Si estás de acuerdo y quieres firmar este texto, envíame (o envía a prevencion@fundacionmujeres.es )

tu nombre y profesión.

Difúndelo entre tus amigas, colegas y conocidas e invítalas a firmar.

Mejor si, además, puedes aportar datos concretos sobre número de hombres y mujeres en diversos estamentos, tertulias, organismos, cursos, publicaciones, etc. Nos proponemos hacer una campaña de denuncia lo más extensa y documentada posible.

¿Dónde están las mujeres?

Observemos estos datos:

138 hombres, 6 mujeres

119 hombres, 19 mujeres

98 hombres, 11 mujeres

71 hombres, 13 mujeres

De entrada, estas proporciones hacen pensar o bien en algo relacionado con países como Arabia Saudita o relacionado con actividades típicamente masculinas como el fútbol.

Pues no. Se trata de directores de los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de la Escuela Complutense de Verano, de la Universidad de Verano de El Escorial y de la Universidad de Verano del País Vasco respectivamente.

Ahora bien, como las mujeres somos mayoría –en algunos casos desde hace treinta años- en licenciaturas de lenguas, geografía, historia, derecho, periodismo, medicina, etc., como también somos mayoría en la enseñanza y, como según todas las encuestas, leemos más, cabe preguntarse ¿por qué desaparecemos al llegar a ciertos niveles académicos, de prestigio, de autoridad y magisterio?

¿Es que obtenemos nuestros diplomas inmerecidamente y, por eso, luego no nos “lucen”? ¿Es que nuestra inteligencia disminuye de manera alarmante con los años y, después del doctorado, sólo da para “sencillas” tareas hogareñas (¿de las que nunca debimos salir?).

Pero, siendo algo menos ingenuas, cabe preguntarse ¿no será que nos hacen desaparecer? Seguro que los estamentos responsables de todas estas venerables instituciones opinan que, a la hora de programar, no se fijan en el sexo. Pero eso sólo significa que no son concientes de los filtros androcéntricos por los que se rigen. Es decir que, como observaba Barthes, consideran "natural" el mundo de la ideología dominante. ¡Felices (¿o rancios?) intelectuales los que aún ni siquiera practican la hermenéutica de la sospecha, por decirlo con palabras de Celia Amorós!

Este ninguneo de las mujeres es también una forma de violencia. Una violencia simbólica, no tan salvaje y criminal como la otra pero que está en su base, que la hace posible y la sostiene.

Y, por supuesto, estamos ante el clásico fenómeno que se retroalimenta: no se cuenta con las mujeres, ni se las apoya, ni se las encumbra, ni se las considera, y, claro ¿quién se acuerda de personas sin nombre?

Las firmantes haremos campaña activa para que, cada vez en mayor número, las mujeres se nieguen a participar como publico en aquellas actividades que nos menosprecien como científicas, pensadoras, profesoras y sujetos de autoridad en las más diversas materias.

Y, además, nos proponemos analizar la composición de las redacciones de los periódicos y revistas, de las tertulias y debates de radio y televisión, de los ciclos de conferencias, las jornadas y congresos organizados por los más diversos estamentos, de los jurados de los premios literarios, de las reales academias, etc. etc. Algunos nos llamarán radicales. Pero, para radicales, los que reservan escandalosas cuotas del 90% para varones ¿No les parece?

Pilar Aguilar