacia quien se las impone! Es tan loca la percepción inconsciente, como la dogmática. La furia de quienes reciben la violencia puede ser la llave de la transformación social, si se guarda en no ser succionada por la mirada de los sistemas de dominación. Es una furia llena de inteligencia, a diferencia de la furia del sistema de violencia, que está llena de miedo.
Combatir el constructo patriarcal Hombre-Mujer, la genitalidad patriarcal, la obsesión por asociar límites a la mente humana y funciones en la casa y la calle a las personas en función de sus genitales (esa falacia biologicista tan conveniente para la perpetuación de una sociedad patriarcal), la visión única de que los genitales humanos disponen de la capacidad femenina o masculina de reproducción y que esto es la base de todo lo humano,
no significa
negar que existan los genitales, ni la posibilidad de que existan identidades colectivas «mujer» o «femenino» y «hombre» o «masculino», entre otras, es decir, identidades colectivas que le den a los genitales la misma importancia que el patriarcado porque los relacionen con nuestras posibilidades de desarrollo y naturaleza
sólo significa
negarse a las imposiciones de identidad.
Basta mirar alrededor en la naturaleza y en la evolución de la especie humana para ver que la cuestión masculino-femenino respecto a reproducción no es toda la realidad que existe, ni siquiera la más importante, porque la vida no puede enfocarse desde esa mentalidad primitiva, que constriñe la realidad a ideas manejables.
Conceptos peligros: los binomios del mundo patriarcales, falsamente complementarios, siempre contendientes, y sobre la necesidad de desarrollar más la inteligencia al pensar
Quizá en nuestro estadio de evolución llamado prehistórico hubo poblaciones que veían el mundo en binomios, por ejemplo, porque había noche y día, aunque es también posible que esta cuestión de la luz fuera más sofisticada y no lo vieran como noche y día, sino que también consideraran otros momentos del tiempo respecto a la luz, como el amanecer y el atardecer. Y así podríamos explorar más supuestos pares, por ejemplo «hombre-pene» y «mujer-vagina-pechoscapacesdegenerarleche», pues es fácil de imaginar que si en una población sólo se daban casos de «personas con pene o vagina» pudieran desarrollar la visión de binomio pero es posible también que si esto no fuera así, no lo hicieran.
La cuestión es que el sistema social patriarcal está basado en una concepción de género que implica que se le atribuyen funciones y habilidades a las personas en función de qué genitales tienen, y contra la realidad, sólo se acepta además la existencia de dos posibilidades genitales, las que combinadas producen la procreación.
La cuestión que se nos plantea en el siglo 20 gracias a la liberación en las artes, el que la antes llamada ciencia pudiera liberarse de la religión para ser ciencia, y gracias a los movimientos sociales, es decir, el desarrollo de la comprensión de que el sistema social podría ser mejorado, es, ¿Por qué debemos determinar nuestras capacidades y funciones en la sociedad y vida privada en función de nuestros genitales? La respuesta que nos queda es evidente: es un mandato de las religiones patriarcales, no es la única posibilidad para la construcción sociedades y relaciones humanas.
Cualquier sistema que deba definir algo que no concuerda con la realidad es un sistema que debe imponer conceptos. ¿Acaso nuestra supervivencia depende de que acatemos el orden que se pretende imponer para ordenar la sociedad?
Una clave de educación y cultura del patriarcado ha sido convencernos de que todo se reduce a binomios que aunque en ocasiones se presentan como complementarios, la realidad es que se consideran opuestos. Tomemos el par concebido patriarcalmente «Hombre-Mujer». Aunque a veces se nos informa de que son complementarios, podemos ver que es una complementariedad que fuerza a cada elemento del par a adoptar una identidad individual y social, identidades que se especializan en funciones y responsabilidades supuestamente complementarias pero que en realidad contienen un sistema de valor por el que lo que es uno de los dos grupos es superior a lo que es el segundo, por muy necesario que sea ese otro grupo inferior según el sistema.
La obsesión de los binomios contendientes se traslada a todo, y el movimiento social incluida la política de partidos pues hablo desde una perspectiva de evolución desde nuestras sociedades primitivas en la prehistoria –e indudablemente la política ha venido a intentar sustituir a la religión en lo que respecta a la organización y funcionamiento de la sociedad–, tiene necesariamente que desarrollar una consciencia crítica sobre este tema para evitar reproducir ideas patriarcales que nos ha hecho mucho daño.
Un ejemplo es la confusión de la izquierda política (p.e., comunistas, anarquistas colectivistas) y los movimientos sociales (p.e., ecologistas, antiglobalización… tan poderosamente patriarcales todavía) respecto a «lo individual» llamado «individualismo» y reducido a esto, «el individualismo (patriarcal)». Sólo quien pretende manipular puede concebir que lo individual se opone a lo social, y que es bueno que la gente anteponga lo social a lo individual. No han aprendido nada del feminismo, que ha aportado la idea de que lo individual y lo social van íntimamente unidos (¿cómo vas a empatizar con otras personas si no eres individualmente? ¿tienes tus criterios?), no se puede construir una sociedad justa, sana, buena, tolerante, noviolenta, si no existe un respeto y respeto propio por cada persona porque desde el respeto nacido a este nivel micro se genera el respeto en una sociedad, ya que la sociedad no es sólo resultado de lo que los violentos intentan forzarla a hacer, sino también de lo que generan nuestras existencias particulares en nuestra soledad y en nuestras relaciones
Ayer flipé mirando una peli de ciencia ficción tan primitiva como las religiones patriarcales en sus concepciones no ya de género sino de cómo deben de ser los Dos sacrosantos Géneros! Pura propaganda patriarcal, como en todas las guerras, donde se molestan no sólo en violar, matar y destruir, sino también en asegurarse de que las Ideas Correctas son transmitidas: el mundo (Gran Bretaña, 2027) está sembrado de violencia ejercida por los hombres y por las masas y ocurre algo: que no nacen bebés. ¿Por qué?
Adivinad: Porque las mujeres no pueden tenerlos. Qué raro que no sea tb porque los hombres no pueden tampoco, no? Considerando que ya hay muchos hombres que por el estrés y demás no pueden.
Es un Eva Revisited.
Pero ahí no acaba la propaganda patriarcal tan misógina como siempre. El mensaje es el de todas las guerras: «Mujeres, parid, que si no, nos extinguimos! Parir es sagrado, sublime, VUESTRO DEBER, así que mientras podáis, tenéis una obligación con la especie» Y de esos saltos tan demenciales que condenan cada día a nuestra inteligencia a seguir estrangulada por el dogma patriarcal, impuesto por todos los medios y con nuestra colaboración a no ser que desarrollemos inteligencia feminista y nos esforcemos, con valentía, el salto es: «Mujeres, nos vamos a extinguir porque no queréis parir» y no «Hombres, dejad de «resolver asuntos» a tiros y violencia y pensad un poco, colaborad, que con violencia sólo conseguimos más violencia».
Vomitivo. La peli se llama «Children of Men» claro. Hijos de los hombres.
El problema de los binomios lo ubico en la ideología o los dogmas culturales patriarcales. Esquematizar la complejidad de la vida en binomios extremos que se perciben como contrarios o contendientes podría tener alguna utilidad, algún sentido, pero no puede considerarse una forma de conocimiento de la vida, pues la distorsiona.
luz y oscuridad – oh, y… blanco y negro, día y noche
hombre y mujer
Inevitablemente, en los binomios, se asocia el primer término a todos los primeros términos de los binomios que se puedan formar. (Aunque no siempre, porque asociamos «vida y muerte»: «vida» a «mujer» y «muerte» a «hombre», ¿o no? ¿Y «espiritual y material» y «materia y espíritu»?)
¿Hay algo patriarcal en asociar «luz» y «blanco» con «hombre» y «oscuridad» y «negro» con «mujer», o sería una asociación planetaria (evito la palabra «universal», por exagerada, no? 😉 )
Si introducimos
bien y mal – y… positivo y negativo
ya tenemos montado el gran escenario.
La pregunta que más huele a animal (realidad vital) es, ¿no se desarrollan nuestras vidas sobre todo en la gama inagotable de lo que no son esos extremos?
Con esto no defiendo los contenidos que se comprende que tienen esas palabras en las sociedades patriarcales (no sé si también o otras porque no conozco sociedades no patriarcales). Habrá cosas que valgan, no digo que nada valiera. Pero es una genialidad cómo el mundo patriarcal distorsiona el mundo humano al generar estas falacias biologicistas, por llamarlas de alguna manera.
Escribo esto para plantear una visión más crítica y empática sobre el tema de los binomios, porque sospecho que son una pieza clave en las distorsiones del mundo conceptual patriarcal.
Cada vez pienso con más razones que aunque existan «hombres» y «mujeres» en la especie, debemos abandonar la obsesión por reducir la humanidad a estos dos grupos y asignarles cualidades. Yo ya me lo estoy llamando la «obsesión genital» (patriarcal). ¿Qué gran importancia tiene insistir en estas identidades de género tan rígidas, cuando vemos a nuestro alrededor la diversidad que ofrece la vida en cuanto existe el mínimo margen de libertad, e incluso cuando no existe?
Incluso si tomamos la idea de complementariedad, en lugar de opuestos, ¿no es sospechosa? La complementariedad implica dependencia. Y las dependencias para sobrevivir, en la vida, no son tan primitivas como estas de los binomios que usamos continuamente.
Os pego un gráfico que me parece ilustrativo y, cómo no, par amí, espeluznante.
El Sistema patriarcal, origen de los sistemas de violencia que se nos imponen en el planeta, no puede ser transformado (abandonado) sin que desarrollemos inteligencia feminista, una herramienta crítica especializada en enfrentar la violencia de este particular Sistema a través de medios noviolentos.
El feminismo (recuerdo también que con su inmenso campo de trabajo en toda identidad sexual y de sexualidad) ha generado un movimiento social increíblemente diverso que sobresale por su capacidad autocrítica y de evolucionar a partir de lo aprendido en dicha autocrítica. Debería ser un ejemplo a considerar porque ha generado la idea lúcida de que todo lo que se pretende cambiar por injusto y violento lo llevamos dentro, en nuestra ideología por defecto, la construida socialmente durante siglos y la ejecutada por los usos y costumbres que imperan en todos los ámbitos humanos.
El feminismo en su interpretación más amplia, como herramienta que cuestiona el Sistema desde la razón empática (que cuestiona directamente la clásica razón patriarcal) y que aporta alternativas que incluyen de lo más particular a lo que nos permitiría convivir en libertad y solidaridad, y como movimiento social autocrítico (cuestionándose continuamente porque continuamente se encuentra lleno de ideología que desvirtúa lo que busca y debe transformar desde dentro también), ha generado la mayor revolución social que conocemos, que está siendo además de carácter noviolento, aunque todos los cambios que genera sean percibidos como violentos. ¿Qué violencia hay en pretender que una persona (sea Hombre o Mujer patriarcales, o cualquier otra identidad), al margen de qué genitales tenga, pueda decidir libremente con quién relacionarse, si desea relaciones sexuales y con quién, si desea ayudar a personas pequeñas a crecer y desarrollarse y, o se prefiere dedicar la vida a otra actividad, si desea trabajar la tierra, investigar, estudiar, crear, razonar desde la empatía…?
Que no seamos capaces de ver que el feminismo está generando una revolución noviolenta sin precedentes es indicativo de hasta qué punto nuestras mentes son patriarcales, despreciativas de todo lo que puedan generar las mentes humanas de una de las supuestas mitades de la humanidad.
No sabemos si los genitales deberían tener el papel que han tenido en la construcción de las sociedades humanas patriarcales. Sospechamos que esto es innecesario, pues no es necesario imponer roles según genitales, ni para aprender a convivir ni si se desea generar sociedades donde cada cual pueda desarrollar su identidad, individual y colectiva-libre. Lo que sí sabemos cada vez más personas en el planeta, vivamos allí donde nos nos matan de hambre y sed, torturan (incluye la violación), encarcelan y asesinan, o donde sí nos marcan la vida así, es que hemos generado y estamos generando en todos los lugares realidades personales, compartidas, comunitarias, que demuestran que la violencia y la injusticia no son inevitables, que la inteligencia humana puede desarrollarse de otra manera. Desarrollos especialmente notable allí donde se aprecia el valor de las personas que no se imponen por la fuerza, esa más de media humanidad cuya inteligencia ha sido despreciada, ignorada, perseguida, reprimida o aterrorizada.
Una sociedad que opte por el uso de la inteligencia no puede proceder de un sistema patriarcal que no haya sido revisado y combatido a fondo, porque continuaremos reproduciendo todo lo aprendido.
FORZAR A UN SER HUMANO A LA GESTACIÓN ES TORTURA. Un bebé es una persona, alguien que ha nacido, que ha dejado el cuerpo ajeno para tener vida propia. Las mujeres tienen derechos humanos. No son asesinas de bebés. Esto no lo ve así la gente creyente. Sólo lo ven así asesinos y torturadores misóginos, vergüenza de la humanidad. DEFIENDE LA HUMANIDAD, NO LA VUELTA A LA EDAD MEDIA.
Y respuestas varias a comentarios leídos por ahí, de gente no sólo poco empática, sino misógina inconsciente sobre todo.
Ninguna mujer que se ve obligada a abortar lo desea. De hecho, siempre que pueden lo evitan. Pero la violación y la pobreza y la religión justamente se llevan sus vidas. Un poco de empatía y menos misoginia es lo que necesita el planeta. QUIENES ASESINAN EN EL MUNDO SON LOS HOMBRES PORQUE VIVIMOS EN SOCIEDADES ASÍ DE ESPECIALIZADAS.
Lo repugnante éticamente es que siempre lo deciden los hombres. Y deciden cuándo es legal y cuándo no, no por la vida de nadie, sino por sus intereses de guerra, de política, de economía. Lo deciden quienes de hecho SON RESPONSABLES DE LA INMENSA MAYORÍA DE LA VIOLENCIA, SUFRIMIENTO, DESTRUCCIÓN Y MUERTES EN EL PLANETA.
AQUÍ ESTÁ EL HECHO: INTERRUMPIR EL EMBARAZO, ABORTAR, NO ES ASESINATO. MUCHAS MUJERES HAN ABORTADO CUANDO LO HAN NECESITADO PORQUE VIVEN EN LUGARES DONDE EL ABORTO ES LEGAL.
DEJAR MORIR A LAS QUE NO PUEDEN TENER UN BEBÉ DESANGRADAS EN EL SUELO ALLÍ DONDE ES ILEGAL SÍ ES CRIMINAL.
De pequeña quería ser chico. «Los niños son más nobles y valientes, saben ser buenos amigos. Las niñas son tontas, traidoras, cotillas…» Y eso que mi madre nos sacaba adelante porque topó con hombres bastante incapaces de todo. Ni en el instituto, que era uno experimental, que se pobló de gente con ganas a la muerte del dictador, ni en la universidad, con todas sus personas interesantes haciendo cosas interesantes, ni en los grupos de lucha social que empecé a visitar pude NUNCA descubrir el feminismo. Qué extraño, pienso ahora. Curiosamente, la gente de mi pasado que voy encontrando por la vida sigue sin haberlo encontrado, y no lo echa en falta. Esto me produce estupor y tristeza.
Volviendo a mi caso, tuve que salir al extranjero, la vieja historia de la nación-estado llamada España, para ver que las mujeres escribían y publicaban, que habían sido parte de aquella sociedad, políticamente, que actuaban autónomamente, sin siquiera la bendición de ningún hombre de la izquierda política, o «independiente». Llegué a Londres en 1989 y cuando me lo topé, el feminismo, reaccioné con los prejuicios que perpetúan todos los días, que validan todos los días el sacrosanto sistema (el Sistema patriarcal). «Pero ¿eso de mujeres solas…?» (¿pensando solas?) Solo que yo siempre he sido muy abierta de verdad de mente. Siempre he conservado un espacio de inocencia. Y por eso tengo la capacidad que tengo para aprender.
Desde 1989 no he parado de educarme, de aprender a pensar, a procesar, a relacionarme, a sensibilizarme… Y aunque soy una evolucionada feminista, aunque mi curiosidad feminista y mi inteligencia feminista tienen un desarrollo bueno o alto, sigo encontrando cosas en mí profundamente marcadas por el Sistema patriarcal y sus dogmas impuestos a sangre y fuego siglo tras siglo, y con nuestra total colaboración.
Cynthia Enloe habla de «curiosidad feminista» en un libro publicado en 2004 (The Curious Feminist) que yo compré en 2012. Yo empecé a usar «inteligencia feminista» al entrar en las redes sociales, en algún momento entre 2010 y 2012. Son dos conceptos a los que nos ha costado toda una vida de trabajo revolucionario llegar, gracias a que no nos ha vencido el miedo que a tanta gente vence: que se nos asocie al grupo más denostado de la sociedad, el de las personas capaces de curiosidad feminista y que desarrollan inteligencia feminista. Personas que deberían ser un modelo, una fuente de inspiración, para tanta gente «tolerante-piel-de-elefante», que cree que se puede pensar (bien!) sin desarrollar inteligencia feminista.
Rozo ya el borde de la amargura, no puedes ni apuntar nada, ya lo saben todo desde siempre, no nos ignoran, piensan, es que nada de lo que podamos hacer tiene ningún valor, para nada: casi que siento ganas de escupir, por el empecinamiento tan destructivo y cruel que enfrentamos. Por esa profunda ignorancia, adicción a la ignorancia, a tapar siempre la violencia, justificarla.
No quieren ni que rechistes, por eso nos hacen todo lo que pueden, de lo más superficial y trivial a la aniquilación pasando por la tortura. Ningunean una labor vital para la especie, obliteran su rastro, odian y desprecian a sus exponentes, como si en ello les fuera la vida, la vida de siervos del Sistema. Pero son buenas personas que se esfuerzan, no como nosotras, «las feministas».
Y si acaso tu crítica le abre un mundo a alguna de esas personas (que, difícilmente, pero ocurre, yo lo he visto), lo último que harían sería reconocer su fuentes (decir «gracias» por ejemplo), el mínimo respeto.
Qué pesadez tan grande, qué pesadez. Y esto es lo menos menos visiblemente violento de todo.
La trivialización de los términos acuñados para el análisis (científico, es decir, no dogmático) no es indicativa de un profundo conocimiento de la realidad, sino todo lo contrario.
«Género» se acuña para establecer el hecho de que el sexo no necesariamente genera el par de género que construyen las sociedades patriarcales y que son su base ideológica, desde donde todo en la sociedad, lo público y lo privado, se organiza. Pretender trivializar este concepto indica resistencia a razonar sobre un hecho social que el siglo veinte ha venido a cuestionar de manera más generalizada a través de la práctica que es la vida individual de las personas en sociedad.
Existe un hecho irrefutable: a lo largo de siglos, la mayor parte de las sociedades terrícolas se han organizado desde la base conceptual de que las personas se dividen en dos grupos, «hombres» y «mujeres», definidos en función de cómo el sistema que organiza la sociedad pretende darles realidad. Un «hombre» está asociado a un conjunto de rasgos y funciones que en la realidad de la vida del ser humano no es ni mucho menos todo lo que puede ser el hombre. Con la «mujer» ocurre lo mismo, sólo que además el siniestro sistema ideológico patriarcal la cosifica (contenedor o muñeca hinchable), dado que se le atribuye incapacidades varias y la obligación de servir voluntariamente al «Hombre».
El concepto es que son «hombres» y «mujeres», dos grupos, se debe estudiar científicamente, es decir, dejando de lado la superstición, los dogmas religiosos, el afán de manipular el pensamiento transmitiendo que el sistema sexo-género patriarcal es «natural». Ahora sabemos que la mente humana es maleable y puede desarrollarse de infinitas maneras, lo que nos dice que la sociedad podría no estar organizada de base según este dogma de fe que es el ser «Hombre» y el ser «mujer» en el patriarcado.
El patriarcado toma un hecho biológico, el de que se requiere la combinación en el acto sexual para la procreación de la especie de una persona con útero y óvulos, y otra con espermatozoides, para transmitir una ideología particular que se pretende sea «universal» nada menos. El ser humano, las personas, no son ya sencillamente, sexuales o asexuales, con cuerpos diversos, sino símbolos de una idea binaria donde un elemento domina al otro, hasta tal punto de que teniendo ambos elementos la misma mente humana, el mismo potencial, se ha conseguido borrar durante siglos, negar durante siglos que el miembro «mujer» del par poseyera el mismo potencial.
Esos elementos, «hombre» y «mujer» patriarcales, lo son, patriarcales, porque vienen definidos de tal manera que quedan excluidos los cuerpos y las mentes, es decir, las personas, que pudieran tener diferentes rasgos y las personas como personas, pues son desde antes de nacer empujadas a uno de los grupos, sea como representantes idóneos o como ejemplos defectuosos. Todo ser humano que no se ajuste a dicha conceptualización de par, que además es complementaria-jerárquica, es decir, se entiende que uno de los miembros del par «generador de vida» es superior al otro, «el Hombre» superior a la mujer, y tiene la función de dominar la vida del inferior, es considerado inferior en todos los sentidos, un ser enfermo o idiota. Territorio, el de «inferior» por tanto poblado, por ejemplo, por todas las personas que teniendo teóricamente la obligación de incluirse en el grupo «hombre», son incapaces de reproducir los comportamientos e ideología del grupo dominante «Hombre».
SOBRE SI «HOMBRE» Y «MUJER» PUDIERAN TENER UNA REALIDAD: no se puede investigar esta cuestión si se da por hecho sin analizarse (científicamente) que ese par tal como lo ha definido dogmáticamente el sistema social patriarcal es «natural». En cualquier caso, incluso si aceptamos que la reproducción requiere el acto sexual de un varón y una mujer, y por tanto, se comprende la existencia de estos dos sexos, esto no implica necesariamente que todo el mundo humano deba quedar reducido a una conceptualización de estos dos sexos, dado que el ser humano es más variado, tanto en los hechos naturales como en el potencial que le da su mente, la imaginación. Además, igual que tener inteligencia no implica ser inteligente, tener la capacidad reproductora potencial (ser heterosexual) no implica querer usarla para gestar, parir, criar y educar, ni tampoco desear mantener una relación monógama.
Las personas somos como poco tan culturales como naturales. La base de la cultura habiendo sido un concepto de género que se ha impuesto sobre el de sexo. No podemos trascender (superar vitalmente y comprender conceptualmente) el aprendizaje cultural de cómo deben organizarse socialmente y en privado los sexos humanos descartando un concepto vital para poder realizar el análisis. Eso sólo juega a favor de la perpetuación del sistema patriarcal. Por mucho que moleste, para conocernos, individual y socialmente, hay que entender en qué sistema nos hemos organizado durante siglos y por qué. No son las personas con inteligencia feminista quienes deben demostrar que no deliran, lo que está plasmado en toda la cultura de muchas sociedades del planeta durante siglos. Es preciso que quienes no han desarrollado una inteligencia feminista se planteen aprender un poco a hacerlo.
Sin inteligencia feminista no se puede comprender el mundo que hemos creado, y por tanto, lo tenemos más difícil a la hora de trascender esas definiciones brutales de lo que son las personas, para desarrollarnos de maneras más libres, individual y socialmente.
Tengo algún talento
a pesar de mi ubicación forzada
contra la realidad que Soy Yo
en el espacio teórico
de animal no humano
donde cualquier daño o dolor
será infligido
desde el estandarte
de mi reificación.
Con todo,
con tanto odio sobre mi espalda,
siniestro,
con tanto afán de hacerme daño,
ese usarme, ignorarme, aniquilarme,
todo el imaginable y todo
el dolor físico posible
(atiende, escucha),
no puede cambiarse este hecho,
Tengo una mente humana:
soy incapaz de ser Él,
el Dios Padre, el voraz Patriarca,
el Héroe, el Rebelde misógino,
incapaz de hablar su lenguaje.
Hasta cuándo seguirán
aprovechando el tiempo
los tatuadores del terror.
Hasta cuándo
la masiva humanidad
tatuada y tatuándose, siempre,
los ojos, los oídos, la capacidad humana,
se degradará acatando,
jaleando enajenada todos los daños,
el hecho del odio
que es ejercer y religiosamente creer
en el mundo del Más Fuerte, el Vencedor,
ese esclavo idiota de la violencia,
su único talento, y degenerado.
Hasta cuándo.
Conozco el destierro.
Es un buen lugar.
Mientras tanto.
La sección «Vocabulario estándar» de este capítulo, de la 43 a la 49 está muy bien [saco citas en capítulo 2 (3)], y eso hace más dolorosa la falta de uso de una inteligencia feminista, que podría haber proporciona varios ejemplos a lo largo de este capítulo: ¿cómo es posible que el análisis y la acción noviolenta lenguaje feministas no hayan aportado nada relevante para este análisis? Es imposible. En este capítulo hay varios momentos en que sería relevante poner ejemplos del análisis feminista del lenguaje y de cómo este movimiento social ha transformado el lenguaje.
El análisis feminista del lenguaje no existe en nuestra mentalidad de por defecto y esto no se debe a la escasa relevancia del feminismo, precisamente. Basta analizar cómo se ha beneficiado el lenguaje estándar de la inclusión de las mujeres en los últimos 30 o 20 años (empezaron a dejar de reírse e insultar abiertamente ya en el siglo 21, aunque también entonces se produjo la patética reacción de que «hombre» era neutro, cuando nunca lo había sido; el ridículo hecho en palabras de «Me revienta/pone de los nervios -en lenguaje de «mujeres»- y Es ridículo el uso de -en lenguaje de «hombres»- las arrobas»! (ridículo a dos bandas: 1. la propuesta de nombrar a las mujeres no nos dice que haya que usar arrobas, 2. Por qué pone eso «de los nervios»?)
Basta ver con qué facilidad asimilamos palabras tan raras como DVD o ipod y cómo aunque se haya extendido el uso de, por ejemplo, femeninos que no son ridiculizantes como antes (p.e., en profesiones: ahora «presidenta» no es la esposa del presidente, alguien que sin haber tenido más mérito que el de enamorar al varón en cuestión se arroga estatus), consistentemente hacemos como que no ha pasado nada, cuando no directamente nos burlamos.
Más, la creatividad lingüística humana, tan abierta a préstamos e invenciones expresivas, ¿por qué sufre tal ceguera frente a los usos del lenguaje que pretenden incluir y conceptualizar mejor a personas de diferentes grupos cuya existencia ha sido borrada del lenguaje, o cuya existencia no ha tenido acceso al lenguaje? ¿Por qué se ven y asumen palabras que el mercado quiere que usemos y consistentemente se practica el no ver ni entender con palabras sensibles a la justicia social? ¿Cómo se va a analizar la estupidez y el no-carácter científico de instituciones (es lo único que son: paquidermos de la pompa) como la RAE sin incluir los hechos lingüísticos de la transformación hacia la justicia social, hacia el derecho a ser nombrada la existencia de quienes no tenían ni ese derecho? ¿Por qué en Lingüística no se va a tener en cuenta la realidad de transformación conceptual y nominal que nos conduce a un mundo mejor, menos violento e injusto? Y no digo en monográficos del tema, digo en el explicarse de cualquier otro tema de lingüística.
La gente de Lingüística tiene que incorporar los usos transformadores de la realidad hacia la justicia, porque además han hecho mella en el lenguaje. Hay que hacer un esfuerzo. No vale con dejar fuera el análisis feminista del lenguaje, pues el modo por defecto dista de incluir algo tan valioso e interesante y que desde luego ser neutro o científico: se convierte en una acción a favor de la perpetuación de la no existencia humana de las hembras humanas y en especial de ellas como pensadoras. De Saussure explicó bien lo de que el uso de la lengua es lo que importa, pero hay también que explicar el potencial transformador de las lenguas respecto a la propia realidad social, ese pre-uso que luego se vuelve uso común generándose una realidad social muy distinta (no sólo vamos a tener en cuenta las realidades del mercado, repito), o que no y por qué, la dificultad que entraña construir un lenguaje que refleje que las personas son personas más allá del hecho del racismo, la misoginia, el nacionalismo, el clasismo…
El resto del capítulo (hasta la p. 59) también está muy bien (incluye “hablar bien y hablar mal”) y también se beneficiaría mucho si incorporara la inteligencia feminista.
(He seguido leyendo el libro, que a mí me parece maravilloso, y por ahora la crítica que hago aquí sólo me ha surgido con mucha claridad -quizá no haya dado con las palabras aún- en el capítulo 2.)
Evolución: cita de Charlotte Perkins (p. 273 de su autobio en inglés), evolucionada por mí (cambiar “mujeres” por “hombres”; más traducción actualizada también):
“Cuando los hombres logren saber crecer, lograrán ser más justos en sus evaluaciones”.
Original: “When women men really grow up they will be more fair-minded” Charlotte Perkins.
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¿Cómo pueden los «hombres» liberarse? Aprendiendo a abandonar la posición que les esclaviza: el egocentrismo.
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El egocentrismo patriarcal implica una identidad específica: ser “hombre”, y saberse (creerse) la razón (la Razón patriarcal, la única inteligencia posible) sobre todas las formas de vida, incluidas personas que no se sometan al Sistema. Nacer “hombre” implica partir de esta perspectiva, que siempre es jerárquica (Sistema) porque siempre hay otro ser humano por debajo, que de entrada siempre son las “mujeres”. Y esa identidad, el patrón de esa identidad, se puede rastrear en todos los sub-sistemas patriarcales, todos sustentados por los mismos valores de violencia.
(Combatir el Sistema es revisar el propio egocentrismo, y no decirle a las personas menos marcadas por ese tipo de egocentrismo lo que tienen que hacer.)
Todos los organismos vivos modifican su naturaleza, y sin duda sus acciones, dependiendo de su interacción con el ambiente. Para el caso de la especie humana, yo entiendo que lo cultural, no lo potencial cultural, lo encarnado por la minoría, sino lo cultural predominante, conservado en el tiempo por los usos y la tradición, impacta, a su vez, cómo concebimos las cosas (como un gen), y la ideología patriarcal está profundamente enquistada en nuestras mentes, de ahí la necesidad de la inteligencia feminista. Pues bien, hay un aspecto extremo en esta ideología, y es la crueldad radical hacia las mujeres, lo que nos cuesta empatizar con ellas y siquiera nombrar los horrores que han padecido a lo largo de la historia y padecen (ya que mujeres con las opciones que mi sociedad ofrece y yo me busco son una minoría en el planeta), para ponerles remedio desde la raíz, y no paños calientes. Cuando el Hombre analiza su opresión, es análisis que lleva al progreso, cuando las mujeres lo intentan, es victimismo. Cuando el Hombre exige derechos, es un héroe. Cuando las mujeres lo han intentado, se las ha guillotinado, en todos los sentidos, y cuando hemos logrado algo como grupo –el que yo esté aquí escribiendo– el Sistema nos ha invisibilizado como actoras, es todo producto del dios Hombre.
Hay un horror extremo invisible en cómo el Sistema patriarcal ha explotado a las mujeres, sometiéndolas al tiempo física, ideológica y materialmente: la profundidad de este horror se mide en cómo se conciben y nos concebimos las mujeres, la dureza con la que las propias mujeres han juzgado a las otras en esta función de gestar, parir y criar, sabiendo lo que sabían, sabiendo de lo que ha sido y es el horror de que tu cuerpo sea utilizado como desfogue del macho, y del que se espero subsiguientemente el sometimiento absoluto a la maternidad patriarcal, al tiempo que se mantenga la violación o sexo patriarcal, pues el patriarcado identifica el placer masculino con el abuso del cuerpo femenino. Y a esto hay que sumar el mayor invisible: la humillación que es para una mente humana verse reducida a un contenedor para gestar, parir y educar para el único Ser Humano, el Hombre, como un objeto, como un ser de segunda clase.
Lo sé porque mi mente me lo hace a mí. Y la gente que me rodea lo hace continuamente, hacia mí, hacia gente con más claridad que quienes secundan la mentalidad prevalente. Porque lo escucho en todas las mujeres conscientes, feministas, y sin duda en el resto. Porque sé que ha ocurrido a lo largo de la historia, basta leer esos vestigios de que las mujeres existieron. Pondré ejemplos un día que tenga tiempo. Esto es sólo un apunte, porque no quiero olvidar el tema. Daría para un pequeño libro, muy útil para muchas, por lo que nos ahorraría, y por lo que podríamos avanzar, pienso.
Nos conducen al matadero que nos hacen construir enfermos de muy variados grados,
desde el que generaría compasión por su posición humillada si no fueran tan graves para tanta vida sus silencios y sus actos, su participación escudada en ser voz de la mayoría cobarde que obedece siempre antes que pensar o sentir, la participación en esa expresión máxima del horror que es el linchamiento de quienes son capaces de hacer algo distinto a destruir y machacar, desde esos grises empleados,
al tarado, el que no acepta ningún límite al uso y la diversidad de la violencia, siendo capaz al tiempo, por ejemplo, del máximo horror: ternura ante su niña adoptada, hija de la presa secuestrada a la que él ordenó violar en masa a sus obedientes seguidores y parir «como una perra» en un suelo de piedra que retumbaba por los gritos.
Sin embargo, disponemos ya de evidencia empírica para describir científicamente su poder: ubiquémosla en algo muy concreto que nos sirva para ilustrar uno de los cambios más profundos y perseverantes a lo largo de esta monstruosa historia de la crueldad.
Hemos recogido estos datos en un documental que reconstruye qué sería de la naturaleza si habiendo vivido nuestra especie en el planeta, dejáramos de estar — imaginemos que esos líderes tarados han usado las armas que multiplican hasta la náusea y han abandonado el planeta para llevar su lamentable historia a otra tierra. Esperamos que dicho documental de base empírica funcione como la poesía, metafóricamente. En él, esa naturaleza supuestamente amenazada ahora con ser extinguida por nuestra especie se iría tragando nuestros vestigios, y ese rastro del Imperio de Incapaces que temblaron tanto que sólo pudieron destruir, sin templanza pues para ninguna otra cosa, esos ejecutores del deshecho que cosieron a violencia lo mejor de la especie, la verdadera humanidad, quedarían reducidos a nada, por la fuerza de la vida.
Análogamente, la verdadera humanidad ha sobrevivido a siglos de una gama indescriptible de horrores que supuestamente la moldearían. Ideas taradas impuestas a través del terror, modos indescriptiblemente tarados de relación, acciones taradas hasta la náusea, palabras de la tara que es justificar la pesadilla del infierno inventado por los cobardes. Han fracasado. Por el momento, se han impuesto, pero no han podido borrar de la vida aquello que podría gobernarnos como especie, sacarnos de la barbarie. Hablamos de un hecho demostrable, que debemos recordar al despertar para no dejarnos confundir, que debemos transmitir para ampliar nuestra red vital.
Han fracasado, una y otra vez, han sido incapaces de reducirnos a lo que son. Desde esta visión más amplia, aparecen como un error de la naturaleza y como tal, están abocados a la extinción. El potencial de una especie es más poderoso que sus taras, al menos es posible considerar este desarrollo de la vida. Porque la vida es más poderosa que la muerte, por su fuerza y su diversidad, y tenemos base empírica para saberlo.
La mente humana no ha podido ser reducida al patético modelo del Sistema, que siempre ha sido cuestionado por personas con mucho más valor para la especie, un Sistema que siempre ha fracasado, por tanto, en su demencial aspiración a ordenar la vida usando la provocación del sufrimiento y el asesinato. Siempre ha habido seres humanos capaces de pensar y sentir lo que la Saga de la Tara quería borrar de nuestras naturalezas. Si no lo ves aún, empieza al menos a dejar de sumarte a su demencia.
Rechazando radicalmente seguir a las masas del linchamiento, generación tras generación, siempre, sin excepción, con lo que sería valor, solidaridad, inteligencia, han existido las PERSONAS libres.
No te rindas, no tienen razón y te odian. Qué respeto puede merecer alguien que ejecuta sentimientos tan faltos de inteligencia.
Nuestra historia es demasiado joven como para que haya quedado demostrado que no terminará la racionalidad empática gobernando nuestros conceptos, lenguaje y acciones.
Que sigan linchando en sus pequeños puestos de poder. Eso sólo es síntoma de su incapacidad. No te desvíes de tu camino, aunque puedas verlo todo. En tu vulnerabilidad está el germen de la liberación de la especie de este ejército implacable. Visualiza tu valor.
Los materiales que construyen nuestras identidades comparten el hondo impacto de lo que el sistema patriarcal define como Hombre y Mujer. La mayoría acepta que estas definiciones son hechos naturales, inevitables. Pero siempre ha habido minorías que han cuestionado, rechazado, transcendido estas definiciones, lo que no implica que hayan podido desenraizar el impacto de estos papeles. Con todo, y dado que todo es un proceso, todo papel aprendido puede modificarse en alguna medida para aspirar al ideal de no construir la identidad a costa de nadie. Aunque mi ideal es llegar a ser una persona, trascendiendo los condicionamientos del Ser Mujer en un sistema patriarcal, hay elementos del Ser Mujer que no me incapacitan para comprender y por tanto trabajar para ser la persona en proceso, la persona que convive y vive en sociedad.
Sobre la cuestión de los condicionamientos biológicos no me preocupo nada, porque un ser con la capacidad de imaginación que podemos alcanzar (creatividad) no es arrastrado por los condicionamientos biólogicos. El que yo, al ser mujer biológicamente (con matriz), tenga la capacidad de gestar un ser humano no implica necesariamente que desee hacerlo, ni siquiera que tenga la capacidad o voluntad de ser Madre (según la ideología patriarcal: único ser Mujer que asume incluso contra su propia vida la crianza y educación del ser humano que ha gestado). El cuidado de las personas pequeñitas puede hacerse de muchas maneras cuando se tiene una mente capaz de imaginar. Los condicionamientos biológicos tienen algún papel (p.e., podemos morir de frío, sin matriz no puede gestarse contando sólo con el propio cuerpo, sin esperma que fecunde un óvulo no puede gestarse, si no bebemos morimos antes), pero no tienen el papel que el sistema patriarcal ha concebido e impuesto.
La importancia de plantearse la identidad crítica(libre)mente es que además de todas las otras cosas que dependen de este concepto, la violencia, la guerra vienen producidas por este tipo de ontología (nacionalismo) del ser.
Una idea que, contaba Virginia Woolf, expresó Mary Wollstonecraft. En mi caso, espero, un experimento en la exploración intensa, radical y lo más alegre posible de los dos ideales que me parece vital tener en la vida: libertad y solidaridad. En esta bloga comparto escritos y dibujos según ocurren (desde 2009). En mi webita hay más. Para derechos, ver al pie.
So it is better to speak / remembering / we were never meant to survive – Audre Lorde
Puré naranja
Haciendo puré con témpera naranja con 1. Vindicación Feminista (facsímil de revistas, que conseguí de Elvira Siurana), 2. Recuerdo (historias y dibujos manuscritos de refugiadas de los Balcanes, montado por Zene U Crom de Belgrado, (el libro sepia) que conseguí de Stasha Zajovich y Concha Martín, y 3. Virgina Woolf y sus ensayos sobre escribir (que conseguí cuando vivía entre Londres y Greenham) como libros que sostenían todas nuestras comidas-cenas antes del exilio de Madrid.