Es tal la necesidad de encontrar una posibilidad factible, que cuando una persona muestra en un acto (verbal u otro) bondad, convierto ese detalle en un todo y me comprometo a apoyar radicalmente (a nunca engañar, ni ser mezquina, en ningún sentido, aunque esto no incluye «sacrificio», es decir, recorte a la libertad). Así se construye un mundo no real.
Con todo, dos reflexiones:
No hay una construcción perfecta (correcta, ideal).
Esta construcción mía se diferencia a las construcciones sociales que imperan (y que son acatadas anulando la capacidad de racionalidad empática, de razón compatible con sentimiento), que tampoco remiten a un mundo real, en que no contiene intenciones o actos de maldad y mezquindad.
Por desastrosos que sean los hechos que lleva asociados.
Lo que me parece indudable es que no se puede actuar mejor sin desarrollar la introspección. Y que es preciso desarrollar la inteligencia social también, para protegerse.