No me extraña lo más mínimo. Pongo un ejemplo que he vivido en mis carnes apretás hace dos días:
Tras meses sin acudir a una iglesia, voy a un funeral por alguien que ha fallecido tras una enfermedad de más de diez años, degenerativa, terrible y
con un final tremendo. Deja familia, hijo adolescente y cónyuge en su cuarentena, padres agotados, etc...
El señor sacerdote hace girar el hilo de su reconfortante homilía entorno a la idea de dar gracias. Fue tal la sarta de inconveniencias, dadas las
circunstancias de la muerte, que pudo soltar este señor, que me sentía abochornada. Si no son capaces de ejercer la empatía en algo tan elemental como
es la muerte de un ser querido, y si no se puede decir nada que alivie a la familia salvo que la pobre persona ya ha dejado de sufrir en este Valle de
lágrimas, pues déjenlo ahí.
A la salida pregunté a mi madre, creyente, qué opinaba de esto y me reconoció que era penoso y que no reconfortaba tal sarta de torpezas ni a la
persona con más fe ni más dispuesta a creer en la cuestión de la vida eterna. Esto mismo lo vengo viviendo así en varias ocasiones similares, aunque
éste es el caso más tremendo que me he encontrado con diferencia.
Es que lo ponen muy fácil para que se te pasen años sin ir a una iglesia.
Todo se convierte en puros actos sociales, tradiciones, etc, y no lo quieren reconocer. No conectan con la gente porque viven enrocados/as en sus
posiciones de toda la vida, por mucho que quieran lavarse la cara, en cuanto te descuidas enseñan la patita (¿¿habeis trabajado/estudiado en un cole
católico??)
Por otra parte, la gran mayoría de las personas que conozco y quieren llevar a sus hijos a un colegio religioso (concertado, claro), no es por interés
real en que se formen en una determinada confesión religiosa, sino por otras razones (prestigio social, etc..).
Conclusión: Lo que hay es mucha hipocresía, tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica.
Y tengo entendido que eso a Cristo le ponía de los nervios...