El otro día me dijo un funcionario que según una nueva orden de Súper Gallardón las y los funcionarios estaban obligados a ser simpáticos y sonreír a la gente.

ES VOMITIVO.

Lo que la gente debe hacer es ser competente y correcta, respetar. Sólo eso. No se puede pedir a alguien que se prostituya forzándose a un rasgo de carácter que no tiene.

De esto sabemos mucho las mujeres tradicionalmente, pues tradicionalmente se nos ha pedido que sonríamos en muchos empleos, siendo jaroncitos decorativos como había que ser, además de competente. Y si no, que se lo pregunten a las azafatas!

Gallardón, si has hecho eso, rectifica, que rectificar es de sabios... ¡Es tan anti-todo!

Podría haber comenzado con su propio padre, del cual guardo recuerdo (en gloria esté). Ni era agradable ni simpático, ni siquiera resultaba cortés. El hijo le ha salido empalagoso y relamido, un lobo con piel de cordero. Muy afable en las formas, pero demoledoramente carca en el fondo.

Será que su modelo de simPPatía es la sonrisa mema de su Esperanza Aguirre, por ejemplo. Te mando a otra ventanilla a dar el coñazo con la mejor de mis muecas del repertorio. ¿Será eso?