Ahondando
en lo del ideal, la vida ideal de Gertrude era comer bien, a
ser posible cosas deliciosas, leer con pasión (todo menos
poesía y libros sobre libros), conversar incansablemente
con todo el mundo, escuchar incansablemente (era una gran introvertida,
aunque parezca raro), pasear tomando mucho aire fresco.
Llegó tarde a lo de escribir, pero llegó. Y eso,
escribir investigando incansablemente, la creación innovadora,
sería otra de sus placenteras ocupaciones.
Todo esto, a pesar de las guerras.
Todo esto lo tuvo y lo compartió con Alice B. Toklas
desde que se conocieron en París hasta la muerte de Gertrude.
A veces proponerse vivir con calidad sirve de algo.
"Siempre he querido ser histórica", anunciaba
Gertrude Stein poco antes de su muerte, "casi desde que
era un bebé en adelante sentí que quería
serlo". Y durante la mejor parte de su vida lo fue. Al
principio, en los primeros años del siglo veinte, compartió
los honores con su hermano Leo. El grupo Stein de París
(consistente entonces de Gertrude, Leo y la compañera
de Gertrude, Alice B. Toklas) fue una Meca para las personas
con mentalidad moderna. La atracción principal era la
colección de óleos y acuarelas de Cézanne,
los primeros cuadros de Matisse y Picasso, los cuadros de Renoir,
Manet, Gauguin y Toulouse-Lautrec, que ella y Leo pudieron y
supieron comprar. Las paredes de su taller estaban llenas hasta
el techo de cuadros ahora famosos . Las puertas dobles del comedor,
enmarcadas por bocetos de Picasso. En las primeras décadas
del siglo, cientos de visitantes asistían a la muestra
de arte de vanguardia: muchos venían a burlarse, pero
algunos se marchaban convertidos. Era un lugar fabuloso, y también
histórico. A todos los efectos, Leo y Gertrude Stein
habían inaugurado, en el númeo 27 de Rue de Fleurus,
el primer museo de arte moderno. (...)
En una típica tarde de sábado, hace sesenta años,
nos habríamos encontrado a Gertrude Stein en su puesto
del taller, vestida de pana marrón, sentada en una silla
de respaldo alto estilo Renacimiento, con las piernas colgando,
junto a la gran estufa de hierro negro que calentaba la fría
sala. Un poco más allá, escucharíamos a
Leo exponer a un grupo de visitantes sus perspectivas sobre
el arte moderno. Entre la muchedumbre de pintores húngaros,
intelectuales franceses, aristócratas ingleses y estudiantes
alemanes, podrían verse las figuras de Picasso y su amante,
Fernande Olivier (Picasso con el aspecto de un joven e intenso
limpiabotas; Fernande, atractiva, con los ojos almendrados).
El hombre de barba rojiza y gafas, con aspecto de catedrático
alemán, sería Matisse. Junto a él podría
estar el poeta Guillaume Apollinaire y su eterna acompañante,
la pintora Marie Laurencin. La figura más alta de todos
los cubistas sería Georges Braque, el cuelga-cuadros
oficial del taller. (...)
En los años veinte y treinta, sin embargo, ya no eran
los cuadros, sino la fama de Gertrude como escritora expatriada
y su estilo literario, inflexible, radical -un torrente de poemas
abstractos, muy condensados, y de difíciles retratos
de palabras de sus amistades- lo que atraía a su puerta
a curiosos y personas verdaderamente interesadas. Cuando ella
y Leo se separaron hacia 1912, se repartieron más
o menos de buen grado la controvertida colección.
(...)
La verdadera apoteosis de Gertrude Stein empezó en 1933,
con su best-seller Autobiografía de Alíce B. Toklas,
unas memorias sobre los años de vanguardia parisina vistos
desde los ojos de su compañera. [Resumo: En 1934-35 esto
trajo consigo una clamorosa gira de conferencias en América
donde no había vuelto desde hacía 30 años
sobre arte moderno, literatura modernista y Gertrude Stein.]
Durante la segunda guerra mundial, guerra que Gertrude no pudo
creer que llegara, ella y Alice habían vivido lo más
tranquilamente posible en su casa de B¡lignin, en lo que
eufemisticamente se llamó la Francia no ocupada. Pero
con la llegada del ejército americano y la liberación
de París, ella volvió a florecer, como una rosa
tardía. Su nuevo salon en el número 5 de Rue Christine
(ella y Alice se mudaron a un piso en 1937) era ahora frecuentado
por el victorioso ejército americano. Llegaban multitudes
de soldados con regalos, cartas de presentación y paquetes
de poemas propios. Ella publicó su visión de las
experiencias durante la guerra en Guerras que he visto, y su
tributo al soldado americano, "Brewsie y WiIlie".
Hizo una gira por la Alemania ocupada en un bombardero americano
para darle conferencias a los soldados y escribió al
respecto para [la revista] Life. Las editoriales y las
revistas la asediaban para que les enviara sus manuscritos.
Murió el 27 de julio de 1946, en plena gloria, debido
a una repentina enfermedad y a una fracasada operación
de cáncer. [Sigue información y análisis
sobre el destino de su legado.]
Fuente: texto de michelle y fragmentos del artículo de
James R. Mellow, "El
salón Stein fue el primer museo de arte moderno",
de Traducciones Ilegales 2001. |
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Gertrude Stein en Conoce a...
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