8 marzo: Shere Hite, "Derechos para las mujeres"
El Mundo
Tribuna Libre
Derechos para las mujeres/ SHERE HITE
8-3-2004
Hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que se festeja en muchos países del mundo y con frecuencia se aprovecha para debatir
con objeto de crear más cosas que festejar.Se organizan celebraciones en todo el mundo, incluyendo hoy Estados Unidos, Reino Unido, India, Rusia y
Tailandia. Parece el día apropiado para afirmar que es el momento de hablar de los derechos de las mujeres. Sin embargo, hay muchas personas que
siempre encuentran una razón para decir que «no es el momento». Guerra, pobreza, hambre, sida, revolución... Muchas veces se oye decir: «No es el
momento de hablar de los derechos de las mujeres; la situación de las mujeres puede venir después de prestar atención a esos temas más serios». Esa
actitud que se cifra en «tened paciencia» (callaos) existe desde hace cientos de años; se vale de que las mujeres están dispuestas a no volcar la
barca, a ser obedientes, a situarse en un terreno moral más elevado y a ayudar primero a otros (esto es muestra de buena educación y de feminidad), y
se vale de todo esto para garantizar que las mujeres no se unan en la defensa de su causa ni se vuelvan agresivas (Dios nos libre). Las compañías
aéreas hacen una advertencia en el comienzo de cada vuelo: «En caso de emergencia aparecerá una máscara de oxígeno; los adultos deberán ponerse su
propia máscara primero y después podrán ayudar a los niños...» La razón es obvia: si no se ayudan a sí mismos, ¿cómo pueden sobrevivir los adultos
para ayudar a los demás? Sin embargo, las mujeres, generación tras generación, siglo tras siglo, siguen utilizando el máximo de sus fuerzas para
ayudar a la paz, para conservar a un marido o a un amante, para sacar adelante a sus hijos... dejando de lado entretanto sus propias necesidades,
sueños y planes (y los de sus amigas), tomándose a sí mismas menos en serio y tomando decisiones que no estimulen sus ideas ni las de otras mujeres.
Enterrado dentro de sí mismas está quizá el sentimiento de que ponerse por delante a ellas mismas o a otras mujeres, situarse en el centro de lo que
es importante, está mal, es peligroso, significa traicionar al sistema, salirse fuera de los límites de la sociedad, del mundo conocido. ¿Cuándo se va
a acabar esto? Las mujeres tienen exactamente el mismo derecho que los hombres a pensar y a actuar y deben tomarse en serio sus propias ideas. Esto no
equivale a decir que las mujeres o los hombres deban ser egocéntricos y egoístas, sino señalar la influencia que tienen en nuestra mentalidad y en
nuestra cultura tantos siglos de enseñar a las mujeres que deben sacrificarse (y de enseñar a los hombres que las mujeres, las mujeres buenas, tienen
que ser abnegadas y modestas y poner por delante las necesidades de los hombres y de los niños... aunque a los hombres no se les enseña que tengan que
servir a las mujeres). Hoy en día, las mujeres tienen la oportunidad de creer en sí mismas, de utilizar su educación para seguir adelante. Esto iría
mucho mejor si las mujeres pudieran tener el apoyo de otras mujeres, al igual que los hombres se apoyan unos a otros en la política, las finanzas o el
gobierno. Sin embargo, se educa a las mujeres para respetar a los hombres más que a las mujeres, igual que se hace con los hombres. Suponer que las
mujeres van a apoyar automáticamente a otras mujeres con toda franqueza, con actos y con palabras, es una insensatez; ¿por qué -irónicamente- iban las
mujeres a reunirse alrededor de otra mujer para darle su apoyo cuando, al fin y al cabo, la política realista deja bien claro que la mayoría de las
mujeres pueden llegar más lejos respaldando a un hombre? Este fenómeno, sobradamente conocido y sobradamente comprensible, puede tener trágicas
consecuencias para las mujeres y para los hombres. Ahora existe la oportunidad que las mujeres necesitaban históricamente. Las mujeres han progresado
en el transcurso del siglo pasado, consiguiendo educación, empleos (si bien todavía no igualdad de salario) y otros derechos legales. Si las mujeres
no aprovechan ahora su estatus para dar el siguiente paso, el siguiente salto hacia delante, ¿cuándo entonces? En Oriente Próximo, en Irak o en otros
países de la región, tal vez parezca que como más pueden progresar las mujeres es ayudando a los hombres, dando su apoyo a la posición de un hombre;
en la mayoría de los países en los que una mujer ha llegado a ser jefe de Estado (Megawati en Indonesia; antes, Benazir Bhutto en Pakistán y Corazón
Aquino en Filipinas, entre otras), la mujer está ahí porque forma parte de una familia en la que ha habido un hombre que ha tenido un gran poder
político, por lo general como jefe de Estado. Sin embargo, se está dejando sentir una nueva tendencia; en Finlandia, Nueva Zelanda y el Reino Unido,
hay mujeres que han conseguido llegar a la Jefatura del Estado por sí mismas. El dinamismo de las mujeres es, al parecer, desalentado por el
movimiento de los valores familiares, con sus normas acerca de la manera en que la mujer como es debido debe expresar su feminidad. ¡Vaya una
paparrucha! Hay tantos estilos de feminidad como colores en el arco iris. Ya es hora de reivindicar la expresión «valores familiares»: pertenece a
todo el mundo. Aunque el término «valores familiares» ha sido secuestrado por unos pocos grupos de derechas y ha venido a ser asociado con la
tradicional agrupación de hombre dominante, abnegada esposa, etcétera (la familia tal como ha estado definida por la ley en buena parte de los siglos
XIX y XX), lo cierto es que la expresión «valores familiares» significa amor y entrega, una manera de compartir nuestra persona y nuestra vida con
otros, con quienes están cerca de nosotros y son nuestros seres queridos; no significa que las mujeres deban estar calladas y oprimidas y ser modestas
(porque de lo contrario no son femeninas), ni que se consideren inferiores a otras personas, incapaces de ponerse a sí mismas o a otras mujeres por
delante, ni tampoco que tal o cual mujer tenga que estar siempre temiendo que no vive en una familia. En países turbulentos como Irak u otras naciones
árabe-musulmanas en las que ha habido recientemente revoluciones o conflictos armados, me inquieta que las mujeres renuncien a sus derechos
inalienables, por creer que su única opción es mantener la solidaridad con la identidad musulmana y dejar que los hombres se salgan con la suya... por
ahora. Oirán decir: «No es el momento de preocuparse por los derechos de las mujeres... Tened paciencia, ya llegará vuestra hora...». No obstante, las
mujeres de Irak han triunfado en su lucha por conseguir una cuota del 25% en la cláusula gubernamental incluida en la nueva constitución provisional
del país; han triunfado este mes a pesar de la agitación que reina en el país. Ellas no esperaron. En Oriente y Occidente, la historia demuestra que
esperar no es la solución. Ahora es el momento adecuado para hablar de los derechos de las mujeres. Si no es ahora, ¿cuándo? Shere Hite es escritora
especializada en temas femeninos y autora de diversos estudios sobre sexualidad, como el reciente Sexo y negocios. Preside la Asociación para el
Avance de la Mujer.
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Miles de manifestantes protestan contra la discriminación de la mujer en España
El País 9-3-2004
"Que no te líen, ahora más que nunca, viva la lucha feminista". Fue el lema que abrió la manifestación por el Día de la Mujer ayer en
Madrid, en la que participaron miles de personas -unas 4.000, dijo la policía, y 10.000 calcularon los convocantes-. Gritaron su rechazo a la
violencia machista y exigieron, como cada 8 de marzo, la igualdad de derechos en el trato y en el sueldo, en el trabajo y en el hogar. Un estudio del
Consejo de la Juventud, con datos de la Encuesta de Población Activa, afirma que las jóvenes cobran un 15% menos a igual trabajo. En varias provincias
hubo manifestaciones por la igualdad. A la manifestación de Madrid, convocada por la Plataforma 8 de Marzo, que agrupa a 26 asociaciones feministas y
que fue secundada por IU y CC OO, acudieron bastantes hombres, algo que las manifestantes no habían visto otros años. La cita electoral del próximo
domingo y las críticas al Gobierno y al PP se repitieron en la marcha. Lourdes Hernández, una de las organizadoras, no recordaba "una
manifestación tan multitudinaria. Las mujeres avanzamos en todos los frentes, también en éste", dijo. Manifestaciones similares a la madrileña se
celebraron en Barcelona, Bilbao, Valencia, varias provincias andaluzas y del resto del país. En total miles de mujeres salieron a reivindicar sus
derechos. Las desigualdades salariales entre hombres y mujeres persisten. Según los datos del Consejo de la Juventud de España, extraídos de la
Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2003, las mujeres jóvenes cobran un 15% menos que los hombres de su edad: 11.114 euros frente a
13.052. Los datos del Consejo Económico y Social ofrecen una brecha mayor: entre los 16 y los 29 años, las mujeres perciben un 23% menos que los
varones. El Consejo de la Juventud de España (CJE) denuncia la "doble discriminación" que sufren las jóvenes tanto en ingresos como en
condiciones laborales. Recuerda que 1.405.192 mujeres de 18 a 34 años tienen un contrato indefinido frente a 1.966.341 hombres y que la tasa de paro
femenino en esa franja de edad es del 19,4% frente al 11,6% masculino. La brecha en los salarios también preocupa al Consejo Económico y Social. El
segundo informe sobre la situación sociolaboral de las mujeres, aprobado el pasado diciembre, recogía datos del año 2000 que situaban la diferencia de
ingresos en torno a los 11 puntos. Al comparar su evolución desde 1994 (cuando la ganancia media por hora de las mujeres equivalía al 73,5% de la de
los varones) concluye que no se ha producido "ninguna tendencia clara sobre su evolución". Según el CES, la distancia salarial entre hombres
y mujeres es mayor en el sector privado que en el público (las mujeres cobran el 20% y el 13% menos respectivamente, con datos de 1999). La brecha se
acorta con la edad. Entre los 16 y los 29 años ellas cobran un 23% menos. Entre los 30 y los 49, la diferencia es del 9,5%. A partir de los 50 se
sitúa en el 4%. Por su parte, los sindicatos calculan que las empleadas cobran entre un 25% y un 30% menos.
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