Exactamente
no soy como tú.
Conozco el territorio
de la exposición, al límite
de la pérdida de la identidad,
y he sobrevivido.
Mi biología no comprende
la frialdad y la distancia,
la mezquindad,
el sarcasmo.
Mi mundo de miedos y de silencios
no es como el tuyo;
digamos, de otro planeta.
No es de extrañar
que desconfíes,
te incomodes,
pretendas ignorarme;
que finalmente necesites
de alguna manera pequeña
hacerme daño.
Es tu renuncia a la vida,
tu condena
de no superviviente.