Política antiimperialista: Formación de clase y acción socio-política
James Petras
Rebelión
Traducido para Rebelión por Marina Trillo
Introducción
Para comprender la naturaleza y dinámica de la política antiimperialista es
importante responder a varias preguntas clave. Entre ellas:
¿Qué constituye un movimiento antiimperialista (MAI)? ¿Son
antiimperialistas los movimientos o eventos antiglobalización, antiALCA,
antiIrak (o antiguerra)?.
¿Bajo qué condiciones y localizaciones geopolíticas emergen y se expanden
los MAI?
¿Qué clases específicas inician y cuales expanden los MAI, y qué clases,
estados, y regímenes defienden el imperialismo?.
¿Bajo qué condiciones (contexto político y económico) las clases
estructuralmente determinadas (explotadas) se involucran en luchas
antiimperialistas?. ¿Marcan alguna diferencia las fuertes crisis económicas
y la emergencia de nuevas organizaciones y líderes?
¿Bajo que condiciones surgen los movimientos MAI en los países
imperialistas (EEUU y UE)? ¿Cuáles son su potencial y limitaciones?
¿Qué estrategias y tácticas promueven o limitan el crecimiento de los MAI?.
Las respuestas a éstas y otras relevantes cuestiones proporcionan una guía
para nuestro debate sobre la teoría y política antiimperialista actual.
Movimientos antiimperialistas
La oposición al imperialismo adopta una gran variedad de formas y prácticas
organizativas. No hay una sola organización internacionalmente dominante,
que se oponga completamente al imperialismo como sistema de poder. Más
bien, los que predominan son una serie de movimientos monotemáticos que se
oponen a la política e instituciones imperiales. Por ejemplo, importantes
manifestaciones en toda Latino América, movimientos y referéndums se han
opuesto al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) patrocinada por
EEUU. Para muchos de los adversarios, la oposición al ALCA se basa en los
efectos destructivos que el libre comercio ejerce sobre los trabajos, así
como sobre los granjeros y campesinos. Para otros, el ALCA es visto como
parte de una estrategia global estadounidense para conquistar y dominar las
economías y la política de Ibero América y del resto del mundo. Los
movimientos antiALCA se oponen a un aspecto importante del imperialismo
estadounidense - su intento de dominar el comercio e inversión de toda la
región por medio de su control formal del armazón político legal que rige
las relaciones económicas.
El movimiento antiglobalización y la campaña antiguerra (Irak, Afganistán)
abarcan tanto a grupos antiimperialistas como a “reformistas imperiales”
que por lo general apoyan el poder imperial estadounidense pero se oponen
al particular modo de ejercitar el poder, o a la ubicación específica en la
que se manifiesta. Otros se oponen al comportamiento de las corporaciones
multinacionales pero no al estado y sistema imperial en el que están
inmersas. Estos movimientos son antiimperialistas en cuanto movilizan
fuerzas populares para oponerse a una importante manifestación de la
expansión imperial, despiertan la conciencia popular sobre los motivos de
los regímenes de EEUU y la UE y abren la posibilidad de profundizar y
extender la resistencia al imperialismo como sistema.
No obstante, con frecuencia no se comprenden las potencialidades de estas
políticas monotemáticas; la lucha contra un solo asunto se queda aislada
del rechazo general al imperialismo, y la victoria o derrota del poder
imperial generalmente termina con las movilizaciones. La movilización
antiguerra de Vietnam, que fue la oposición más amplia y más duradera
contra una guerra imperialista, disminuyó cuando se acabó el reclutamiento
militar, los vietnamitas ganaron la guerra y los EEUU retiraron sus tropas.
Los efectos posteriores fueron limitar el uso masivo de tropas
estadounidenses de infantería durante quince años, (hasta la Guerra de
Golfo) y aumentar la contratación de ejércitos mercenarios (Afganistán,
Nicaragua, Angola, Mozambique, etc.), aumento de la dependencia en agencias
de inteligencia y fuerzas especiales para derrocar a los regímenes
antiimperialistas (Chile 1973, Argentina 1976, Uruguay 1973, etc.) y
fuerzas a pequeña escala para invadir países pequeños (Grenada, Panamá).
Además, los movimientos antiimperialistas monotemáticos no impidieron, ni
siquiera se movilizaron para terminar con el bloqueo económico a Cuba,
Vietnam, Camboya, Laos, etc. Finalmente muchos de los antiimperialistas de
tema único se unieron al ala liberal del pro imperialista Partido Demócrata
de los EEUU, y los partidos reformistas pro OTAN de Europa - el Partido
Socialista de Francia, el Partido Comunista de Italia etc.
El registro histórico de los movimientos antiimperialistas monotemáticos es
muy ambiguo; en algunos casos tiene efectos residuales a medio plazo, en
otros se disuelve en la política tradicional y en unos pocos casos alimenta
movimientos sociales más grandes. En el último caso, las luchas
anticoloniales de Francia e Italia alimentaron los mayores movimientos
antisistema; París 1968, otoño caliente de Italia en 1969.
La clave para identificar la dinámica (hacia adelante o hacia atrás) de los
movimientos antiimperialistas monotemáticos es la política: la ideología,
los líderes y los programas en torno a los que se organizan los
movimientos. La mayor parte de los impactos a corto plazo son resultado de
la ideología política de los líderes de mínimo denominador pragmático,
fijándose exclusivamente en el tema más inmediato (política imperial),
disociados del imperialismo como sistema de poder, evitando cualquier
desafío político al poder del régimen o del estado, y acomodando o
subordinando el movimiento de masas a los políticos oportunistas
“disidentes” de los principales partidos imperiales, que buscan capitalizar
la protesta de masas con fines electorales.
Las movilizaciones antiimperialistas monotemáticas, como la
antiglobalización, surgen con fuerza, se extienden y después se hacen
rutina y declinan, porque omiten conectar instrumentos políticos para
desafiar al poder, con las luchas populares de masas. En el caso de la
lucha antiglobalización, las falsas premisas de los ideólogos del
movimiento, la idea de las corporaciones multinacionales como poderes
autónomos divorciados del estado imperial, fallaron en prever las guerras
imperiales y la ocupación colonial. La reorientación de muchos antiguos
activistas antiglobalización, hacia el movimiento antiguerra de Irak,
condujo a un aumento masivo de protestas con el tema único de la guerra,
seguidas de un desplome después que EEUU conquistó y ocupó Irak. No ha
surgido ningún movimiento de masas que se opongan al régimen colonial
estadounidense ni que apoye la resistencia iraquí.
La erupción de los movimientos de masas monotemáticos opuestos a políticas
antiimperialistas específicas no lleva necesariamente a un progresivo,
radicalizado y consecuente movimiento antiimperialista, a menos que el
movimiento vaya más allá de asuntos únicos y desarrolle un programa y un
liderazgo capaces de vincular el antiimperialismo con la transformación del
sistema.
Condiciones para la emergencia de los MAI
La segunda pregunta clave es: ¿Bajo qué condiciones emergen y se expanden
los MAI?
Casi todos los movimientos MAI más importantes y consecuentes han tenido
lugar en Latino América, Asia, o África. En el período actual podemos
identificar varios contextos en los que han surgido MAI significativos.
1. Invasión colonial y ocupación: Irak ha visto la reagrupación y
resistencia de los movimientos antiimperialistas de masas organizados
contra el gobierno colonial-militar. Los regímenes coloniales saquean la
economía, designan a los gobernantes coloniales, destruyen la
infraestructura, matan a civiles, y torturan a sospechosos. Las
humillaciones diarias de millones provocan hostilidad, rechazo y
resistencia. Lo mismo es válido para Afganistán, donde existe resistencia
armada contra la fuerza de ocupación EEUU-UE y su régimen títere (Karzai)
2. Intervención Militar: La participación militar estadounidense a largo
plazo como asesores, proveedores de armas, y apoyo financiero de la
oligarquía Colombiana han provocado una guerrilla antiimperialista y
oposición ciudadana a gran escala y de larga duración. La fase más reciente
de la intervención militar imperial (Plan Colombia) ha polarizado al país,
empobrecido a los trabajadores urbanos, y aumentado las matanzas de
campesinos, activistas pro derechos humanos, periodistas y sindicalistas.
La participación directa de subcontratistas mercenarios estadounidenses en
el combate y la erradicación de la coca ha contribuido aún más al
crecimiento de la política antiimperialista en las áreas rurales.
3. Privatización y Disminución del Nivel de Vida: La mayor parte de los
bancos privatizados, telecomunicaciones, servicios públicos (luz y
energía), empresas minerales y petrolíferas han terminado en manos de las
CMN de EEUU y UE. El resultado ha sido tiroteos masivos, precios más altos,
reducción de las regiones servidas y transferencia de recursos al
extranjero a gran escala, legal e ilegalmente. El proceso mismo de la
privatización no fue transparente, porque los sobornos y cohechos
produjeron compras por debajo del valor de mercado. Esto ha llevado a
protestas masivas contra la empresa privada extranjera, la política estatal
y las consecuencias negativas. Enormes protestas antiprivatización han
tenido lugar en Perú (empresas eléctricas nacionalizadas), Bolivia (agua),
Ecuador (petróleo y electricidad) y muchos otros países. En Argentina hubo
un levantamiento popular (20/21 diciembre 2001) después de que los bancos
de capital extranjero transfirieron al exterior los ahorros de los
depositantes. El grueso de la actividad antiprivatización se ha centrado
sobre el apoyo del IFI a la privatización y el respaldo al IFI por parte de
EEUU y la UE.
4. Comercio Desigual e Inversión: EEUU y la UE subsidian sus productos
agrícolas en una cifra de más de cincuenta mil millones de dólares en
desembolsos directos, y varios miles de millones más en sistemas de
irrigación financiados por el estado, subvenciones a la exportación, ayuda
técnica, tarifas eléctricas y energéticas, promoción de comercialización,
infraestructuras, redes y "ayuda vinculada". Además tanto EEUU como la UE
imponen barreras arancelarias, cuotas, barreras comerciales no
tradicionales, a las exportaciones agrícolas y de productos manufacturados
del Tercer Mundo. En contraposición, los estados imperiales de EEUU y la UE
exigen la bajada y eliminación de tarifas y subvenciones en el Tercer
Mundo. Como resultado, el Tercer Mundo pierde aproximadamente doscientos
mil millones por año en ingresos comerciales, más del doble de todos los
préstamos, inversiones, concesiones y transferencias de los regímenes
imperialistas. EEUU propone, por medio del ALCA (Área Latinoamericana de
Libre Comercio), consolidar y profundizar en su desigual relación comercial
con América Latina estableciendo un marco legal y político bajo una
comisión ALCA, que lo controlará, convirtiendo de este modo a América
Latina en una zona colonial mercantil.
En todas partes de Latinoamérica millones han protestado contra la firma
del acuerdo ALCA.
En Brasil en un referéndum informal, el noventa y cinco por ciento de los
votantes rechazó el ALCA – un total de once millones de votantes. La clave
para el avance del ALCA se encuentra en los regímenes vasallos que
gobiernan en Latinoamérica en particular en Brasil, Colombia, México,
Ecuador, Chile, Bolivia, Perú y otras partes.
La derrota del esfuerzo de re-colonización de Washington pasa por el
derrocamiento o la expulsión de los regímenes vasallos, que colaboran
activamente con EEUU. Las principales fuerzas sociales contrarias a la
re-colonización son los campesinos y los pequeños agricultores, que no
pueden competir con los productos agrícolas subvencionados estadounidenses
que se venden a precios inferiores debido a las subvenciones imperiales
estatales a la exportación. En Bolivia, los campesinos se vuelven hacia un
cultivo alternativo, la coca, ya que no pueden competir con las subsidiadas
importaciones agrícolas estadounidenses. En México, Bolivia, Colombia, y
Perú los movimientos rurales reivindican el derecho a producir cosechas
alternativas y oponerse al ALCA. En Brasil el Movimiento de Trabajadores
Rurales Sin Tierra (MST) es la principal fuerza que se opone ALCA.
En la medida en que ALCA, en sustancia y símbolo, representa la conquista
imperial estadounidense y la colonización de América Latina, los
movimientos antiALCA representan un elemento clave de la lucha
antiimperialista.
La transición del libre comercio al imperialismo colonial mercantilista ha
estimulado las condiciones para la aparición y extensión de los movimientos
antiimperialistas (MAI) Igualmente importante, el ALCA ha ampliado el
alcance de la oposición a la dominación de EEUU y la UE. Durante la primera
fase del neoliberalismo, la oposición al imperialismo estaba basada en una
privatización específica de la política y se fijaba en sectores
industriales afectados concretos (o incluso en firmas concretas) Las
protestas iban dirigidas contra injusticias específicas, pérdida de empleo,
bajada de salarios, aumento de precios, etc. Estas luchas particulares
persisten - principalmente las de los trabajadores ecuatorianos del
petróleo contra la privatización y desnacionalización de la industria
petrolera, los trabajadores de centrales eléctricas y sector energético de
México etc. Sin embargo, estas luchas concretas están cada vez más
explícitamente unidas a la oposición al ALCA y a la conquista imperial
estadounidense.
Movimientos antiimperialistas: Perspectiva histórica
Los actuales MAI son la más reciente de una serie de luchas que se remontan
a la conquista original del Tercer Mundo. Sin embargo los objetivos, clases
sociales, y programas de los MAI difieren enormemente de lo que fueron en
tiempos anteriores.
Podemos distinguir varios tipos y subtipos de MAI históricos y actuales.
MAI tradicionales
Los primeros movimientos contra la conquista imperial colonial,
frecuentemente se oponían al genocidio, exterminación, esclavitud,
desplazamiento, y servidumbre. Los objetivos de al menos algunos de sus
líderes eran restaurar los sistemas precoloniales de gobierno jerárquico
con emperadores locales, consejos o comunidades. Las rebeliones, derrotas,
re-esclavitud, y dispersión de los pueblos colonizados crearon dos
economías paralelas: la economía colonial dominante y las comunidades de
subsistencia de pueblos anticoloniales en regiones remotas de los países
conquistados.
MAI modernos
Los MAI modernos pueden dividirse y subdividirse en aquellos que lucharon
por la independencia política del dominio colonial manifiesto (América
Latina en el siglo diecinueve y principios del veinte) y Asia/Africa (a
mediados del siglo veinte) y aquellos que lucharon por la independencia
política y económica por medio de luchas revolucionarias nacionales y
socialistas a mediados del siglo veinte (China, Cuba, Vietnam, Yugoslavia,
etc.) Estas revoluciones antiimperialistas a su vez sentaron las bases para
la nueva confrontación entre movimientos capitalistas-nacionalistas y
socialistas-populistas. Los MAI modernos lograron establecer economías y
regímenes "híbridos", estado mixto, formas de propiedad privadas y
colectivas, y regímenes populares jerárquicos. Estos "regímenes y economías
híbridos" sirven de base para nuevas confrontaciones con el imperialismo.
Las nuevas élites nacionalistas y comunistas, divorciadas de las realidades
socio-económicas de las masas, y sujetas a la influencia o intervención
imperial, evolucionaron durante décadas hacia una nueva clase o fueron
derrocadas y sustituidas por regímenes vasallos del imperio, en particular
durante las últimas décadas del siglo XX. Regímenes nacionalistas de África
y Asia fueron derrocados y sustituidos por señores de la guerra tribales,
vasallos coloniales y clérigos reaccionarios - todos ellos inicialmente
vinculados a EEUU y/o la UE. La conversión de regímenes colectivistas en
regímenes pro capitalistas/proimperialistas en la ex URSS, Europa Oriental,
y Asia del Sur se basaron tanto en fuerzas sociales externas como internas.
En Europa Oriental, el apoyo financiero e ideológico estadounidense a
políticos nacionalistas, élites intelectuales y jefes sindicales,
facilitaron el cambio de sus regiones pasando de satélites de Rusia a
estados vasallos estadounidenses - extendiendo el Imperio estadounidense
desde el Báltico hasta los Balcanes. La intervención militar y el apoyo de
fuerzas paramilitares subrogadas extendieron el imperio estadounidense
desde los Balcanes a Oriente Medio. En el siglo veintiuno los EEUU se
expandieron al Oriente Medio y Asia del Sur con las guerras de Afganistán e
Irak. La ideología de la conquista imperial varió su teórica del
tradicional "humanitario" colonial a la de la "liberación" de Irak, y al
moderno subterfugio antiterrorista de Afganistán
Hacia el final del siglo XX ya surgieran tres variantes de antiimperialismo:
Antiimperialismo de derechas, articulado por disidentes cliente
estadounidenses en Europa Oriental, Balcanes, y Cáucaso como instrumento
para mudar lealtades de la dominación soviética al imperio estadounidense.
Antiimperialismo clerical, basado en la oposición religiosa (Musulmana) a
la agresión militar, conquista política, influencia cultural, depredaciones
económicas y hostilidad racial estadounidenses, orientado hacia la
"restauración" de las opiniones clericales tradicionales y en algunos casos
combinándolas con valores nacionalistas modernos.
Antiimperialismo moderno, oponiéndose a las guerras y conquistas
imperiales, las CMN, la OMC, el ALCA, apoyando las luchas de liberación del
Tercer Mundo. Las profundas diferencias de clase y políticas en los
movimientos antiimperialistas o nacionalistas -- entre movimientos pro
imperio estadounidense, movimientos clericales-nacionalistas y movimientos
modernos de liberación -- tienen importantes consecuencias teóricas y
prácticas. La guerra de EEUU contra Yugoslavia basada en una alianza con
terroristas Musulmanes en Bosnia y Kosovo (ELK), los clérigos derechistas
de Afganistán y la tentativa de establecer una junta colonial clerical
(Shia) en Irak indican el modo como se articula el imperialismo con
derechistas reaccionarios contra regímenes seculares. El apoyo
estadounidense y su influencia sobre las élites disidentes de Europa
Oriental y la conversión de éstas en vasallos estadounidenses muestran la
capacidad del imperio para cooptar la ideología antiinfluencia y sus
propagadores al objeto de afianzar bases militares y estados vasallo
políticos. El uso y desuso selectivo de Musulmanes, intelectuales
seculares, y extremistas étnicos son una parte fundamental de la estrategia
imperial estadounidense para debilitar a los regímenes antiimperialistas y
dividir a los opositores al imperialismo. Esto es particularmente eficaz en
el caso de críticos en los MAI que carecen de una perspectiva de clase
respecto de la naturaleza del imperialismo, las múltiples formas que toma y
las flexibles concesiones que adopta: apoyar a los Musulmanes contra los
izquierdistas en un momento, atacar a los nacionalistas Musulmanes y
favorecer a vasallos seculares o Musulmanes en otro momento. La ola actual
de MAI incluye fuerzas seculares y clericales, socialistas y nacionalistas,
progresistas y restauracionistas.
Antiimperialismo en EEUU:
Los movimientos antiimperialistas han sido sumamente débiles en Estados
Unidos. A excepción del pico con motivo de la invasión estadounidense de
Indochina entre 1966-1972, ha habido pocas actividades antiimperialistas de
masas continuadas. Sin embargo, la opinión pública estadounidense y las
protestas electorales dirigidas contra incursiones imperiales
estadounidenses concretas, no han sido infrecuentes. Esencialmente, podemos
identificar varios períodos de oposición pública estadounidense a aspectos
de la política imperial.
1945-1947 oposición pública estadounidense y manifestaciones de tropas de
ultramar forzaron a los planificadores imperiales después de la segunda
Guerra Mundial a reducir considerablemente los despliegues de tropas
estadounidenses en los países ocupados y a limitar la intervención
estadounidense contra las revoluciones China, Indochina, y Socialista
Yugoslava.
1951-1953 oposición pública estadounidense a la Guerra Coreana condujo a la
derrota del candidato presidencial demócrata pro guerra y presionó a
Eisenhower a negociar un armisticio que negó la victoria militar a Washington.
1966-1972 oposición pública estadounidense (manifestaciones de masas, y
acusada polarización sociopolítica) y el descontento a gran escala entre
los militares en Vietnam minaron las bases políticas y militares del poder
imperial y contribuyeron a la derrota del ejército de los EEUU.
Posteriormente hubo una protesta pública continuada sobre la intervención
estadounidense de Centroamérica, el apoyo estadounidense al régimen
apartheidista sudafricano y más recientemente a la invasión estadounidense
de Irak. Estas protestas tuvieron un efecto muy limitado para influenciar
la política estadounidense. Igualmente importante, la intervención de EEUU
en Angola, América Central y América del Sur durante la década de 1973 a
1983, en apoyo de mercenarios y/o golpes militares, produjo poca respuesta
pública excepto por parte de pequeños grupos de activistas. La
manifestación "antiglobalización" de 50.000 en Seattle en 1999 fue un
acontecimiento singular - con poca continuidad efectiva, excepto el rebrote
de manifestaciones pacifistas de enero-febrero de 2003.
¿Qué cuenta para las raras pero exitosas movilizaciones de protesta
antiimperialista en EEUU? Tanto en Corea como en Vietnam, las tropas
estadounidenses fueron derrotadas o no fueron capaces de ganar y sufrieron
muchas bajas (varios cientos de miles de muertos o heridos) durante un
prolongado período de tiempo (de tres a diez años) a manos de las fuerzas
nacionales de liberación. Las derrotas imperiales y las bajas devolvieron
la guerra a las comunidades, vecindarios, lugares de trabajo, familias, y
organizaciones sociales estadounidenses. En segundo lugar las anteriores
guerras se libraron con ejércitos de reclutas forzosos, que incluían o
amenazaban incluir en situaciones de combate a los hijos de las clases
medias y medias altas, afectando así a un importante sector del electorado.
La amenaza del alistamiento forzoso en un ejército que ya estaba sufriendo
muchas bajas con una guerra prolongada motivó que muchos hombres en edad
militar y sus padres se opusieran activamente a la guerra. En tercer lugar,
las guerras imperiales prolongadas y costosas, aunque estimularon la
economía, llevaron a una pérdida de valores en los mercados mundiales y
fortalecieron a los rivales imperiales estadounidenses, al tiempo que
limitaron la capacidad de Washington para intervenir y controlar otras
regiones del mundo. Sectores de las clases dirigentes y políticas
comenzaron a dar prioridad a los intereses estratégicos del imperio en vez
de continuar con una guerra sin esperanzas que había llegado a un punto
muerto, llevando a desacuerdos entre la elite acerca de como mejor
construir un imperio mundial
Los factores combinados de probada resistencia popular, bajas militares
estadounidenses, miedo al alistamiento y desacuerdos entre la élite,
propiciaron los movimientos de masas organizados y oposición sostenida. Sin
embargo, incluso en las protestas a gran escala contra la invasión
estadounidense de Indochina, la gran mayoría no se opuso al sistema
imperial estadounidense, sinó a aspectos concretos del mismo, como la
guerra de Indochina, el alistamiento, y las bajas militares
estadounidenses. Al final de la guerra, el éxito del movimiento era
relativo; esto llevó a una reducción temporal de los gastos militares
(1974-1978), y a resistencia a nuevos compromisos masivos de tropas de
tierra en intervenciones manifiestas. Posteriormente, durante los años 1970
a 1990, cuando EEUU cambió a intervenciones encubiertas de la CIA (Chile,
Argentina, Uruguay), y utilizó ejércitos mercenarios en Angola, Mozambique
y Centroamérica (Contras Nicaragüenses), se produjo poca protesta. No hubo
ninguna oposición de importancia en relación con las invasiones
estadounidenses de países diminutos, débiles, como Grenada y Panamá en los
años 1980 que causaron muy pocas bajas entre los reclutas de EEUU.
Posteriormente, las invasiones y ocupaciones estadounidenses de regiones
como Yugoslavia y Afganistán, ambas en gran parte guerras aéreas con apoyo
en tierra de señores de la guerra fundamentalistas Musulmanes y
terroristas, obtuvieron un significativo apoyo público en EEUU. La invasión
y la conquista de Irak por EEUU confirman este análisis. La exitosa
invasión y conquista fueron en gran parte resultado de la enorme fuerza
militar y bombardeo, una guerra aérea acompañada por la rendición
encubierta de los comandantes militares iraquíes, que condujeron a una
conquista militar rápida y exitosa con un mínimo de víctimas
estadounidenses. Sin embargo, la subsecuente ocupación y el gobierno
colonial han llevado a la oposición popular a gran escala en Irak y a una
probada guerrilla urbana, que causan docenas de bajas estadounidenses cada
semana (más de cuatro mil heridos y más de ciento cincuenta muertos) en los
seis primeros meses (Mayo-Octubre 2003) A medida que crecen la resistencia
guerrillera iraquí y la oposición popular, y las bajas estadounidenses se
acumulan, la opinión estadounidense comienza a cambiar desde el apoyo
rotundo a las guerras imperiales, a la oposición creciente con un 49% de
opositores a Bush hacia finales de agosto. Esto coincidió con citas para
audiencias en el Congreso y críticas a la guerra en la campaña electoral.
Igualmente importante la invasión estadounidense de Irak es la primera
guerra imperialista que no ha ido unida a beneficios socioeconómicos para
las clases de masas de asalariados y obreros. El imperio se amplía, las
compañías petroleras y los beneficios de las corporaciones bombean para
doblar dígitos, a medida que el paro aumenta y los recortes en las
prestaciones sanitarias y educativas erosionan cada vez más el nivel de
vida de la masa obrera. A pesar de las medidas extremas de la agresión
imperialista y la severidad de los ataques sobre el nivel de vida, ha
habido poco "movimiento" contra el imperialismo por parte de las clases
obrera y asalariada. En círculos de oposición oficiales y semioficiales, la
oposición se dirige contra la "propaganda engañosa" (las mentiras del
estado) no contra la cuestión fundamental de las guerras imperiales. Los
disidentes progresistas critican la política concreta que llevó a la guerra
no las estructuras de poder que generan la política; critican al régimen de
Bush no al estado imperial. La "solidaridad" existente se dirigida a los
soldados estadounidenses ("traed a nuestros chicos a casa"
no a la
resistencia anticolonialista del pueblo contra un ejército de ocupación.
El registro histórico nos dice que serán necesarias condiciones extremas
para mover fuerzas significativas en EEUU que se opongan a la agresión
imperial, tales como una gran crisis económica, importante pérdida de
vidas, o guerras prolongadas de atrición. Debemos mirar hacia otra parte
(fuera de EEUU) para localizar la dinámica de los movimientos
antiimperialistas, precisamente a aquellas regiones y entre aquellas clases
que han sufrido de lleno el impacto de la conquista imperialista.
Impacto del imperialismo en la Estructura de Clases
Los nuevos MAI de clases surgen de la enorme transformación causada por la
penetración y toma de posesión de las economías del Tercer Mundo, en
particular en América Latina. El imperialismo, sobre todo su política
económica y el lograr tomar posesión de sectores estratégicos financieros,
comerciales, minería, y del petróleo, han tenido gran efecto sobre la
naturaleza cuantitativa y cualitativa de todas las clases sociales de
América Latina. Además, la política económica impuesta por las
autodenominadas instituciones financieras "internacionales" (FMI, Banco
Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo) también ha contribuido
decisivamente a la transformación de la estructura de clases. Igualmente
importante, la ejecución selectiva de la política de "libre comercio" ha
sido un factor determinante en la reestructuración de la estructura de las
clases urbana y rural. Todos los cambios causados por las clases e
instituciones imperialistas han contribuido de modo decisivo a conformar la
naturaleza de los movimientos antiimperialistas que surgen. En el campo, la
política y la clase imperialistas habían tenido varios efectos clave:
Minado de pequeños y medianos productores agrícolas por la política de
"libre mercado" que permite la afluencia masiva de exportaciones agrícolas
estadounidenses subvencionadas.
Concentración de la propiedad y desplazamiento de campesinos de
subsistencia y sin tierra a través de préstamos y ayuda a firmas
agro-exportadoras (tanto en Latinoamérica como en EEUU) que se especializan
en la producción de productos de exportación, como soja, café, y zumo de
naranja.
Aumento de la polarización en el campo por terminar las restricciones sobre
la propiedad extranjera, y acabar con los títulos comunales de la tierra,
estimulando la estratificación interna.
Bajada de precios a productores locales, aumentando el precio del crédito
(sobre todo denegando crédito formal y forzando a los pequeños productores
a tomar prestado a tasas de interés desorbitadas en el mercado informal de
préstamos)
El resultado neto es el aumento del número de productores rurales sin
tierra, la bancarrota de familias campesinas y forzar a los emigrantes
rurales a la periferia de los centros urbanos regionales. El
empobrecimiento de masas inducido por el imperio, la concentración de la
tierra y el desplazamiento del campesinado han sido factores clave para la
ignición de los movimientos sociales rurales que han estado en la
vanguardia de las luchas contra el ALCA, el IFI, y el neoliberalismo.
Igualmente importante la política imperial ha afectado desfavorablemente a
países con altas concentraciones de campesinos y labradores indios y
negros, por medio de la mecanización y eliminación de puestos de trabajo,
el apoderarse de la tierra de pasto o el empleo de mecanismos coercitivos
ilícitos y legales para hacerse con tierra de reservas minerales probadas.
La financiación de infraestructura del IFI casi exclusivamente vincula a
los grandes agro-exportadores con los mercados, ignorando las necesidades
de las comunidades rurales. Lo que es probablemente más importante para los
pequeños productores de Bolivia, Perú, y Colombia, programas químicos de
"erradicación" diseñados por el imperio han destruido el sustento de
millones de familias sin proporcionar ninguna cosecha viable alternativa a
la producción de coca. El resultado ha sido la organización y movilización
de los movimientos sociales de masas de campesinos en defensa de su tierra,
granjas, y comunidades, y un agudo aumento de la conciencia antiimperialista.
En las ciudades, las privatizaciones de firmas promovidas por el imperio y
las reducciones presupuestarias para pagar a los acreedores extranjeros han
tenido un severo impacto sobre empleados y asalariados. Millones de
empleados del sector público, especialmente de los servicios sociales y la
administración pública, han perdido sus empleos y su seguridad en el puesto
de trabajo y la mayoría han sufrido disminución de ingresos de hasta un
cuarenta por ciento durante la pasada década. Los nuevos dueños han
despedido a trabajadores industriales, a medida que consolidaban
operaciones empresariales o saqueaban los recursos públicos recién
adquiridos. El resultado final ha sido la "proletarización" de los
trabajadores del sector público como consecuencia de los bajos ingresos, la
inseguridad en el trabajo y la disminución de estatus. El resultado ha sido
un gran aumento de la protesta organizada del sector público dirigida
contra los programas de "ajuste estructural" promovidos por el imperio - y
más allá contra los autores intelectuales en seno del IFI. La política e
instituciones imperiales han minado estos dos pilares de "estabilidad
política" de la hegemonía imperial, pequeños propietarios rurales y
profesionales de ingresos medios del sector público. Los trabajadores
urbanos en paro y los trabajadores rurales desplazados han sido
concentrados en el llamado "sector informal " y en las mal pagadas,
sumamente explotadas y fuertemente controladas "maquiladoras" (plantas de
montaje) Cada vez más organizados como movimientos de trabajadores en paro,
vendedores callejeros autónomos con base en el barrio u organizados en
diversos mercados, el liderazgo y activistas en Bolivia, Argentina, Perú,
Venezuela y en algunos de los otros países han estado en la vanguardia de
oposición a la política imperialista de privatización, como las del agua en
Cochabamba, Bolivia y electricidad en Arequipa, Perú y el aumento de
tarifas de utilidad pública impuestas por las firmas recientemente
privatizadas que anteriormente eran de propiedad estatal y están
controladas por monopolios extranjeros. La universidad, los profesores de
la escuela primaria y secundaria y los estudiantes se han opuesto a las
reducciones presupuestarias y el deterioro de las escuelas públicas y a las
reducciones salariales ordenadas por el IFI para pagar a los acreedores
extranjeros.
Han surgido protestas ocasionales entre los obreros de las fuertemente
controladas "maquiladoras", pero los tradicionales sindicatos del sector
industrial privado han demostrado, o carencia de interés, o incapacidad
para apoyar la sindicación en las firmas de propiedad imperialista. De
hecho los trabajadores industriales y en particular sus sindicatos han sido
los componentes menos activos y menos militantes de los movimientos
antiimperialistas. Muchos trabajadores temen la pérdida de empleo en medio
de una masa de trabajadores en paro. Igualmente dañino la mayor parte de
los funcionarios del sindicato se ha hecho con el control y se ha vinculado
estrechamente a pactos tripartitos con el estado y la patronal, y rechazan
la acción de clases independiente, cuanto más la solidaridad
antiimperialista activa. Aparte de las denuncias formales al ALCA,
neoliberalismo y SAP, los sindicatos industriales han sido actores menores
en la nueva ola de luchas antiimperialistas en América Latina, mucho menos
comprometidos que los sectores progresistas de la Iglesia Católica. Existen
excepciones, pero representan una minoría, en las confederaciones
Brasileña, Uruguaya, Chilena, y Argentina.
El imperialismo ha reestructurado la clase capitalista; cientos de miles de
fabricantes pequeños y medianos han sido llevados a la bancarrota o han
cambiado a la actividad comercial, porque el alto coste y la escasa
disponibilidad de crédito han cortado el flujo de efectivo, las
importaciones baratas han minado las ganancias y las CMN han exprimido las
ganancias de los subcontratistas. Un patrón similar ha ocurrido en el
sector de comercio; enormes almacenes por departamentos y supermercados, de
capital extranjero, han reducido bruscamente la parte cuota de los negocios
particulares pequeños y medianos en la venta al detalle y el sector de
alimentación. El resultado neto es un importante aumento de trabajadores
mal pagados, no sindicados, empleados en el sector servicios por emporios
gigantescos de capital extranjero. La toma de bancos a gran escala por
banqueros estadounidenses y europeos ha llevado a despidos masivos de
empleados de banca, y al estímulo de un aumento enorme del capital
especulativo y flujo legal e ilegal de miles de millones de dólares de
beneficios evasores de impuestos, y ganancias ilícitas. En vez de
radicalizar la burguesía, la política imperial ha creado socios imperiales,
vinculados a redes financieras y comerciales, un ejército de consultores
locales, publicistas, consejeros legales y fiscales y promotores políticos
locales que sirven como intermediarios para el allanamiento, las
privatizaciones lucrativas, los contratos estatales y los controles de
monopolio de mercado. Una minoría de productivos capitalistas pequeños y
medianos (PYMES) se muestra activa en la búsqueda de crédito más barato,
protección, subvenciones y tarifas de servicios públicos más bajas, pero su
oposición está atenuada por su apoyo a la legislación antitrabajo y
antisocial promovida por el IFI y por lo tanto juegan un papel menor en los
nuevos movimientos antiimperialistas.
El imperialismo también ha transformado la naturaleza del estado mediante
la intervención militar, chantaje económico, golpes de estado, y procesos
electorales corruptos, o por la manipulación de elecciones con la ayuda de
los medios de comunicación de masas. El estado en América Latina,
principalmente el Banco Central, ejército, policía, servicios de
inteligencia, altos cargos de la administración (todas las "instituciones
permanentes" del gobierno) son entrenados, adoctrinados y "conectados en
red" por el estado imperial, con algunas excepciones notables. El estado
refuerza los regímenes vasallo imperiales, que sustituyeron a los regímenes
populista-nacionalistas del período anterior. El imperialismo ha
establecido los parámetros de la política de los regímenes vasallos:
subordinación imperial en política exterior, libre mercado y SAP en
política económica, re-concentración de rentas en sentido ascendente y
hacia fuera en política social, prioridad de pago de deuda a acreedores
extranjeros sobre la reactivación del consumo interno y la inversión.
Este régimen de acumulación centrado en el imperio requiere la intervención
estatal a largo plazo y gran escala para reasignar los recursos a las
empresas imperiales, leyes que faciliten el flujo libre de ganancias y pago
de intereses al exterior, e intervención a gran escala en la sociedad civil
para reprimir, cooptar, o eliminar a los líderes y activistas
antiimperialistas, entre otros, como ocurre en Colombia, Bolivia,
Guatemala, Perú, y en el campo en Brasil, Paraguay, y México.
El imperialismo se ha movido hacia el control político manifiesto por medio
del ALCA, un supuesto tratado comercial y de inversión que convertirá los
estados vasallos en rotundas colonias del nuevo modelo político-económico
formal centrado en el imperio.
Organización de Clase y Política Antiimperialista
En superficie parece que los movimientos antiimperialistas abarcan multitud
de clases, identidades, estratos que se extienden desde el fondo a cerca de
la cima de la jerarquía social. Esta impresión refleja las opiniones de los
movimientos "antiglobalización" europeos y los activos en EEUU. Esta imagen
está lejos de la realidad en América Latina. Hoy como en el pasado reciente
la mayor parte de los movimientos antiimperialistas están integrados por
obreros, parados y subempleados urbanos, estudiantes y trabajadores
autónomos, y especialmente campesinos, agricultores de subsistencia indios
y trabajadores rurales sin tierra. No hay ninguna "multitud"
indiferenciada, más bien los participantes están organizados y/o son
convocados por organizaciones sociales de clase cuyos líderes y
organizadores tienen "historias" de participación en la lucha de clases y
la política de clases, ya sea en el lugar de trabajo o en los vecindarios.
Los movimientos antiimperialistas contemporáneos son considerablemente
diferentes a los del pasado en la medida en que la composición de los
movimientos, el mando y sus fuerzas políticas ha tomado las características
específicas del período actual. Ante todo está la ausencia de una
"burguesía progresista" como factor hegemónico o participante. La mayor
parte de la burguesía local se ha puesto en contacto bajo cuerda con firmas
imperiales, se han convertido en socios marginales, han sido comprados, o
se han beneficiado de la legislación laboral regresiva que baja los costes
de la mano de obra, aún cuando les afecte desfavorablemente la bajada de
barreras arancelarias. En contraste con el pasado, el eje central de la
base popular de los MAI ha cambiado de los sindicatos industriales al
campesinado y movimientos rurales, porque muchos de los sindicatos están
implicados en acuerdos de negociación colectiva con las CMN y prefieren
negociar contratos a suscitar cuestiones como nacionalización. En
contraposición, el sustento de los campesinos y agricultores y casas se ven
afectados directamente y desfavorablemente por la entrada a gran escala de
productos de alimentación subvencionados, programas de erradicación
dictados por el imperio y expansión de corporaciones agro exportadoras de
capital extranjero.
En tercer lugar los movimientos antiimperialistas actuales no están bajo la
influencia de estados externos como URSS y China como sucedía en el pasado
y tenían así mayor flexibilidad táctica y una noción más clara de la
dinámica de clases interna de la explotación imperialista. En el pasado la
agenda antiimperialista estaba influenciada en parte por las prioridades de
los "aliados" externos, hoy las prioridades antiimperialistas están
determinadas internamente y las acciones internacionales se basan en
consultas abiertas. Finalmente el liderazgo de los MAI es hoy mucho más
propenso a la acción directa y luchas de clases sostenidas vinculadas al
antiimperialismo y menos a grandes manifestaciones simbólicas. Los Foros
Sociales, sean mundiales o regionales o nacionales, son lugares de
encuentro para movimientos y otros para intercambiar ideas, pero no
proporcionan liderazgo o programas ni tampoco proporcionan recursos para
las luchas antiimperialistas diarias en curso dentro de los estados nación.
Cuestiones Teóricas
La clave para los nuevos MAI se encuentra en su análisis teórico que
localiza la contradicción central entre clases y no estados. Los nuevos MAI
vinculan la explotación de clases al pillaje imperialista, a diferencia del
pasado donde los conflictos se percibían como conflictos entre bloques,
como el Socialista contra los estados Capitalistas, o regímenes, como el
Tercer Mundo contra el Primer Mundo. Los nuevos MAI ven claramente que las
diferencias de clase y las desigualdades internas están vinculadas y
reforzadas por la coalición de CMN y estados imperiales. La penetración
imperial del estado nación, en particular la cúpula del estado, y el
régimen y jerarquías financieras significa que las clases imperialistas y
clases colaboradoras locales son el punto inicial de conflicto entre
capital y trabajo. En otras palabras, el imperialismo no simplemente
influye y controla las estructuras nacionales económicas, culturales y
políticas, sinó que también opera en los niveles macro y micro políticos y
socioeconómicos. El resultado es que el antiimperialismo se expresa en
ambos niveles, el nacional en forma de grandes manifestaciones en las
principales ciudades, pero también en el nivel municipal y en el nivel de
ciudad. Además los diferentes movimientos antiimperiales con frecuencia se
interconectan y se intensifican yendo de lo local a lo nacional, pero
también viceversa.
Por ejemplo en Bolivia, en la región de Chapare y en Cochabamba, tuvieron
lugar dos importantes luchas antiimperialistas en el nivel micro de
ciudad/campo. En el caso de Cochabamba, fue sobre la privatización del agua
por una empresa extranjera, y en Chapare fue sobre la política
estadounidense de erradicación de coca. Estas luchas locales iban unidas a
luchas más grandes contra la imposición de la política neoliberal que minó
el empleo local agrícola y de fabricación y la financiación del sector
público lo que a su vez condujo a movimientos antiimperialistas contra el
ALCA, el Fondo Monetario Internacional y el imperialismo estadounidense.
La clave para los nuevos MAI es precisamente el vínculo directo entre la
política macro imperialista y sus impactos sobre la clase sectorial y local
que sirven para ampliar la conciencia de los trabajadores y campesinos
desde el nivel de simples demandas económicas a las luchas políticas
nacionales. Por ejemplo las SAP (políticas de ajuste estructural) impuestas
por instituciones financieras euro-estadounidenses sobre la economía
Peruana y Argentina causan despidos masivos y reducciones salariales a los
funcionarios, en especial a los maestros y trabajadores de la sanidad. Esto
llevó a enormes manifestaciones públicas exigiendo aumento de salarios y a
ataques contra el régimen que implementaba las SAP y los dictados del IFI
en política así como los estrategas imperiales estadounidenses y los
banqueros que se benefician de los pagos de intereses garantizados por
excedentes estatales.
Las protestas más grandes y más extendidas contra el imperialismo
estadounidense van unidas a la amplia ringlera de clases afectadas por la
política macroeconómica del imperialismo estadounidense y las clases
específicas y sectores públicos afectados por las SAP, las doctrinas de
Libre Comercio y los funcionarios imperiales con ostensible poder de
decisión que imponen esta política.
La alta visibilidad de los estrategas imperiales, su clara identificación
con el estado imperial, el negativo y sostenido impacto directo de la
política económica imperial proporciona a la masa de clases explotadas un
objetivo muy claro para su oposición y movilización. Las clases populares
no requieren gran esfuerzo para identificar las fuentes de su adversidad
cuando el Fondo Monetario Internacional dicta SAP que provocan merma de
financiación del sector público, pérdida de empleo público y terminación de
clínicas en los barrios, aulas atestadas, huelgas de profesores y
mendicidad infantil. Los MAI ya no son movimientos nacionalistas dominados
por la clase media, son movimientos de clase porque el imperialismo está
empotrado en el trabajo diario y en la supervivencia familiar.
Movimientos y Regímenes Antiimperialistas
En contraste con la retórica triunfalista de EEUU, Gran Bretaña e Israel
después de la exitosa invasión militar estadounidense de Irak y Afganistán,
los movimientos antiimperialistas están ganando terreno en varios frentes.
En Afganistán los movimientos anticoloniales se están reagrupando y han
lanzado varios ataques con éxito, en particular contra las agencias civiles
de la ocupación colonial. Lo que es aún más asombroso, el movimiento de
resistencia iraquí ha infligido bajas diarias a las fuerzas de ocupación
anglo-estadounidenses. Las protestas civiles masivas y la hostilidad diaria
de millones de iraquíes están erosionando seriamente la moral de las tropas
de ocupación. Los esfuerzos israelíes, respaldados por sionistas
estadounidenses en el Pentágono, para extender la Guerra de Oriente Medio a
Irán, Siria y Líbano, y provocar una renovación de la guerra contra los
Palestinos, incrementan la actividad antiimperialista y elevan la
conciencia por todas partes de Oriente Medio. Pero es en América Latina
donde la intersección de la extensión imperial estadounidense y el aumento
del descontento popular con el declive del nivel de vida es más intensa.
Después de cuatro años de crecimiento negativo (1999-2002) y altos niveles
de transferencia de riquezas a EEUU y Europa, América Latina representa la
ilustración simbólica y sustancial más clara de todos los males del imperio.
Para analizar los movimientos antiimperialistas es importante distinguir
entre eventos antiimperialistas y luchas en curso y movimientos
organizados. Por ejemplo, el referéndum antiALCA en Brasil en julio de 2002
incluía una coalición de movimientos, grupos progresistas de la iglesia y
partidos de izquierda. Once millones de personas votaron en el referéndum,
convirtiéndolo en un importante acontecimiento, destacando la oposición
activa a las pretensiones coloniales estadounidenses. El referéndum fue un
acontecimiento, la convergencia simultánea de las fuerzas sociales en un
movimiento específico. Un acontecimiento similar pero más amorfo fueron los
"Foros Sociales Mundiales" que se reunieron, aprobaron resoluciones y luego
se disolvieron o volvieron a organizar foros sociales nacionales. Por el
contrario, las organizaciones de cocaleros de Bolivia están en una lucha
continua contra la política, instituciones y agencias del imperialismo
estadounidense profundamente implicadas en la dirección de la política
agraria del país y el control de las ramas ejecutivas y militares del
gobierno. Al hablar de antiimperialismo es importante señalar los
movimientos continuados y no simplemente una recitación de los actos
internacionales que han recibido la mayor parte de la publicidad, pero han
tenido menos efecto en el cambio del gobierno imperial que las luchas
nacionales continuadas de los movimientos en curso.
Los movimientos antiimperialistas de América Latina se han desarrollado de
modo desigual. Se pueden identificar tres niveles: a) movimientos
continuados a gran escala, b.) Movimientos que son a gran escala, pero no
son continuados en el tiempo, c) movimientos que son esporádicos y de
dimensiones menores. También podemos distinguir entre movimientos que son
coherentemente antiimperialistas y aquellos que combinan el
antiimperialismo conciliándolo con imperialismo.
Movimientos Continuados, a Gran Escala
Amarya Sen y otros han argumentado que los regímenes electorales, los que
ellos denominan gobiernos "democráticos", generan mayor equidad, desarrollo
y estabilidad política que las dictaduras. Este argumento es engañoso por
varios motivos. Primero, a pesar de celebrar elecciones, muchas de las
decisiones clave socioeconómicas de los regímenes electorales son tomadas
por élites extranjeras y domésticas no elegidas, y han causado mayores
desigualdades, empeoramiento del nivel de vida, y crecimiento negativo o
regresivo.
Los cuatro países donde los movimientos antiimperialistas son más fuertes,
son todos regímenes electoralistas y todos ellos vasallos económicos de
EEUU, que han seguido la política dictada por el imperio durante las dos
décadas pasadas.
El régimen permanente electoral más antiguo, Colombia, ha estado bajo ley
cuasi marcial durante el medio siglo pasado y recibe la mayor cantidad de
ayuda militar estadounidense, consejeros y contratación de fuerzas
extranjeras mercenarias de América Latina. Colombia es también el sitio del
movimiento de mayor, más combativo y continuado movimiento antiimperialista
de América Latina. Cuenta con dos ejércitos populares guerrilleros
nacionales e importantes movimientos sociales. En Colombia, los
guerrilleros son el componente más importante del movimiento
antiimperialista. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)
cuentan aproximadamente con veinte mil combatientes y casi diez mil
partidarios activos entre sus milicias urbanas, comandos y unidades de
apoyo rural que cubren la mitad los municipios del país. El Ejército
Nacional de Liberación (ELN) tiene aproximadamente cuatro mil quinientos
combatientes y probablemente otros cinco mil simpatizantes civiles en las
ciudades y en provincias específicas. Los regímenes militar y de
escuadrones de la de muerte paramilitares han diezmado durante años a los
movimientos civiles antiimperialistas legales. Más de doscientos cincuenta
líderes sindicales fueron asesinados entre 2002 y agosto de 2003, con mucho
las cifras más altas del mundo.
En contraposición a los movimientos antiimperialistas de otras partes, las
FARC-ELN apuntan al derrocamiento del régimen vasallo y la toma del poder
estatal para terminar con el control imperialista de la economía, ejército
y estado. Tienen un vasto programa multi sectorial que incluye la oposición
al ALCA pero se amplía a la oposición a la propiedad extranjera de los
recursos naturales, finanzas, pago de deuda externa y el estratégico "Plan
Colombia" estadounidense.
Si las condiciones socioeconómicas de Colombia son similares a las del
resto de América Latina, ¿qué cuenta para el crecimiento de un movimiento
antiimperialista revolucionario en Colombia y no tanto en el resto de
América Latina? Podemos suponer varios factores. El sumamente represivo
sistema político colombiano elimina físicamente a los críticos políticos
del imperialismo, tales como la Unión Patriótica, el movimiento electoral
de los años 1980 que sufrió cinco mil muertes a manos del régimen y sus
aliados paramilitares. Hay una gran tradición de resistencia armada rural
popular contra el control centralizado de un gobierno vinculado a
terratenientes locales y narcotraficantes. Finalmente, la organización del
movimiento guerrillero rural y su mando encabezado por Manuel Marulanda,
quien tiene estrechos lazos con el campesinado, con el sesenta y cinco por
ciento de los luchadores guerrilleros que proceden del campo, ha mantenido
su independencia respecto a los reformistas urbanos y partidos electorales.
La presencia desde hace mucho tiempo de fuerzas contrarrevolucionarias
estadounidenses y sus tácticas de desplazamientos de masas de campesinos,
erradicación de lucrativas cosechas de agricultores familiares y la alianza
de EEUU con las fuerzas militares/paramilitares y terratenientes clave han
radicalizado el campo. El "ultra decidido" papel de EEUU, en la estrategia
militar e intervención durante más de cuarenta años, las tradiciones
históricas de insurrección rural vinculadas a líderes rurales y la carencia
de espacio democrático han sido los elementos clave para nutrir el
movimiento antiimperialista más poderoso de América Latina.
El segundo movimiento antiimperialista de masas más importante se encuentra
en Bolivia. Otra vez, la vasta y antigua intervención militar, política, y
financiera estadounidense, el apoyo estadounidense a regímenes militares y
golpes de estado, la erradicación de cosechas y el apoyo a los cierres de
minas, ha producido una conciencia antiimperialista profundamente asentada
y muy extendida. Desde la intervención estadounidense en la post revolución
nacionalista de 1952, a la promoción de juntas militares
pro-estadounidenses en los años 1960, 1970, y 1980 al cierre US-FMI de las
minas de estaño, la masiva y violenta campaña de erradicación de coca de
los últimos veinte años, la política de EEEU y la entrada en la política
boliviana han tenido un impacto negativo de gran duración y a gran escala
sobre los mineros urbanos, los trabajadores de la fábricas (por las
doctrinas de libre comercio) y los campesinos. El segundo factor es la
antigua tradición de revolución y lucha antiimperialista, desde la
revolución de 1952 y la formación de milicias de trabajadores, a la
Asamblea Popular de masas de 1970-1971, a la historia de repetidas huelgas
generales, a los actuales bloqueos masivos de carreteras por grupos de
campesinos militantes, al levantamiento popular rural-urbano de febrero de
2003 contra la política US-FMI, los movimientos Bolivianos populares
demuestran una capacidad para la lucha continuada.
El tercer factor es el liderazgo político y social de masas de los
agricultores de coca y sus disciplinados y democráticos movimientos
sociales y sindicatos. El líder popular, Evo Morales, combina la acción
rural directa con la política urbana electoral para construir un movimiento
antiimperialista nacional que una las demandas locales para acabar con la
erradicación de coca dirigida por EEUU a la oposición al ALCA. En Bolivia,
la lucha antiimperialista tiene apoyo popular cimentado en su relación con
la supervivencia familiar y laboral.
En Argentina, Brasil, y Ecuador hay movimientos antiimperialistas a gran
escala que combinan un rechazo consciente al FMI y a la política de
desarrollo dictada por el imperio, con actos de masas en protesta de los
pagos de deuda exterior, ALCA, y otras manifestaciones del poder imperial.
Estos movimientos, sin embargo, no están unidos a un proyecto para llegar
al poder político y carecen de un mando político unificado y organización.
No obstante, han mostrado capacidad para expulsar regímenes apoyados
(Argentina y Ecuador) y registrar oposición de masas al ALCA (referéndum de
once millones en Brasil en 2002). En el resto de América Latina hay amplia
oposición al ALCA, a la "política neoliberal" dirigida por el imperio, al
Plan Colombia y más expresamente a iniciativas pro-imperialistas del
régimen, como el programa de privatización de Toledo en Perú, que encendió
protestas nacionales de masas.
Además de los movimientos antiimperialistas, hay dos gobiernos opuestos o
que son parcialmente independientes del imperialismo: Cuba y Venezuela.
Cuba ha estado en la vanguardia de la lucha contra el imperialismo desde
Sudáfrica a América Latina y más allá. A diferencia de otros regímenes de
izquierdas y nacionalistas del pasado, como el de Allende en Chile (1973),
Goulant en Brasil (1964), y varios otros, el régimen revolucionario de Cuba
ha derrotado satisfactoriamente los esfuerzos estadounidenses para
derrocarlo. A diferencia de otros regímenes ex-izquierdistas y
ex-nacionalistas como los Socialistas de Chile, y los Peronistas de
Argentina y el Partido de los Trabajadores de Brasil, Castro ha rechazado
retirarse a la política pro-imperialista.
¿Qué es lo que explica la antigua trayectoria de Cuba como un país
antiimperialista ante el derrocamiento o decadencia de otros regímenes de
izquierdas? Básicamente hay varios factores tanto internos como externos.
El régimen cubano es el resultado de un proceso y liderazgo revolucionarios
que destruyeron el viejo aparato estatal y han construido
satisfactoriamente una sofisticada organización de seguridad de la patria
para neutralizar a los terroristas y saboteadores. En segundo lugar, Cuba
tiene unas fuerzas armadas grandes, profesionales, sumamente motivadas y
estrechamente vinculadas a las masas populares, subordinadas al mando
revolucionario y capaces de defender Cuba de una invasión frontal de EEUU
(En simulacros de 'juegos de guerra' el Pentágono ha estimado unas bajas
estadounidenses de decenas de millares en una invasión de Cuba por tierra).
En tercer lugar, el mando revolucionario cubano original ha logrado
reproducir una nueva generación de cuadros revolucionarios y técnicos, que
asumiendo las riendas del poder, defiendan los beneficios sociales
originales de la revolución. En cuarto lugar, la gran mayoría de
trabajadores y campesinos cubanos están considerablemente mejor que sus
colegas de América Latina y disfrutan de los beneficios de asistencia
social que no están a disposición de los exiliados cubanos en EEUU. En
quinto lugar, el mando cubano logró conseguir favorables acuerdos
comerciales, militares y económicos con la URSS y China para resistir los
ataques militares estadounidenses y el embargo económico. Posteriormente el
mando cubano logró reestructurar su economía en el período postsoviético y
desarrollar relaciones comerciales y económicas con Europa, Asia, y América
Latina. Más recientemente ha desarrollado lazos mutuamente beneficiosos con
Venezuela, asegurándose fuentes energéticas estratégicas. Finalmente, la
política estadounidense de constante hostigamiento y amenazas militares ha
minado a los grupos de Cuba orientados hacia una conciliación con el
imperialismo. En otras palabras, el anti-imperialismo para Cuba es tanto
una necesidad como un ideal.
Venezuela, bajo el Presidente Chávez presenta un una imagen más ambigua,
similar a la de aquellos antiguos nacionalistas latinoamericanos. Sigue una
política exterior independiente, oponiéndose a guerras imperialistas como
la invasión de Irak y programas de contrainsurgencia como el Plan Colombia,
promoviendo la solidaridad y relaciones fraternales con Cuba, y criticando
el ALCA. En política doméstica, sin embargo, ha seguido una política
neoliberal, privatizando firmas públicas, ofreciendo concesiones
petrolíferas a MNC estadounidenses, pagando la deuda exterior y siguiendo
una política monetaria y presupuestaria bastante ortodoxa. La clave de la
política ambigua o contradictoria de Venezuela se encuentra en el proceso
por el cual Chávez alcanzó el poder, las alianzas de clase y los programas
que previó para gobernar el país y su opinión liberal de la estructura
política y social del país. Chávez formó alianzas con una amplia serie de
fuerzas sociales y políticas y la mayor parte incluían un número importante
de grupos y personalidades neoliberales y pro imperialistas, que
posteriormente desertaron hacia la oposición a favor del golpe de estado. A
diferencia de Cuba, Chávez no ha organizado un movimiento sociopolítico de
masas coherente que apoye a su régimen. El desahogo del apoyo popular de
masas que lo rehabilitó en el poder tras el intento de golpe de estado fue
sobre todo espontáneo. Sólo tras llevar tres años en el poder está teniendo
lugar la organización de una federación de sindicatos pro-Chávez y se están
organizando los vecindarios por medio de los 'Círculos Bolivarianos'.
Chávez todavía depende de mandos militares "institucionales" y su lealtad
personal para defender el régimen. La mayor parte de estos oficiales no han
tomado parte en ninguna experiencia social revolucionaria; excepto la de
oponerse a dos intentos de golpe de estado orquestados por EEUU. En tercer
lugar la ideología de Chávez nunca ha puesto en duda las desigualdades de
clases, y las propiedades y riqueza de las clases superiores. Sus reformas
se construyen en torno a estos obstáculos a la justicia social.
Considerando esta compleja situación, de una economía política de derechas,
una administración pública de lealtad y competencia dudosas y una política
exterior de independencia nacional, los límites del anti-imperialismo de
Chávez quedan claros: son políticos no económicos, tolera una burguesía pro
imperialista y CMN estadounidenses en los sectores estratégicos de la
economía y moviliza a los pobres urbanos radicalizados que son más
consecuentemente antiimperialistas en lo concerniente a la propiedad y el
control de la economía doméstica.
Tanto los movimientos antiimperialistas como los estados han creado
cantidad de partidarios políticamente conscientes, que son activados para
luchas locales, nacionales, e internacionales. Todos los movimientos y
regímenes exitosos han desarrollado potentes líderes vinculados de antiguo
a la lucha de masas. Aún más importante, los movimientos más grandes y más
boyantes han crecido en conflicto directo con EEUU. En Cuba, Colombia,
Bolivia, Venezuela, la fallida intervención armada o los golpes militares
radicalizaron a los partidarios del pueblo. Igualmente significativo, los
movimientos antiimperialistas son fundamentalmente movimientos de clase, no
una multitud amorfa. Las bases de las masas de los guerrilleros en Colombia
son campesinas, los movimientos antiimperialistas urbanos se fundamentan en
asalariados y obreros. En Cuba, la masa de obreros y campesinos y en
Venezuela los urbanos pobres son la base de los MAI. Lo que es asombroso es
la ausencia de algún sector significativo de la burguesía a pesar del hecho
de que el control imperial de mercados, crédito y política estatal han
perjudicado a muchos grup