Volver a poemario Tu muerte en mis sueños y los animales

HISTORIA

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He llevado un collar de palo de lluvia al cuello
por los bosques belgas y las selvas del Pacífico,
por los andamios de las ciudades secas
para advertir a las serpientes de mi presencia humana.
He devorado mundos, nocturna y vegetal,
en torno al más robusto fuego, frente a la hiena Leonora,
antes de emprender el vuelo del águila, la huida
de todas las biblias con que intentaron investirme,
agua de muerte, canal brutal que parte el pecho y las alas.

Ay, mi pecado de águila carnosa y funeraria
y aquellas despedidas como anclas de plata y soledad.

También he visitado al ángel de la muerte,
he sudado el más profundo amor asesino,
observado las guerras, las bocas innumerables de la guerra,
y mi sonrisa se deshacía en sangre,
y yo quería, más que nunca, buscar, hallar
el palpitante diminuto corazón, sonoro, ajeno
a todas las cosas que clavaron el horror como estacas
en los cuerpos de quienes aún tenían sed.

Podría decir que lo encontré,
por la vorágine del carnaval y la carnicería
o mecida en drogas capaces de piedad.
Que tiritaba en el centro del tormento
y si asomó mi alma lo perdí.

Podría decir que mis ojos son el agua más sólida
de la memoria salvaje animal, y la caricia.
Pero sé que mentiría, como un mono escapado
envuelto en sus brazos de cuna,
como un dolor antiguo disuelto en el páramo
y esa tristeza blanda, grande y morada.