Dossier Gertrude Stein (DGS). Escrito y diseñado por MIchelle Reñé para un taller en la Biblioteca de Mujeres de Madrid en abril del 2001. Escenografía del taller: Cristina Albert. Moderadora del taller: Lola Robles. Música: Javier Albert.
GERTRUDE STEIN
EL CÓMO INCANSABLE Y LIBRE. PARÍS 1904-44
 
Valoración de Mabel Dodge

Especulaciones, o el postimpresionismo en la prosa(1913)
por Mabel Dodge

De la ciberrevista North Side nº 119
Traducciones Ilegales 2001

"El nombre de Gertrude Stein es más conocido en NY hoy ¡que el nombre de Dios!”, exclamó Mabel Dodge en 1913, en la época del Armory Show. Dueña de un salon modernista y mecenas del modernismo, Dodge fue responsable en parte por aquel primer reconocimiento.

(...) [I]mprimió copias de “Retrato de Mabel Dodge en Villa Curonia” en 1912 (...) y las repartió en el Armory y entre (...) quienes iban a sus inluyentes “veladas” del 23 de la Quinta Avenida.

Para un número especial del Armory Show, Arts and Decoration, Dodge escribió un texto que vinculaba las intenciones de Stein a las de los artistas modernistas y proporcionaba un vocabulario para comprender la escritura hermética de Stein.

(Del capítulo 1 de Prepare for Saints, de Steven Watson.)



(…) En un amplio estudio de París, repleto de cuadros de Renoir, Matisse y Picasso, Gertrude Stein está haciendo con palabras lo que Picasso está haciendo con la pintura. Ella está consiguiendo que el lenguaje provoque nuevos estados de conciencia, y cuando ella lo hace, el lenguaje se convierte en un arte de creación y no en un espejo de la historia. En su escritura impresionista, utiliza palabras comunes para crear percepciones, circunstancias, y estados del ser nunca antes experimentados con la suficiente consciencia. Lo consigue usando palabras que para ella tienen el significado que parecen tener. (...) con su método está descubriendo la naturaleza interna y oculta de la naturaleza.

Para presentar sus impresiones elige las palabras por su cualidad inherente, en vez de por su significado aceptado.

Trabaja de manera metódica y deliberada. Siempre trabaja de noche, en el silencio, centrando toda su voluntad en desterrar imágenes preconcebidas. Concentrándose en la impresión que ha recibido y que desea transmitir, suspende su facultad de selección, y espera que emerja de su subconsciente a la superficie de su mente la palabra o el grupo de palabras que puedan interpretar a la perfección el significado que ella encontró.

Sólo entonces entra en juego la razón: examina, sopesa y calibra la capacidad que tengan de expresar su significado. Se trata de una prueba en funcionamiento de la teoría de la intuición de Bergson. No persigue las palabras; espera a que lleguen a ella, y así ocurre.

Sólo cuando el arte persigue así al artista, su producción lleva el sello de lo inevitable. Sólo cuando el elan vital conduce al artista a la riada creativa, surge vida de su producción. La vitalidad vertida en la expresión consciente es la definición moderna de genio. (...)

Conocerlos es cuestión de experiencia personal; nadie puede llevar a nadie de la mano por ese camino. En primer lugar, antes que el pensamiento ha de venir el sentimiento, primer paso hacia la experiencia, porque el sentimiento es el principio del conocimiento.

No importa mucho cómo nos afecta una primera impresión. (...) Lo que importa es que se produzca el acercamiento.

Sólo en la indiferencia no existe el acercamiento, y la indiferencia rezuma muerte. Es la tumba de la propia vida.

Una conciencia más que ya es nuestra precisará de muchas nuevas formas de expresión. En la literatura todo lo que ha sido sentido y conocido hasta ahora ha sido dicho como ha sido dicho.

Lo que pueda haber que tengamos que comprender debe ser expresado de una manera nueva. El lenguaje ha quedado cristalizado en cuatro o cinco formas literarias establecidas, que hasta el día de hoy han sido sagradas e intranscendentales, pero toda la verdad no puede contenerse en uno o en un número limitado de moldes.

(...) Casi todas las cabezas pensantes de hoy en día están sublevadas contra algo, porque la necesidad del individuo es de más conciencia, y porque la conciencia se está expandiendo y está reventando los moldes que la han contenido hasta ahora. Así, dejemos que se detenga todo aquel cuya verdad particular sea demasiado grande para las condiciones existentes antes de que se aleje de la pintura de Picasso o de la escritura de Gertrude Stein, pues su lucha es la de esa persona también.

Sin duda, los comentarios son la mejor de las señales. Cualquier comentario. El que Gertrude Stein escucha más a menudo procede de las almas concienzudas que se han esforzado –sin éxito– por sacar algo de su obra. “Pero ¿por qué no la haces más comprensible?”, exclaman. “Porque ésta es la única manera en que puedo expresar lo que quiero expresar”, responde invariablemente, lo que sin duda es la respuesta incontestable de todo artista honesto a todo crítico. Frente a los lienzos de Picasso, se escucha una y otra vez: “Pero ¡es tan feo, tan brutal!” ¿Y cómo se sabe que es feo? ¿Cómo se sabe? En el mundo, cada vez que se ha renovado la belleza ha sido preciso hacer un reajuste total de la percepción de los sentidos, ya demasiado hechos a los borrosos contornos, los colores desvaídos, la muerte en vida de la belleza en su declive. Ha quedado hastiada de una excesiva familiaridad, de una prolongada asociación y de la inercia. (...) ¿Belleza? De algo, no cabe duda: que si debemos rendir culto a la belleza que hemos conocido, debemos aceptar que estamos rindiendo culto a una cosa muerta. “Une grande, belle chose—morte”. Y lo feo, ¿qué es? Sin duda, sólo la muerte es fea.

En la escritura de Gertrude Stein todas las palabras tienen vida y, al margen del concepto, tienen un ritmo y una cadencia tan exquisitas que cuando se leen en alto y se reciben como puro sonido, son como una especie de música sensual. (...) si uno escucha las palabras de Gertrude Stein olvidándose de comprender lo que significan, uno se vaya rindiendo a su gradual encanto. Huntley Carter, del New Age, dice que el uso del lenguaje de Stein tiene un curioso efecto hipnótico cuando se lee en alto. En una parte de su obra utilizó la repetición y la recolocación de ciertas palabras una y otra vez, y así, parecía un encantamiento, y al escuchar, se siente que de la combinación de sonidos repetidos, con una variación tan pequeña, va emergiendo gradualmente la percepción de algún significado bastante distinto al de los contenidos de las frases. Mucha gente ha experimentado esta evocación mágica, pero no se ha podido explicar la forma en que ocurrió; sin embargo, aunque no sabían qué significaban las palabras, ni cómo éstas les afectaban, habían empezado a saber lo que todo aquello significaba, porque no habían quedado indiferentes.

En un retrato que ha terminado hace poco, ha creado una totalidad coherente a través de una serie de impresiones que, tomadas oración por oración, le parecen a la mayoría incoherentes. Para ilustrarlo, la siguiente cita tiene palabras agotadoras –palabras que pesan y califican circunstancias (conditions); palabras que no son suaves pero tampoco duras–; parecen peligrosas abstracciones, que contienen agonía y movimiento y que transmiten una capacidad de vivir delegada (vicarious livingness).

“Es una división áspera, aquella que no plantea obstrucción alguna, y la hinchazón olvidada es sin duda atrayente. Es atrayente la división más blanca, no se está hundiendo para ir creciendo, no se está oscureciendo para ir desapareciendo, no tiene tantos años como para molestar. No puede haber suspiros. Ésta es la bendición.”

Se están rompiendo muchos caminos –qué preciosa palabra: romper– y del terremoto y la petrificación de hoy –surgiendo de la escisión y la desintegración– veremos emerger el orden mañana. ¿Es tan difícil recordar que la vida en su inicio es siempre dolorosa y rara vez preciosa? Es extraño pensar que el áspero sendero de hoy será mañana el cauce de menos resistencia, sobre el que paseará la mayoría con toda la facilidad y serenidad de la costumbre. Todos los esfuerzos de la evolución se condensan en este único hecho, de la vitalidad del individuo que le abre el paso a muchos. No podemos más que admirar el gran coraje de los rompecaminos, admitiendo como debemos hacer, en palabras de Gertrude Stein, y con verdadera fe bergsoniana: “Algo sin duda sale de ellos”.

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