Traducir para que se entienda lo que se dice en un contexto sociocultural en el tiempo, es decir, con respeto a la identidad, tiempo y lugar de quien escribe y con consideración a los cambios sociales y lingüísticos si se hubieran producido, implica interpretación, porque toda traducción implica interpretación, pero no se aleja del texto original más que traducir para publicar (para que el trabajo sea validado por la institución de la Cultura), sino más bien se acerca más.

Regirse por las palabras literalmente, desligadas de la persona y su momento, no facilita, a menudo impide la comprensión profunda de textos que no hablan como la cultura sancionada, tan llena de trampas y falsedades, textos que transforman la percepción y el conocimiento, generan evolución cultural.

Las instituciones del lenguaje sancionado, de espaldas a la realidad de las personas y la cultura que generan, la evolución que esto supone, trabajan por una perpetuación del Orden de siempre, no sólo respecto a la gran mentira que es el lenguaje androcéntrico para hablar de la humanidad: los sistemas de distorsión de las culturas de violencia-prevalencia patriarcales son incontables y todos operan para reducir, fosilizar, el potencial del lenguaje en sus hechos humanos de vincularnos, ayudarnos a comprender mejor, nombrar mejor, a ser y evolucionar como personas, comunidades y culturas humanas. No es trivial que las editoriales impongan el uso del lenguaje androcéntrico, entre otros muchos problemas del lenguaje que generan con su acatamiento a normas que nada que tienen que ver con el estudio científico del lenguaje, la comunicación, la traducción y las lenguas.

Y como si esto fuera poco, la traducción automática, que no sirve más que para traducir mensajes muy concretos y limitados respecto a todo lo que hacemos con el lenguaje en la especie, sigue estando definida por el Hombre, desde las instituciones del lenguaje, y no es inocente que el resultado esté siendo la destrucción de voces y sus textos.

Yo no dejaría de compartir en redes sociales, donde tenemos más información sobre quiénes somos, cómo nos expresamos y a qué nos dedicamos. Son una fuente directa, que escapa al control o el filtro de la cultura sancionada, tan limitada en su conocimiento del mundo y tan distorsionadora de la realidad.