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Fin de la Guerra Civil española y misoginia (memoria de una Crisis)

O “Recuerdos de una crisis, incluyéndose también la existencia de las mujeres en el mundo y del machismo y la misogina de la sociedad“.

Cerca del final de la guerra [Maruja Mallo, que consiguió exiliarse desde Galicia-Portugal], se enteró de muchos hechos espantosos que afectaban a amigas, amigos y parientes que habían quedado en España, algunos de los cuales habían muerto, otros estaban en la cárcel o se habían exiliado. España estaba en ruinas y, en el mejor de los casos, quienes se habían quedado en el país y habían tenido algo que ver con el Gobierno republicano estaban en el paro o se veían obligadas y obligados a desempeñar trabajos humildes y mal retribuidos para sobrevivir. El hambre, las enfermedades y las lesiones sufridas durante la guerra habían arruinado la salud de millares de personas y muchos de [“]los vencidos[“] se habían quedado sin casa, sin combustible y sin comida. La guerra había costado la vida de casi un millón de personas y eran muchas [personas concuerda en femenino] las que estaban encerradas en cárceles improvisadas y diseminadas por todo el país. Algunas estaban escondidas tratando de escapar de la policía secreta de Franco. Se contaban por millares los muertos anónimos, enterrados en fosas someras en las cunetas, en tanto que otros eran eliminados con un medio cualquiera después de ser fusilados sin juicio previo. A principios de 1939 escapó a Francia a través de los Pirineos casi medio millón de personas, que se vieron abocadas a más sufrimientos y a otra guerra. En Francia fueron recluidas en campos de concentración en condiciones infrahumanas y a continuación deportadas por millares a campos alemanes en los que perecieron. En el diario La Nación se comentó la desesperación y tal vez el remordimiento que embargaba a Maruja Mallo: “La conocimos en España hace algunos años. Era la época en que Maruja Mallo pintaba las verbenas y su espíritu era tan alegre y tan animado como todo ese mundo que ella calzaba en sus cuadros [durante la República]. (…) La encontramos diferente. Nos parece que ha perdido su alegría, y con razón”.

Prácticamente todos los amigos de Maruja habían abandonado España, a excepción de los que estaban en la cárcel o enterrados [p.e., Lorca y Miguel Hernández]. De todos sus amigos vanguardistas de los años 20 y 30, Giménez Caballero era uno de los pocos que se convirtió en defensor del fascismo y en aliado de la causa franquista. (…) [G.C.] había alabado siempre la obra de Maruja Mallo y había colaborado a menudo con ella. Su [propia] obra reflejaba incluso aquellos temas de las (…) Verbenas, pero después de la guerra denostó a sus antiguos amigos, sobre todo a Maruja Mallo (…): “¿Cómo le va a ir bien, hoy, a esa juventud que sólo tuvo ante sí escenas de titanes, colores de violencia cósmica y arranques infinitos de hombría, la pintura a lo Marujita Mallo, con farándulas y cachibaches de verbena?” (…) [P]rosigue, para regodearse en el triunfo militar de la dictadura de Franco, infestada de testosterona (…) “Nuestra época española de hoy es de los hombres. Tiene acento civil. Tiene expresión de guerra. De macho. Todo lo feminoide ha pasado con don Fernandino el de los Ríos, con el Lyceum Club Femenino, con Azaña y Cipri.”

Fuente: Maruja Mallo y la vanguardia española (que fue machista y misógina también, dejando fuera además siempre, consciente e inconscientemente, a las artistas y presumiendo de comentarios misóginos como ilustró Buñuel con sus propias palabras), de Shirley Mangini (Circe, 2012), páginas 219-21.

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